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Muerte y rapto

La sala de meditación en el Templo Jedi estaba imbuida de paz, un santuario de silencio en el que los estudiantes se sumergían en la Fuerza, buscando la claridad y la concentración necesarias para su crecimiento. La Maestra Shakti, con su carácter imperturbable y su sabiduría profunda, guiaba a sus estudiantes a través de la meditación. Cada palabra que pronunciaba estaba impregnada de una calma envidiable, ayudando a los padawan a alcanzar la serenidad en sus mentes. La atmósfera en la sala era tranquila, como si el tiempo mismo se hubiera detenido, mientras cada joven Jedi se conectaba con la Fuerza.

La Maestra Shakti observaba a sus estudiantes, monitoreando su progreso con una sonrisa tranquila. Sus ojos cerrados, sus manos en postura de meditación, y las suaves olas de la Fuerza fluyendo a su alrededor eran una prueba de la eficacia de sus lecciones. Este era un espacio de crecimiento espiritual y físico, donde el conocimiento del Jedi y el dominio de la Fuerza se entrelazaban.

Pero, de repente, esa paz se quebró.

Un sonido rompió la quietud de la sala: unos pasos apresurados en el pasillo. Antes de que la Maestra Shakti pudiera siquiera reaccionar, la puerta de la sala se abrió de golpe, y en su umbral apareció un joven Jedi, visiblemente alterado y corriendo sin miramiento por la sala. El chico, de pelo blanco y ojos intensamente azules, no parecía notar su presencia en la sala, y su apresurado paso lo llevó a tropezar con uno de los pilares. En su caótico avance, accidentalmente empujó a la Maestra Shakti, quien casi perdió el equilibrio por la repentina interrupción.

Maestra Shakti: (Gritando, con voz fuerte y firme) ¡Padawan Loud, siempre es lo mismo contigo!

Lincoln, el joven padawan, apenas escuchó las palabras de la Maestra Shakti mientras corría por el pasillo. Estaba completamente absorbido por lo que había sucedido, demasiado acelerado para frenar. Sus ojos brillaban con una mezcla de adrenalina y algo más: el deseo de demostrar algo, de demostrar que podía seguir adelante. Tenía una misión en mente, una necesidad urgente de escapar de los guardias que lo perseguían por el templo. Los guardias Jedi, disciplinados y serios, habían sido alertados de su comportamiento, y ahora lo seguían en un intento por detenerlo.

Lincoln, ahora a sus 13 años, llevaba puesta una versión modificada del traje Jedi. Ya no era el conjunto tradicional que usaban sus compañeros. Su atuendo estaba compuesto por una túnica negra, un poco más ajustada y de aspecto menos convencional, recordando el estilo de combate de su amigo y mentor, Anakin Skywalker. A diferencia de las túnicas usuales, la suya era sin mangas, con una abertura en ambos lados que le permitía moverse con más agilidad. Un cinturón metálico le aseguraba la túnica, mientras sus botas de combate resonaban en el pasillo de piedra del Templo Jedi. Su apariencia era casi rebelde, algo que ya era una característica de su personalidad.

Sin embargo, no podía detenerse. Los guardias estaban cada vez más cerca, y Lincoln se vio obligado a defenderse. En un movimiento rápido, extendió la mano hacia una de las paredes, y a través de la Fuerza, un sable de luz fue atraído hacia él. Era un sable rojo, el color carmesí brillando a medida que encendía la hoja. Lincoln sabía que era un riesgo, pero en ese momento, la necesidad de protegerse y escapar era lo primero.

En su otra mano, el sable verde, su sable original, se iluminó con la misma precisión. La Fuerza ya no solo era una herramienta para él; se había convertido en una extensión de sí mismo, un segundo instinto. Los guardias Jedi se aproximaron con cautela, pero Lincoln ya había tomado la delantera. Con la Fuerza guiando sus movimientos, comenzó a bloquear los ataques y a contraatacar. Su sable esmeralda se movía con precisión, desarmando a los guardias en un abrir y cerrar de ojos, mientras el sable carmesí se movía con agresividad, el color rojo brillante cortando el aire.

Cada uno de sus movimientos estaba marcado por una técnica impresionante, pero no estaba usando los sables con la misma calma que un Jedi debería tener. Sus ataques eran más salvajes, más impulsivos, como si estuviera tratando de canalizar toda su frustración y confusión a través del combate. Era un joven con un enorme potencial, pero también con una furia contenida que lo hacía actuar sin pensar.

Lincoln: (Con voz tensa y decidida) ¡Esto será rápido!

Los guardias Jedi, aunque entrenados y con experiencia, no pudieron evitar ser superados por la velocidad y la ferocidad del joven padawan. Lincoln se movía con tal agilidad que parecía casi un borrón en el aire, sus sables entrelazándose en una danza mortal. Cada golpe de su sable esmeralda era preciso, cortando cualquier arma que se le acercara, mientras su sable rojo actuaba como una extensión de su furia interior, creando una barrera de energía carmesí que desarmaba a cualquiera que intentara acercarse.

Pero antes de que la batalla pudiera escalar aún más, una figura imponente apareció en la entrada. Aayla Secura, la Maestra Jedi, hizo su entrada con paso firme, su presencia reconociéndose en cada esquina del pasillo. Con una mirada serena y llena de autoridad, observó la escena por un momento. Sus ojos azul claros observaban a Lincoln y a los guardias, y un suspiro de desaprobación escapó de sus labios antes de que hablara.

Aayla Secura: (Con voz calmada, pero firme) ¡Es suficiente, Padawan Loud!

Lincoln, al escuchar la voz de su maestra, detuvo de inmediato sus movimientos. Apagó el sable rojo, que desapareció en un destello de energía, y luego hizo lo mismo con el sable verde. Sus respiraciones se hicieron profundas y pesadas, el sudor resbalando por su frente mientras el agotamiento comenzaba a asentarse en su cuerpo. Los guardias, también sorprendidos por la intervención de Aayla, bajaron sus armas y se apartaron, pero Lincoln no podía evitar sentirse abrumado.

Aayla se acercó lentamente, sus ojos clavados en los de su padawan. Ella había observado su entrenamiento, había visto sus habilidades, pero lo que realmente le preocupaba era el control. Lincoln tenía el poder, sin duda, pero aún no había aprendido a dominarlo por completo.

Lincoln: (Respirando agitado) ¿Cómo estuvo mi rendimiento, Maestra Secura?

Aayla miró a Lincoln por un momento, evaluando no solo su habilidad en combate, sino también su estado emocional. Sabía que Lincoln estaba luchando con más que solo técnicas de combate. Había algo dentro de él que necesitaba ser controlado, un fuego interno que no siempre podía ser encauzado de manera adecuada.

Aayla Secura: (Sonriendo ligeramente, con una calidez en su voz) Cada día eres mejor, Padawan Loud. Pero recuerda que el control de la Fuerza no solo se trata de la destreza física, sino también de la paz interior.

Lincoln asintió, aunque no parecía completamente satisfecho. Sabía que aún le quedaba mucho por aprender, y la lección de su maestra resonaba profundamente en su mente. No era suficiente con ser fuerte; también debía ser sabio.

Lincoln: (Con determinación en su voz) Gracias, Maestra. Seguiré entrenando.

Con un último vistazo a sus compañeros y guardias que lo observaban, Lincoln salió del pasillo, decidido a seguir adelante. Sabía que su camino como Jedi estaba apenas comenzando, y aunque a veces se sentía perdido y descontrolado, estaba dispuesto a mejorar, a dominar su poder y a encontrar su lugar en el universo.

Aayla Secura observó a su padawan alejarse, su rostro tranquilo, pero con una ligera preocupación en los ojos. Sabía que Lincoln tenía un gran destino, pero también sabía que el verdadero reto para él no sería su habilidad con el sable, sino aprender a manejar la Fuerza dentro de él de una manera que lo convirtiera en un verdadero Jedi.

Lincoln se acercó a los guardias con una mezcla de cansancio y orgullo en sus ojos. El entrenamiento había sido intenso, pero sabía que había demostrado algo importante. Mientras apagaba sus sables, los guardias lo observaban con admiración y respeto, conscientes de que, a pesar de ser solo un joven padawan, Lincoln había enfrentado el desafío sin titubear, mostrándose más que capaz de manejar la situación.

Uno de los guardias, un hombre alto con una cicatriz sobre su ceja derecha, fue el primero en hablar.

Guardia Jedi 1: (Sonriendo levemente) Impresionante, Padawan Loud. No muchos de los nuestros pueden decir que han sido capaces de enfrentarse a tantos y salir sin un rasguño.

Lincoln, aún respirando con dificultad, sonrió de forma contenida. El combate había sido rápido, pero sus movimientos no habían sido fáciles. La Fuerza estaba con él, pero también lo estaba el entrenamiento arduo, las lecciones que había aprendido tanto de los Jedi como de su propia experiencia en el campo de batalla. A pesar de todo eso, todavía sentía que le faltaba algo: la calma.

Lincoln: (Con humildad, pero una chispa de orgullo) No fue tan complicado... Solo tenía que concentrarme y recordar lo que me enseñaron. Pero... agradezco las palabras. (Pausa, mirando a los guardias con más calma) Ustedes también pelearon bien.

El segundo guardia, más joven que el primero, asintió con una sonrisa, todavía impresionado por la destreza de Lincoln. Este guardia, que aún no había alcanzado el rango de maestro, estaba visiblemente sorprendido.

Guardia Jedi 2: (Sonriendo) A pesar de la diferencia en número, te enfrentaste a nosotros sin dudar, y eso... no es algo que se vea todos los días. Tus reflejos son excepcionales, y la forma en que utilizaste ambos sables, impresionante. No esperaba menos de un padawan de tan gran potencial.

Lincoln se sintió algo incómodo por los elogios, pero lo agradeció en silencio. Él sabía que tenía un largo camino por recorrer para llegar a ser el Jedi que soñaba ser. Aunque, por momentos, la furia interior y el deseo de probarse a sí mismo a veces nublaban su juicio, sabía que no podía dejarse llevar por esos impulsos.

Guardia Jedi 1: (Con tono bromista, pero respetuoso) Y para serte sincero, nunca pensé que un Jedi de tu edad tuviera la habilidad de manejar el sable rojo con tanta destreza.

Lincoln se tensó ligeramente al escuchar esto, pero se obligó a calmarse. Sabía que el sable rojo era un símbolo problemático para muchos Jedi, dado su vínculo con los Sith. Sin embargo, al haber sido parte de su entrenamiento, era una herramienta que había aprendido a manejar, aunque no fuera la más convencional.

Lincoln: (Con calma, pero también con una pequeña sonrisa) A veces, las circunstancias nos obligan a usar lo que tenemos a la mano...

Guardia Jedi 2: (Asintiendo) Y tú lo hiciste con gran maestría, eso es lo que cuenta. Es lo que nos demuestra que en ti hay mucho más que el solo dominio del sable. Hay algo que aún debemos aprender, como la paciencia, la reflexión y el control.

Lincoln asintió, agradeciendo las palabras del guardia, y fue entonces cuando la presencia de su maestra Aayla Secura se sintió de nuevo en el aire. Ella apareció en el pasillo, observando la interacción entre su padawan y los guardias. Su rostro mostraba una ligera sonrisa, pero sus ojos, como siempre, estaban llenos de atención. Sabía que Lincoln había dado un paso más en su camino, aunque todavía le quedaba mucho por aprender.

Aayla Secura: (Con tono suave pero firme) Muy bien hecho, Lincoln. Has mejorado mucho, pero aún debes aprender a no dejar que la impulsividad guíe tu espada. El control es la verdadera fuerza que un Jedi necesita.

Lincoln la miró, reconociendo la verdad en sus palabras. Aunque su habilidad con los sables había sido notable, la lección más importante seguía siendo la de la autocomprensión, el control de su propia mente y emociones. Algo que, a pesar de sus logros, todavía no dominaba por completo.

Lincoln: (Con voz respetuosa) Gracias, maestra. Seguiré trabajando en ello.

Aayla sonrió ligeramente, observando a los guardias antes de mirar nuevamente a Lincoln.

Aayla Secura: (Con voz más amable) Este fue un buen entrenamiento. Pero recuerda, la Fuerza es mucho más que solo poder o velocidad. Hay momentos en que debemos ser pacientes, en los que debemos observar antes de actuar. Esa es la verdadera prueba.

Lincoln, tras escuchar la lección de su maestra, se sintió algo más tranquilo, pero también más motivado. Sabía que tenía mucho que aprender, y las palabras de Aayla resonaban en su mente. Aunque su camino como Jedi apenas comenzaba, sabía que debía centrarse no solo en la habilidad física, sino también en el dominio de la mente y el corazón.

Aayla Secura: (Con una sonrisa ligera) Ahora, es momento de descansar, Padawan Loud. Mañana tenemos más entrenamiento, y de eso dependerá lo que puedas lograr.

Lincoln asintió nuevamente, con una mirada de determinación. Sabía que lo que había hecho hoy era solo un paso en su viaje, pero ya se sentía más preparado para los desafíos que vendrían. Aunque todavía había mucho por controlar y mucho por aprender, sentía que estaba en el camino correcto.

Antes de alejarse, uno de los guardias se acercó a él y le dio una palmada en el hombro, casi como un gesto de camaradería.

Guardia Jedi 1: (Sonriendo) Nos has impresionado hoy, Padawan Loud. Sigue así, y serás alguien grande. Nos veremos en el campo de entrenamiento.

Lincoln sonrió, agradecido por sus palabras, mientras su mente se preparaba para la siguiente lección, sabiendo que cada día era una oportunidad para mejorar y para convertirse en el Jedi que había decidido ser.

Con una última mirada a los guardias y su maestra, Lincoln se retiró, su mente trabajando en las palabras de Aayla. Cada vez más, su camino parecía tomar forma, y aunque sabía que aún le quedaba un largo camino por recorrer, sentía una determinación inquebrantable en su interior.

Lincoln se detuvo justo frente a la puerta de sus aposentos, sintiendo la familiar vibración de la Fuerza que le alertaba de una presencia cercana. Un sonido familiar, el zumbido de dos sables de luz activándose, cortó el silencio de la noche. Instintivamente, Lincoln alcanzó su cinturón y encendió sus dos sables, el verde esmeralda brillando con fuerza, mientras que el sable rojo, siempre un recordatorio de las cicatrices de su entrenamiento, brillaba con una luz intensa.

Con reflejos rápidos y precisos, Lincoln se posicionó para bloquear el primer ataque que vino de un costado. Sus sables se cruzaron con los de su atacante, la energía de la lucha al instante invadiendo el aire. Los sables vibraron al contacto, y Lincoln se centró, observando los movimientos de su oponente con atención.

Era Ahsoka.

Ahsoka Tano: (Con una leve sonrisa, casi juguetona) ¡Te estaba buscando, Loud! Habíamos quedado en entrenar juntos hoy, ¿recuerdas?

Lincoln, todavía en guardia, no pudo evitar una pequeña sonrisa. Ahsoka siempre había sido así, directa y confiada en su habilidad, sin importar las circunstancias. Habían entrenado juntos varias veces, y aunque sus estilos eran diferentes, cada sesión era una oportunidad para mejorar, para aprender algo nuevo. Pero en esta ocasión, algo no cuadraba.

Lincoln: (Con una sonrisa tímida, tratando de ocultar el cansancio) Sí, lo recuerdo. Pero tú estabas en otro lado, y no podía quedarme esperando. El tiempo es algo... complicado últimamente.

Ahsoka, al escuchar la respuesta de Lincoln, dejó escapar una pequeña risa, pero sus ojos brillaban con una mezcla de seriedad y diversión.

Ahsoka Tano: (Burlona, pero no sin cariño) Oh, vamos, Lincoln, no me hagas creer que la Fuerza no te permitió esperar unos minutos. No es excusa para evitar un entrenamiento. (Hace un movimiento rápido con su sable, atacando de nuevo) ¡Vamos, prepárate!

Lincoln, aún bloqueando sus ataques, no pudo evitar sentir una ligera presión en su pecho al escuchar sus palabras. Había algo en su tono que le hizo pensar que no todo estaba bien. Ahsoka siempre había sido una amiga, una compañera, pero hoy parecía diferente. Había algo en su mirada que no podía descifrar, algo entre la preocupación y una especie de desafío juguetón.

Con un rápido movimiento, Lincoln bloqueó su último ataque, haciendo que sus sables chocaran una vez más. Se apartó unos pasos, buscando la oportunidad de hablar con ella.

Lincoln: (Bajando los sables, en un tono más calmado) Ahsoka... no era mi intención esquivar el entrenamiento. Pero... he tenido que lidiar con mucho últimamente. Y sabes, la carga... a veces siento que se vuelve más pesada.

Ahsoka, al ver la sinceridad en los ojos de Lincoln, bajó sus sables también. La sonrisa desapareció de su rostro, y en su lugar apareció una expresión de comprensión.

Ahsoka Tano: (Con voz suave) Lo sé, Lincoln. Yo también siento lo mismo a veces. La guerra, las misiones, todo eso. A veces parece que no hay un fin. Y sí, es difícil. Pero tenemos que seguir adelante. Sabes que no tienes que cargar todo esto solo, ¿verdad?

Lincoln se quedó en silencio, mirando a Ahsoka. Sus palabras resonaban en su mente. Durante mucho tiempo, había estado solo, aislado por sus propios miedos y dudas. Aunque había encontrado en Ahsoka una aliada, había algo dentro de él que aún temía compartir sus pensamientos y sentimientos más profundos.

Lincoln: (Mirando al suelo, suavemente) Gracias, Ahsoka. Realmente lo aprecio. (Pausa, luego mira de nuevo a Ahsoka) Pero a veces siento que... no soy lo suficientemente bueno. Que no estoy preparado para todo esto. La guerra, los sables, todo... siempre parece que me estoy quedando atrás.

Ahsoka lo miró fijamente, sus ojos llenos de la misma comprensión que siempre le había ofrecido. Ella sabía lo que era dudar de uno mismo. Había estado allí, en ese mismo lugar muchas veces. Pero también sabía que lo que Lincoln necesitaba no eran respuestas fáciles, sino alguien que lo escuchara.

Ahsoka Tano: (Con calma y determinación) Lincoln, todos los Jedi hemos tenido dudas. Yo misma he tenido momentos en los que pensé que no era capaz. Pero recuerda una cosa: no eres solo tus habilidades, ni la cantidad de combates que has librado. Eres lo que haces con lo que tienes, y lo que haces ahora es más que suficiente. Tienes un gran corazón, y eso es lo que más importa. No dejes que las dudas nublen eso.

Lincoln la miró, una mezcla de gratitud y algo de alivio en sus ojos. El peso sobre sus hombros, aunque todavía presente, parecía un poco más ligero con sus palabras. No necesitaba ser perfecto, no necesitaba ser el mejor, solo necesitaba seguir luchando por lo que era correcto.

Lincoln: (Sonriendo levemente, aunque aún con algo de inseguridad) ¿Tú también sientes eso, Ahsoka? Que... no eres suficiente?

Ahsoka asintió lentamente, su expresión seria pero cálida.

Ahsoka Tano: (Con sinceridad) Todos, incluso los más grandes Jedi, pasamos por eso. Pero lo que importa es seguir adelante, incluso cuando no sabemos exactamente qué estamos haciendo. Y créeme, con todo lo que he visto en ti, sé que tienes lo que se necesita para ser un gran Jedi.

Lincoln sintió un calor en su pecho. Era la primera vez en mucho tiempo que alguien lo veía por lo que realmente era, y no solo por su habilidad con los sables. En ese momento, algo dentro de él se aclaró. Tal vez no todo estaba perdido, y tal vez, solo tal vez, la esperanza y la fuerza dentro de él aún podían crecer.

Lincoln: (Con una sonrisa más confiada) Gracias, Ahsoka. Realmente lo aprecio.

Ahsoka le devolvió la sonrisa, esta vez con una ligera risa.

Ahsoka Tano: (Bromeando) Ahora, ¿quieres seguir entrenando o vas a seguir huyendo de mí?

Lincoln se rió, la tensión que había sentido por todo el día comenzando a desvanecerse.

Lincoln: (Con una sonrisa juguetona) Bueno, si tú realmente lo insistes... (Saca sus sables de nuevo) ¡Preparada para perder?

Ahsoka se puso en posición, su sable brillando con intensidad mientras sus ojos brillaban con determinación.

Ahsoka Tano: (Desafiante) Siempre estoy lista, Loud. ¡Vamos!

Los ecos de los pasos de los jóvenes padawans resonaron en las vastas paredes del Templo Jedi, como una melodía que indicaba el paso del tiempo. Ambos se encontraban listos para comenzar el entrenamiento del día, el sudor en sus frentes y la concentración en sus rostros indicaban que estaban mentalizados para enfrentarse en un duelo amistoso, un ejercicio que servía para mejorar sus habilidades, pero también para fomentar una relación de respeto mutuo. Sin embargo, cuando ambos alzaron sus sables y los energéticos haces de luz brillaron con fuerza, una presencia distinta y conocida se filtró en la sala.

Era una presencia que alteraba el aire mismo, tan densa y serena que Lincoln y Ahsoka instantáneamente supieron que algo más estaba por suceder. Como si el mismo equilibrio de la Fuerza hubiera sido alterado, ambos padawans se detuvieron, sus sables quedando suspendidos en el aire. A lo lejos, en el umbral de la puerta, la figura de Obi-Wan Kenobi apareció, su mirada grave pero tranquila observándolos desde la distancia. Su rostro impasible reflejaba años de experiencia, y su presencia misma era un recordatorio del peso de los años y de la responsabilidad que portaba como maestro Jedi.

Obi-Wan era más que un maestro para muchos en la Orden Jedi; era un símbolo de sabiduría, de esperanza y de sacrificio. Al verlo, Lincoln no pudo evitar sentir una mezcla de respeto y ansiedad. Este no era el tipo de encuentro casual que solían tener los padawans con sus maestros. Algo importante estaba sucediendo. Con una expresión respetuosa, Lincoln, como correspondía, apagó su sable y se inclinó ligeramente ante el maestro.

Lincoln: Es un honor verlo, maestro Kenobi.

Obi-Wan, sin perder su serenidad, negó con un leve gesto y una sonrisa que aunque pequeña, era suficiente para aliviar el aire tenso.

Obi-Wan: No es necesario que se inclinen, padawan Loud. Aún estoy lejos de ser un Jedi tan importante como para merecer tanto respeto. Estoy aquí por una razón mucho más urgente.

Ahsoka, al igual que Lincoln, había apagado su sable y ahora observaba atentamente al maestro Jedi. Los ojos de Ahsoka brillaban con curiosidad. Había algo en el tono de voz de Obi-Wan que la hacía estar alerta, como si la gravedad del asunto estuviera más allá de un simple contratiempo. Lincoln, con su postura erguida, esperó pacientemente, su mente llena de preguntas.

Lincoln: (Con seriedad) ¿A qué se debe su visita, maestro? ¿Hay algo que podamos hacer por usted?

Obi-Wan Kenobi, que parecía no haber encontrado las palabras adecuadas al principio, dejó escapar un suspiro profundo. No era común verlo tan afectado, y eso, en sí mismo, era una señal de que lo que iba a decir a continuación no sería fácil de escuchar. Sus ojos se centraron en Lincoln, en sus ojos llenos de juventud y determinación, pero también de una cierta vulnerabilidad que solo alguien de su experiencia podría percibir.

Obi-Wan: He recibido noticias, padawan Loud, y creo que quizás puedas tener algo que ver con ello. Quiero saber si tienes alguna relación con un joven rodiano llamado Tarek. Era un padawan, un miembro más de la Orden Jedi.

Lincoln se detuvo al escuchar el nombre. El corazón de Lincoln dio un pequeño vuelco, y su mente comenzó a trabajar rápidamente para recordar cualquier momento compartido con el rodiano. No era alguien con quien hubiera hablado demasiado, pero sí lo conocía. Tarek había sido compañero de Anthony, su amigo cercano, y había mostrado mucho potencial como Jedi.

Lincoln: (Pensativo) Tarek... Sí, lo conozco, maestro. Era amigo de Anthony, de hecho, solo lo conocí por él. Conversamos algunas veces, pero no era alguien con quien tuviera una relación cercana. ¿Por qué lo pregunta?

Obi-Wan Kenobi, mirando al suelo por un momento como si las palabras que estaba a punto de compartir le costaran más de lo habitual, finalmente alzó la vista. Su expresión se había oscurecido ligeramente, y Lincoln pudo ver la preocupación en sus ojos.

Obi-Wan: Tarek ha sido encontrado muerto. Su cuerpo fue descubierto en las profundidades de Coruscant, lejos de la seguridad del Templo, por una patrulla de clones.

El impacto de esas palabras fue como un golpe directo al pecho de Lincoln. Tarek... ¿muerto? Era una noticia difícil de asimilar, sobre todo porque nunca se imaginó que alguien tan cercano, aunque en menor medida, pudiera verse envuelto en un destino tan sombrío.

Lincoln: (Perplejo) ¿Muerto? Pero... ¿cómo pudo suceder algo así? ¿Qué hacía Tarek tan lejos de aquí?

Obi-Wan Kenobi respiró hondo, sus ojos mirando más allá de la sala, como si el recuerdo del joven padawan asesinado fuera una carga pesada que no deseaba cargar. Su voz se tornó más sombría al continuar.

Obi-Wan: Según nuestra investigación preliminar, Tarek fue enviado por su maestro Jedi a una misión secreta en los distritos subterráneos de Coruscant, pero nunca regresó. La patrulla de clones que lo encontró descubrió algo espeluznante: su muerte no fue un accidente. Todo apunta a un ataque deliberado. Alguien lo mató.

Lincoln sintió cómo el aire se le escapaba de los pulmones. Había muchas preguntas sin respuesta, demasiados cabos sueltos. Tarek, un Jedi, había sido asesinado en las entrañas de Coruscant, lejos de la protección del Templo, en un lugar donde la oscuridad podía esconder secretos tan viejos como la galaxia misma.

Lincoln: (Con una determinación creciente) ¿Cómo pudo pasar esto sin que nadie lo detectara? ¿Cómo pudo alguien tan cercano al Templo caer sin que lo supiéramos?

Obi-Wan asintió, sabiendo que Lincoln estaba buscando una respuesta que no tenía. Era una situación que desbordaba las respuestas simples.

Obi-Wan: La situación es más compleja de lo que parece. Y es por eso que vengo a ti, padawan. He confiado en ti antes y sé que tú y Anthony pueden manejarse en situaciones como esta. Les encargaré que vayan a la escena del crimen y recojan cualquier pista que puedan. La Fuerza me dice que hay más de lo que podemos ver.

Antes de que Lincoln pudiera responder, Ahsoka, impetuosa como siempre, dio un paso hacia adelante, su rostro lleno de determinación.

Ahsoka: Si Lincoln va, yo también. No voy a quedarme aquí sin hacer nada mientras alguien está en peligro.

Lincoln giró hacia ella, sabiendo que lo que tenía que decir no sería bien recibido. Su tono se suavizó, pero la seriedad de sus palabras no dejó lugar a malinterpretaciones.

Lincoln: Ahsoka, esto no es como un entrenamiento. Es algo más grave. No quiero que te pongas en peligro innecesario. Si Obi-Wan confía en mí, no puedo distraerme preocupándome por ti.

Ahsoka lo miró con desdén, como si no pudiera creer lo que estaba escuchando. Se cruzó de brazos, su mirada fija en el padawan.

Ahsoka: ¿Desde cuándo necesitas cuidar de mí? ¡Sé lo que estoy haciendo! No soy una niña.

Lincoln suspiró, sabiendo que este momento era inevitable, pero aún así sintió la necesidad de ser firme.

Lincoln: (Con tono más suave) Ahsoka, lo que quiero decir es que esta misión es algo que debo hacer por mi cuenta. La situación es complicada y no quiero arriesgarte, por favor, confía en mí.

Ahsoka lo observó por un largo rato, como si evaluara sus palabras. Finalmente, su expresión cambió, y aunque no estaba completamente contenta con la decisión, asintió con resignación.

Ahsoka: Está bien, Loud. Pero más te vale que vuelvas entero, ¿me oyes?

Lincoln asintió, agradeciendo su comprensión. Luego volvió su mirada hacia Obi-Wan, sintiendo una creciente responsabilidad sobre sus hombros.

Lincoln: Informaré a Anthony de inmediato, maestro. Partiremos tan pronto como podamos. No lo decepcionaremos.

Obi-Wan asintió lentamente, una pequeña sonrisa se dibujó en su rostro, aunque sus ojos seguían reflejando la gravedad de la situación.

Obi-Wan: Confío en ti, padawan Loud. Deja que la Fuerza te guíe, y mantente alerta. Las sombras en Coruscant son profundas, y nunca sabes lo que pueden esconder.

Lincoln se inclinó levemente, y mientras se alejaba para preparar su partida, el peso de las palabras de Obi-Wan comenzó a asentarse en su mente. Esta no era una misión común. Algo siniestro se ocultaba entre las sombras de Coruscant, y Lincoln, junto a Anthony, debía descubrir qué era y cómo detenerlo antes de que fuera demasiado tarde.

Lincoln llegó a la sala de entrenamiento, donde el sonido de los sables de luz resonaba con fuerza. El brillo de las hojas de energía iluminaba el lugar mientras dos figuras se enfrentaban en un combate intenso. Anthony, con su sable rojo en mano, luchaba contra su maestro, Taron Malicos, en un duelo que, aunque parecía un entrenamiento, estaba cargado de agresividad y concentración. La atmósfera era pesada, y cada golpe lanzado por Taron parecía tener un propósito más allá del simple ejercicio.

Taron, con su postura imponente y su sable amarillo en manos expertas, se movía con una fluidez impresionante. Su estilo de combate no era solo físico, sino que también buscaba desafiar la mente de su padawan. Cada ataque era una lección, cada defensa, una prueba. El Jedi no dejaba de regañar a Anthony, como si el joven padawan aún no lograra comprender la importancia de cada uno de los movimientos.

Taron: Cuántas veces te he dicho que controles mi línea central, Anthony. ¡Deja de ser tan predecible!

Los ojos de Taron brillaban con una mezcla de frustración y expectación. Él sabía que Anthony tenía el potencial para ser un excelente Jedi, pero aún no había aprendido a dominar los aspectos más complejos de la lucha. La concentración era clave, y Anthony parecía estar perdiendo el enfoque.

Taron: ¡No dejes que tus movimientos sigan un patrón! ¡Hazlo inesperado! Rompe mi concentración, hazme pensar dos pasos adelante, no te limites a lo tradicional.

El maestro Jedi lanzaba ataques rápidos y certeros, buscando desestabilizar a su joven aprendiz. Pero Anthony no parecía estar a la altura, a pesar de sus esfuerzos. Estaba más enfocado en la forma que en la función, en la técnica en lugar de en la adaptabilidad. Cada vez que Anthony intentaba un ataque directo, Taron lo desbarataba con un simple movimiento de su sable, con una paciencia que se estaba agotando.

Taron: ¡No aprietes tanto el sable! ¡Lo que estás haciendo no es un duelo a muerte, es un ejercicio de control! Si sigues así, nunca vas a avanzar.

La voz del maestro retumbaba en la sala, pero Anthony estaba demasiado concentrado en la lucha como para recibir el consejo con calma. Sentía la presión, la necesidad de ser perfecto, y cada error lo hacía dudar aún más de sus habilidades. La tensión entre los dos era palpable, y el ambiente estaba cargado de energía.

En ese instante, una presencia distinta se sintió en la habitación. Sin previo aviso, Lincoln, con su característica calma y destreza, saltó al centro de la sala. Sus dos sables de luz brillaron con intensidad al ser activados. En un abrir y cerrar de ojos, desarmó a Anthony con una facilidad asombrosa, haciendo que el sable de su compañero volara por los aires. Sin detenerse, con una fluidez impresionante, utilizó un giro rápido para desarmar también a Taron, quitándole uno de sus sables de luz con la misma destreza que había mostrado al enfrentar a Anthony.

Lincoln: Tampoco lo sueltes...

La sala quedó en silencio, solo el leve zumbido de los sables de luz resonaba en el aire. Lincoln, con su expresión impasible, miraba tanto a Anthony como a Taron con una calma imponente. A pesar de la interrupción abrupta de su entrenamiento, su presencia parecía envolverlo todo, y en sus ojos se reflejaba una determinación y serenidad que pocos podrían igualar.

Lincoln: Perdón por interrumpir su entrenamiento, maestro Malicos, pero supongo que ya está al tanto de que me tengo que llevar a su padawan a una misión urgente.

La mirada de Taron se fijó en Lincoln, primero con sorpresa por la rapidez con la que había resuelto la situación, pero luego con una ligera inclinación de respeto. Aunque no había apreciado que Lincoln interfiriera en su entrenamiento, sabía que el joven padawan era capaz de lo que había mostrado. Sin embargo, no había tiempo para discutir sobre las formas. La misión era lo más importante en ese momento.

Taron: Lo imagino. El joven Loud tiene la costumbre de hacer todo con la misma rapidez... y brutalidad. (Mirando a Anthony, su tono se volvió más serio) ¿Te has preparado para esto, Anthony? Esta misión no será fácil. La Fuerza te pondrá a prueba de formas que aún no entiendes.

Anthony, aunque desconcertado por la interrupción de su entrenamiento, asintió lentamente. Sabía que no había opción. Tenía que estar listo. A pesar de sus dudas, sentía que algo importante estaba por suceder. Había sentido la presión de las palabras de Taron, pero también entendía que este viaje sería una oportunidad para demostrar lo que realmente valía.

Anthony: Sí, maestro. Estoy listo. Lo estoy.

Taron lo observó por un largo momento, sus ojos llenos de sabiduría y cuidado. Era un maestro exigente, pero siempre se aseguraba de que sus padawans estuvieran preparados no solo en el combate, sino también en el espíritu. Sabía que Anthony no podía continuar siendo tan confiado en su técnica tradicional. Necesitaba entender lo que significaba ser un verdadero Jedi, lo que significaba ir más allá de lo esperado.

Taron: Muy bien. No olvides lo que te he enseñado. La Fuerza no siempre se manifiesta de la forma que esperamos, Anthony. Recuerda, hay más en una misión que en una pelea. El camino de un Jedi es largo y complicado.

Lincoln observó a Anthony y luego volvió su atención a Taron. Aunque no compartían la misma relación que el maestro y el padawan, Lincoln entendía la importancia de los consejos de Taron. En su rostro, reflejaba una seriedad profunda mientras se preparaba para la misión. Sabía que no sería sencilla, y que, al igual que Anthony, tendría que estar más allá de sus habilidades físicas para lograrlo.

Lincoln: No se preocupe, maestro Malicos. Nos aseguraremos de que todo salga bien. Gracias por confiar en nosotros.

Taron asintió lentamente, un leve suspiro escapando de sus labios. Aunque parecía que la misión de Lincoln y Anthony no era algo que se pudiera subestimar, confiaba en sus capacidades.

Taron: Confío en que lo haréis bien. Recuerda, Loud, no solo se trata de fuerza. Que la Fuerza los guíe.

Con una última mirada de aprobación, Taron se giró para continuar con su meditación, consciente de que los jóvenes Jedi ya estaban listos para la misión que les esperaba. Lincoln, mientras tanto, se giró hacia Anthony, sus ojos brillando con determinación.

Lincoln: Vamos, Anthony. Tenemos una misión que cumplir, y no hay tiempo que perder.

Anthony asintió, su mente llena de las palabras de su maestro. Aunque la presión aumentaba con cada paso que daban hacia lo desconocido, sabía que el momento había llegado. Ya no se trataba de un entrenamiento, ni de una simple lección. Ahora enfrentaría lo que realmente significaba ser un Jedi.

Ambos se dirigieron a la salida, preparados para la misión que los llevaría al corazón de Coruscant. El futuro era incierto, pero algo les decía que, al final, todo lo que habían aprendido les sería más útil que nunca.

Mientras Lincoln y Anthony bajaban los escalones del templo Jedi, la quietud del lugar contrastaba con la tensión que ambos sentían. Los ecos de sus pasos resonaban en el amplio pasillo, mientras la fría brisa de la noche de Coruscant se filtraba a través de las ventanas. Anthony, que no podía evitar la preocupación, rompió el silencio con una pregunta que llevaba tiempo rondando en su mente.

Anthony: ¿Cómo crees que hayan matado a Tarek?

Lincoln, al principio, no respondió de inmediato. Su rostro permaneció impasible, pero sus ojos se llenaron de una intensidad sombría mientras pensaba en lo que le había preguntado Anthony. Tarek había sido un compañero cercano, aunque un poco más joven. Lincoln sabía que, a pesar de su dedicación, aún no estaba preparado para misiones tan peligrosas. Había algo en todo eso que no le cuadraba, pero no podía poner el dedo exactamente sobre qué.

Lincoln: Si te soy sincero, para mí es demasiado raro que Tarek haya sido enviado a una misión. El chico no estaba listo para misiones, apenas era un padawan como nosotros. Los Jedi no lo hubieran mandado a enfrentarse a algo tan peligroso.

Anthony lo miró con una expresión de incertidumbre, buscando alguna respuesta más clara. Pero Lincoln, aunque sabía que Anthony quería respuestas, no tenía una solución sencilla. Lo que le decía era lo que pensaba en ese momento, y la duda lo carcomía por dentro.

Lincoln: Puede que lo haya matado un pandillero de Coruscant o que haya hecho enojar a alguien importante, pero... no lo sé, todo esto es raro. A veces, las cosas no son lo que parecen. Hay demasiadas piezas faltantes en este rompecabezas.

Anthony lo miró pensativo, asintiendo lentamente mientras trataba de procesar las palabras de Lincoln. Sin embargo, la ansiedad seguía presente en su rostro. Tarek había sido un buen amigo, y la idea de que su muerte pudiera estar relacionada con algo tan oscuro lo inquietaba.

Anthony: Pero, ¿por qué lo matarían? Si realmente era solo un padawan, ¿qué podría haber hecho para que alguien quisiera su muerte?

Lincoln soltó un suspiro, su mente dando vueltas en torno a todas las posibilidades. Sabía que la respuesta no era sencilla, pero algo dentro de él le decía que la verdad estaba en el lugar donde Tarek había caído. Necesitaban investigar, examinar el lugar, hablar con quienes lo conocían más que nadie.

Lincoln: Eso es lo que tenemos que descubrir. Lo que sabemos ahora no es suficiente. Lo que tenemos que hacer es ir al lugar de los hechos e investigar. Con suerte, encontraremos algo que nos diga qué le pasó. La clave está ahí, en el lugar donde todo ocurrió. Puede que encontremos algo que nos dé alguna pista.

Ambos caminaron en silencio por un momento, mientras sus pasos los acercaban a la salida del templo. Sabían que el destino los llevaría a un terreno desconocido, y que cualquier cosa podría estar esperándolos. Sin embargo, en lo más profundo de su ser, ambos sentían que esa misión podría desvelar más de lo que imaginaron. Lo único que podían hacer era seguir adelante y enfrentarse a lo que fuera.

Anthony: Entonces, no hay vuelta atrás. Vamos a descubrir la verdad, no importa lo que encontremos.

Lincoln, con su mirada decidida, asintió. Sabía que Anthony no era el único que tenía preguntas sin respuesta, pero su determinación era inquebrantable. Algo dentro de él le decía que Tarek no había muerto por accidente. Había algo más grande detrás de todo esto, y descubrir la verdad podría cambiarlo todo.

Lincoln: Exactamente. Nos dirigimos al lugar donde todo sucedió, y allí, con suerte, encontraremos lo que necesitamos. Y no vamos a parar hasta que lo descubramos.

Así, con la misión en mente y un futuro incierto ante ellos, los dos Jedi caminaron hacia la oscuridad de Coruscant, donde la verdad los esperaba. Pero, sabían, el precio de descubrir esa verdad podría ser mucho más alto de lo que imaginaban.

Lincoln observó en silencio mientras los soldados clones recogían el cuerpo de Tarek, sus movimientos cuidadosamente coordinados mientras lo cubrían con respeto. El cuerpo del joven padawan debía ser llevado al Templo Jedi para un entierro digno, un último acto de honor antes de que la investigación pudiera continuar. Sin embargo, a pesar de la tarea que tenía por delante, Lincoln no podía dejar de sentir el peso de lo que acababa de presenciar. La muerte de Tarek no era solo un asesinato sin sentido, sino una pérdida para toda la Orden Jedi.

Cuando el cuerpo fue finalmente retirado del lugar, Lincoln permaneció allí, quieto, mirando la zona donde todo había sucedido. La escena estaba rodeada de una atmósfera espesa y densa, una sensación de vacío que parecía imbuirlo todo. La Fuerza estaba en todas partes, como siempre, pero ahora se sentía más intensa, más presente, como si la misma oscuridad que rodeaba este lugar estuviera intentando envolverlo.

Sin perder tiempo, Lincoln cerró los ojos y comenzó a concentrarse, enfocándose en el eco de la Fuerza que sentía en el aire. Sabía que tenía que buscar algo más, algo que pudiera darle respuestas. La Fuerza lo había guiado muchas veces antes, y esta vez no sería diferente. Dejó que el flujo de energía lo envolviera, permitiendo que sus sentidos se agudizaran más allá de lo físico, buscando algo que le indicara el próximo paso a seguir.

De repente, un suave susurro comenzó a atravesar su mente. No era algo que pudiera tocar con las manos, pero sí algo que podía sentir en lo más profundo de su ser. Un eco, una resonancia de algo que había ocurrido en este mismo lugar. La voz de Tarek, distorsionada por la distorsión del tiempo y la muerte, se hizo escuchar en su mente.

La voz de Tarek era débil, como un suspiro perdido entre las sombras de la Fuerza, pero aún así clara. Parecía estar buscando algo, o más bien, a alguien. Lincoln escuchó atentamente, sin moverse, sin alterar su concentración.

Tarek: ...¿Dónde estás...? Necesito... tu ayuda...

La voz de Tarek parecía quebrarse en ese momento, como si estuviera siendo interrumpida. Lincoln apretó los dientes, intentando escuchar con más claridad. Fue entonces cuando la voz se cortó abruptamente, y el eco de la Fuerza comenzó a distorsionarse. Un sonido como el de un golpe seco, seguido de un grito ahogado, resonó en su mente. Lincoln sintió un escalofrío recorrer su espina dorsal mientras la imagen de Tarek siendo apuñalado por la daga venenosa llenaba sus pensamientos.

La Fuerza no mentía, ni engañaba. Lincoln había sido testigo de cómo la energía de la Fuerza reaccionaba al dolor, al sufrimiento, y ahora estaba frente a una manifestación de esa misma tragedia. La muerte de Tarek había sido abrupta, violenta, y lo peor de todo, parecía que el joven padawan había estado en medio de una desesperada búsqueda por alguien, quizás alguien que lo hubiera traicionado.

La voz de Tarek no había terminado de decir algo importante. No alcanzó a pronunciar el nombre de esa persona. Pero Lincoln lo sabía: esa pieza del rompecabezas era crucial. La muerte de Tarek no fue un accidente, ni una simple emboscada por un pandillero. Algo más estaba en juego. Alguien en Coruscant había querido que Tarek estuviera en el lugar equivocado, en el momento equivocado.

Lincoln dejó que el eco de la Fuerza se desvaneciera lentamente, tomando un respiro profundo para calmar su mente. Sabía que esto solo era el principio, que las respuestas que buscaba no estaban en la superficie. Tenía que seguir adelante, ir más allá, y descubrir qué había detrás de la muerte de Tarek.

Con una determinación renovada, Lincoln abrió los ojos y se giró hacia Anthony, que lo observaba en silencio, esperando alguna indicación de lo que seguiría.

Lincoln: Hay algo más aquí, Anthony. Tarek estaba buscando a alguien, pero no alcanzó a decir su nombre. Algo no cuadra en todo esto.

Anthony frunció el ceño, pero su rostro mostró una mezcla de confusión y concentración. Sabía que, como siempre, Lincoln iba a seguir su intuición, y que esa intuición rara vez fallaba.

Anthony: ¿Qué vamos a hacer ahora?

Lincoln miró hacia el horizonte de Coruscant, sus ojos llenos de una resolución implacable.

Lincoln: Vamos a descubrir quién estaba detrás de todo esto. Y no descansaremos hasta que sepamos la verdad.

Lincoln presentía que alguna de las personas que entraban y salían de los clubes debían saber algo; después de todo, este lugar estaba repleto de testigos potenciales, y alguien tuvo que haber visto algo. Sus ojos se movían con detenimiento, evaluando a cada individuo con la precisión de un depredador en busca de su presa. Finalmente, su mirada se posó en un Weequay que hacía de cadenero en uno de los clubes más concurridos. Su postura nerviosa y el constante parpadeo traicionaban su aparente calma. Lincoln no dudó un instante y, con Anthony caminando a su lado, se dirigió directamente hacia él.

Lincoln: (con firmeza) Oiga, usted. Venga aquí.

El Weequay levantó la vista, sorprendido, pero al captar la seriedad en el rostro de Lincoln y la forma en que su compañero lo acompañaba con paso seguro, sus instintos lo llevaron a girarse de inmediato. Sin decir una palabra, intentó escabullirse entre la multitud, pero Lincoln extendió su mano con rapidez. Una ola invisible de la Fuerza se extendió hacia el alienígena, envolviéndolo en un agarre firme e inquebrantable. Los músculos del Weequay se tensaron, pero no pudo moverse.

Lincoln: (seriamente) Usted sabe algo, ¿verdad?

El Weequay trató de mantener una expresión inocente, pero el sudor comenzó a rodar por su rostro mientras sus ojos buscaban desesperadamente una salida que no existía. Antes de que pudiera inventar alguna excusa, Anthony tomó la delantera, encendiendo su sable de luz azul con un destello intimidante que iluminó sus facciones.

Anthony: (amenazante) No somos Jedi tradicionales. Si no nos dice lo que vio, le juro que se queda sin brazos.

El destello del sable y el tono cortante de Anthony parecieron romper cualquier resistencia que el Weequay pudiera haber tenido. Sus ojos se agrandaron, y comenzó a balbucear rápidamente.

Weequay: (asustado) ¡Está bien, está bien! ¡Yo lo vi! Era... era una figura encapuchada, llevaba un traje púrpura. Se acercó al chico y... y lo apuñaló. Luego salió corriendo hacia el sur. Eso es todo lo que sé, ¡lo juro!

Lincoln mantuvo su mirada fija en el Weequay durante unos segundos que parecieron eternos. Finalmente, relajó su mano, liberándolo de su agarre y dejándolo caer al suelo con un golpe sordo. El Weequay retrocedió, temblando, y se frotó los brazos donde aún parecía sentir la presión de la Fuerza.

Lincoln: (con dureza) Lárguese de aquí.

El Weequay no necesitó más advertencias. Se levantó torpemente y desapareció entre la multitud, lanzando miradas nerviosas hacia atrás mientras se alejaba. Lincoln apagó sus sables y giró hacia Anthony, cruzando los brazos mientras analizaba la información.

Lincoln: (pensativo) Bien, estamos buscando a alguien con ropa púrpura. No es una gran pista, pero al menos tenemos algo. Vamos al sur.

Anthony apagó también su sable, aunque aún parecía algo tenso. Asintió, pero no pudo evitar expresar sus dudas.

Anthony: (con escepticismo) No sé, Loud. Este lugar está lleno de gente sospechosa. Una túnica púrpura no va a destacar mucho aquí.

Lincoln: (decidido) Lo sé, pero la Fuerza nos guiará. Tarek merece justicia, y nosotros se la daremos.

Con determinación, ambos comenzaron a moverse hacia el sur, adentrándose en las partes más sombrías de las calles de Coruscant. La atmósfera se volvía más opresiva con cada paso. Los callejones se estrechaban, y las luces de neón proyectaban sombras distorsionadas en las paredes, creando una sensación de inquietud. Gente de todo tipo iba y venía: contrabandistas, cazarrecompensas, y quienes simplemente buscaban problemas.

Lincoln: (con cautela) Mantente alerta, Anthony. Aquí no sabemos quién puede ser un enemigo.

Anthony: (mirando a su alrededor) Este lugar da escalofríos. Si esa figura encapuchada sigue aquí, no será fácil encontrarla.

Lincoln cerró los ojos por un instante, dejando que la Fuerza lo guiara. Respiró profundamente, enfocándose en las sensaciones que lo rodeaban. Entre el caos del ambiente, una leve vibración parecía atraerlo más hacia un callejón estrecho.

Lincoln: (susurrando) Por aquí. Siento algo.

Anthony siguió a Lincoln, activando su sable de luz para iluminar el oscuro pasaje. A medida que avanzaban, las voces y los ruidos de la calle principal comenzaban a desvanecerse, reemplazados por un silencio inquietante.

Lincoln: (en voz baja) Si esa figura encapuchada estuvo aquí, puede que aún haya rastros. Mantén los ojos abiertos.

Anthony: (apretando el sable) Espero que esto no sea otra trampa.

Ambos continuaron, con la determinación de encontrar al responsable y desentrañar la verdad que rodeaba la muerte de Tarek. Cada paso los acercaba más a lo desconocido, pero también al peligro.

La atmósfera en la nueva calle era aún más sofocante que antes. El aire estaba impregnado del aroma acre de especia, una sustancia ilícita ampliamente consumida y traficada en los bajos fondos de Coruscant. A medida que caminaban, Lincoln y Anthony podían sentir las miradas de los transeúntes, quienes observaban con desconfianza a los dos Jedi en un lugar donde la ley apenas existía como concepto.

Lincoln: (pensativo) Este lugar está plagado de gente que no quiere problemas con los Jedi. Si nos ven juntos, podrían ser más cautelosos. Será mejor dividirnos.

Anthony: (dudoso) ¿Dividirnos? No me gusta mucho la idea, pero... está bien. Solo mantente alerta. Este lugar está lleno de ratas y traidores.

Lincoln asintió, y ambos tomaron direcciones opuestas, adentrándose más en el submundo de Coruscant. Lincoln caminó por un callejón lateral hasta llegar a una cantina, un lugar oscuro y ruidoso donde el olor a sudor, especia y alcohol se mezclaba con el sonido de risas estridentes y discusiones en múltiples idiomas. La música de fondo, áspera y metálica, apenas lograba cubrir el ruido general.

Cuando Lincoln cruzó la puerta, las conversaciones se apagaron por un breve momento. Todas las miradas se posaron en él: un joven Jedi en un lugar donde su presencia no era bienvenida. Algunos regresaron a sus conversaciones, pero otros lo observaron con una mezcla de curiosidad y cautela, evaluando si sería una amenaza o una oportunidad.

Sin inmutarse, Lincoln avanzó hacia la barra, donde un droide cantinero limpiaba un vaso con movimientos mecánicos y eficientes. Se sentó en un taburete desvencijado, consciente de los murmullos que se alzaban tras él.

Lincoln: (con voz calmada) Una leche de bantha.

El droide inclinó su cabeza ligeramente, como evaluándolo, y luego se giró para preparar la bebida. Lincoln observó con atención el lugar: había twi'leks, rodianos, humanos y varias especies que preferían mantener sus rostros ocultos bajo capuchas o máscaras. Sin duda, un nido de información... y problemas.

Cuando el droide regresó con el vaso, Lincoln lo tomó con una mano y, tras un sorbo, fijó su mirada en la lente óptica que simulaba un ojo.

Lincoln: (seriamente) Estoy buscando información. Una figura encapuchada con ropa púrpura estuvo por aquí. ¿Sabes algo?

El droide hizo una pausa, como si procesara la pregunta, pero luego volvió a su tarea de limpiar vasos, ignorando por completo a Lincoln.

Droide: (neutral) No tengo información sobre eso.

Lincoln frunció el ceño y dejó el vaso en la barra con un golpe suave, pero firme. La respuesta del droide era demasiado evasiva, algo que delataba que quizás sabía más de lo que estaba dispuesto a compartir.

Lincoln: (con firmeza) Escucha, no estoy aquí para causar problemas. Solo necesito saber si alguien con esa descripción ha pasado por aquí. ¿Sí o no?

El droide no respondió de inmediato, pero su sensor óptico parpadeó ligeramente. Finalmente, habló.

Droide: (desinteresado) Este no es un lugar para preguntas, joven Jedi. Termina tu bebida y márchate. Aquí, las respuestas cuestan... y no aceptamos créditos de la República.

Lincoln suspiró y se giró en el taburete, dejando que su mirada recorriera la sala. Observó a los parroquianos, intentando percibir alguna señal de nerviosismo o interés ante la mención de su objetivo. Era evidente que el ambiente se había tensado aún más con su presencia. Los clientes evitaban mirarlo directamente, pero sus posturas revelaban incomodidad. Alguien sabía algo, y Lincoln estaba decidido a averiguarlo.

Sin embargo, decidió no forzar la situación. De momento, su prioridad era mantener un perfil bajo y continuar reuniendo pistas. Terminó su leche de bantha con calma y se levantó de la barra, dejando unas monedas en la superficie.

Lincoln: (en voz baja, para sí mismo) No será aquí donde encuentre lo que busco, pero alguien en este lugar sabe algo. Solo es cuestión de tiempo.

Con esa idea en mente, se dirigió hacia la salida, sus sentidos en alerta máxima, mientras el ruido en la cantina volvía a su caótico ritmo. Afuera, la calle continuaba tan llena de vida y sombras como antes, y Lincoln sabía que el próximo movimiento debía ser más audaz si quería encontrar al asesino de Tarek.

Mientras Lincoln se giraba para salir de la cantina, sintió una presencia detrás de él. La voz que rompió el bullicio de la calle tenía un tono entre burlón y desafiante, llamando su atención con una intensidad que no podía ignorar.

???: (con tono despreocupado, como si ya supiera lo que Lincoln pensaba) Así que buscas a alguien de púrpura, ¿eh?

Lincoln se detuvo en seco, los ecos de la voz resonando en su mente mientras giraba para enfrentar a la fuente. Frente a él, a tan solo unos pasos de distancia, había una joven que parecía de su misma edad. Tenía el cabello negro azabache recogido en una cola de caballo, y aunque su rostro era cálido y relajado, sus ojos oscuros y profundos revelaban algo más: una fuerza interior, como si estuviera acostumbrada a moverse entre las sombras y no ser vista. Su piel morena brillaba con una luz cálida bajo las luces neón de la calle, destacándose entre la multitud. Su atuendo era lo que realmente captó la atención de Lincoln: una chaqueta púrpura desgastada, un pantalón oscuro ajustado y unas botas negras de aspecto resistente, con un cinturón que colgaba de su cadera, sosteniendo una funda para un bláster. Todo en ella hablaba de alguien que sabía lo que hacía en estos bajos fondos de Coruscant.

A pesar de su apariencia, la chaqueta púrpura hizo que Lincoln se tensara. Esa era la misma prenda que había visto en el asesino de Tarek, y sin dudarlo, su mano fue directamente hacia los sables de luz, desenvainándolos con un sordo zumbido eléctrico que cortó el aire de la calle.

Lincoln: (con voz firme y decidida, apuntándola con los sables) No des un paso más. Esa ropa te pone en la lista de sospechosos.

El ambiente se tornó más denso de lo que ya era, la multitud de la calle continuaba su paso, pero la interacción entre ambos no pasaba desapercibida. Sin embargo, la joven no se intimidó. Con una calma inquebrantable, deslizó su mano hasta su bláster y lo sacó, apuntando a Lincoln con una precisión fría y calculada. Su mirada no era de temor, sino de control, como si estuviera completamente acostumbrada a situaciones como esa.

???: (despreocupada, pero con una mirada desafiante) Tranquilo, chico. No soy yo a quien buscas... pero sé dónde puede estar.

Lincoln apretó los dientes, la desconfianza ardiendo en su interior. Su mente estaba alerta, buscando cualquier señal que pudiera delatar a esta chica. Sin embargo, algo en su tono le hizo detenerse por un instante, una extraña mezcla de honestidad y confianza que no era común en este tipo de lugares.

Lincoln: (con cautela) ¿Y cómo sé que no eres parte de esto? Podrías estar ganando tiempo para que alguien nos embosque.

???: (levantando una ceja, como si hubiera escuchado esa pregunta demasiadas veces) Si quisiera emboscarte, chico, ya lo habría hecho. Créeme, si hubieras venido buscando problemas conmigo, no estarías aquí tan tranquilo ahora mismo. Pero si realmente quieres encontrar al encapuchado, guarda esos brillantes palitos antes de que llames la atención de más gente.

La respuesta fue directa y, aunque algo desafiante, era lógica. Lincoln dudó por un momento, sus sables aún brillando con energía, pero no podía negar que sus palabras tenían un fondo de verdad. Si la joven realmente fuera una amenaza, ya lo habría demostrado.

Finalmente, después de un tenso silencio, Lincoln apagó los sables de luz, pero no bajó la guardia. Había aprendido que la prudencia y la cautela siempre eran sus mejores aliadas en situaciones como esta.

Lincoln: (con voz grave) Está bien, pero más te vale que no estés jugando conmigo. Si me estás llevando por el camino equivocado, no vas a escapar.

???: (con una sonrisa astuta, guardando su bláster) Me llamo Ronnie Anne, por cierto. Y tú eres...?

Lincoln la miró por un momento, evaluándola. Aunque no esperaba que alguien de su edad se involucrara en algo tan serio, algo en su mirada le decía que tenía más experiencia de la que aparentaba. Estaba lejos de ser una niña, y por un momento, Lincoln se preguntó si quizá ella también compartía el mismo peso de la vida en las sombras.

Lincoln: (respondiendo con cautela, pero no sin cierto respeto) Lincoln Loud. Y te agradezco la ayuda, pero si esto es una trampa...

Ronnie Anne lo interrumpió, con una mirada que dejaba claro que no tenía tiempo para más discusiones.

Ronnie Anne: (con tono firme) Si fuera una trampa, ya te habrías enterado, Lincoln. Lo que te voy a decir es la verdad, y te lo advierto: si no quieres perderte en este agujero, deberías seguirme. Los que buscan respuestas en este lugar no suelen ser bien recibidos por mucho tiempo.

Un escalofrío recorrió la columna de Lincoln mientras consideraba sus palabras. La verdad era que no podía darse el lujo de seguir perdiendo tiempo, y si Ronnie Anne realmente sabía algo, debía escucharla.

Lincoln asintió, su tono decidido.

Lincoln: (con voz firme) Está bien, te seguiré. Pero no intentes engañarme. Tarek no merecía esto. Nadie lo merece.

Ronnie Anne asintió con una sonrisa enigmática, un gesto que parecía entender el dolor en la voz de Lincoln. Sin esperar más, comenzó a caminar hacia un callejón oscuro, y aunque Lincoln no bajó la guardia, la siguió. Las luces de neón intermitentes parpadeaban a su alrededor, creando sombras extrañas en las paredes de los edificios. El aire olía a humo y especias, y el sonido del tráfico lejano era ahogado por los ecos del tráfico subterráneo. Coruscant nunca había sido un lugar agradable, pero esa noche, el ambiente se sentía aún más denso, como si algo mucho más grande estuviera al acecho.

Mientras caminaban, las sombras parecían alargarse, absorbiendo la luz de los neones y creando un ambiente denso y silencioso en las estrechas calles de Coruscant. Las figuras que se movían entre los callejones y las puertas entreabiertas observaban desde las sombras, sus ojos brillando con una mezcla de curiosidad y desconfianza. Lincoln no podía relajarse ni por un momento, su instinto alertado en todo momento. Había algo en el aire que no estaba bien, algo que le decía que se adentraba más en el centro de un peligro que aún no comprendía por completo.

Ronnie Anne caminaba a su lado con una calma inquietante, como si estuviera perfectamente acostumbrada a este entorno. Su paso era firme y seguro, y la forma en que esquivaba las miradas de los habitantes del lugar sugería que sabía cómo moverse entre las sombras sin llamar demasiado la atención. Lincoln no pudo evitar sentirse un poco sorprendido. No era común encontrar a alguien tan joven en estos barrios bajos, especialmente con esa actitud.

Fue entonces cuando, con una ligera sonrisa irónica, Ronnie le lanzó una pregunta que lo hizo detenerse un momento en su paso.

Ronnie Anne: (con tono inquisitivo, pero no malintencionado) No eres muy joven para estar investigando la muerte de un padawan, ¿verdad?

La pregunta lo tomó por sorpresa. Lincoln se giró hacia ella, notando que sus ojos oscuros lo miraban de manera aguda, como si ya hubiera anticipado su respuesta. En ese instante, Lincoln sintió una mezcla de desconcierto y curiosidad. ¿Cómo sabía ella sobre Tarek? ¿Qué sabía ella sobre los Jedi? Pero no iba a dejar que eso lo desestabilizara. Sin perder su postura, y con una leve sonrisa de desafío, le respondió.

Lincoln: (en tono calmado, pero con un toque de desafío) ¿Y tú no eres muy joven para estar en los barrios bajos de Coruscant?

La respuesta de Lincoln dejó a Ronnie Anne en silencio por un breve momento. Su mirada, que hasta ese instante había sido relajada y despreocupada, ahora mostraba un destello de reconocimiento, como si hubiera tocado una fibra sensible. Pero no se inmutó mucho más. En cambio, dejó escapar una ligera risa antes de hablar, como si se estuviera divirtiendo con la interacción.

Ronnie Anne: (con una ligera sonrisa burlona) A diferencia de ti, no todos tenemos el privilegio de usar la Fuerza. Algunos de nosotros tenemos que hacer nuestro propio camino aquí abajo, sin magia, solo con ingenio. (pausó un momento antes de continuar, su tono se volvió más serio) Y no te equivoques, yo también tengo mis razones para estar aquí. Nadie está aquí por casualidad.

Lincoln frunció el ceño ligeramente. Había algo en su tono, en sus palabras, que lo hizo cuestionar por un momento a Ronnie Anne. No parecía ser solo una joven que se perdía en las calles por diversión. Había una historia detrás de esa fachada. Pero no era el momento para seguir indagando en eso. Lincoln tenía que centrarse en la misión. Tenía que encontrar al culpable de la muerte de Tarek, y si Ronnie Anne podía ayudar, no iba a dejar que las distracciones lo apartaran de su objetivo.

Lincoln: (con voz firme, pero sin perder la calma) Supongo que vas a querer algo a cambio de decirme quién es la persona que estoy buscando, ¿verdad, Ronnie?

La joven lo miró directamente a los ojos, su expresión ahora más seria, como si hubiera estado esperando esa pregunta. Sin apartar la mirada, sus labios se curvaron en una sonrisa que era difícil de interpretar, pero que parecía reflejar una mezcla de respeto y cálculo.

Ronnie Anne: (con una sonrisa astuta) Siempre hay algo que pedir, Lincoln. En este lugar, nada es gratis. Pero no te preocupes, te diré lo que sé. Sólo... no me hagas arrepentirme de compartirlo contigo.

Lincoln mantuvo su mirada fija en ella. Su mente analizaba la situación: cada palabra que decía Ronnie Anne parecía estar llena de capas de significado. Había algo en su tono que le decía que no estaba simplemente siendo amigable. No podía confiar completamente en ella aún, pero por lo menos estaba dispuesta a compartir lo que sabía. Eso podría ser lo que necesitaba para avanzar.

Lincoln: (con firmeza) Estoy escuchando.

Ronnie Anne se detuvo en seco, su expresión más seria ahora. No parecía estar buscando una forma de evadir la pregunta, sino que estaba considerando cuidadosamente sus palabras antes de hablar.

Ronnie Anne: (en voz baja, casi como si estuviera compartiendo un secreto) La persona que buscas... no es cualquier asesino común. Está vinculada a algo mucho más grande, algo que ha estado bajo la superficie durante mucho tiempo. Esa figura de púrpura no es solo un simple criminal. La gente que se mueve en esos círculos... están conectados con alguien de mucho poder, alguien que no te convendría enfrentar si no estás preparado.

Lincoln se quedó en silencio, absorbiendo sus palabras. Sabía que no estaba frente a una fuente común de información. Ronnie Anne no era solo una chica de los bajos fondos, tenía conocimiento de algo más grande, algo que se tejía en las sombras de Coruscant. Lincoln había enfrentado situaciones difíciles antes, pero nada como esto. La gravedad de sus palabras se sentía más profunda de lo que había anticipado.

Ronnie Anne: (con una expresión seria) Si sigues buscando a esa persona, Lincoln, ten cuidado. No es solo la vida de un padawan la que está en juego. Hay algo mucho más oscuro y peligroso acechando detrás de todo esto. Y si te involucras demasiado, no habrá vuelta atrás.

Lincoln frunció el ceño, sintiendo el peso de sus palabras. Sabía que no podía detenerse ahora, pero también comprendía que esto era mucho más complejo de lo que había imaginado. El peligro no solo era para él o para Tarek. Estaba en algo mucho más grande, y si no tenía cuidado, podría perderse en esa oscuridad.

Lincoln: (con determinación) No me detendré. Voy a detener a quien sea responsable de esto. Nadie más sufrirá como Tarek.

Ronnie Anne lo miró fijamente, como si estuviera evaluando su respuesta. Después de un momento, asintió lentamente, casi como si estuviera reconociendo su decisión.

Ronnie Anne: (con una sonrisa enigmática) Bien. Entonces sigamos adelante. Pero recuerda, el camino que estás a punto de tomar no es uno fácil. Y si alguna vez necesitas ayuda, no dudes en pedírmela. Pero no olvides, también tengo mis propios intereses. No todo lo que hago es por altruismo.

Lincoln asintió en silencio, comprendiendo el mensaje. Aunque Ronnie Anne estaba dispuesta a ayudarlo, no lo haría sin obtener algo a cambio. En este mundo, nada era gratuito. A medida que ambos continuaron caminando por las sombrías calles de Coruscant, la sensación de que algo mucho más grande se estaba desmoronando a su alrededor se hacía más palpable.

El misterio de Tarek había comenzado, y ahora Lincoln sabía que no podía dar marcha atrás. Sin importar lo que viniera, estaba dispuesto a enfrentarse a lo que fuera para hacer justicia.

La atmósfera en las profundidades de Coruscant era densa y cargada, como si el aire estuviera impregnado de secretos oscuros y promesas rotas. Las calles que habían recorrido se habían vuelto aún más sombrías, y las luces parpadeantes de los neones eran casi inexistentes aquí, reemplazadas por un silencio inquietante. Cuando Ronnie Anne condujo a Lincoln hasta un edificio apartado, el joven Jedi comenzó a sentir un escalofrío recorrer su espalda. Sabía que estaba a punto de adentrarse en algo peligroso, pero la sensación de que algo no estaba bien lo rodeaba cada vez más.

Ronnie se detuvo frente a una puerta de metal reforzado. Sin decir palabra, levantó la mano y tocó un código secreto en el panel al lado de la puerta. Lincoln observó en silencio, intentando analizar cada detalle, sus ojos reflejando la tensión en su interior. Cuando la puerta se abrió lentamente, la oscuridad del interior se desplegó ante ellos.

Un hombre de rostro sombrío, de ojos afilados y con una expresión severa, estaba parado detrás de la puerta. No parecía sorprendido de verlos, lo que confirmó aún más las sospechas de Lincoln: todo esto había sido planeado. El hombre observó a Ronnie Anne con desdén y le pidió una contraseña.

Ronnie Anne no dudó ni un segundo. Le dio una palabra clave que hizo que la puerta se deslizara hacia un lado. Lincoln se adelantó, pero se detuvo cuando vio lo que había detrás. En el rincón, sentado en la oscuridad, estaba la figura de púrpura que había estado buscando. Pero algo estaba mal, algo no encajaba. La figura estaba en silencio, inmóvil, casi como si estuviera esperando algo o alguien.

Antes de que Lincoln pudiera reaccionar, un Twi'lek apareció de entre las sombras. Su piel verde brillante contrastaba con la oscuridad del lugar, y sus ojos mostraban una mezcla de curiosidad y amenaza. Su presencia era intimidante, y la forma en que se movía hacia ellos solo aumentaba la sensación de peligro inminente.

El hombre detrás de la puerta, con una mirada calculadora, observó a Ronnie Anne y luego a Lincoln. Su voz grave cortó el silencio de la habitación.

Twi'lek: (en tono burlón) ¿Qué me trajiste hoy, Anne?

Ronnie Anne no se inmutó, su rostro permaneció impasible. Sabía perfectamente lo que estaba en juego, y sus palabras se desprendieron de sus labios con firmeza.

Ronnie Anne: (con voz fría) Ya cumplí con lo que me pediste. Ahora dame mi pago.

El Twi'lek asintió y se volvió hacia la figura en el rincón. En ese preciso momento, Lincoln sintió que el aire se tensaba. La figura en púrpura no se movió, pero su presencia era opresiva. De alguna manera, todo esto le daba la sensación de que había caído en una trampa. Los elementos que lo rodeaban empezaban a tomar forma: la aparente cooperación de Ronnie Anne, la ambigüedad de la figura en púrpura y la actitud calculadora del Twi'lek.

Twi'lek: (dirigiéndose al sujeto en el rincón) Págale a Ronnie.

La figura en púrpura se levantó lentamente, su figura alta y sombría, como una sombra que tomaba forma. Sin embargo, antes de que pudiera hacer algo, Lincoln ya había sacado uno de sus sables de luz, preparándose para cualquier cosa. En ese mismo momento, el Twi'lek se giró hacia él con una mirada cruel y, con un tono cargado de desprecio, habló:

Twi'lek: (en voz baja, mirando a Lincoln) Al menos fue más fácil traerte a ti que a tu compañero.

En ese instante, una puerta se abrió de golpe, y un cuerpo golpeado salió volando por el aire. Lincoln no pudo evitar tensarse al ver a Anthony, su compañero, atado y con signos evidentes de haber sido brutalmente golpeado. Anthony cayó al suelo con un estrépito sordo, pero ni siquiera tuvo tiempo de levantarse antes de que dos sujetos más, de aspecto rudo y musculoso, lo inmovilizaran con cadenas y lo dejaran tendido en el suelo.

Lincoln: (con furia contenida) ¡Anthony!

Los ojos de Lincoln brillaron con furia. La situación había escalado rápidamente, y ahora la misión que pensaba que era simple se había convertido en una trampa peligrosa. Su compañero estaba en peligro, y todo había sido un juego desde el principio. Lincoln se giró hacia Ronnie Anne, sintiendo una mezcla de traición y confusión.

Lincoln, con la furia ardiendo en su pecho, dio un paso al frente, los puños apretados alrededor de sus sables de luz. Su mirada, llena de ira y decepción, se centró en el Twi'lek, quien ahora sostenía el sable de Tarek, el padawan que había muerto de forma brutal. El sonido del sable láser activado resonó en la sala, una cruel burla a la vida que había sido cortada demasiado pronto.

Lincoln: (con voz temblorosa de furia contenida) ¿Por qué asesinaron al padawan? ¿Qué te dio derecho a matarlo?

El Twi'lek se echó hacia atrás, sonriendo con una satisfacción cruel. Sus ojos brillaban con desdén mientras observaba a Lincoln, como si ya supiera lo que iba a decir.

Twi'lek: (con tono burlón) Tu maldita orden descubrió mis peleas clandestinas con padawans secuestrados. Tu amigo Tarek estaba muy cerca de descubrirlo todo. Quería investigar más, así que tuve que matarlo. Pero al menos me quedé con algo valioso, ¿no? (muestra el sable de luz de Tarek con un brillo malévolo en sus ojos) Este pequeño trofeo me recuerda que siempre hay algo que ganar, incluso en la muerte de los débiles.

Lincoln apretó los dientes, su respiración se volvió más pesada, y un aire gélido de furia se desató a su alrededor. Los recuerdos de su entrenamiento Jedi, los principios que le habían sido inculcados desde niño, chocaban con la rabia que sentía al ver el sable de su amigo muerto entre las manos del asesino.

Lincoln: (con voz fría y llena de odio) Tú... eres lo peor de esta galaxia. No tienes honor, ni corazón.

En ese momento, sus ojos brillaron con una intensidad peligrosa. Estaba listo para lanzarse sobre el Twi'lek, para desatar toda la fuerza de su entrenamiento y su ira en un solo golpe. Pero entonces, una voz lo detuvo.

Ronnie Anne: (mirando a Lincoln con calma, aunque con algo de tristeza en sus ojos) No te lo tomes a mal, Lincoln. Son negocios. No hay sentimientos aquí, solo lo que hay que hacer para sobrevivir.

Lincoln la miró, atónito, como si esperara ver un atisbo de remordimiento en su rostro, un indicio de que aún podría haber algo de humanidad en ella. Pero lo que vio fue una expresión vacía, calculadora, que le perforó el alma. La joven no se inmutó ante la mirada furiosa de Lincoln, como si ya estuviera acostumbrada a las decisiones difíciles y despiadadas.

Lincoln: (en un susurro cargado de decepción) Sabía que harías esto... solo esperaba que alguien como tú se arrepintiera. Pensé que tal vez... tal vez había algo más dentro de ti. Pero veo que no.

Ronnie Anne no respondió de inmediato, su mirada fija en el suelo, como si estuviera pesando sus palabras antes de hablar. Finalmente, levantó la vista, sus ojos llenos de una mezcla de determinación y apatia.

Ronnie Anne: (con un suspiro) No sé qué esperabas, Lincoln. Las cosas no son tan simples en este mundo. Todo el tiempo te dicen que todo tiene que ser por el bien común, por la justicia... pero en realidad, el mundo no funciona así. Aquí, todos luchamos por sobrevivir. Si tuviera que elegir entre la justicia o el dinero, ya sabes qué escogería.

La frialdad en su voz golpeó a Lincoln como una marea. La joven ante él, que había parecido algo diferente, ahora se mostraba como una persona completamente distinta: una que no dudaba en pisotear cualquier ideal en aras de la supervivencia. Lincoln se sintió como si una parte de él se hubiera roto en ese instante.

Lincoln: (con un tono amargo) Entonces ya no eres más que otra sombra más en esta galaxia. Como todos los demás, como el Twi'lek. Solo te importa tu propio interés.

Ronnie Anne lo observó fijamente, sin un ápice de arrepentimiento en su mirada. La tensión en el aire era palpable, y las palabras flotaban en la atmósfera, cargadas de tristeza y resentimiento.

Ronnie Anne: (sin apartar la mirada) Eso es todo lo que tienes que entender, Lincoln. Este es el mundo en el que vivimos ahora. Aquí no hay héroes, solo supervivientes.

De repente, un sonido metálico interrumpió la conversación: el sonido de una puerta deslizándose hacia atrás. Lincoln, preparado para cualquier cosa, se giró rápidamente. Frente a él, el Twi'lek sonrió con satisfacción, disfrutando de la escena.

Twi'lek: (con tono de victoria) No te preocupes, chico. Tus amigos no están tan lejos... pero te sugiero que pienses bien qué harás con ellos. Aquí, todos tienen un precio.

Lincoln apretó los dientes, mirando a Anthony aún atado, golpeado y vulnerable en el suelo. La misión había cambiado, y ahora las cosas estaban mucho más personales. Ya no solo era una cuestión de justicia; era una cuestión de salvar a su compañero, de enfrentarse a la verdad de la traición, y de decidir si podía seguir siendo un Jedi en este mundo enloquecido.

El Twi'lek se adelantó, sus ojos brillando con malicia. Pero Lincoln ya había tomado una decisión.

Lincoln: (con una determinación feroz) No voy a dejar que te salgas con la tuya.

Con un movimiento rápido, activó su sable de luz, la hoja verde brillante iluminó la habitación oscura, cortando la tensión en el aire. No importaba lo que Ronnie Anne hubiera dicho, no importaba cuánto se hubiera traicionado a sí misma. Lincoln había elegido su camino, y nadie, ni siquiera aquellos que había considerado sus aliados, lo detendría.

La batalla estaba a punto de comenzar.

Lincoln no dudó ni un segundo. Al apagar su sable verde y encender el carmesí, la energía a su alrededor cambió de inmediato. Su mirada se llenó de una mezcla de furia y venganza, pero al mismo tiempo, había un toque de justicia en su corazón. El Twi'lek había cometido un crimen que no iba a quedar impune, y Lincoln sabía que esta vez no podía luchar como un Jedi convencional. Esta vez, iba a luchar con todo su poder, con la ira que lo consumía y la determinación de que no dejaría que alguien más sufriera por la codicia de esos malhechores.

Lincoln: (con voz fría y cargada de odio) No mereces morir a manos del sable de un Jedi.

El Twi'lek sonrió con desdén, confiado en su habilidad para enfrentar cualquier amenaza. Pero Lincoln, con su sable carmesí iluminando la habitación con su resplandor infernal, dio un paso hacia adelante, decidido a terminar con esto de una vez por todas.

Con un rápido movimiento, Lincoln se lanzó hacia el Twi'lek, su sable carmesí cortando el aire con precisión mortal. El Twi'lek, sin inmutarse, levantó el sable de Anthony con una agilidad sorprendente, bloqueando el ataque con facilidad. El impacto reverberó en el aire, una vibración metálica que hizo que los ojos de Lincoln brillaran con una mezcla de furia y determinación.

El Twi'lek sostuvo el sable de luz con ambas manos, su mirada fijada en Lincoln mientras bloqueaba cada ataque que el joven Jedi le lanzaba. Cada vez que Lincoln intentaba cortar, el Twi'lek respondía con movimientos rápidos y calculados, anticipando los movimientos de su oponente con una precisión escalofriante.

Twi'lek: (con una sonrisa burlona) ¿Es eso todo, chico? Pensé que los Jedi eran más impresionantes. Este sable es todo lo que eres, ¿verdad? Un juguete.

Lincoln, sin responder a las provocaciones, redobló sus esfuerzos. Con una velocidad increíble, comenzó a alternar entre ataques rápidos y estratégicos, buscando un punto débil en la defensa del Twi'lek. Sabía que el asesino no era solo un luchador habilidoso, sino que también estaba acostumbrado a pelear de una manera sucia, sin honor, solo buscando su propia supervivencia. Pero Lincoln no iba a darle esa ventaja. Esta vez, él era el que controlaba el combate.

Mientras tanto, Ronnie Anne observaba la escena desde un rincón, sus ojos fijos en los dos combatientes. Aunque parecía impasible, su respiración era irregular, como si en su interior estuviera lidiando con la confusión de la situación. Había ayudado a llevar a Lincoln a esa trampa, pero ahora, al ver la furia en sus ojos y la forma en que luchaba, algo en su interior comenzó a cuestionarse. ¿Era realmente esto lo que quería? ¿Qué había estado buscando todo este tiempo? ¿Había realmente tomado la decisión correcta?

Pero antes de que pudiera tomar una decisión sobre su propio futuro, el combate continuó sin piedad.

Lincoln: (gritando, con furia) ¡Eres un asesino! ¡Vas a pagar por lo que hiciste!

El sable carmesí de Lincoln brilló con más intensidad mientras hacía un barrido horizontal, intentando cortar la defensa del Twi'lek. Sin embargo, el guerrero de púrpura bloqueó el ataque con un giro de su muñeca, y luego, aprovechando la oportunidad, lanzó un golpe rápido hacia el abdomen de Lincoln. El golpe lo tomó por sorpresa, pero Lincoln reaccionó con agilidad, dando un salto hacia atrás para esquivar el golpe, aunque sintió la presión de la cercanía.

Lincoln: (con voz fría) No voy a dejar que te salgas con la tuya.

El Twi'lek, viendo la determinación en los ojos de Lincoln, comenzó a mostrar más agresividad en sus ataques. El combate se intensificó, con ambos luchadores moviéndose en un rápido juego de espada, cada uno buscando encontrar el golpe final. Sin embargo, Lincoln no solo estaba luchando con el Twi'lek; también estaba luchando contra las emociones que se agitaban dentro de él, la traición de Ronnie Anne y la culpa de no haber podido salvar a su amigo Tarek.

En un momento de distracción, el Twi'lek aprovechó para lanzar un ataque sorpresivo. Lincoln, con una rápida maniobra, logró bloquearlo, pero el movimiento lo empujó hacia atrás, obligándolo a perder el equilibrio por un segundo.

Twi'lek: (con voz desafiante) Creí que los Jedi eran mejores que esto, Lincoln. Pero parece que no eres más que un niño con un sable. No tienes nada.

Lincoln no pudo evitar una sonrisa fría mientras se recobraba rápidamente.

Lincoln: (con una calma letal) No me subestimes.

Con un movimiento feroz y rápido, Lincoln giró, extendió su sable carmesí y desató un corte en espiral, cortando a través de la defensa del Twi'lek con un ruido metálico ensordecedor. El Twi'lek retrocedió, pero Lincoln lo siguió sin piedad, presionando su ventaja con cada golpe.

La furia que consumía a Lincoln no solo era el resultado del deseo de venganza; también era una lucha interna, una batalla entre lo que había aprendido como Jedi y lo que necesitaba hacer para salvar a Anthony, a su compañero. Su sable carmesí, alimentado por su ira, cortaba el aire con una violencia que nunca había experimentado antes.

Lincoln, con la furia brillando en sus ojos, levantó su mano y, usando la Fuerza, levantó al Twi'lek por el aire como si fuera una hoja en el viento. Un grito de dolor salió de la boca del Twi'lek cuando fue lanzado con una fuerza brutal contra una puerta metálica. La puerta explotó al impacto, destrozándose en fragmentos que volaron por todas partes, revelando una escena desgarradora. En el centro de la habitación, un grupo de jóvenes padawans estaba atrapado, observando como varias figuras apostaban créditos alrededor de un ring, donde esos mismos padawans eran obligados a pelear entre sí.

Lincoln no podía creer lo que veía. Los jóvenes, los mismos que habían sido entrenados para proteger la galaxia, estaban siendo explotados como si fueran simples piezas de carne en una apuesta de la peor calaña. El dolor y la rabia lo consumieron por completo.

Lincoln: (gritando con furia) ¡Malditos desgraciados!

Con un grito, Lincoln levantó las manos nuevamente, y utilizando la Fuerza, destruyó el ring en un destello de energía. Los escombros volaron por el aire mientras la estructura se desplomaba, liberando a los padawans de su prisión. La sala se llenó con el sonido del metal retumbando contra el suelo, pero no hubo tiempo para detenerse.

Lincoln: (gritando con voz imponente) ¡Salgan de aquí, ahora!

Los jóvenes padawans, atónitos por la destrucción y la repentina liberación, no dudaron ni un segundo. Comenzaron a correr, saltando por encima de los escombros y deslizándose hacia la salida. Lincoln los observó, asegurándose de que todos pudieran escapar, pero no pudo evitar que la rabia lo cegara un poco más.

Cuando los padawans comenzaron a salir, una sombra apareció detrás de él. El sujeto de púrpura, ahora con su sable en mano, había logrado recuperar el aliento y se lanzó hacia Lincoln con la intención de tomarlo por sorpresa. La furia de Lincoln lo hizo reaccionar con una rapidez asesina. Un reflejo rápido lo hizo girar sobre sus talones, y su sable carmesí brilló con furia mientras lo levantaba para bloquear el golpe. El sonido de los sables chocando fue ensordecedor, un estruendo que llenó la sala.

Pero Lincoln no estaba dispuesto a dejar que ese malhechor escapara. Al ver la figura de púrpura acercándose, con una rápida maniobra usó la Fuerza para apartarlo de su camino. El sujeto voló hacia atrás, y antes de que pudiera recuperarse, Lincoln sacó su sable esmeralda, un sable que no había usado en mucho tiempo, pero que ahora representaba su vínculo con los Jedi y su determinación de hacer lo correcto.

El sable esmeralda brilló en sus manos, su resplandor era suave pero letal. Lincoln se movió rápidamente, avanzando hacia el guerrero de púrpura con una precisión que solo un Jedi podía tener. Su sable carmesí se apagó, reemplazado por la serenidad que solo la Fuerza podía otorgar en ese momento. El combate ahora estaba equilibrado, y Lincoln sabía que debía ser cuidadoso. El guerrero de púrpura, a pesar de ser fuerte, no tenía la misma conexión con la Fuerza que él, y eso lo ponía en desventaja.

El guerrero de púrpura intentó un golpe vertical con gran fuerza, pero Lincoln lo bloqueó con su sable esmeralda, desarmando al oponente con un giro rápido de muñeca. El brillo de la hoja verde iluminó la sala mientras Lincoln usaba la Fuerza para despojar al enemigo de su sable. El guerrero de púrpura cayó de rodillas, derrotado, mientras Lincoln lo miraba, su sable esmeralda apuntando hacia su garganta.

Lincoln mantenía su concentración firme, el sable esmeralda resplandeciendo en la oscuridad de la sala, mientras su mente se mantenía alerta ante los dos adversarios que lo rodeaban. El guerrero de púrpura, ahora desarmado, no se rendía. A su lado, el Twi'lek parecía decidido a hacerle pagar por la liberación de los padawans, lanzándose hacia él con una furia que solo alguien atrapado en el crimen y la desesperación podría poseer.

Lincoln mantuvo una postura defensiva, sus movimientos ágiles y calculados, bloqueando cada golpe, esquivando con destreza los ataques de ambos. Sabía que estaba enfrentándose a dos enemigos fuertes, pero la Fuerza lo guiaba, y aunque la ira ardía dentro de él, mantenía el control, evitando caer en el mismo nivel de sus atacantes. Cada movimiento, cada bloqueo, era una oportunidad para seguir avanzando sin caer en el caos de su propia furia.

Con un giro rápido, Lincoln desvió el sable del guerrero de púrpura, obligándolo a perder el equilibrio. Al mismo tiempo, desvió el ataque del Twi'lek hacia el costado, evitando que la hoja de su oponente lo alcanzara. La precisión y control de Lincoln eran impecables, pero sabía que no podía seguir defendiéndose por mucho más tiempo. Necesitaba actuar antes de que la situación se volviera aún más peligrosa.

Twi'lek: (gruñendo, furioso) ¡Maldito Jedi! No sabes con quién estás lidiando.

Pero Lincoln no respondió. En cambio, utilizó la Fuerza para empujar al Twi'lek hacia atrás, alejándolo de él y dándose espacio para moverse. El Twi'lek tropezó y cayó de espaldas, pero rápidamente se levantó, mirando a Lincoln con odio. Mientras tanto, el guerrero de púrpura había recuperado su sable y avanzaba nuevamente, pero Lincoln ya había anticipado su movimiento.

Con un movimiento rápido y preciso, Lincoln usó su sable esmeralda para bloquear el golpe del guerrero de púrpura, desviándolo con un giro de muñeca. Aprovechó la oportunidad para hacer un rápido contraataque, empujando al hombre hacia atrás. Su sable esmeralda brilló intensamente, pero justo cuando parecía que iba a desarmarlo de nuevo, el Twi'lek se lanzó al ataque con un disparo directo, apuntando a Lincoln con su blaster.

Sin embargo, antes de que el Twi'lek pudiera disparar, un sonido grave y familiar llenó la sala: Anthony había logrado ponerse de pie, aunque apenas, usando la Fuerza para atraer un palo que le permitió levantarse parcialmente. Con esfuerzo, activó su comunicador, llamando refuerzos.

Anthony: (con voz rasposa) Necesito ayuda... ya.

El sonido del comunicador resonó en los oídos de Lincoln, pero no permitió que eso lo distrajera. Su enfoque seguía siendo la lucha frente a él. Sin embargo, una pequeña chispa de esperanza se encendió en su interior: el refuerzo de Anthony podría cambiar las tornas. Pero no iba a esperar pasivamente.

Ronnie Anne, viendo cómo la situación se volvía cada vez más peligrosa, se detuvo en la entrada. Había comenzado a alejarse, dejando atrás la escena y sus decisiones. Pero las palabras de Lincoln resonaban en su cabeza. Algo en él había cambiado, algo que ni ella misma había previsto. Se detuvo, como si una corriente invisible la hubiera frenado. Miró por un momento, dudando de sus propios actos, antes de girarse hacia el enfrentamiento.

Ronnie Anne: (en voz baja) ¿Realmente valía la pena?

Los pensamientos de Ronnie luchaban por encontrar sentido en lo que había hecho, y aunque su instinto le decía que debía seguir con su misión, algo dentro de ella se había quebrado. Por un momento, la lealtad a sus propios intereses, a su vida anterior, se desmoronaba frente a lo que había presenciado. No podía ignorar la verdad de lo que estaba viendo: un Jedi luchando por salvar a los inocentes mientras ella, en su propio camino, solo buscaba sobrevivir.

Lincoln ya no podía contener la furia que lo consumía. Con un grito lleno de ira y determinación, extendió su mano hacia el Twi'lek y lanzó un poderoso juicio eléctrico, el cual atravesó el aire con una furia incontrolable. El Twi'lek, en un intento desesperado por contrarrestar, trató de defenderse con su sable, pero la Fuerza lo alcanzó de lleno. En un parpadeo, Lincoln vio la oportunidad y, sin titubeos, encendió su sable rojo y con un movimiento rápido y certero, decapitó al guerrero púrpura.

El cuerpo del guerrero cayó al suelo sin vida, su sable desactivándose mientras su cabeza rodaba por el suelo. Lincoln respiraba con pesadez, su mirada fija en el rostro del Twi'lek, que observaba con horror lo que acababa de suceder. Ante la muerte de su aliado, el Twi'lek dejó caer su sable, y Lincoln, usando la Fuerza con destreza, lo hizo levitar hasta su mano. Luego, con rapidez, guardó el sable de Tarek en su cinturón, sin perder tiempo, y se preparó para enfrentar al siguiente enemigo.

Lincoln: (con voz firme y decidida) Esto no va a terminar bien para ti.

Pero antes de que pudiera hacer el siguiente movimiento, escuchó el sonido metálico de un blaster. Al girarse, vio a Ronnie Anne acercándose, su blaster apuntando hacia él con una expresión de angustia en su rostro.

Ronnie Anne: (gritando) ¡Ya basta! ¡Esto se acabó!

Lincoln se detuvo, su mirada fija en ella. No podía creer lo que veía, pero sabía que Ronnie Anne ya no estaba del lado de los aliados. El dolor y la desesperación eran evidentes en sus ojos, mientras su mano temblaba ligeramente, aún sosteniendo el blaster.

Lincoln: (molesto y confundido) ¿Vas a arriesgar tu vida por esta escoria?

Ronnie Anne apretó los dientes, su rostro endurecido por la tensión. Sin embargo, a medida que las palabras de Lincoln resonaban en el aire, ella se permitió un suspiro profundo. Luego, mirando a Lincoln, su voz salió rota, llena de desesperación.

Ronnie Anne: (con voz quebrada) No... tú no entiendes. (pausa) Él tiene a mi hermano mayor. ¡Por eso hago lo que él me ordena! Si lo matas... ¡mi hermano se muere!

Las palabras de Ronnie golpearon a Lincoln como una tormenta. Su mirada pasó de la furia a la confusión, luego a la tristeza. Sabía que la joven estaba atrapada, pero no imaginaba que su lealtad fuera tan profunda, tan desesperada. La idea de que alguien estuviera dispuesto a sacrificar tanto por un hermano perdido lo hacía cuestionar todo lo que había pensado hasta ese momento.

Lincoln: (con una mezcla de incredulidad y compasión) ¿Tu hermano...? ¿Y eso te hace seguirlo en todo? ¿Incluso cuando sabes lo que está haciendo?

Ronnie Anne, a pesar de su determinación, no pudo evitar mostrar una pequeña grieta en su fachada. Sus ojos brillaban con una mezcla de lágrimas contenidas y furia interna, la contradicción siendo evidente en cada palabra que pronunciaba.

Ronnie Anne: (bajando el blaster un poco, temblorosa) No es tan simple... No puedo perderlo, Lincoln. Si lo haces... se muere. Y no sé qué haría sin él...

El Twi'lek, viendo la debilidad de Ronnie Anne, intentó recuperar el control de la situación, su rostro retorcido por la rabia y el miedo. Con voz rasposa y llena de desesperación, le gritó a Ronnie Anne:

Twi'lek: ¡Hazlo! ¡Mata a este Jedi, o tu hermano sufrirá! ¡No tienes otra opción!

Sus palabras hicieron eco en el corazón de Ronnie Anne, y aunque su mano temblaba con el blaster en ella, sabía que su hermano estaba en peligro. Pero algo en ella, algo que se había estado acumulando en su interior, comenzó a despertar. La desesperación de Ronnie se mezclaba con su lealtad, pero al ver a Lincoln ahí, luchando no solo por la justicia, sino también por la vida de los inocentes, algo comenzó a quebrarse dentro de ella.

Pero antes de que pudiera tomar una decisión, Lincoln, ya harto de la amenaza constante y la manipulación, usó la Fuerza para levantar al Twi'lek del suelo. Su cara se distorsionó por la presión invisible que lo rodeaba, sus pies levantados del suelo mientras comenzaba a ahogarse. Lincoln apretó la Fuerza con más fuerza, su mirada endurecida mientras observaba la agonía del Twi'lek. El peligroso comerciante no tenía escapatoria.

Pero no solo el Twi'lek estaba siendo afectado. A medida que Lincoln concentraba su poder, varios de los apostadores en el círculo, que se habían estado deleitando con el sufrimiento ajeno, también comenzaron a ser levantados por la Fuerza. Sus cuerpos se retorcían mientras luchaban por respirar, atrapados en la misma condena que había caído sobre su enemigo.

Ronnie Anne, con el corazón en la garganta, observaba el caos que se desataba a su alrededor. Las sombras de lo que había sido su vida anterior parecían desmoronarse mientras veía cómo la Fuerza de Lincoln se desataba sin piedad, y el Twi'lek, junto a varios inocentes, era arrastrado al borde de la muerte.

Pero entonces, la puerta del edificio se abrió de golpe y la figura de Ahsoka Tano apareció en el umbral, su sable de luz encendido y la fuerza de su presencia inconfundible. Con una mirada feroz y decidida, Ahsoka no perdió tiempo y, alzando la voz, gritó con toda la autoridad que su rango y experiencia le otorgaban:

Ahsoka: ¡Lincoln, ya basta! ¡No lo hagas!

El grito de Ahsoka resonó en la sala como un trueno, y en ese instante, algo dentro de Lincoln vaciló. Su concentración sobre la Fuerza se aflojó momentáneamente, y el Twi'lek, apenas consciente, cayó al suelo. Los apostadores que también estaban atrapados en el ataque de Lincoln cayeron a sus pies, respirando con dificultad, pero vivos.

Lincoln, jadeando, con la furia aún brillando en sus ojos, se giró hacia Ahsoka, su sable rojo aún encendido, pero con la tensión en su rostro reflejando la lucha interna que estaba viviendo.

Lincoln: (con voz quebrada) ¿Por qué no me dejas acabar con esto, Ahsoka? ¡Estos malditos asesinos merecen morir!

Ahsoka, con una expresión seria, dio un paso adelante, su mirada llena de comprensión, pero también de una firmeza inquebrantable.

Ahsoka: (con calma, pero con autoridad) Lincoln... la justicia no se logra a través del odio y la venganza. Sé que estás furioso, pero hay otros caminos para hacer que paguen por lo que han hecho. No sigas este camino. No lo hagas, porque esto no solo te destruye a ti, sino a todos los que te rodean.

Lincoln, respirando pesadamente, miró a Ahsoka por un momento, sintiendo el peso de sus palabras. La furia que lo había impulsado hasta ahora comenzaba a perder fuerza, aunque su corazón seguía latiendo con rapidez. Sabía lo que Ahsoka decía era cierto, pero la venganza le quemaba por dentro.

Lincoln: (susurrando, como si hablara consigo mismo) ¿Y qué hago ahora? ¿Dejar que escapen? ¡No puedo...!

Ahsoka: (en voz baja, con una mirada compasiva) La venganza nunca trae paz, Lincoln. Lo que hagas hoy te perseguirá mañana. Hay que ser más fuertes que eso. Tú eres más fuerte que eso.

Lincoln miró a Ronnie Anne, su blaster aún en mano, su rostro lleno de confusión. Parecía haber tomado su propia decisión, pero algo en ella había cambiado. La tensión en el aire seguía palpable, pero en ese instante, algo en el joven Jedi comenzó a calmarse. Tal vez no todo estaba perdido. Tal vez todavía había tiempo para salvarlo, para salvar a todos.

Lincoln finalmente apagó su sable rojo y, con un suspiro largo, dejó caer la Fuerza que había estado sosteniendo sobre los demás. El Twi'lek, aún respirando con dificultad, quedó tirado en el suelo. A pesar de la calma momentánea, los recuerdos de lo que había sucedido en esos oscuros pasillos de Coruscant seguirían persiguiéndolos a todos, pero en ese momento, lo que quedaba era una frágil esperanza de que algo pudiera cambiar.

A los pocos minutos, los soldados ya se habían encargado de arrestar a los apostadores y al Twi'lek, mientras que Anthony comenzaba a recibir atención médica por los múltiples golpes que había recibido. La sala, antes llena de tensión y caos, comenzaba a calmarse, pero la furia de Lincoln seguía ardiendo en su interior. El peso de la misión, las vidas en juego, y la traición de Ronnie Anne aún lo atormentaban. No podía dejar de pensar en todo lo que había ocurrido, en lo que estaba a punto de ocurrir.

Se acercó al Twi'lek, quien aún se mantenía encadenado, su rostro marcado por una sonrisa cruel que parecía no desaparecer. El odio y la furia de Lincoln crecían cada segundo, pero sabía que debía mantener la calma, que su misión no estaba terminada aún.

Lincoln: (su voz rasposa y tensa) ¿Dónde está el hermano de Ronnie?

El Twi'lek lo miró con una sonrisa desafiante, como si disfrutara de la tensión que creaba. Había algo en él, una especie de diversión morbosa que lo hacía aún más detestable a los ojos de Lincoln. Pero el Jedi sabía que no podía perder el control, que debía seguir adelante.

Twi'lek: (con voz burlona) ¿Qué piensas hacer? ¿Matarme como a tus amigos? ¿O tal vez... podrías intentar salvar al hermano de esta chica? Pero no te preocupes, te diré lo que quieres saber... solo porque me apetece.

Lincoln apretó los dientes. Intentaba mantener la calma, pero la ira lo estaba consumiendo. El Twi'lek estaba jugando con ellos, con él, con la vida de Ronnie y de su hermano. Sabía que debía acabar con él, pero también sabía que no podía dejarse llevar por la violencia.

De repente, Lincoln cerró los ojos y extendió su mano. Usando la Fuerza, comenzó a penetrar en la mente del Twi'lek, buscándole en sus recuerdos, en sus pensamientos más ocultos. Las emociones del sujeto se abrieron ante él, y Lincoln pudo sentir el miedo, la desesperación, el sufrimiento de los demás prisioneros que había hecho sufrir. Pero también vio lo que necesitaba saber: la ubicación.

Twi'lek: (gritando, con la voz quebrada) ¡Está en el almacén! ¡En el maldito almacén!

Las palabras del Twi'lek hicieron que un torrente de alivio recorriera el cuerpo de Ronnie, pero no hubo tiempo para descansar. Al escuchar esas palabras, ella no pensó ni un segundo. Su mente se llenó de una sola cosa: salvar a su hermano. Todo lo demás pasó a un segundo plano. Corrió hacia el almacén, con Lincoln siguiéndola de cerca, sin dudar ni un momento.

La oscuridad del lugar era casi total, las luces parpadeaban débilmente, creando sombras largas y amenazantes. El sonido de sus pasos resonaba en las paredes, pero nada podría prepararles para lo que encontrarían allí. Los dos llegaron a la puerta del almacén, y Lincoln, decidido a no perder más tiempo, usó sus sables para cortar el umbral. El metal de la puerta crujió y se desintegró bajo la fuerza de su ataque, dejando al descubierto lo que había detrás: una sala desordenada, con cajas apiladas y polvo en el aire. Pero lo más importante, lo que finalmente los hizo detenerse, fue la figura de su hermano.

El hermano de Ronnie, estaba colgado por las muñecas, su cuerpo débil y desprotegido, marcado por las huellas del abuso. Su rostro estaba demacrado, sus ojos apenas podían mantenerse abiertos. Parecía una sombra de lo que había sido.

Ronnie, al ver a su hermano en ese estado, sintió como si el mundo entero se desmoronara a su alrededor. El dolor, la impotencia, el miedo que había sentido durante días, todo eso explotó en su pecho como una tormenta. No podía creer lo que veía, pero también no podía permitir que eso fuera el final. No iba a dejar que su hermano muriera aquí.

Ronnie Anne: (gritando desesperada, su voz quebrada por el miedo) ¡Bobby!

Bobby, al escuchar su voz, levantó apenas la cabeza. Estaba demasiado débil para reaccionar completamente, pero sus ojos, aunque nublados, brillaron con un destello de reconocimiento. Su cuerpo estaba al borde de la debilidad, pero su rostro se iluminó con una chispa de esperanza al ver a Ronnie. El alivio lo invadió, y en ese momento, todo lo demás, el dolor, las amenazas, los tormentos, parecieron desvanecerse.

Bobby: (debilitado, sus palabras apenas un susurro) Ronnie... pensé que... nunca vendrías...

No necesitaba decir más. Los ojos de Ronnie se llenaron de lágrimas, pero no de tristeza, sino de alivio. Corrió hacia él, tomándolo entre sus brazos con una fuerza que desbordaba toda su desesperación. El hermano que había creído perdido estaba ahí, frente a ella, y eso era todo lo que importaba.

Ronnie Anne: (susurrando mientras lo abraza, las lágrimas cayendo) Lo tenemos, Bobby. Estás a salvo ahora. No te preocupes, no te dejaré más.

Ronnie Anne no podía dejar de sostener a su hermano, las lágrimas cayendo sin cesar, pero el alivio de tenerlo de vuelta en sus brazos le daba fuerzas para continuar. Bobby, aunque débil y agotado, logró sonreír levemente, como si al menos un peso hubiera sido levantado de su pecho. Los gritos y el terror del pasado parecían haberse desvanecido, y por un momento, todo parecía estar en paz. Sin embargo, la calma que había llegado no duró mucho.

Mientras ella se aferraba a su hermano, Lincoln dio un paso atrás, observando con seriedad la escena ante él. Había cumplido su parte, había hecho lo necesario para que Ronnie y Bobby se reunieran, pero su misión no había terminado. No podía quedarse allí mucho más tiempo. Sus ojos, fríos y calculadores, se posaron en Ronnie Anne por un instante antes de hablar.

Lincoln: (su voz baja y grave, con una fría indiferencia) Espero no tener que volver a verte, Ronnie. Me causaste muchos problemas.

Las palabras de Lincoln resonaron en la sala, como un eco lejano de una advertencia que caía con dureza. Su tono era firme, cargado con la experiencia de alguien que había sido arrastrado por las circunstancias y que ya no tenía paciencia para más complicaciones. No le importaba el pasado ni lo que Ronnie había hecho, sólo veía lo que había sucedido, las decisiones que había tomado, y lo que había costado llegar hasta ese punto.

Ronnie levantó la cabeza, escuchando sus palabras, y un sentimiento de culpa la invadió. La dureza de Lincoln la sorprendió, pero entendía lo que él quería decir. Había sido su culpa que él estuviera involucrado en todo esto, y aunque no lo reconociera completamente, su actitud hacía que todo fuera más difícil.

Ronnie Anne: (con un tono bajo, casi inaudible) Lo sé, Lincoln. Pero lo hice porque... porque creía que era lo correcto. Lo siento, por todo.

Pero Lincoln no respondió. Giró sobre sus talones y, con un último vistazo a la escena, dio un paso hacia la puerta, ya decidido a dejar atrás todo lo que había sucedido. No importaba si Ronnie lo entendía o no. La misión, la justicia, su propio camino... todo eso era más importante.

Con un suspiro profundo, Lincoln salió del almacén, dejando atrás a Ronnie y Bobby. La puerta se cerró tras él con un sonido pesado, marcando el final de ese encuentro.

Ronnie se quedó allí, abrazando a su hermano, sus pensamientos una mezcla de arrepentimiento y alivio. Aunque la carga no se iría pronto, sabía que había salvado a Bobby. Y aunque las palabras de Lincoln la habían golpeado, también le habían enseñado algo que no podría olvidar: el precio de sus decisiones no sólo afectaba a ella, sino a todos los que la rodeaban.

En la distancia, Lincoln avanzaba por su propio camino, sin mirar atrás, con una determinación inquebrantable.

Ahsoka observaba a Lincoln con una mezcla de preocupación y comprensión. El joven Jedi se encontraba inmóvil, su sable rojo apagado colgando de su cinturón, y su mirada parecía perdida, como si estuviera buscando algo en el vacío. El peso de sus acciones, de lo que acababa de hacer, lo estaba alcanzando de una manera que él no esperaba. Sabía que la lucha interna era inevitable, pero ver a Lincoln en este estado era diferente. Ahsoka había estado allí antes, enfrentando sus propios demonios, sintiendo esa oscura tentación que siempre acechaba en las sombras. Pero ahora, viendo a Lincoln, ella sentía que la batalla por su alma era mucho más real de lo que había imaginado.

Ahsoka: (con voz suave, pero firme) ¿Estás bien? (pausa) ¿De verdad estás bien?

Lincoln no respondió de inmediato. Sus ojos estaban fijos en el suelo, como si no quisiera enfrentarse a lo que sentía. La furia de la batalla había pasado, pero las secuelas seguían resonando dentro de él. Ahsoka sabía que no se trataba solo de la lucha en la que acababan de estar involucrados. Lincoln estaba luchando contra algo mucho más grande: su propio equilibrio, su propio sentido de lo que era justo y lo que no lo era.

Finalmente, después de un largo y tenso silencio, Lincoln levantó la mirada y se giró hacia Ahsoka. Había una furia contenida en sus ojos, algo primitivo, algo que no podía ser ignorado. Ahsoka no apartó la mirada, mantuvo sus ojos fijos en los de él, decidida a ser la presencia calmada que él necesitaba en ese momento.

Lincoln: (con voz baja, pero cargada de dudas) ¿Crees que me excedí con lo que les hice a esos desgraciados?

La pregunta flotó en el aire, pesada y llena de una tensión palpable. Lincoln no estaba buscando una respuesta simple. Sabía que la línea entre justicia y venganza era fina, pero en ese momento, en esa sala llena de violencia y desesperación, se había sentido justificado. Ahsoka podía ver que él no estaba buscando aprobación. Estaba buscando comprensión, buscando alguien que lo ayudara a poner en perspectiva lo que acababa de hacer.

Ahsoka permaneció en silencio por un momento, dejando que la pregunta se asentara entre ellos. Sabía que había una razón por la que Lincoln había tomado esas decisiones, pero también sabía que el joven Jedi necesitaba enfrentar las consecuencias de sus acciones. Y aunque entendiera el dolor que lo había impulsado, debía ayudarlo a ver que el camino que estaba tomando lo llevaría a un lugar oscuro.

Ahsoka: (con voz suave, pero firme) No puedo decirte si te excediste, Lincoln... porque no es tan simple. Lo que hiciste fue una respuesta a una situación extrema, sí, pero debes recordar que la furia y la venganza no son lo mismo que la justicia. Si te permites actuar solo desde el dolor y la ira, el costo de esa justicia será más grande de lo que imaginas.

Lincoln apretó los dientes, el conflicto interno visible en su rostro. Sus manos, que antes se habían levantado con furia para acabar con sus enemigos, ahora temblaban ligeramente, como si no pudieran decidir entre la luz y la oscuridad. Ahsoka lo observó en silencio, esperando que sus palabras llegaran más allá de la superficie de la rabia que lo consumía.

Lincoln: (con voz quebrada, apenas audible) ¿Y qué se supone que haga, Ahsoka? ¿Qué se supone que haga cuando veo a esas personas, esos malditos que han destruido tantas vidas? ¿Cómo me detengo cuando siento que si no actúo, estoy traicionando todo lo que soy?

Ahsoka dio un paso hacia él, una mano extendida en busca de una conexión. Sabía que las palabras eran frágiles, pero en ese momento, era todo lo que podía ofrecerle. Su propia experiencia le decía que no había respuestas fáciles. La lucha contra la oscuridad no era algo que pudiera resolverse con una única conversación. Pero si algo sabía, era que Lincoln no estaba solo en su batalla.

Ahsoka: (con calma, pero firme) La lucha contra la oscuridad, Lincoln, no es algo que puedas ganar solo. Nadie puede hacerlo. Lo que estás buscando, esa necesidad de hacer justicia a toda costa, puede cegarte. Puede volverte algo que no eres. Y créeme, lo sé porque lo he sentido. He estado allí. Y he visto lo que le pasó a tantos Jedi que pensaron que la ira les daría el poder para salvar a todos. Pero al final, solo los destruye.

Lincoln cerró los ojos, sintiendo el peso de sus palabras. No quería escuchar eso, no quería que nadie le hablara sobre los peligros de la oscuridad. Sabía lo que había vivido, lo que había perdido, y lo que aún tenía que perder. Pero Ahsoka tenía razón. En el fondo, lo sabía.

Lincoln: (en voz baja, casi como un susurro) No sé si puedo detenerme. Cuando siento esa furia, esa oscuridad... no sé si quiero.

Ahsoka observó sus ojos, buscando algo en su rostro, algún indicio de esperanza. Sabía que Lincoln era un joven Jedi lleno de potencial, pero también sabía que su lucha estaba lejos de terminar. En ese momento, decidió que no podía dejarlo ir sin antes ofrecerle lo que ella misma había aprendido en su viaje: la importancia de no perderse en la oscuridad.

Ahsoka: (con un tono suave pero lleno de convicción) Todos necesitamos algo para mantenernos anclados, Lincoln. Algo o alguien que nos recuerde quiénes somos realmente. No tienes que hacer esto solo. Yo estaré aquí. No te voy a abandonar, no te voy a dejar caer.

Lincoln la miró, sus ojos llenos de duda, pero también de una leve chispa de algo que se asemejaba a la esperanza. Por un momento, la furia que lo consumía se apagó, al menos un poco. Tal vez había algo más que podía buscar. Algo más que la venganza.

Lincoln: (en voz baja) Gracias, Ahsoka... Pero no lo olvides. Si alguna vez me pierdo... no dudes en detenerme.

Ahsoka asintió, su mano en su hombro apretándose ligeramente, como si estuviera sellando una promesa.

Ahsoka: (con una sonrisa triste, pero esperanzadora) No lo haré, Lincoln. No lo haré.

Ambos permanecieron allí por un momento, la tensión en el aire disminuyendo lentamente. La batalla había terminado, pero la guerra interna de Lincoln apenas comenzaba. Sin embargo, por primera vez, parecía que no tendría que luchar en silencio. Ahsoka estaba allí, y quizás, eso sería suficiente para que Lincoln encontrara el camino de vuelta.

Anthony, aún tendido en la camilla médica, no pudo evitar esbozar una sonrisa burlona mientras observaba la escena que se desarrollaba ante él. A pesar de las heridas que había sufrido, su actitud seguía siendo la de siempre, llena de sarcasmo y una confianza que parecía inquebrantable. Aunque los médicos dieran vueltas a su alrededor, tratando de atenderlo, él ya estaba más centrado en lo que sucedía a su alrededor, especialmente al ver cómo los soldados y la seguridad se encargaban de los prisioneros y de los detalles finales de la operación.

Con una sonrisa cargada de ironía, Anthony se incorporó ligeramente, mirando a los Jedi que lo rodeaban y señalando hacia los prisioneros que aún estaban siendo detenidos por los soldados. La camilla médica no lo había dejado completamente fuera de combate, y su tono desafiante era inconfundible.

Anthony: (con voz burlona) A ver, tortolitos, vengan acá y ayuden a llevar a esos Padawans secuestrados al Templo. No me hagan hacer todo el trabajo.

El tono de Anthony era claro, como si se estuviera burlando de la situación, pero al mismo tiempo, había una especie de malicia detrás de sus palabras. Aunque su broma podría haber sonado como un intento de aliviar la tensión del momento, también revelaba el nivel de cansancio y frustración que había acumulado a lo largo de toda la misión.

Ahsoka y Lincoln, que ya se encontraban cerca, no pudieron evitar intercambiar miradas, conscientes de que, a pesar de su actitud relajada, Anthony seguía siendo parte integral de la misión. Ambos sabían que Anthony no solo era un luchador habilidoso, sino que su carácter impredecible lo hacía tanto un aliado valioso como un desafío constante.

Ahsoka: (con una ligera sonrisa, aunque seria) Si lo haces tú, ¿quién va a ocuparse de que te cuiden las heridas, Anthony?

Lincoln: (con una leve sonrisa en sus labios, aunque aún serio) Si sigues bromeando así, tal vez los llevemos al Templo... pero tú te quedas atrás, ¿te parece?

Anthony soltó una risa suave, disfrutando de la pequeña tensión que se había creado, antes de finalmente recostarse de nuevo en la camilla, dándose por vencido momentáneamente con la idea de moverse.

Anthony: (sin dejar de sonreír) Ok, ok, pero ustedes dos son los peores... ¡Sufro por los sacrificios que hago por ustedes!

Aunque sus palabras eran claramente una broma, todos sabían que detrás de su sarcasmo había un punto importante: aunque sus heridas no fueran graves, aún necesitaba atención, y en medio del caos, no se podía permitir olvidarse de lo esencial. Lincoln y Ahsoka sabían que, a pesar de las bromas de Anthony, debía ser transportado a un lugar seguro lo antes posible. Mientras tanto, Ahsoka dirigió la mirada hacia los soldados.

Ahsoka: (a los soldados) Llévenlo a la zona segura, tenemos más cosas que hacer. Lincoln y yo nos ocuparemos de los Padawans.

Anthony hizo un gesto exagerado con las manos, como si su queja estuviera dirigida a todo el universo, pero a pesar de su actitud, no intentó resistirse. Sabía que lo que estaba sucediendo era más grande que cualquier broma, más allá de su sarcasmo y sus bromas, y que el trabajo de todos no había terminado.

Anthony: (con tono más suave, mientras lo llevan) Ya, ya... pero si alguien me necesita, ya saben dónde encontrarme. Aunque con lo que me duele esto, tal vez necesite un poco más de "descanso"...

Mientras Anthony era llevado por los soldados, Ahsoka y Lincoln se preparaban para llevar a los prisioneros al Templo, sabiendo que el futuro de los Padawans estaba en sus manos. A pesar de la ligereza de la situación, la gravedad de su misión seguía presente. La batalla estaba lejos de terminar, pero por ahora, se enfocaban en asegurar que la paz tuviera una oportunidad, aunque sea pequeña, de perdurar.

El ambiente en la sala era tenso, pero a la vez lleno de determinación. Los Padawans, aún recuperándose de la pesadilla que habían vivido, se encontraban alineados ante Lincoln, con sus sables de luz encendidos, reflejando la determinación que comenzaba a forjarse en sus corazones. Los rayos de las hojas brillaban con una luz intensa en la sala, iluminando los rostros de aquellos jóvenes que habían sido arrastrados a una lucha que nunca pidieron, pero que ahora estaban dispuestos a afrontar.

Lincoln: (su tono firme pero lleno de compasión) Miren, sé que lo que vivieron allí fue algo que no debieron haber vivido. Pero les aseguro, mientras yo esté vivo, jamás les pasará eso. Mi palabra es mi promesa.

Lincoln dio un paso adelante, sus ojos fijos en los de los jóvenes, reconociendo el miedo y la incertidumbre en sus miradas, pero también la chispa de coraje que se estaba encendiendo en ellos. Sin apartar la mirada, prendió sus dos sables de luz, uno de cada mano, sus hojas verdes brillando con un resplandor inquietante.

Lincoln: (con voz llena de autoridad) Les enseñaré a defenderse de todo el mal que está allá afuera. No solo sobrevivir, sino pelear para proteger a los demás. Los entrenaré para que no vuelvan a ser víctimas. Ustedes tienen el poder, el coraje y la capacidad. Solo deben creer en ustedes mismos.

Uno a uno, los Padawans comenzaron a encender sus propios sables, respondiendo a la invitación con determinación. A pesar de su juventud y las cicatrices emocionales que llevaban, los veía como una promesa, como una semilla que, con el tiempo, podría germinar en guerreros capaces de cambiar el destino.

El sonido de los sables resonaba en el aire mientras los Padawans tomaban sus posiciones, nerviosos pero listos para lo que venía. Lincoln los miraba con una intensidad que les infundía confianza, sabiendo que esta era una oportunidad única para forjar a futuros Jedi que tendrían que enfrentar los desafíos del lado oscuro.

Desde el umbral de la puerta, el Maestro Kenobi y la Maestra Secura observaban en silencio, la tensión palpable en el aire mientras contemplaban la escena. Kenobi, con su tradicional serenidad, no pudo evitar sonreír levemente, impresionado por la forma en que Lincoln había tomado el control de la situación y cómo sus acciones parecían inspirar a los Padawans.

Kenobi: (en un tono bajo, mirando a Secura) Tienes un Padawan muy impresionante, Maestra Secura.

Secura, que observaba atentamente, asintió con una leve sonrisa en los labios, sintiendo un profundo respeto por Lincoln, incluso si su camino había sido diferente al de los Jedi tradicionales. Sabía que el joven no solo había demostrado ser un guerrero formidable, sino también un líder natural. Su determinación y su deseo de proteger a los más débiles eran cualidades que todo Jedi debía aspirar a tener.

Secura: (en voz baja) Así parece, Maestro Kenobi. Aunque su estilo y su forma de ser tal vez no coincidan con la tradición Jedi, hay algo en su corazón que lo guía hacia la luz. Los Padawans confían en él, y eso es lo más importante.

El Maestro Kenobi asintió, su mirada fija en Lincoln mientras entrenaba a los jóvenes con una energía y determinación que no pasaban desapercibidas.

Kenobi: (más pensativo) Hay algo especial en él, no cabe duda. Pero también debemos estar atentos. Un líder tan poderoso también conlleva grandes responsabilidades. Si su camino se desvían hacia el lado oscuro...

Secura levantó una mano, deteniendo las palabras de Kenobi antes de que pudiera concluir.

Secura: (con firmeza) Lo sé, Maestro. Pero por ahora, se ha mostrado digno. Los Padawans necesitan un modelo a seguir, y Lincoln está demostrando serlo. Le dará a estos jóvenes algo que muchos Jedi olvidan: la motivación para luchar por lo que es correcto.

Mientras tanto, dentro de la sala, Lincoln se preparaba para comenzar el entrenamiento. Los Padawans lo miraban con atención, esperando las lecciones que vendrían. Cada uno, con su sable de luz brillando en sus manos, estaba listo para aprender a defenderse y luchar contra la oscuridad que amenazaba la galaxia.

Lincoln: (con una mirada decidida) Vamos a comenzar. Cada uno de ustedes tiene un potencial que aún no han descubierto. Pero juntos, seremos más fuertes. Ahora... ¡a entrenar!

Los jóvenes, aunque todavía un poco inseguros, se alinearon para comenzar el entrenamiento. Los movimientos de Lincoln eran fluidos y rápidos, y les daba instrucciones sobre cómo mejorar sus formas de combate, cómo usar la Fuerza para sus ventajas y, sobre todo, cómo proteger a los inocentes. Sabía que la batalla era solo una parte de lo que un Jedi debía enfrentar; la verdadera lucha era interna.

Kenobi y Secura continuaron observando desde la entrada. Sabían que, por más que las circunstancias fueran difíciles, Lincoln estaba dando una lección valiosa a esos Padawans: que el futuro dependía de cómo cada uno elegía enfrentar sus miedos y superarlos, y cómo se levantaban después de caer.

Kenobi: (pensando en voz baja) Es un joven complejo. Solo el tiempo dirá si su camino es el que los Jedi deben seguir. Pero por ahora, veo que les está dando esperanza.

Secura: (asintiendo con una sonrisa tranquila) Esa es la base de todo. La esperanza. Y tal vez, por primera vez en mucho tiempo, estos Padawans realmente tienen esperanza.

El entrenamiento continuó, y Lincoln, con cada golpe de sable y cada consejo impartido, consolidaba su rol como líder y protector. Los Jedi sabían que el camino que se extendía ante él no sería fácil, pero también sabían que, con su determinación, tenía el poder de cambiar no solo su destino, sino el de muchos otros que dependían de su ejemplo.

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