06: Arañas lobo y su parecido con la rubia totalmente ridícula.
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VOL. I | LOUPBLANC
E6T1: EL REGRESO DEL LOBO
Arañas lobo y su parecido
con la rubia totalmente ridícula.
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—Entonces, ¿Hablas francés? —Inquirió Peter de repente, sacándola de sus pensamientos.
Davina lo miró de reojo, levantando sus escudos invisibles ante la familiaridad de su tono. Por lo visto, estaba intentando sacar algún tema de conversación para romper el hielo entre ambos, cosa que ella no habia pedido. No lo necesitaba. ¿Era tan difícil de entender cuando alguien no estaba abierto a conversaciones amistosas? Aun así, decidió responder casi a regañadientes.
—Me defiendo... pero me falta algo de técnica.
—Yo no me preocuparía. Estoy seguro que unas semanas en Françoise Dupont y ya estarás dominando el idioma por completo. —Que positivismo, pensó Davina mientras lo escuchaba; casi podría parecerse a su tía. Y entonces el pobre chico comenzó a vomitar palabra tras palabra a una velocidad desorbitante—. Realmente no es tan difícil cuando te acostumbras. Cuando me mude con mi mamá hace dos años ¡Ah! Fue muy difícil. Apenas si podía entender mi propio idioma en Queens y, de la nada, mi madre decidió que seria buena idea mudarnos a Paris por trabajo, ¿Puedes creerlo? Estuve tomando clases particulares en casa durante seis meses antes de que me inscribieran en la escuela y aun así me faltaron algunos meses para adaptarme por completo. Recuerdo la vez que en clase de música me dieron muchas ganas de ir al baño y termine entrando al de damas por error. Desde entonces se habia vuelto una costumbre para mi salir con el diccionario francés en la mano y...
—¿Tienes un botón de apagado? —Espetó Davina, fulminándolo con la mirada.
—¿Ah? Oh...
Como un cachorrito herido, Peter guardó silencio. Casi hasta podría imaginárselo con las orejas hacia abajo; orejas que en ese momento se encendían en rojo vivo, como la luz del semáforo que habían visto antes de cruzar una calle.
Una extraña sensación de culpa emanó de Davina cuando el chico se encogió y apartó la mirada hacia su preciada caja. La adolescente, que no podía creerse que pudiera estar sintiendo algo parecido por un perfecto desconocido, puso los ojos en blanco y maldiciéndome a sí misma volvió abrir la boca.
—Lo siento. —Las palabras se sintieron como acido en su boca. No era muy común que ella se disculpara con una persona que no fuera su padre, y lo detestaba, pero como pudo se trago el orgullo y preguntó—: ¿Qué llevas en esa caja?
La caja no era demasiado grande, pero si lo suficiente como para llamar ligeramente la atención de la castaña, que lo miró con algo de curiosidad por la forma en la que Peter se aferraba a ella como si fuera su tesoro mas preciado. Por fuera era de lo mas normalita, blanca y sin ningún tipo de adorno, por lo que no comprendía tal fascinación. No obstante, se le ocurrió que era el mejor tema de conversación para desviar así el mal trago que se habia llevado el chico por su culpa.
Si, ni siquiera ella podía creerse que estuviera considerando los sentimientos de alguien mas que no fuera si misma. ¿El aire de Paris tenía algún componente químico extraño que la hacia actuar de aquella manera? Era lo mas probable.
Sea como sea, y como habia previsto, el semblante del chico cambio por completo al mencionar la caja. Pudo ver como sus ojos se agrandaban, brillando de una emoción que Davina no pudo comprender ni queriendo. Su chispeante personalidad volvió a relucir de entre la decepción y se mostró mas que dispuesto a tomar la palabra.
—Es Teodoro, mi tarea de biología. —Acerco la caja a la castaña, que seguía mirándolo con incógnita y, si, tal vez un poco de arrepentimiento por haber despertado esa efusividad otra vez— ¡Saluda a Davina, Teo!
Los ojos de Davina se abrieron de par en par en cuanto Peter destapó la caja por la mitad, dejando a la vista una gigantesca, peluda y mas que horrenda tarántula gris que se movía lentamente en lo que parecia ser un pañuelo rojo cereza.
Sin poder evitarlo, Davina gritó:
—¡ALEJA ESA ABOBINABLE BESTIA DE OCHO PATAS DE MI! —Davina se apartó de Peter, alejándose todo lo que podía de el y de la caja, aun abierta— ¡CIERRALA, CIERRALA, AHORA!
Peter, mas asustado por la reacción de la adolescente que por la araña, obedeció casi de inmediato. Volvió a colocar la tapa a la caja, para el alivio de la castaña, que se detuvo tan solo por un instante para recuperar el aliento y, si, tal vez su alma. Todo habia pasado tan rápido, en un lapso como mínimo de unos pocos segundos, pero sentía que hubiera envejecido unos pocos años. Su corazón palpitando a una desenfrenada velocidad era prueba de ello.
—Por el mismísimo Lucifer... —Davina miró a Peter con ganas de asesinarlo— ¡¿COMO DEMONIOS SE TE OCURRE TRAER SEMEJANTE CRIATURA EN UNA CAJA?!
Peter abrió muchos los ojos, sorprendido.
—¡Tranquila! Teodoro es inofensivo, no es venenoso y...
—¡INOFENSIVO MIS CALZONES! —Davina lo interrumpió, acercándose tan solo con el deseo de tomar la dichosa caja y arrojarlo por el canal Saint-Martin— ¡PUDE SENTIR COMO SUS SEIS OJOS ME MIRABAN COMO SI FUESE SU SIGUIENTE MOSCA PARA LA CENA! ¡ME DIO REPELUS!
—Ocho.
Davina miró a Peter con el ceño fruncido, sin comprender.
—¡¿Qué dijiste?!
—La tarántula lobo tiene ocho ojos; Dos grandes en la parte superior de su cabeza que le sirven para cazar y los más pequeños alrededor para percibir la luz —Y antes de que la adolescente pudiera interrumpirlo con un nuevo grito, agrego—: No es venenosa. De hecho, es mi mascota y muy bien portada. No podría hacerle daño ni a una mosca... Bueno, sí, a una mosca sí, pero no lastimaría a una persona. Su dieta es estrictamente de insectos pequeños, escarabajos y de vez en cuando arañas mucho mas pequeñas, pero eso ultimo siempre lo descarto.
—¡Oh, pues muchas gracias por el dato, señor Wikipedia! Ni siquiera te lo he pedido —Graznó Davina, sorprendida y horrorizada en partes iguales, ¿Ya habia mencionado su terror por los insectos y cosas que se le asemejen? Bueno, a esa categoría podían entrar también las arañas. Y algo le decía que esa misma noche soñaría con los ocho ojos brillantes de la endemoniada tarántula Teodoro— ¿Para qué traes una bestia peluda de ocho patas a la escuela?
—Ya te lo he dicho: es para mi proyecto de biología. Se supone que debíamos estudiarla por algunas semanas. Su alimentación, organismo... ese tipo de cosas. Y mientras que los demás prefirieron las ranas, camaleones y hormigas rojas, yo escogí a Teo. —Peter sonrió al nombrar a su mascota, para el horror de Davina, que escuchaba todo sin poder dar crédito— Algunos datos interesantes de las arañas lobo es que tienen una esperanza de vida de dos a cuatro años, y ¿Sabías que también que pueden llegar a hibernar durante tres meses? ¡Pueden ser incluso mucho mas grandes que Teo en un habitad mucho mas extenso que un terrario!
—Lo único bueno e interesante de tu investigación, y que me gusto, es eso de que duermen por tres meses. —Replicó Davina, haciendo un ademan a la caja con discuto— Yo en tu lugar hubiera optado por las hormigas rojas.
—Shhh... —Peter se acercó la caja con mimo a sus labios— No la escuches, Teo. Solo está teniendo un mal día, es todo. Tu eres genial.
—¿Perdón? —Davina no pudo evitar el desconcierto en su voz.
—Oh, mira, allí esta la escuela.
La furia que la adolescente habia sentido hasta el momento se enfrió como si le hubieran echado encima un balde con agua helada.
Sus ojos, que hasta ese momento habían estado mirando la caja con temor, subieron hasta el castaño, solo para terminar mirando el gran edificio beige que se alzaba con sus ocho grandes ventanas arqueadas, como todo un museo de historia y conocimiento frente a ella. Pudo ver también, a tan solo una calle de distancia, como decenas de coches incluso hacían fila para estacionarse en frente de la escuela y dejar a sus hijos; mas chicos de su edad que bajaban y se adentraban en masa por las grandes puertas de roble oscuro, listos para comenzar un nuevo día de aprendizaje, futuros exámenes o simplemente para ponerse al día con sus más que preciados compañeros de clase.
Davina no pudo evitar soltar un resoplido.
Peter fue quien la guio hasta el interior, donde mas adolescentes se amontonaban en grupos en lo que parecia ser la cancha de deportes. Un techo descubierto guindaba por encima de sus cabezas, dejando a la vista el espacioso cielo azul y las esponjosas nubes que avanzaban con lentitud conforme el tiempo corría con el reloj. Había un par de escaleras verdes en cada uno de los extremos que llevaban a los pisos superiores, donde seguramente estaban todas las aulas de clases. En definitiva, era una escuela pública como cualquier otra, sin algo especial que pudiera resaltar en medio de tantos colores aburridos y jóvenes hormonales que gritaban, reían y luchaban por destacar entre el montón.
Davina, que caminaba al lado de Peter, haciendo un gran esfuerzo por no vomitar, no pudo evitar sentirse abrumada al ver tantos rostros desconocidos. Aunque sabia que habia pasado días haciéndose la idea, preparándose para aquello, la sensación real era tan incomoda como para tener que soportarlo sin hacer una mueca. Tantas personas en un mismo espacio eran sofocantes para ella. Por eso fue un alivio cuando Peter la llevó al segundo piso, donde no había tantos estudiantes amuñuñados como sardinas en latas. Mejor aún, cuando la hizo pasar a un salón que estaba completamente vacío.
Bueno, no tan vacío.
—¡Hola, señorita Bustier!
Peter se dirigió con alegría a la mujer de cabello color zanahoria que se encontraba sentada en lo que sería el escritorio del profesor. Davina la observó con detenimiento desde su lugar seguro, escondida detrás del cuerpo del larguirucho con acné. La mujer, al escucharlo, alzo el rostro con una simpática y brillante sonrisa.
—¡Peter! ¡Que bueno verte! —Tan encantadora como su apariencia, la señorita Bustier habia decidido levantarse para recibirlos a ambos, tensando sin darse cuenta el cuerpo de la adolescente, que lo único que quería era correr hacia el que seria su asiento y esconderse detrás de uno de sus libros— ¿Qué tal Teo?
—Muy bien, profesora. Le he enseñado un nuevo truco, —Peter sonreía, orgulloso por su mascota, mientras le enseñaba la caja a la profesora— ¿Le gustaría verlo?
—En un par de minutos sonará el timbre, ¿Qué te parece si lo dejamos para después de clases? —Peter asintió, y entonces los ojos verdes y brillantes de la mujer se posaron en Davina— ¿Y quién es la adorable jovencita?
Peter se hizo a un lado para presentarla, ganándose una mirada fulminante de la adolescente.
—Davina Rousseau —Dijo entonces, ignorándola—. Es la nueva, señorita Bustier.
—¡Oh, la estudiante de intercambio! —La señorita Bustier se mostró muy complacida por la noticia, como si lo esperara. Ahora, sin un cuerpo que pudiera protegerla del foco de atención, Davina recibió la cálida mirada de la profesora. Sonreía con una dulzura comparable con el del amor de una madre— Es un gusto conocerte, Davina. He estado esperando por ti desde que el Sr. Damocles avisó de tu llegada. Yo soy Caline Bustier, tu profesora de poesía, literatura francesa e idiomas. Espero de todo corazón que tu año escolar aquí sea mas que satisfactorio.
—Si... —Davina mostró una sonrisa forzada— Muchas gracias, señorita Bustier.
Una ultima sonrisa de su parte, y entonces la señorita Bustier miro por a través de las pequeñas ventanas que daban al pasillo, fuera del aula de clases.
—El timbre esta por sonar, ¿Qué les parece si toman asientos mientras esperan por sus compañeros? En breve estaré comenzando la clase.
Ambos adolescentes asintieron, pero Peter fue el único que, sin decir una palabra, avanzo por el pasillo de pupitres, subiendo los desniveles del suelo de madera hasta el que seria su asiento, ubicado hasta el fondo. Davina, que no sabia que puesto tomar, solo pudo quedarse de pie, como una estatua, frente al escritorio de la señorita Bustier. Al menos hasta que Peter se sentó y, al verla aun allí, le dijo:
—¿No vendrás?
Davina miró la puerta del salón, preguntándose cuando tiempo pasaría antes de que los estudiantes de esa clase llegaran y llenaran por completo el aula. El simple pensamiento de estar allí de pie cuando eso ocurriera fue lo que la impulsó tomar el mismo camino que el castaño y, sin decir ni mu, tomar asiento a su lado. En su cabeza, Davina pensaba que lo mejor seria evitar otro encuentro desagradable; Por eso prefería compartir asiento con el único individuo que sabia podría manejar, siempre y cuando tuviera suficiente paciencia.
—Aleja esa cosa de mí. —Fue lo único que le dijo Davina a Peter, refiriéndose a la caja que tenia consigo. El castaño, alzando muchos las cejas, no tuvo más remedio que obedecer, apartándolo hasta el extremo de su lado de la mesa.
Y entonces el timbre sonó.
Los estudiantes comenzaron a entrar en el salón uno por uno. Mientras esto sucedía, Davina pensó que lo mejor seria ignorarlos mientras pudiera. Si ella no prestaba atención a ninguno, lo mas probable es que ninguno reparara en su existencia.
Por eso, y con gesto aburrido, abrió su cuaderno en una hoja en blanco y comenzó a realizar garabatos y dibujos extraños que solo podrían haber tenido forma en su cabeza. De fondo, sin embargo, podía escuchar a la señorita Bustier saludando a cada alumno con la misma gracia y amabilidad que le habia brindado a ella, como también las respuestas que estos le brindaban de vuelta. Pero, aun así, no se dejó vencer por la curiosidad y solo se concentró en su cuaderno.
Y entonces una voz de lo mas irritante se dejo oír a su lado.
—Oh, ¿El rarito de los bichos ya tiene a una amiga que comparte sus desagradables gustos?
Davina, muy en contra de su voluntad, apartó la vista de su dibujo, solo para encontrarse con la mirada burlona de una rubia que, sin un poquito de disimulo, la repasaba de pies a cabeza como si fuese un jodido animal de zoológico. Apestaba a perfume caro; eso, junto con el atuendo tan llamativo que llevaba encima, los accesorios de ultimas tendencias y el maquillaje extravagante, le dio las suficientes señales como para saber qué tipo de chica era con el que se habia topado. O bueno, con el que el destino muy cruelmente le habia juntado ese día.
No la conocía, pero todo en ella le hizo recordar a su detestable prima. Y ya con eso tenia suficiente.
—¿Que quieres, Chloe? —Murmuró Peter, sin mirar el rostro de la rubia. Davina, que estaba a su lado, pudo divisar cierto temor en su semblante y en su voz. El mismo temor que al principio habia mostrado con ella cuando se habían encontrado frente al apartamento, pero mucho más concentrado. El temor que solo podía mostrar un alumno cuando su abusivo se acercaba para molestarlo. Eso no le gustó—. La clase ya va empezar.
—¿Y tú crees que eso me importa? —El tono que usaba la chica para hablar era desagradable, mas que despreciable, mientras miraba su perfecta manicura con aburrimiento— No tengo tiempo para estas tontas clases de literatura y lo sabes. Por eso la patética de Sabrina se encarga de hacer mis deberes. Y, ya que estamos tocando el tema, ¿Hiciste mi tarea de biología?
Davina observó con sorpresa a Peter. Mucho más aun cuando este, casi de manera sumisa, sacó un folio de su mochila y se lo tendía sin muchas ganas. No obstante, antes de que pudiera llegar a manos de la tal Chloe, ya Davina lo habia interceptado, arrebatándoselo de las manos al adolescente con simple movimiento.
—Si quieres tu tarea, pues hazla por ti misma. —Las palabras de Davina salieron como veneno de su boca. Como una orden silenciosa que solo pedía una cosa: Que se largara y desapareciera de su vista.
A su alrededor los estudiantes seguían ordenándose en sus asientos. La señorita Bustier, ajena totalmente al intercambio de palabras que estaban teniendo en ese momento, recibía a todo aquel que pasara al salón con una sonrisa angelical en el rostro. Nadie parecia interesado en ellos... Nadie, a excepción de un par de chicos de la fila de en frente, que miraban por encima de su hombro con curiosidad. Eso a Davina le molesto, pero no lo suficiente como para retractarte de sus palabras.
En Londres, en su anterior escuela, habia tenido que soportar la misma actitud prepotente e insufrible de su prima Sam. Alguna vez ella habia estado en el mismo lugar que Peter, habia recibido el mismo trato, las mismas humillaciones y ver que la historia se repetía en frente de sus narices despertó una ira incalculable en la adolescente que, casi de manera aterradora, fulminaba a la rubia de ojos azules como si con eso pudiera hacer que la tierra se abriera y se la tragara para siempre.
Chloe, muy lejos de sentirse intimidada, solo pudo reaccionar a la defensiva.
—¿Y quién demonios te crees para meterte en asuntos que no te incumben? —Replicó, en tono agudo mientras se inclinaba hacia la adolescente de forma amenazante— ¿Acaso te has escuchado, fenómeno? Tu francés apesta. Es un insulto que siquiera te hubieran dejado pisar esta escuela.
Davina entrecerró los ojos hacia ella, y sin inmutarse soltó:
—Mi francés al menos se arregla, pero no se puede decir lo mismo de tu espantosa personalidad, ¿Cierto? —Ignorando la indignación de la rubia y la sorpresa del castaño a su lado, prosiguió—. Y, solo para que lo sepas, ni todo el maquillaje del mundo podrá ocultar lo podrida que estas por dentro. Ahora, te recomiendo que hagas tu propia tarea, porque mi amigo no volverá a hacerla por ti.
—¡Eres ridícula! ¡Totalmente ridícula! —Chilló Chloe en respuesta, roja de ira.
Davina estiró el cuello hacia un lado, fingiendo mirar el pizarrón a lo lejos.
—¿Te importaría? —Inquirió, con falsa cortesía, mirando a la chica que seguía sin poder dar crédito a sus palabras— La clase ya va a comenzar.
Chloe estaba al punto que podía echar humo por las orejas. Davina, por su parte, solo pudo mostrar una pequeña sonrisa divertida. En su cabeza solo podía pensar en lo sencillo que era molestar a los niños ricos. Ni siquiera habia tenido que exaltarse o armar un alboroto para sacar de sus cabales a la chica rubia, que la miraba como si quiera asesinarla allí mismo.
—Esto no se quedará así. —Fue todo lo que dijo, antes de alejarse pisando fuerte.
Solo entonces, cuando esta hubiera desaparecido de su radar, Davina pudo darse cuenta de la verdadera atención que habia recibido por parte de los estudiantes que habían estado lo suficientemente cerca como para escucharla. Una chica morena y con gafas, sentada a unos cuantos asientos adelante sonreía con suficiencia hacia ella; el mismo gesto que traía la chica que se sentaba junto a ella.
—Wow, eso fue...
Al escuchar a Peter, Davina pudo sentir como la emoción del momento desaparecía tal cual como si lo hubieran borrado de un plumazo. La adrenalina, o lo que hubiera sido aquello que la habia impulsado a revelarse en contra de una estudiante; una extraña, se drenó de su cuerpo tan rápido como habia aparecido, convirtiéndola en la misma Davina de siempre; una chica que solo quería pasar desapercibida y que no quería causar una escena que pudiera llamar la atención de los demás.
Solo que ahora... habia hecho todo lo contrario, y se maldijo internamente por eso.
—No digas nada. —Fue todo lo que dijo Davina hacia Peter, regresando su atención a su cuaderno, como si con eso pudiera borrar lo que habia hecho tan solo unos segundos.
—¿Me llamaste tu amigo?
—¿Qué? ¡Por supuesto que no!
—Si lo hiciste.
—No lo hice, jamás lo haría.
—Pero lo hiciste.
—Que no.
—Que sí.
Davina lo fulminó con la mirada.
—Cierra la boca.
Peter solo pudo reír en respuesta.
—Bienvenida a Paris, Davina. —Dijo, tomándola por sorpresa— No sé porque, pero presiento que tu llegada al Françoise Dupont traerá más de una sorpresa por los pasillos.
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Publicado: 04/08/2023
Correcciones: NO
━━━NA: ¡Bueno! 👀 Muchas emociones en un solo capítulo, ¿No creen? 😂💫 Yo creo que con esto he compensado la espera porque como les dije en el capítulo anterior ¡Fueron mas de 6000 palabras! Toda una osadía en este fic. 🙈💜 A pesar de eso, espero que lo hayan disfrutado, se hayan reído y sentido cerca de nuestra querida Davina. Espero que mas de uno se haya identificado con ella. Todos alguna vez fuimos ese «Nuevo» en la escuela y para muchos no es la mejor experiencia. 🥲💔
Ahora si, cuéntenme su opinión. 🙈💜💚 ¿Que tal el fic hasta ahora? Ya conocimos a Chloe, ya estamos dentro de la famosa escuela de Miraculous, ¿Podrían adivinar lo que sigue?
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¡No se olviden de dejarle mucho amor al capítulo! 🥺💛💫
Nos leemos en el siguiente 👉🏻
ATT: Lux., 💜💚
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