☾︎ 15 ☾︎
Caminé por todo el centro comercial tratando de buscar algo lindo para regalarle a Somin pero nada me gustaba, veía ropa, bolsos, zapatos, perfumes, todo me parecía demasiado básico.
Mi última opción era entrar a una joyería, analizé los exhibidores y ninguna joya era de mi agrado, una empleada se me acercó, me regaló una sonrisa muy coqueta.
—Buenas tardes, ¿busca algo en específico? —la observé detenidamente, era del tipo de mujer que utilizaba para una noche de satisfacción pero extrañamente no me llamó la atención.
—Estoy buscando un regalo de cumpleaños.
—¿Para su novia? —negué con la cabeza, ella sonrió más abiertamente y me hizo una seña para seguirla. —Supongo que es para una amiga o familiar.
—Es alguien especial —me mostró algunas pulseras, no me gustaron.
Al notar mi inconformidad comenzó a mostrarme más artículos, tenía que decidirme por algo y rápido de lo contrario no tendría ningún regalo para darle.
Estaba a punto de darme por vencido y elegir cualquiera hasta que la empleada sacó una caja negra de un cajón del mostrador y la abrió dejándome impresionado.
—Este es un nuevo collar que nos acaba de llegar, es edición limitada, está conformado por una cadena de plata y como colgante un precioso zafiro rodeado de diamantes cortados a mano para formar un sol junto a sus rayos deslumbrantes.
Miré el collar atentamente sin decir palabra, me hizo recordar el tatuaje que mi secretaria llevaba en su espalda, el zafiro era de un azul profundo, formaba un perfecto sol, obviamente el sol no tenía esa tonalidad fría y eso era lo que me gustaba de la joya, era diferente a todas las demás, a todo lo que alguna vez había visto, así era Jeon Somin, era única, completamente distinta a cualquier otra persona y una joya tan única debía estar destinada a una mujer única.
—Me llevaré ese —respondí sin dejar de mirar el collar, sonreí inconscientemente.
La empleada sonrió e inmediatamente colocó la caja junto a su certificado de autenticidad en una bolsa, le entregué mi tarjeta de crédito para hacer el pago y cuando me devolvió el pedazo de plástico me detuvo.
—Disculpe, dijo que el collar no era para su novia, entonces ¿podría darme su número de teléfono? —se mostró tímida.
Era el momento perfecto de hacer caer una nueva conquista, pero al mirarla estirar su teléfono hacia mí no pude razonar la situación y mi boca decidió hablar por si sola.
—Lo siento, no estoy interesado —respondí con una sonrisa para ablandar el rechazo.
Salí de la tienda con mi mente vuelta un nudo, no entendía porqué había dicho eso, nunca me había importado la forma en que hiciera caer a una mujer, siempre me las llevaba a la cama pero...
¿Por qué le dije que no?
Y es que luego de analizarlo sentado en mi auto sin arrancar me di cuenta que realmente no estaba sintiendo la necesidad de acostarme con alguna chica desconocida, miré la bolsa donde llevaba el collar e inmediatamente pensé en Somin, mi corazón se aceleró. Tal vez no sentía la necesidad de follar con cualquiera, pero sí quería y deseaba poder volver a sentir la piel de mi secretaria entre mis dedos, sentir sus intensos labios sobre los míos, escuchar gemir mi nombre con esa hermosa voz que tenía, ver su linda y tímida sonrisa, simplemente sentía la necesidad de estar con ella.
—Mierda —sacudí mi cabeza para despejar esos pensamientos. —No, Park Jimin, no puedes enamorarte de nadie, no debes hacerlo... —hablé conmigo mismo.
Estar con Somin me estaba afectando, así que tenía que alejarme de ella si no quería caer nuevamente en ese hoyo desagradable del amor, le daría su regalo de cumpleaños al día siguiente y luego la trataría como una empleada más, para despues volver a mi rutina de mujeriego, ese era mi plan, un estúpido plan que fallaría desde el primero momento en que volviera a sentir sus labios chocar contra los míos.
Había tenido un día algo ajetreado en la oficina, tuve que estar yendo y viniendo de un lado para otro por todo el edificio de la empresa, le envié unos cuantos correos a Jimin para que revisara una documentación mientras yo visitaba el área de contaduría, marketing, entre otras.
El día finalizó más rápido de lo esperado, volví a mi oficina solo para tomar mi bolso y retirarme, sin embargo, un pequeño arreglo floral encima de mi escritorio me hizo esperar un poco más.
Tenía un par de tulipanes morados, cuyo significado era el orgullo y el exito, una nota colgaba del tallo con un hilo, al leerla recordé el día que era, agradecía tenerlos para recordarmelo.
Olvidaste de nuevo este dia, ¿verdad?
Feliz cumpleaños, Somin, te llamaremos cuando hayas salido del trabajo.
Con amor Misun y Jungkook.
—Dios, ese par —suspiré con una sonrisa hablando conmigo misma. —Las flores son muy costosas y aún así decidieron enviarlas.
—¿Tan rápido tienes pretendientes? —la voz de Jimin me hizo dar un salto del susto.
—Santa madre, me asustaste —me apoyé sobre el escritorio para recuperar el aire.
—Así debes traer la consciencia —se burló pero un par de segundos después su sonrisa se borró y su vista cayó nuevamente a las flores. —Nos vemos mañana.
—S-sí, hasta... mañana... —salió de la oficina con el ceño fruncido, sentí una ligera presión en el pecho.
Me quedé parada en el mismo lugar, confundida por el comportamiento de Jimin, desde el día que lo conocí no había sido así de seco y cortante.
Me fui directamente a mi departamento, me duché y me puse la pijama, preparé un ramen instantáneo para cenar y justo después de colocarle el agua mi teléfono comenzó a sonar.
Llamada entrante: Kookie.
—Happy birthday —habló en cuanto contesté la llamada.
—Gracias por no olvidarlo.
—Noona tú siempre lo olvidas, tienes que tener a alguien que te lo recuerde —escuché su risa.
—¿La tía Misun está contigo?
—No, vino la vecina esa con la que le encanta chismosear a invitarla a cenar, la tía no quería ir porque quería hablar contigo pero la convencí de salir.
—Ella también tiene derecho de salir.
—Así es, mejor cuéntame, ¿qué te regaló el desgraciado de mi cuñado? —con todo lo que había pasado olvidé contarle sobre mi ruptura a Jungkook.
—Sobre eso... —el timbre de la puerta sonó interrumpiendome. —Dame un momento, están llamando a la puerta.
Silencié la llamada y me dirigí a abrir sin antes mirar, me topé con un Jimin sin ninguna expresión en su rostro, llevaba una bolsa en su mano.
—¿Puedo pasar? —asentí para después conectar nuevamente la llamada.
—Te llamo más tarde, Jungkook —escuché que se quejo pero aceptó.
—Perdón si te interrumpo algo —Jimin se disculpó, mientras se quitaba los zapatos para entrar en mi hogar.
—No te preocupes, solo era mi hermano pequeño —noté como su expresión se relajó. —Siéntate —le señalé el sofá.
—No quiero quitarte mucho tiempo —tomó asiento y puso la bolsa sobre la mesita que estaba frente a él. —Solo vine a traerte esto.
—¿Qué es? —me senté a su lado e inspeccioné el contenido, había una caja con unas letras grabadas, era el nombre de una marca de joyería, lo miré dudosa y luego la abrí, dentro estaba un collar con una hermosa piedra azul, un zafiro acompañado de otros diamantes que formaban la forma del sol. —¿Por qué me das esto?
—Es un... regalo de cumpleaños —evitó el contacto visual.
—No sé cómo supiste que era mi cumpleaños pero no puedo aceptarlo —cerré la caja y la puse nuevamente en la bolsa. —Debió ser demasiado costoso.
—¿No puedes aceptar mi regalo pero sí las flores de no sé quién? —se quejó mientras señalaba las flores que anteriormente había puesto en un jarrón y que coloqué en la mesita.
—Esas flores me las envió mi familia —aclaré, mostró una expresión de vergüenza.
—Bueno... solo acepta el collar para que pueda irme —no me miró, comenzaba a sentir un nudo en la garganta.
—¿Quieres irte? —no respondió. —¿Hice algo mal? Pensé que todo estaba bien entre nosotros —silencio, nada más que silencio. —Bien, entonces vete si no quieres estar aquí y llévate eso —me encaminé a la cocina.
Lo que estaba sintiendo no era normal, las ganas de llorar me estaban atacando y definitivamente creía que había sido una estúpida al caer en el juego de la seducción de Park Jimin.
Estaba a punto de arrepentirme de todo lo que había hecho con él hasta que de pronto lo sentí detrás de mí, me abrazó por la cintura y colocó su barbilla en mi hombro.
—Somin... —susurró. —Tengo miedo... —escuché su voz entrecortada. —¿Qué fue lo que me hiciste? —no entendía nada de lo que decía.
—No sé a qué te refieres.
—Sabes perfectamente que soy un mujeriego, pero no entiendo el porqué desde que te conocí no he podido pensar en ninguna otra mujer que no fueras tú, tengo mucho miedo de que te metas tan profundamente en mi mente y ya no pueda sacarte de ahí, por eso perdóname pero no puedo seguir con esto.
—Eres un idiota... —sentí que apretó el agarre. —¿Crees que puedes venir y decirme estas cosas luego de lo que hicimos? Tú dijiste que puedo hacer lo que se me venga en gana —me giré ágilmente para quedar cara a cara. —Tú tienes la culpa, ahora atente a las consecuencias.
Lo jalé de la camisa y lo besé, sus manos al rededor de mi cintura bajaron hasta llegar a mi trasero y apretarlo, solté un suspiro. Jimin se agachó ligeramente para poder sostenerme de las piernas y cargarme hasta sentarme sobre la barra de la cocina.
Se separó un poco de mí con la respiración dificultada y luego pegó su frente con la mía.
—Escúchame —tomó aire. —Si vamos a hacer esto, necesitamos tener un contrato.
—Poner reglas y no romperlas.
—¿Tienes papel y lápiz? —asentí y le señalé un cajón cerca del lavavajillas, sacó una libreta pequeña que guardaba ahí para anotar faltantes de comida.
Volvió a mi lado y se apoyó en la barra para escribir mientras yo seguía sentada en esta.
—Primera regla —hablé acomodándome. —No tendremos sexo ni encuentros personales en la empresa u horario de trabajo. —la escribió rodando los ojos.
—Segunda regla, nada de sentimientos —lo noté cómo tragó saliva. —No quiero que te enamores de mí y yo tampoco quiero enamorarme, que solo sea sexo.
—Tranquilo, no me interesa el tema del amor por el momento —asintió. —Tercera regla, somos libres de salir con quien sea, a mí no me interesa salir con nadie pero tu puedes seguir conquistando mujeres como se te de la gana.
—No creo que lo haga —susurró. —Cuarta regla, el contrato solo se romperá si ambas partes están de acuerdo o alguno desobedece alguna regla.
—Perfecto, es todo lo que tengo en mente por el momento.
—Después podemos seguir agregando más —hizo dos líneas en el papel. —Fírmalo —me entregó el bolígrafo y firmé sin dudar, él hizo lo mismo.
Tardó un segundo mirando el papel y luego lo hizo a un lado, volvió a mí para atacar mis labios directamente, la intensidad en el beso me mostraba que estaba desesperado por hacerlo yo por mí parte también ansiaba sentirlo dentro de mí.
Habíamos creado un contrato para no confundir el sentimiento con el deseo y definitivamente fue el peor error que pudimos haber cometido.
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