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☾︎ 5 ☾︎


Desperté con muy mal humor, el idiota de mi nuevo vecino había puesto música hasta las altas horas de la madrugada y no pude conciliar el sueño.


Me levanté de la cama y me dirigí al baño para mirarme en el espejo y darme cuenta que me veía horrible. Suspiré esperando que un buen maquillaje pudiera tapar las ojeras.

Desayuné algo rápido y ligero, al tener listas mis cosas salí de mi departamento y me dirigí a mi trabajo.

Tomé el autobús como costumbre, ese día había más tráfico de lo normal, maldije internamente al ver la hora y el transporte seguía en el mismo lugar, había tenido tiempo de sobra aunque conociendo mi suerte algo malo pasaría.

Quedaban solo un par de cuadras para llegar a la empresa, no toleré más la espera, bajé del bus y corrí en tacones hasta llegar a mi destino.

Al estar ahí, ingresé mi tarjeta de identificación en la recepción y el pase me fue concedido, miré la hora nuevamente, había llegado justo a tiempo. Tomé el elevador para subir a mi oficina, al fin al cabo creí que no sería tan mal día hasta que pedí permiso para entrar en la oficina del presidente y ver que ahí estaba ese chico.

—Buenos días, señor presi... dente —hablé pausadamente cuando mi vista se fijo en su acompañante.

—Ah señorita Jeon, gracias al cielo que volvió —el presidente sonrió pero no podía ocultar que algo le molestaba. —¿Cómo se encuentra su hermano?

—Bien dentro de lo que cabe, no pasó a mayores.

—Es bueno saberlo —se levantó de su silla. —Le presento a mi hijo, Park Jimin.

¿Su hijo? ¿Ese insoportable es su hijo?

—Un gusto —Jimin me guiñó el ojo, me límite a hacerle una reverencia.

—Señor presidente, si no le molesta iré a mi lugar de trabajo a continuar lo que dejé pendiente —él asintió, le di una reverencia y salí.

No podía creer lo que acababa de ver, Park Jimin el hijo de mi jefe era mi vecino molesto, definitivamente el destino me odiaba, no sabía como iba soportarlo después de eso, solo deseaba no tener que verlo tan seguido.

—Es muy linda tu secretaria, papá —reí mientras planeaba que sí o sí ella sería mi próxima conquista.

—Ni te atrevas a poner los ojos en ella —me regañó. —Es una mujer decente que además está comprometida así que mejor hablemos de lo que realmente importa.

—Sí, sí tu empresa —rodé los ojos. —Dime ya que quieres para poder irme.

—No se trata de lo que quiero, se trata de tu futuro, estoy envejeciendo y tu tienes que tomar el mando, si me muero no quiero que todo por lo que trabajé tan duro se quede en manos de un desconocido.

—Sería mucho mejor si se lo dejas a un desconocido, a quien sea menos a mí —bufé. —Papá, no quiero manejar esto, no me interesa.

—¿Y entonces que harás? ¿Desperdiciar tu vida, alcoholizandote y metiendo tu pene en cuanta vagina veas como haz hecho hasta ahora? —no esperaba ese comentario, mi padre estaba muy bien enterado de lo que estaba haciendo. —Jimin entiende que no quiero un futuro así para ti, hijo.

—Y yo no quiero un futuro como el tuyo, padre, no voy a ser presidente de este lugar, ni mucho menos me haré cargo de nada, voy a vivir mi vida como se me de la maldita gana hasta el día que quiera —fui firme. —Y me importa un carajo si me apoyas o no, después de todo estuviste tanto tiempo lejos sin siquiera una visita, llamando una vez al mes, sé que no te importo así que déjame en paz.

—¿Cómo puedes decir eso? —noté como su respiración comenzó a dificultarse, sus manos temblaron. —Yo... a mí... solo me gustaría que... —no terminó su oración, cuando menos me di cuenta ya se había desplomado en el piso mientras sostenía su pecho.

Me quedé helado, sin saber que hacer, no tenía ni la menor idea de lo que le estaba ocurriendo.

—Papá... —Me puse de rodillas a su lado mientras le hablaba para hacerlo reaccionar pero era casi imposible, solo balbuceaba algunas cosas. —¡Papá!

Rápidamente me levanté y corrí a la salida de la oficina para encontrarme con la chica que había conocido un día antes y que resultó ser la secretaria de mi padre.

—Disculpa —tomé aire para hablar, los nervios me habían robado el oxígeno. —Mi padre necesita ayuda, de repente se desmayó y no sé que hacer.

Sin responder ella solo se levantó y con una gran velocidad entró a la oficina, fue directamente al escritorio y sacó un medicamento de un cajón, tomó una botella de agua y se posicionó junto a mi padre.

Lo primero que hizo fue tomar el puso en su muñeca, luego levantó ligeramente la cabeza del mayor, depositó una pastilla en su boca y le dio un poco de agua.

—Señor presidente, aquí estoy —lo llamó.

—S-somin —habló con dificultad.

—Tranquilo, no hable —lo recostó en el piso por completo —¿Y tú qué haces ahí parado viendo? ¡Llama una ambulancia, rápido! —me regañó.

Sin más tomé mi móvil y marqué el número de emergencias. Los paramedicos tardaron menos de cinco minutos en aparecer, lo pusieron en una camilla y lo transportaron hasta la planta baja para llevarlo al hospital, fue una suerte que el elevador era lo suficientemente grande para que cupiera a la perfección.

La secretaria de mi padre subió con él a la ambulancia, yo no tuve el coraje de reclamar ese lugar ya que me avergonzaba no haber podido hacer nada, ella fue la que lo ayudó.

Le pedí al chófer de papá que me llevara detrás de la ambulancia, aunque la relación con mi progenitor no era la mejor tampoco iba a hacer el tonto esperando noticias en cualquier otro lugar que no fuese el hospital.

Llegué poco después que la ambulancia, al ingresar a la sala de espera me encontré nuevamente con esa chica que al parecer se llamaba Jeon Somin, pues así había escuchado a mi padre llamarla. Me acerque a ella. Al verme solo rodó los ojos.

—Disculpa, ¿Te dijeron qué fue lo que paso con mi padre? —me miró como si no creyera lo que había preguntado.

—Dígame una cosa señor Park —la interrumpí.

—No me hables tan formal, puedes llamarme por mi nombre —sonreí para tratar de calmar la tensión pero no pareció funcionar.

—Dime una cosa, Jimin —remarcó mi nombre. —¿Por qué no ayudaste a tu papá  cuando estaba teniendo un ataque?

—Yo... no sabía que hacer —fui sincero.

—Eres su hijo, debes de saber que hacer en estas situaciones —su puso a pensar un momento. —No sabías que está enfermo del corazón, ¿verdad?

—¿Qué? —realmente no sabía eso, el nunca me lo dijo. —¿Hablas enserio? Mierda, ¿por qué no me lo dijo?

—Mira, no me interesa que cosas hablas con él solo no digas nada que pueda afectar a su estado —fue lo último que dijo para después sentarse en una silla y esperar noticias.

Pasaron cerca de 20 minutos, un doctor se acercó a nosotros y habló directamente con Somin, algo me decía que ya se conocían.

—Señorita Jeon, el presidente se encuentra bien, pero necesitamos que se quede hospitalizado por un tiempo para mantenerlo bajo control.

—¿Podemos pasar a verlo?

—Por supuesto, lo trasladamos a una de las habitaciones V.I.P. para su comodidad, siganme.

Lo seguimos hasta el quinto piso que era donde se encontraban las habitaciones V.I.P. Nos guió hasta el final del pasillo, ahí abrió la puerta e ingresamos, esta vez solo Somin y yo pues el doctor tenía que hacer otras cosas.

—Señor presidente, ¿Cómo se siente? —Somin preguntó directamente.

—Un poco cansado pero pronto estaré mejor —tosió un poco. —Señorita Jeon, ¿podría dejarme hablar a solas con mi hijo? Cuando termine quiero hablar con usted.

Somin asintió y antes de salir me lanzó una mirada amenazante indicándome que tuviera cuidado con lo que decía.

—Hijo —volvió a toser. —Supongo que el doctor ya les dijo que tendré que quedarme aquí, por lo que tengo que pedirte un favor —ya sabía lo que diría. —¿Puedes cuidar de la empresa mientras no estoy?

—Papá, ya hablamos de eso...

—Sí, sí, pero solo será por un tiempo, cuando me den el alta volverás a hacer lo que quieras con tu vida, ya no me meteré en tus asuntos

—Pero no puedo, no se como manejar una empresa —agaché la mirada, aunque fuese solo por un tiempo sabía que no podría.

—Y por eso la señorita Jeon te va a ayudar, ella pasará a ser tu secretaria y podrá decirte todo lo que necesitas saber.

Analizaba la situación, iba a negarme en un principio pero después de pensarlo creí que sería una buena forma de acercarme a Somin y ganarme un poco de su confianza pues hasta ese momento había sido muy difícil llevarme con ella.

—Está bien, acepto —sonrió ligeramente y me pidió retirarme para que Somin entrará.

Le dije que mi padre quera hablar con ella, la vi entrar a la habitación, su figura era perfecta, su cabello largo, castaño y lacio le daba un toque tierno, ojos grandes y labios gruesos, su rostro ni que hablar era la mujer más bella que había visto.

Jeon Somin, definitivamente tienes que ser mía.

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