☾︎ 19 ☾︎
Había pasado una semana increíble, me abrí más respecto al tema de los acostones con Jimin y podía disfrutarlos con más comodidad, sin contar que mi perspectiva hacia él estaba cambiando, no era tan idiota como yo creía, era jugueton, atento e incluso podría decir que en ciertas ocasiones se preocupaba, comenzaba a tenerle aprecio.
Por otro lado estaba más relajada con el tema de Jin, no había pensado ni un solo segundo en él y me sentía tranquila como si la depresión de la ruptura hubiese desaparecido por completo y a mi nuevo amigo Min Yoongi, no lo había visto, me envió un par de mensajes diciendo que saldría por un viaje de negocios con uno de sus grupos y que al volver quería ir a cenar conmigo.
Era la hora de salida del trabajo, tenía demasiada hambre pero no quería comer nada de un restaurante así que iría a comprar algo para preparar en mi casa, le hablé a Jimin respecto a eso pero se disculpó pues dijo que tenía que ir a hablar con su padre al hospital, cosa que me pareció muy buena ya que poco a poco esos dos mejorarían su relación.
Mientras me encontraba en la tienda escogiendo que tipo de carne llevar me sentía algo abrumada como si alguien me estuviera observando de lejos pero la única persona que estaba dentro del negocio era el encargado y este se encontraba metido en su teléfono detrás del mostrador.
Creí que serían imaginaciones mías por lo que me acerqué con él a pagar mis productos y agradecí antes de salir.
El sol se había ocultado y las calles se tornaron oscuras, estaba cerca de casa así que no valía la pena gastar en el autobús.
Tenía un presentimiento extraño me detuve un segundo para girarme y ver a mis espaldas pero no había nadie, comencé a sentir nervios así que aceleré el paso.
Rápidamente llegué a mi edificio, el portero no se encontraba y eso me hacía sentir más insegura. Subí por el ascensor y al llegar a mi departamento entré y cerré la puerta, tomé aire para tranquilizarme.
Dejé la bolsa con las compras sobre la barra de la cocina y me metí en el baño para ducharme y relajarme de la tensión que minutos antes había sentido.
Luego de salir de la regadera, comencé a secarme el pelo, me sentía más calmada y la teoría de que fuese mi imaginación lograba convencerme hasta que de pronto escuché el sonido de confirmación del código de la puerta principal y segundos más tarde el ruido de esa misma cerrarse.
Nuevamente el pánico me invadió, no sabía qué hacer y lo único en lo que pensé fue enviarle un mensaje a la primera persona que se me vino a la mente y agradecí tanto que contestara casi de inmediato.
Dolor de cabeza, Park.
¿Aún estás con tu padre?
9:25 p.m.
Justo me acabo de despedir.
9:25 p.m.
¿Acaso te sientes necesitada? Si es así llegaré en un santiamén bien preparado.
9:26 p.m.
No es eso, es que...
9:26 p.m.
Tal vez sea solo mi imaginación pero escuché que alguien entró a mi departamento.
9:27 p.m.
¿Dónde estás?
9:27 p.m.
Encerrada en el baño, acababa de salir de la ducha cuando escuché la puerta abrirse y luego cerrarse.
9:28 p.m.
Quédate ahí y no salgas, llegaré pronto.
9:29 p.m.
Esperaba que todo fuera producto de mi mente y que realmente no fuese nada ni nadie, me puse una bata de baño encima espere un par de minutos y luego de no haber escuchado ni un solo ruido decidí hacerme la valiente y salir del baño.
Caminé cautelosamente por el interior de mi departamento las luces estaban apagadas lo cual me pareció muy extraño pues yo las había dejado encendidas, mi corazón latía a mil por hora y ni siquiera podía tragar saliva por el nudo que se formó en mi garganta. En la sala de estar fui directamente hasta el interruptor y al encender la luz casi me da un infarto al verlo ahí sentado en el sofá como si nada.
—¡¿Qué mierda, Kim!? —grité mis latidos iban disminuyendo. —¿Qué carajos haces aquí?
—Somin... mi amor... —se levantó y se acercó a mí, yo di un par de pasos hacia atrás, sus ojos estaban rojos y llorosos, olía extremadamente a alcohol, su cabello era un desorden, jamás en la vida lo había visto así de mal. —Te necesito.
—Jin, te dije que no quería verte, así que por favor retírate de mi hogar —yo tuve la culpa de ese incidente, Seokjin sabía el código de mi puerta y no lo cambié por lo que seguramente se le hizo fácil y sencillo entrar.
—Por favor déjame hablar contigo, Hana me dejó, dijo que tenía un mejor partido en mente —sus lágrimas cayeron. —Pero no importa, ahora que se fue tú y yo podremos estar juntos nuevamente, como si nada hubiera pasado.
—Estás ebrio, vete a tu casa ahora —traté de empujarlo hacia la salida pero él se abalanzó sobre mí y me abrazó con fuerza.
—No quiero irme, quiero estar aquí contigo como en los viejos tiempos —no lograba soltarme de su agarre por más que lo empujara.
—Suéltame, Jin ya te dije que no quiero volver contigo.
—Entonces no me dejas otra opción, si no es por tu voluntad será a la fuerza —me besó forzadamente, lo unico que provocaba en mi era asco.
Tuve que darle una patada en la entrepierna, me soltó y mientras él sentía el dolor yo corrí hacia la puerta para salir de ahí. Sin embargo, fue más rápido, no logré alcanzar ni el pomo de la puerta cuando él me sujetó del cabello haciéndome regresar. Me tomó con fuerza de ambas manos dejándome inmóvil, yo pataleé, me retorcí intentando librarme de él pero era imposible.
Me llevó hasta mi habitación, me lanzó a la cama con brusquedad y se puso con todo su peso encima de mí, mis lágrimas estaban saliendo sin permiso, era la peor experiencia que había vivido en toda mi vida, grité una y otra vez con la esperanza de que algún vecino escuchara y llamara a la policía.
—¡Ayuda! ¡Por favor alguien, necesito ayuda! —Jin me golpeó para callarme.
—Guarda silencio querida, no voy a lastimarte —atacó mi cuello, yo lloré como nunca antes lo había hecho.
En ese momento escuché un fuerte golpe proveniente de la entrada, alguien estaba intentando abrir la puerta a patadas o fue lo que creí al escuchar la voz que tanto deseaba oír en ese momento.
—¡Somin!¡Tranquila ya voy a ayudarte!
—¡J-jimin! ¡E-el código es 4, 6...! —otro golpe de parte de Jin me interrumpió, puso su mano en mi boca para intentar silenciarme, tenía miedo, miedo de lo que pudiera pasar si Jimin no entraba a tiempo.
Somin quería preparar algo para la cena, quería acompañarla pero de la nada me dieron ganas de visitar a mi padre en el hospital, así que pensé en hacerlo y más tarde ir al departamento de mi secretaria para comer lo que sea que haya querido cocinar.
Estuve un largo rato con mi padre, tuve el valor de hablarle con calma y firmeza sobre mi deseo de no estar en la presidencia una vez que él decidiera retirarse y que necesitaba encontrar algo que realmente me gustara.
Anteriormente ya había hablado de eso con él pero sus expresiones me decían que no confiaba en mi responsabilidad, que no me tomaría nada con seriedad, pero en ese momento él me miró de una forma diferente a cómo solía hacerlo, suspiró y pronunció las palabras que nunca creí escucharlo decir.
—Está bien, cuando encuentres eso que quieres hacer dímelo y te daré el dinero necesario —evitó la mirada queriendo decir que esperaba no arrepentirse. —Pero tiene que ser algo bueno, si comienzas con que quieres abrir unos de esos clubs donde bailan mujeres, olvídate de eso.
—Para nada, últimamente esas cosas dejaron de interesarme, quiero hacer algo más productivo, sabes, creo que me gustaría tomar clases de cocina y quizá a futuro abrir un restaurante o una repostería, no sé, algo similar.
—Jamás creí que diría esto pero aún eres joven así que tienes tiempo de buscar algo que te agrade —sonrió, por primera vez en la vida me regalo una sonrisa. —Ahora solo tendré un problema, no sé a quién le dejaré la empresa.
—Bueno... —alargué. —Yo tengo alguien en mente.
—No digas que el vicepresidente por que te juro que te despido —ambos reímos.
—No, ¿Qué opinas de Somin? —su sonrisa se borró y se puso pensativo. —Escucha papá, este tiempo que he pasado con ella me di cuenta de lo competente que es, es inteligente, trabaja bajo presión, sabe todo lo que hay que hacer y todo lo que le conviene a la empresa, se preocupa por la imagen de la misma, es alguien de confianza y mucho más.
—Es cierto que no había tomado en cuenta todo el trabajo que ha hecho la señorita Jeon —hizo una pausa pensando. —Bueno, supongo que es una gran opción, cuando salga de este aburrido hospital hablaré con ella y veremos que piensa, solo espero que su futuro esposo la deje hacer algo como eso —mi padre aún no sabía qué su boda ya no sucedería.
—Tal vez no me corresponde a mí decirlo, pero ella terminó con su novio —mi papá se llevó ambas manos a la boca simulando estar sorprendido.
—Qué alegría me da saber eso, ese chico no me agradaba, claro que no podía decir nada porque no soy nadie para meterme en su vida amorosa —rió y luego me miró entrecerrando los ojos. —Jimin, hijo mío... ¿No existe la posibilidad de que veas a la señorita Jeon de una manera seria? Es hora de que hagas una familia.
—¿No dijiste hace un momento que aún soy joven?
—Envejeceras rápido y si te vuelves feo y arrugado como tu viejo padre nadie te querrá —rodé los ojos en plan de broma, aunque era cierto, ya no me interesaban las mujeres como antes, iba detrás de una sola y no había pensado en la posibilidad de ser serio con ella.
Continúe un rato más hablando con mi padre y más tarde me despedí. Estaba saliendo del hospital cuando de pronto recibí un par de mensajes de parte de mi secretaria que me alarmaron, corrí lo más rápido que pude hasta el coche y conduje sin importarme si atropellaba a alguien en el camino, para mí lo más importante en ese momento era la seguridad de esa chica.
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Subí por el ascensor desesperado, queriendo que este avanzará más rápido, cuando llegó a mi piso no esperé a que se abrieran las puertas por completo, salí disparado como una bala hasta llegar delante de la puerta de Somin.
Toqué rápidamente esperando que me abriera pero no hubo respuesta, no hasta que la escuché gritar.
—¡Ayuda! —su voz se escuchaba diferente parecía estar llorando. —¡Alguien por favor, necesito ayuda!
No dude ni un solo segundo llamé a la policía y luego de decirme que una patrulla se dirigía al lugar comencé a empujar la puerta intentando abrirla.
—¡Somin!¡Tranquila ya voy a ayudarte! —grité lo más fuerte que pude para que me escuchara y supiera que todo estaría bien.
—¡J-jimin! ¡E-el l código es 4, 6...! —guardó silencio sin haber concluido el código de su hogar.
Los nervios me atacaron, tenía que abrir esa puerta de una vez por todas así que sin ponerme a razonarlo, pateé la puerta con toda mi fuerza, no fue hasta la cuarta patada que logré abrirla y ahí me di cuenta que él cerrojo se había roto y fue todo gracias a que cuando era adolescente mi padre me obligó a tomar clases de taekwondo y kendo.
Al estar dentro del departamento escuché los lloriqueos de Somin en su habitación así que me dirigí ahí y por suerte la puerta no estaba cerrada. Al entrar me di cuenta que su asqueroso exnovio estaba sobre su cuerpo queriendo intentar abusar de ella, la rabia y el coraje me invadieron, con toda mi fuerza lo tomé de la camisa, lo separé de Somin y de un golpe lo tiré al piso, cayó inconsciente de inmediato.
—Maldito idiota, aprende a respetar a las mujeres —podría ser todo un mujeriego pero jamás en toda mi vida había obligado a alguien a acostarse conmigo, no iba a caer tan bajo.
—J-Jimin —Somin lloraba descontroladamente, se sentó el borde de la cama con sus mejillas empapadas, la abracé para tranquilizarla, ella se aferró a mi camisa mientras continuaba llorando, no podía ni imaginar el miedo que sintió de cualquier cosa que ese malnacido pudiera hacerle.
—Ya, ya cariño, ya estoy aquí —mis palabras salieron sin antes analizarlas, lo único que quería era que se sintiera protegida. —No voy a permitir que nada malo te pase. —acaricié su cabello con delicadeza.
Minutos más tarde la policía llegó, esposaron al idiota ese y se lo llevaron a la comisaría, mientras los oficiales estuvieron ahí me encargué de cubrir el cuerpo de Somin con mi saco pues vestía únicamente una bata de baño, ella estaba tan conmocionada que seguramente olvidó ese detalle.
La policía se marchó del lugar, les aseguré que en cuanto la chica se calmara la llevaría a la estación de policía para que hiciera su declaración.
Dejé sentada a Somin en el sofá mientras le preparaba un té, tomé las cosas prestadas de su cocina y al tenerlo listo me acerqué, le di la taza y me senté frente a ella sobre la mesita de centro y la observé. Su rostro estaba en completa seriedad, me dolía el pecho de solo mirar la tristeza que demostraba.
—Perdóname, Somin —ella me miró con sus ojos aún rojos, las ganas de llorar me invadieron. —Si tan solo hubiera estado aquí contigo o si hubiese vuelto más rápido...
—Tú no tienes la culpa, no debes disculparte —una lágrima recorrió su mejilla. —Me ayudaste incluso podría decir que eres mi héroe —hizo el intento de sonreír pero era casi imposible para ambos.
—Créeme que me hubiera gustado destrozarle la cara a golpes pero el muy imbécil tenía que caer inconsciente al primer puñetazo —acaricié su rostro observando las heridas que tenía. —Y encima se atrevió a lastimarte, juro que tengo ganas de matarlo —hablé bastante furioso.
—Estaba ebrio... nunca creí que sería capaz de hacer algo como esto —sus lágrimas volvieron a recorrer sus mejillas.
—Ya no llores —me hinqué delante de ella y la volví a abrazar. —Por favor no llores, me duele el alma de solo verte sufrir de esta manera.
Nos quedamos abrazados por un par de minutos mientras ella se controlaba, al dejar de llorar se separó y respiró hondo.
—¿Me acompañas a la comisaría? —su tono me decía que no quería ir sola y yo por supuesto no la iba a abandonar.
—¿Ya estás lista? —asintió. —Entonces Cámbiate y vayamos juntos.
Gracias a la estupidez de Seokjin pude descubrir una nueva faceta de Somin, ese lado temeroso que necesitaba ser protegido con urgencia y en ese instante el verla más débil que nunca y el hecho de lo mucho que me preocupaba su bienestar me hicieron darme cuenta de una cosa, ella me gustaba, me gustaba no solo física o sexualmente, me gustaba tanto que podría decir que había caído perdidamente enamorado de ella y estaba listo para abrirle nuevamente las puertas al amor y comenzar a ser más serio con mi secretaria.
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