02: Manipulación paternal.
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VOL. I | LOUPBLANC
E2T1: EL REGRESO DEL LOBO
Manipulación paternal
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Diez minutos después, Davina se hallaba en el interior del coche, con los brazos cruzados y una mala cara que iba dirigida hacia los extraños que veía pasar por a través del cristal de la ventana y, por supuesto, a su querido padre que conducía con una irritante expresión triunfante en el rostro.
—No estoy feliz. —Murmuro la adolescente, con los labios apretados— Solo para que lo sepas, no estoy para nada feliz.
—Es curioso. —Su padre, para su desagrado, soltó una carcajada mientras le lanzaba una mirada burlona— Todas las chicas de tu edad piden un viaje a Paris al menos por vacaciones. Y tú, que tienes la oportunidad de quedarte toda una temporada, lo rechazas.
—No se si no lo notaste, padre —Esto último la castaña lo dijo con recelo— pero no soy como todas las chicas de mi edad.
—Eso lo sé. —Davina estaba a punto de responder ante aquella respuesta tan ofensiva, cuando su padre continuo— Eres mejor. Y no sabes cuánto me llena de orgullo ser tu padre.
Bueno, ante aquello, Davina no tenía respuesta. Siempre usaba términos sarcásticos cuando abría la boca pero, ante palabras sinceras como aquellas, solo podía quedarse callada. Lo menos que le apetecía era ablandarse y terminar llorando como una magdalena ante los esfuerzos de su padre para hacerla sentir bien, incluso en medio de un acto tan abominable como el dejarla al cuidado de un extraño en un país extranjero. Debía ser fuerte, reforzar su expresión impenetrable y tal vez, solo tal vez, su padre se daría cuenta del tremendísimo error que estaba cometiendo y daría vuelta al coche.
Vamos, Davina, pon cara de chica dura, pensó.
Una canción espantosa se dejaba escuchar por los altavoces de la radio, infundiendo el interior del coche en un ambiente ambiguamente ochentero. En otra ocasión hubiera conectado su teléfono y hubiera explotado los oídos de su padre con alguna obra maestra de Taylor Swift pero Davina, quien habia fijado la mirada en el parabrisas y no en la expresión enternecida de su padre, se dispuso a tragarse auditivamente y de mala gana la horrorosa canción, con el único fin de no tener que escuchar a su padre y así maniobrar un buen plan que pudiera sacarla de ese apuro. Tal vez si, vomitaba en el coche, obligaría a su padre a retrasar el recorrido. Sí, ese era una idea genial. Estaba más que dispuesta a ello cuando el señor Rousseau, sospechando sus intenciones, volvió al ataque con una nueva pregunta:
— ¿Sabías que el nombre Davina lo escogió tu madre?
Davina inmediatamente lo miro con los ojos como platos.
—Por favor, no me digas que me vas a contar la historia de cómo tú y mamá se conocieron. Porque ya me la sé de memoria y...
—Fue una tarde de verano en Paris. —Muy a su pesar, su padre la ignoro y comenzó hablar. Davina cerró los ojos y maldijo internamente a todos los adultos con hijos en el planeta— Tu madre estaba haciendo una pasantía y a duras penas entendía el idioma. Se perdió entre la Avenida de los Campos Elíseos buscando el modo de llegar a tiempo a una reunión y, sin darse cuenta, choco conmigo, llevándose todos los papeles por delante y derramando mi bebida favorita en mi chaqueta.
—Papá, no necesito escuchar esto. —Suplico Davina, con rapidez— No me desagradan los clichés románticos, pero se me hace incomodo escuchar precisamente el de mis padres y...
—Tu madre tenía muy mala pronunciación y en lugar de disculparse en francés, lo único que repetía era que lo agradecía mucho —El señor Rousseau soltó una carcajada, sumergido en el recuerdo. Mientras tanto, Davina consultaba en su teléfono los minutos que quedaban para llegar a la estación del tren— Ella no paraba de insultarse a sí misma en inglés, desconociendo completamente que la entendía a la perfección y, cuando estuvo casi a punto de echarse a llorar en medio de una calle transitada y con muchos turistas a su alrededor que la miraban como si estuviera loca, le hable en su idioma, me ofrecí ayudarla y...
—Ella te dio un abrazo, dos besos, tiro nuevamente los papeles al suelo y se ofreció a lavar tu chaqueta ella misma. —Davina susurró para sí misma el fin de esa frase, contando con sus dedos y poniendo los ojos en blanco.
—...Me dio un abrazo, dos besos, tiro nuevamente los papeles al suelo y se ofreció a lavar mi chaqueta ella misma. —el señor Rousseau sonrió bobaliconamente, con los ojos brillantes de pronto. Davina lo miro por unos segundos con intenciones de cambiar de tema, pero el continuó— A partir de allí nos hicimos grandes amigos. Yo la llevaba a su trabajo y la ayudaba con el francés y ella me cocinaba platos ingleses muy deliciosos como agradecimiento. Sobra decir que me enamore de ella al poco tiempo de conocerla y, cuando tuvo que regresar a Londres al terminar su pasantía...
—Te fuiste con ella. —Davina lo dijo con claridad, sin emoción, regresando su atención a la arquitectura inglesa que pasaba como un borrón a su derecha— No quisiste apartarte de su lado y por eso dejaste tu vida en Paris para comenzar una nueva historia con ella aquí, en Londres.
A través del reflejo de la ventana, Davina se percató del asentimiento de su padre, y de cómo sutilmente se llevaba un dedo a la mejilla de una manera casi fugaz. Esto último hizo como si no hubiera ocurrido.
—Cuando naciste, tu madre quería que tuvieras algo que representara a la linda ciudad en la que nos habíamos encontrado. —Era palpable el amor que sentía el señor Rousseau por su esposa, por el modo en el que cada palabra pronunciada era liberada con verdadera vehemencia. Con demasiada dulzura. Davina no sabía cómo reaccionar ante aquellos casos donde su padre se convertía en todo un romántico empedernido— Después de todo, si ella no hubiera ido allí a realizar su pasantía no la hubiera conocido y bien dicen que Paris es la ciudad del amor
—Ese es un término absurdo que inventaron los artistas cuando comenzaron a mostrar Paris como sinónimo de romance. —Y ahí iba de nuevo, abriendo la bocota para dejar ir lo que pensaba, rompiendo todo momento mágico sin darse cuenta— Si no hubieran sacado tantas canciones, películas o libros donde el escenario principal es Paris, te aseguro que cualquier ciudad con luces, canales y buena música de ambiente seria catalogado como Ciudad del amor. Un buen ejemplo seria Roma, Venecia... O incluso Verona. Ya sabes, donde se conocieron Romeo y Julieta y cuyo amor prohibido los llevo al suicidio.
—Davina.
— ¿Ah? —La recién nombrada miro el ceño fruncido de su progenitor, y seguidamente alzo las manos en modo de rendición— Oh, sí claro, perdón. Tú historia. Continua.
El señor Rousseau negó con la cabeza, soltando un profundo suspiro antes de estacionar finalmente el coche en un puesto libre del gran St. Pancras International, la estación de tren más concurrida por los ingleses para transportarse de un lugar a otro en toda Europa. Pero tal como Davina lo veía, con su impotente tamaño color ladrillo y el gigante reloj en la cima de una de las torres, cuyas manecillas de hierro marcaban el tiempo de una manera casi escalofriante, bien podía parecer un matadero donde se iba y más nunca se regresaba.
—El punto es, Davina... —El señor Rousseau habló mientras retiraba la llave del contacto, sin percatarse en lo absoluto que su hija solo miraba por la ventana con una clara expresión de horror en el rostro—... que ahora es tu turno de crear tu propia historia lejos de lo que ya conoces. Por nacimiento eres inglesa, pero parte de tus orígenes están allí, en Paris. Y uno de los deseos de tu madre antes de que nacieras era que pudieras conectarte con esa parte que nos hizo muy felices a nosotros.
—Eso no es justo. —Susurró la adolescente, frunciendo el ceño— No es justo que utilices a mamá para convencerme a hacer esto.
—Hija, tu siempre dices que la vida es injusta ¿No? —Una última sonrisita y el señor Rousseau bajo del coche, dispuesto a sacar su equipaje con aquella actitud tan irritantemente despreocupada que le molestaba a su hija. Antes de que pudiera cerrar el maletero, soltó hacia el interior para que lo escuchara—: Me parece que tienes que bajar. Tienes que estar en el edén en quince minutos o perderás el tren.
Davina solo observó el interior del coche con un profundo pesar, deteniéndose por unos segundos más en aquella horrible figura que habia hecho en primaria para el día del padre, y que se habia convertido sin más en el adorno eterno del espejo retrovisor de su progenitor. No era más que un simple muñeco de tela, relleno de algodón sintético y con la apariencia de su padre. O al menos, lo más cercano que pudiera parecerse, para ser algo hecho por una niña de doce años.
Recordaba haberlo fabricado con la ayuda de su madre pues, por norma de la escuela, esa habia sido la idea principal en todo ese proyecto: Que madres e hijos pudieran trabajar unidos. Davina recordaba también como su madre se habia reído por todo el cabello de lana color amarillo que habia usado para hacer el cabello del señor Rousseau, haciéndolo parecer todo un hippie con aquel chalequito azul y los ojos de plástico... tan simpáticos como perturbadores. No entendía como su padre, después de todos esos años, seguía insistiendo en tenerlo allí colgado. Parecia más un muñeco vudú que cualquier otra cosa.
O bueno, tal vez si supiera la razón.
Con un último suspiro de resignación, Davina se bajó del coche, lista para caminar todo el camino hacia su destino final.
—Alguna vez dijiste que Paris tenía catatumbas, ¿Cierto? —La adolescente no esperó a que su padre respondiera, o al menos la siguiera, se limitó a tomar su equipaje color pistacho y a caminar hacia el interior de la estación con el mentón en alto— Bueno, si de por casualidad no llegas a saber nada de mí en las próximas dos semanas, ya sabes dónde encontrarme.
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Publicado: 22/12/2022
Correcciones: NO
Dedicación especial de capítulo para: Ale_Hielo 💜
NA: ¡Hola de nuevo, querido lector!
━━━HAN PASADO EXACTAMENTE DIEZ (10) DÍAS desde que se publicó el primer capitulo de esta historia y no puedo estar mas contenta con el cálido recibimiento que le han dado a Davina en este primer encuentro. Muchas gracias por los lindos comentarios y los votos. Han sido el empuje que necesitaba para traerles, recién salido del horno, este capitulo que si, es cortito, pero es ideal para continuar con esta trama porque OJO, en el siguiente ya no estaremos en Londres. NOS VAMOS A PARIS. Y ustedes ya pueden imaginarse lo que puede ocurrir allí.
Las cosas que me gustaría preguntarles serian las siguientes:
1. ¿Qué piensas de la relación que tienen Davina y su padre?
2. ¿Dejarías tu país para mudarte a parís, o serias tan obstinada/o como Davina?
3. ¿Cuál es el recuerdo mas lindo que tienen de sus padres?
4. ¿Lista/o para leer el siguiente capitulo?
Para esto ultimo, si desean que actualice con mas prisa, solo deben acumular una cantidad de votos necesarios. El cual, ahora en adelante, encontrarán al principio de cada capitulo.
Ahora si, no queriendo hacer esto mas largo ¡Nos leemos en el siguiente capitulo!
Att: Lux. 💜
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