Cazeria (1/2)
Habían pasado varios meses desde que Lincoln regresó al templo Jedi después de aquella misión de rescate en solitario. Su vida había cambiado de manera significativa desde entonces. Ahora, lideraba un pequeño pero eficiente grupo de soldados clones, con quienes formaba un equipo especializado en misiones de rescate y auxilio. Su equipo no solo incluía a estos soldados de la República, sino también al droide B1 que había rescatado y reparado con tanta dedicación. Sin embargo, la transición para formar este grupo no había sido sencilla, y Lincoln había enfrentado desafíos únicos tanto con sus clones como con B1.
Los clones, al principio, habían mostrado una gran resistencia a la idea de trabajar junto a un droide separatista. Para ellos, los droides eran el enemigo natural, el rostro de la guerra y la amenaza constante contra la República. Ver a su comandante Jedi caminar con uno de estos droides como si fuera un aliado les resultaba incomprensible, incluso indignante. Los clones no podían entender cómo un Jedi, alguien que debía ser el ejemplo de liderazgo y la figura de autoridad en el campo de batalla, podía permitir tal cosa.
Por otro lado, B1 también enfrentaba su propia lucha interna. Aunque Lincoln había trabajado arduamente para reprogramarlo y ajustarlo, el droide seguía luchando con fragmentos de su vieja programación. A menudo, su sistema se tambaleaba al recibir órdenes que contradecían las directivas originales que alguna vez había seguido como droide de batalla. Había momentos en los que B1 dudaba, en los que su servomotor parecía bloquearse cuando se le pedía proteger a los clones o enfrentarse a otros droides separatistas. No era solo un problema técnico, sino también una especie de dilema interno, una batalla entre lo que había sido y lo que ahora debía ser.
A pesar de estas dificultades, Lincoln, con su paciencia y determinación, logró unir a su equipo. Comprendía que la clave para superar estas barreras no era simplemente imponer su voluntad como Jedi, sino fomentar la confianza, la empatía y el entendimiento mutuo. Desde el principio, dejó en claro que B1 no era simplemente "un droide más", sino un miembro valioso del equipo. Para demostrarlo, Lincoln trataba al droide como a cualquiera de los clones, escuchando sus "opiniones" cuando B1 intentaba hablar (aunque a menudo eran comentarios nerviosos o chistes fuera de lugar) y asegurándose de que se sintiera incluido en todas las misiones.
Con los clones, Lincoln adoptó un enfoque diferente al de la mayoría de los Jedi. En lugar de tratarlos únicamente como soldados creados para obedecer órdenes sin cuestionarlas, los alentaba a pensar por sí mismos y a tomar decisiones basadas en lo que consideraran correcto. Lincoln entendía que los clones, aunque genéticamente idénticos, eran individuos únicos, cada uno con pensamientos, valores y emociones propias. Por eso, en lugar de imponer su autoridad como Jedi, buscaba escuchar sus opiniones y permitirles participar activamente en la planificación de las misiones. Este enfoque era radicalmente distinto al de muchos comandantes Jedi, quienes veían a los clones más como herramientas que como seres pensantes.
Lincoln: (hablando a su equipo en una reunión) Miren, sé que los clones fueron creados para obedecer sin dudar. Pero yo no quiero eso. No quiero soldados que solo sigan órdenes porque sí. Quiero un equipo que piense, que decida, que luche porque cree en lo que hace. No estoy aquí para darles órdenes ciegas; estoy aquí para liderar junto a ustedes. Y eso significa que sus voces importan tanto como la mía.
Estas palabras resonaron profundamente en sus soldados, aunque al principio no todos las aceptaron de inmediato. Algunos clones aún sentían que era su deber obedecer sin cuestionar, pero con el tiempo, comenzaron a valorar la libertad que Lincoln les ofrecía. Era un cambio liberador para muchos de ellos, una oportunidad de explorar quiénes eran más allá de sus números de identificación y sus directrices programadas.
Uno de los momentos más significativos para el equipo ocurrió durante una misión de rescate en un planeta devastado por la guerra. Los clones habían recibido órdenes de alto mando para evacuar únicamente a los soldados de la República y dejar atrás a los civiles atrapados en la zona de conflicto. Lincoln, al enterarse de estas órdenes, reunió a su equipo y los miró directamente a los ojos.
Lincoln: (con seriedad) Ustedes saben que esas órdenes están mal. Somos Jedi. Somos la República. Nuestro deber es proteger a todos los inocentes, no solo a los que llevan nuestra insignia. Yo voy a rescatar a esos civiles, con o sin su ayuda. Pero confío en que tomarán la decisión correcta.
Hubo un momento de silencio, una tensión palpable en el aire. Los clones intercambiaron miradas, algunos de ellos claramente luchando con el dilema. Finalmente, uno de los sargentos, un veterano llamado "Razor", dio un paso adelante.
Razor: (con determinación) Donde vaya usted, comandante, iremos nosotros. Si eso significa desobedecer órdenes para salvar vidas, entonces que así sea.
Ese día, el equipo de Lincoln no solo rescató a los soldados heridos, sino también a cientos de civiles que habían quedado atrapados en la línea de fuego. Fue un momento decisivo que consolidó la confianza y el respeto mutuo entre Lincoln y sus clones. Ya no eran simplemente soldados cumpliendo con su deber; eran un equipo unido por un propósito común, un equipo que creía en algo más grande que ellos mismos.
Incluso B1 comenzó a adaptarse mejor al equipo. Aunque seguía haciendo comentarios torpes en momentos inoportunos y ocasionalmente se bloqueaba por viejos conflictos de programación, el droide mostró una sorprendente valentía en varias misiones, arriesgándose para proteger a los clones y a Lincoln. Poco a poco, los clones comenzaron a aceptar a B1 como uno de los suyos, a pesar de sus orígenes separatistas. Algunos incluso comenzaron a bromear con él, llamándolo "Chatarra Valiente", un apodo que B1 aceptaba con un extraño orgullo.
Lincoln había logrado lo que muchos habrían considerado imposible: unir a un equipo compuesto por clones y un droide separatista, y convertirlos en una fuerza de rescate eficiente y comprometida. Su enfoque de liderazgo, basado en la empatía, el respeto y la confianza, había transformado no solo a su equipo, sino también a él mismo. Lincoln ya no era solo un padawan en entrenamiento; ahora era un verdadero líder, alguien que inspiraba a quienes lo rodeaban a ser mejores y a luchar por lo que era justo.
En el templo Jedi, otros maestros comenzaron a notar la influencia de Lincoln en sus clones y el respeto que su equipo le tenía. Algunos lo veían como un ejemplo a seguir, mientras que otros lo consideraban demasiado poco ortodoxo. Pero para Lincoln, eso no importaba. Lo único que le importaba era cumplir con su deber, proteger a los inocentes y asegurarse de que su equipo, sin importar su origen, se sintiera valorado y unido.
A medida que los meses pasaban, la fama de Lincoln y su equipo, conocido como "Los Caballeros de la República", se extendió por toda la galaxia. Lo que había comenzado como un pequeño grupo de rescate se había convertido en una leyenda viviente. A pesar de tener solo 14 años, Lincoln había logrado un renombre que muchos Jedi adultos aún envidiarían. No solo por su habilidad para liderar a los clones y coordinar misiones de rescate, sino también por sus extraordinarias hazañas en el campo de batalla.
Uno de los momentos que solidificó su reputación fue su enfrentamiento con el temido General Grievous. Había sucedido en un planeta lejano, donde una misión de rescate se complicó cuando las fuerzas separatistas atacaron inesperadamente. Grievous, como siempre, estaba al mando de la ofensiva, dispuesto a destruir a cualquier Jedi que se interpusiera en su camino.
Cuando Lincoln y su equipo llegaron al lugar, se encontraron con una situación desesperada: Grievous había rodeado a un escuadrón de Jedi y clones, y parecía imparable. Al ver la gravedad de la situación, Lincoln no dudó ni un segundo. Sabía que debía actuar, aunque significara enfrentarse al peor de los enemigos que la República había conocido. A pesar de ser joven, su entrenamiento con la Fuerza y su profundo conocimiento de las artes Jedi le daban una ventaja estratégica.
Con su sable de luz en mano y su determinación de proteger a sus compañeros, Lincoln se lanzó al combate. Grievous, con su figura imponente y sus cuatro sables láser, se burló de él, subestimando al joven Jedi. Pero Lincoln no cedió ni un segundo. A lo largo de su lucha, demostró una habilidad sin igual para adaptarse a cada uno de los estilos de combate Jedi, cambiando de tácticas en cuestión de segundos para desestabilizar a su oponente.
Grievous: (riendo con desdén) ¿Un niño intentando enfrentarse a mí? Esto será interesante.
Pero Lincoln no se dejó intimidar. Cada golpe de sable que Grievous intentaba asestarle era bloqueado con precisión, y su agilidad y rapidez sorprendieron al general cibernético. Usó su velocidad para esquivar los ataques más mortales y, cuando fue necesario, la Fuerza para desarmar a Grievous de uno de sus sables.
Sin embargo, la batalla fue brutal, y no tardó mucho en que Grievous aprovechara una pequeña abertura en la defensa de Lincoln. En un momento crítico, el general logró cortar uno de los brazos de Lincoln, dejándolo temporalmente vulnerable. La sangre de su brazo herido manchó su túnica, pero Lincoln, con una determinación inquebrantable, siguió peleando, adaptando su estilo para usar solo un sable. Sabía que, incluso en desventaja, su voluntad era más fuerte que cualquier herida.
El combate continuó con furia, hasta que Lincoln, mediante un despliegue de poder y agilidad, logró encontrar un punto débil en la defensa de Grievous. Con un hábil movimiento de la Fuerza, desarmó al general, dejándolo vulnerable por un momento crucial. Aunque Grievous era formidable, Lincoln le mostró lo que era capaz de hacer, incluso con un brazo menos.
Pero cuando Grievous se dio cuenta de que no podía ganar, se retiró rápidamente, escapando en su nave, jurando venganza. Mientras se alejaba, sin embargo, le lanzó unas palabras a Lincoln, cargadas de respeto:
Grievous: (en un tono grave) Eres un guerrero digno, joven Jedi. Has ganado mi respeto. La próxima vez, no seré tan indulgente.
Aunque Lincoln estaba herido y agotado, el respeto de un enemigo tan temido como Grievous fue un reconocimiento que resonó a lo largo de la galaxia. Los informes de la batalla llegaron rápidamente a los altos mandos de la República, y no pasó mucho tiempo antes de que los Jedi y los soldados de la República supieran que Lincoln, un padawan de solo 14 años, había desafiado a uno de los más grandes generales de los separatistas y había sobrevivido.
A partir de ese momento, el nombre de Lincoln resonó no solo entre los Jedi, sino también entre los soldados clones y hasta en las filas enemigas. Su capacidad para liderar, su habilidad en combate y, sobre todo, su valentía ante las adversidades lo convirtieron en un símbolo de esperanza para la República. Los clones, que al principio lo habían visto solo como un niño, ahora lo veían como su líder, alguien digno de seguir, alguien en quien podían confiar en medio de la oscuridad de la guerra.
Anakin Skywalker, el elegido, escuchó los relatos sobre Lincoln y no pudo evitar sentirse impresionado por el joven Jedi. Al saber que Lincoln había sobrevivido a un enfrentamiento con Grievous, Anakin lo buscó personalmente en el Templo Jedi. Cuando se encontraron, Anakin puso una mano en el hombro de Lincoln, mostrando una sonrisa sincera.
Anakin: (con respeto) He oído lo que hiciste, Lincoln. Tu valentía es algo que pocos Jedi tienen, incluso entre los más experimentados. Debes estar muy orgulloso de ti mismo.
Lincoln, con humildad, respondió:
Lincoln: (sonriendo ligeramente) Gracias, maestro Skywalker. Pero todo lo que hice fue para proteger a los demás. Eso es lo que importa, ¿verdad?
Anakin asintió, pensativo. Había algo en la forma en que Lincoln hablaba, algo que recordaba a sí mismo en sus años más jóvenes. Lincoln no lo buscaba para ganar fama o reconocimiento. Solo luchaba por lo que creía que era lo correcto. Y eso, para Anakin, era una de las cualidades más valiosas que un Jedi podría tener.
A lo largo de la guerra, el nombre de Lincoln seguiría resonando como un faro de esperanza. No solo por su capacidad de combate, sino también por su liderazgo, su humanidad y la forma en que, incluso con todo en su contra, siempre luchaba por lo correcto. Los Caballeros de la República no eran solo un equipo de rescate; eran la encarnación de lo que la República aún podía ser: un lugar donde la justicia, la valentía y la compasión prevalecían. Y, en ese viaje, Lincoln demostraría que la verdadera fuerza de un Jedi no estaba solo en su sable, sino en su corazón.
Aunque Lincoln había alcanzado una prominente fama entre los Jedi y los clones, un sentimiento de tristeza persistía en su corazón. La guerra, aunque lo había hecho crecer de formas que nunca imaginó, también lo había distanciado de aquellos que alguna vez fueron una parte fundamental de su vida. La misión de rescatar a los padawans y liderar a su equipo de clones, los Caballeros de la República, le había otorgado una gran satisfacción profesional, pero había hecho que su vida personal se desmoronara.
No podía evitar recordar los días más tranquilos, antes de convertirse en comandante. Durante esos días, solía pasar tiempo con Ahsoka, con Anthony, y con los otros padawans, compartiendo momentos de aprendizaje, risas y camaradería. Había una sensación de conexión, de apoyo mutuo que ahora se sentía distante. Ahora, Lincoln se encontraba atrapado en las exigencias de su rol, siendo el líder de un escuadrón de clones, con sus días ocupados por misiones, estrategias y entrenamientos. No le molestaba estar rodeado de sus soldados, ni de la responsabilidad que conllevaba ser un comandante joven en tiempos de guerra, pero había algo en su interior que le decía que le faltaba algo más.
Lo que más le dolía era el hecho de que no había podido ver a Ahsoka desde hacía mucho tiempo. El cariño y la confianza que había compartido con ella, desde que ambos habían sido aprendices hasta ahora, parecían haberse desvanecido. La última vez que había escuchado algo de ella fue cuando Anakin le mencionó que se había ido a Alderaan para una misión, pero no había recibido noticias de ella desde entonces. En su mente, Ahsoka siempre había sido un faro de fuerza y comprensión. Había sido una de las pocas personas en las que realmente confiaba fuera de su escuadrón, pero la distancia creada por la guerra había erosionado su relación.
Y luego estaba Anthony, su viejo amigo, que ahora también se encontraba en su propio camino, probablemente alejado por las mismas razones que él. Aunque habían compartido muchas batallas y vivencias juntos, los deberes de la guerra les habían alejado sin quererlo. Lincoln sabía que Anthony debía estar en alguna parte, luchando por la misma causa, pero no tenía forma de saber cómo estaba o qué estaba pasando en su vida. Ese vacío de comunicación lo atormentaba más de lo que quería admitir.
En las noches, después de que su equipo de clones se iba a descansar y el campamento se llenaba de un silencio inquietante, Lincoln se sentaba en su cama, mirando las estrellas desde la ventana. En esos momentos de quietud, sentía que algo faltaba en su vida. A pesar de todo lo que había logrado, de todo el respeto que había ganado, sentía que parte de su alma seguía buscando algo más. Y no era solo la guerra lo que lo mantenía ocupado, era la falta de contacto con aquellos que alguna vez fueron como su familia.
Los clones lo respetaban y seguían sus órdenes con devoción, pero él sabía que algo dentro de él había cambiado. Ya no compartía esos momentos de aprendizaje con los padawans. Ya no estaba junto a Ahsoka, ni a Anthony, ni compartiendo la camaradería que sentía al ser un joven Jedi entre otros jóvenes Jedi. Ahora, todo lo que quedaba era su rol como líder de escuadrón y la misión interminable de asegurar la victoria de la República.
En medio de la oscuridad de la guerra, Lincoln deseaba poder conectarse nuevamente con aquellos que realmente lo conocían, aquellos con quienes compartió un vínculo más allá de las batallas. Sin embargo, el deber siempre parecía anteponerse, y la guerra seguía reclamando su tiempo, separándolo de lo que más apreciaba.
Lincoln: (murmurando mientras observa las estrellas) ¿Dónde estarán todos ahora? ¿Ahsoka, Anthony... todos los demás?
Aunque lo ocultaba bajo su rol de comandante y la fachada de un líder indestructible, había momentos en los que se sentía profundamente solo. La guerra había tomado mucho de él, y a veces, esa sensación de vacío lo llenaba más que cualquier victoria o hazaña.
Pero no podía rendirse. La República dependía de él, y había una razón por la que se había convertido en el líder que era. Los recuerdos de su pasado y las relaciones que había formado seguían siendo su motivación para seguir adelante. Al final, aunque los momentos felices del pasado parecían inalcanzables, Lincoln sabía que alguna vez, tal vez, habría una oportunidad para sanar esas viejas heridas, para volver a conectar con aquellos que había perdido en el camino.
Lincoln avanzaba lentamente por las abarrotadas calles de Coruscant, sintiendo el peso de la noche sobre sus hombros. A su alrededor, el resplandor de los neones iluminaba la metrópolis infinita, reflejándose en los metales oxidados de los edificios del nivel inferior. Vehículos aéreos surcaban el cielo con un zumbido mecánico, mientras los habitantes de la ciudad capital se movían en todas direcciones, ajenos a la guerra que azotaba la galaxia.
Era extraño estar aquí sin su escuadrón, sin la disciplina de los clones o la presencia firme de la Maestra Secura. Por primera vez en mucho tiempo, se sentía completamente solo. Desde que asumió el mando de su unidad, su vida se había vuelto un ciclo interminable de misiones y estrategias militares, alejándolo de su entrenamiento Jedi y de los amigos con los que solía compartir su tiempo. Ahsoka, Anthony, los demás padawans... hacía semanas que no hablaba con ellos. Todo lo que tenía ahora eran soldados. No le desagradaba, pero una parte de él se preguntaba en qué se estaba convirtiendo.
Suspiró, acomodándose la túnica y continuando su camino. No tenía un destino en mente. Solo buscaba algo que lo hiciera sentir útil fuera del campo de batalla.
Entonces, lo sintió.
Su instinto Jedi se activó de inmediato. A través del bullicio de la multitud y el murmullo de las conversaciones, percibió una perturbación, un indicio de peligro que lo obligó a detenerse. Escuchó una voz áspera y amenazante proveniente de un callejón cercano.
Con precaución, giró la cabeza y sus ojos se enfocaron en la escena.
Un Rodiano corpulento tenía a alguien acorralado contra una pared sucia y agrietada. La luz rojiza de un holograma parpadeante iluminaba su rostro agresivo mientras levantaba un puño, listo para golpear a su víctima.
Lincoln frunció el ceño y dio un paso más cerca, permitiéndose ver mejor a la persona atrapada.
Su corazón se detuvo un instante.
Era Ronnie Anne.
El impacto de su presencia lo golpeó con más fuerza de la que esperaba.
Los recuerdos volvieron de golpe: la persecución, la traición, el momento en que casi lo matan por su culpa. Había trabajado con criminales, pero no por elección. Su hermano Bobby había sido secuestrado, y ella había hecho lo que creyó necesario para salvarlo. Aún así, su participación en aquel caos casi le costó la vida a Lincoln.
Respiró profundo, alejando el pasado de su mente. No importaba ahora. Lo que tenía frente a él era una chica en peligro.
No iba a quedarse de brazos cruzados.
El Rodiano alzó el puño y Lincoln actuó.
Sin hacer ruido, sacó un pequeño saco de créditos de su cinturón y lo hizo sonar, llamando la atención del agresor.
Lincoln: Aquí tienes algo por tus problemas, ¿por qué no te largas y te compras algo bonito?
El Rodiano giró la cabeza y lo observó con una expresión de desprecio.
Rodiano: ¿Crees que unos míseros créditos van a hacer que me olvide de esto, chico?
Lincoln no respondió de inmediato. En lugar de eso, apartó levemente su túnica, dejando que la luz azul de Coruscant reflejara en el metal pulido de los dos sables de luz colgados en su cinturón. No los tocó, pero no tenía que hacerlo. El Rodiano entendió el mensaje.
Lincoln: (con una sonrisa fría) No me hagas repetirlo.
El Rodiano apretó la mandíbula, molesto, pero no era estúpido. No iba a enfrentarse a un Jedi. Lanzó un último gruñido de frustración, tomó los créditos con brusquedad y se alejó, desapareciendo entre la multitud.
Lincoln se quedó de pie unos segundos, observando cómo Ronnie Anne se acomodaba la chaqueta con un suspiro de alivio. La miró de reojo y, sin decir una palabra, dio media vuelta y siguió caminando.
Sin embargo, no llegó muy lejos antes de escuchar pasos apresurados detrás de él.
Ronnie Anne: ¿Así que ahora eres un héroe callejero, Lincoln?
Él rodó los ojos y no se detuvo.
Lincoln: Solo ayudé porque quise. No creas que esto cambia nada.
Ella aceleró el paso hasta quedar a su lado, caminando junto a él como si fueran viejos amigos.
Ronnie Anne: Vamos, ¿de verdad me vas a ignorar después de tanto tiempo?
Lincoln se detuvo de golpe, lo que la obligó a frenar en seco. Se giró hacia ella con una mirada seria, cruzándose de brazos.
Lincoln: Después de todo lo que pasó, dime por qué no debería.
Ronnie Anne sostuvo su mirada. No había miedo en sus ojos, ni rastro de la chica acorralada de hace unos minutos.
Ronnie Anne: Porque si realmente quisieras ignorarme, no me habrías salvado.
Lincoln no respondió de inmediato. Apretó la mandíbula, sintiendo cómo esa afirmación se clavaba en su mente como una verdad incómoda.
Tenía razón.
Pero eso no significaba que estuviera listo para perdonarla.
Lincoln suspiró con frustración mientras aumentaba el paso, esperando que Ronnie Anne entendiera la indirecta y lo dejara en paz. No tenía ganas de compañía, mucho menos de alguien como ella, que siempre parecía encontrar la forma de meterse en problemas. Sin embargo, para su mala suerte, la chica latina seguía caminando justo detrás de él, manteniendo el ritmo con una facilidad irritante.
El bullicio del mercado los envolvía. Mercaderes gritaban ofreciendo sus productos, droides flotaban con anuncios holográficos, y el aroma a comida especiada se mezclaba con el hedor del aceite de motor y la chatarra caliente. Lincoln intentaba ignorarla, concentrándose en encontrar la mejor ruta de salida de aquel sector de la ciudad.
Pero Ronnie Anne no se iba.
Lincoln: (sin voltear) ¿Por qué me sigues?
Ronnie Anne: (con un encogimiento de hombros) ¿Quién dijo que te estoy siguiendo? Vamos en la misma dirección.
Lincoln se detuvo de golpe, obligándola a hacer lo mismo. Se giró para mirarla con escepticismo.
Lincoln: Ya dime la verdad, ¿por qué me estás siguiendo?
Ronnie Anne exhaló con fastidio, como si la pregunta fuera innecesaria.
Ronnie Anne: Porque si me ven con un Jedi, me evito problemas.
Lincoln arqueó una ceja, claramente irritado.
Lincoln: (cruzándose de brazos) Para eso es fácil, deja de joder a la gente.
Ronnie Anne: (con una risa sarcástica) Ojalá fuera tan sencillo.
Lincoln rodó los ojos y decidió que no valía la pena seguir discutiendo. No tenía tiempo ni paciencia para esto. Sin decir nada más, giró sobre sus talones y retomó su camino entre la multitud.
A medida que avanzaba, esquivando a transeúntes y vendedores ambulantes, notó un destello rojizo a su derecha. Pegado a la pared metálica de un viejo local de reparaciones, un cartel holográfico parpadeaba con la imagen de un rostro conocido.
El Rodiano de hace un momento.
Su rostro deforme y su ceño fruncido estaban acompañados de una cifra considerable de créditos como recompensa. "Se busca: vivo o muerto", decía el texto en aurabesh. Lincoln frunció el ceño y miró de reojo a Ronnie Anne, que también había notado el cartel y desvió la mirada con evidente incomodidad.
Lincoln: (con voz firme) Es por eso que te estaban golpeando, ¿verdad?
Ronnie Anne se quedó en silencio.
Lincoln: (más serio) Querías reclamar la recompensa y él no te la iba a dejar tan fácil.
Ronnie Anne suspiró, pasándose una mano por el cabello.
Ronnie Anne: (murmurando) Algo así...
Lincoln negó con la cabeza.
Lincoln: (molesto) ¿En serio? ¿Sigues metida en este tipo de cosas?
Ronnie Anne: (mirándolo con dureza) No todos tenemos el lujo de vivir como Jedi, Lincoln. No todos tenemos clones a nuestra disposición ni templos que nos protejan. Algunos tenemos que sobrevivir como podemos.
Lincoln la miró fijamente, tratando de ignorar el peso de sus palabras. Parte de él sabía que lo que decía tenía sentido, pero no estaba dispuesto a dejarla salir impune.
Lincoln: Sobrevivir no es lo mismo que venderte por unos cuantos créditos.
Ronnie Anne: (cruzándose de brazos) Y tú, ¿qué? ¿Solo ayudas a la gente cuando te conviene?
Lincoln apretó la mandíbula.
Había algo en esa conversación que lo hacía sentir incómodo. Como si estuviera viendo una versión de sí mismo que no quería reconocer. Había estado en situaciones difíciles, había tomado decisiones cuestionables, y aunque se consideraba alguien que luchaba por la justicia, sabía que su moralidad no siempre había sido impecable.
Un ruido fuerte interrumpió el tenso silencio entre ellos.
Desde un callejón cercano, una figura encapuchada salió disparada, chocando contra un puesto de frutas exóticas y derribándolo. El vendedor gritó indignado mientras la figura rodaba por el suelo y se ponía de pie con agilidad felina.
El Rodiano.
Su mirada desesperada se posó en ellos por un breve instante antes de volver a correr.
Lincoln y Ronnie Anne intercambiaron una mirada rápida.
Lincoln: (con un suspiro) No me digas que quieres ir tras él...
Ronnie Anne: (sonriendo de lado) ¿Qué? ¿No quieres ganarte un par de créditos fáciles?
Lincoln resopló, pero su mano ya estaba cerca de su sable de luz.
Ronnie Anne salió corriendo.
Y, contra su mejor juicio, Lincoln la siguió.
La persecución se desató con una rapidez imparable. Ronnie Anne, con su agilidad innata, comenzó a saltar de puesto en puesto, avanzando con destreza por el abarrotado mercado, evitando que las mercancías caídas y los transeúntes la detuvieran. Su objetivo era claro: atrapar al Rodiano a toda costa. Él, al notar la presencia de un Jedi, sabía que tenía pocas opciones y que debía correr lo más rápido posible si quería escapar con vida.
El Rodiano corrió a través de los pasillos entre los edificios, buscando desesperadamente una salida. Sin embargo, no contaba con la velocidad y la astucia de sus perseguidores.
Lincoln, viendo la carrera que se desataba frente a él, no perdió tiempo. Con un movimiento rápido, encendió sus sables de luz, el rojo carmesí y el esmeralda, brillando intensamente bajo la luz artificial del mercado. Con la fuerza del lado oscuro y su entrenamiento Jedi, saltó alto, impulsándose hacia adelante con una velocidad que desbordaba cualquier esperanza de que el Rodiano pudiera huir sin consecuencias.
El Rodiano, viendo que sus intentos de escapar por tierra eran inútiles, sacó su blaster y comenzó a disparar con furia hacia Lincoln, buscando deshacerse de él antes de que el Jedi lo alcanzara. Pero Lincoln, confiado en la protección de sus sables, movió ambos con precisión perfecta. El sable rojo bloqueó el primer disparo, el esmeralda desvió el siguiente, y los siguientes proyectiles fueron repelidos de manera tan efectiva que el Rodiano tuvo que retroceder en su huida.
Sin embargo, la velocidad de la persecución no cedió. El Rodiano se adentró rápidamente en una calle donde un speeder estacionado parecía ser su salvavidas. Sin pensarlo dos veces, saltó al vehículo y lo arrancó, acelerando a toda velocidad para evadir a sus perseguidores.
Lincoln no dudó ni un segundo. En un movimiento fluido, utilizó la Fuerza para lanzar a Ronnie Anne hacia un lado de un puesto cercano. Ella aterrizó de manera perfecta, levantándose con rapidez, y vio cómo Lincoln utilizaba su propia velocidad y habilidades para perseguir al Rodiano con una facilidad inhumana.
Con un rápido giro, Lincoln se acercó a una moto deslizador estacionada, y con un impulso de la Fuerza, la arrancó del suelo. El motor rugió mientras la moto tomaba velocidad, avanzando a una rapidez letal para seguir el rastro del Rodiano. La moto de deslizamiento cortaba el aire con tal fuerza que la multitud a su alrededor se apartaba rápidamente, abriendo espacio para el corredor.
Ronnie Anne, sin pensarlo dos veces, saltó y se sentó detrás de Lincoln. Apenas se acomodó, sacó su blaster, apuntando directamente al Rodiano que aceleraba hacia una calle más vacía.
Ronnie Anne: (gritando mientras apuntaba) ¡No dejes que escape!
Lincoln, con una mirada decidida, no respondió. Sin embargo, su mano se movió con rapidez hacia el control de la moto, utilizando la Fuerza para maniobrar con precisión. La moto deslizó por las calles a gran velocidad, superando obstáculos, frenando justo cuando las paredes parecían acercarse demasiado.
El Rodiano miró por el retrovisor de su speeder y vio la moto deslizadora acercándose rápidamente, la figura del Jedi inconfundible detrás de él. Desesperado, intentó girar por una calle estrecha con la esperanza de perderlos, pero lo que no sabía era que Lincoln y Ronnie Anne estaban dispuestos a todo para capturarlo.
Ronnie Anne disparó su blaster con habilidad, apuntando a las ruedas del speeder para reducir su velocidad y obligar al Rodiano a detenerse. Los disparos fueron certeros, pero el Rodiano, aún con su ventaja en velocidad, intentaba evadirlos mientras se mantenía firme en su intento de escapar. Sin embargo, sabían que cada segundo que pasaba, la caza se acercaba más a su final.
Lincoln: (hablando en voz baja) No tienes a dónde ir, Rodiano. Esto acaba aquí.
Con un giro rápido y hábil, Lincoln tomó la delantera, adelantando al speeder y bloqueando la salida del Rodiano. La moto deslizadora frenó bruscamente, haciendo que el Rodiano tuviera que detenerse por completo.
Ronnie Anne, con la mirada fría, apuntó su blaster directamente hacia él.
Ronnie Anne: (con una sonrisa burlona) ¿Lo ves? No siempre hace falta ser Jedi para conseguir lo que se quiere.
El Rodiano levantó las manos en señal de rendición, pero su mirada aún estaba llena de rabia. A pesar de la situación, no parecía dispuesto a dejar que su destino se decidiera tan fácilmente.
La noche había caído y el mercado estaba más tranquilo. Las luces de neón parpadeaban débilmente, iluminando las calles y reflejándose en los charcos que quedaban de la lluvia reciente. Lincoln, después de una larga jornada de persecución, estaba de pie junto a la entrada de un bar oscuro y apartado, un lugar donde los caza recompensas de toda la galaxia se reunían para compartir historias y repartir botines. Ronnie Anne acababa de salir del lugar, con una sonrisa de satisfacción en su rostro y un saco lleno de créditos en la mano.
Se acercó a Lincoln, quien la observaba con una expresión impasible.
Ronnie Anne: (emocionada) Aquí tienes, mitad de los créditos por el Rodiano, tal como prometí. No te preocupes, no he tomado nada para mí. (extendiendo la bolsa) Sabía que te lo merecías.
Lincoln la miró un momento antes de tomar la bolsa sin decir una palabra. Sabía que no era más que una fracción del dinero que el Rodiano habría generado, pero no le importaba. El pago no era lo que lo movía, y eso era lo que había hecho enojar a Ronnie Anne en varias ocasiones.
Ronnie Anne, aún sonriendo, dio un paso hacia él, su entusiasmo evidente.
Ronnie Anne: (con una mirada de complicidad) Oye, ¿te das cuenta de lo bien que trabajamos juntos? Hicimos un excelente equipo, ¿verdad? ¡Podríamos hacerlo más seguido! Creo que formaríamos una gran dupla. ¿Qué opinas? ¡Seríamos imparables!
Lincoln la miró fijamente, con una calma que solo él parecía tener en medio del bullicio galáctico. Cerró la bolsa con los créditos y, sin mirarla directamente, se pasó una mano por el cabello.
Lincoln: (serio) No va a pasar. Soy un Jedi, no un caza recompensas. No lo hago por dinero ni por fama. Solo te ayudé porque lo que hacías no tenía nada que ver con lo que creo, y me pareció lo correcto.
Ronnie Anne, sorprendida por la respuesta y un tanto frustrada, lo observó con incredulidad. Había esperado una respuesta más entusiasta, algo que al menos indicara que él estaba dispuesto a continuar con la colaboración.
Ronnie Anne: (algo molesta) ¿En serio? ¿Eso es todo? ¡Pensé que al menos podíamos disfrutar de un buen trabajo juntos! ¡Ni siquiera lo consideras!
Lincoln, sin dar señales de arrepentimiento, se dio la vuelta y comenzó a caminar hacia la oscuridad de la calle. Su voz, firme y tranquila, flotó en el aire mientras se alejaba.
Lincoln: (sin volverse) Te ayudé porque quería, pero eso no significa que quiera seguir involucrándome en tu mundo. Cada uno tiene su camino, Ronnie Anne. El mío no es ese.
Ronnie Anne, parada allí con los brazos cruzados y la frustración creciendo dentro de ella, vio cómo Lincoln se alejaba. Por un momento, pensó en seguirlo, interrumpir su marcha y tratar de convencerlo de nuevo. Pero sabía que, al igual que los Jedi con los que había cruzado caminos, Lincoln no era fácil de persuadir.
Con un suspiro, su sonrisa se desvaneció, y la joven se quedó allí, mirando cómo Lincoln se adentraba en la noche, su figura encapuchada perdiéndose entre las sombras. Sin decir una palabra más, Ronnie Anne apretó los dientes y se dio la vuelta, caminando de regreso al bar.
Ronnie Anne: (para sí misma, molesta) No es la última vez que lo intento...
La noche en el templo Jedi estaba tranquila, con solo el leve zumbido de los generadores de energía y la brisa nocturna recorriendo los pasillos de piedra. Lincoln, después de un día agotador, descansaba en su habitación, con sus sables colocados en la mesa cercana. B1, su droide ex-separatista, estaba en modo de reposo, su sistema desactivado temporalmente para evitar cualquier interferencia. Todo parecía en calma.
Hasta que la silueta apareció.
Deslizándose en la penumbra, la figura encapuchada avanzó con sigilo, asegurándose de no emitir ningún sonido que pudiera alertar al Jedi. Sus ojos se posaron en los sables de Lincoln. Lentamente, su mano se extendió y tomó el sable de color esmeralda, alzándolo en el aire. Con un chasquido, la hoja de energía se encendió, iluminando la habitación con un resplandor verde.
El zumbido de la hoja activada fue suficiente para despertar a Lincoln.
Sus reflejos entrenados entraron en acción de inmediato. Sin abrir completamente los ojos, extendió su mano y llamó a su sable rojo carmesí con la Fuerza. La empuñadura voló hacia él, encendiéndose en el aire, y con apenas unos segundos de margen, logró bloquear el golpe descendente del intruso.
¡CLASH!
Las chispas volaron cuando ambas hojas de energía chocaron. Lincoln ahora estaba completamente despierto, sus ojos centelleando con furia y confusión. Sin perder tiempo, canalizó la Fuerza en su mano libre y, con un poderoso empujón, lanzó al agresor hacia la puerta de su habitación, destrozándola en el proceso. La figura chocó contra la pared del pasillo y cayó al suelo, rodando con agilidad antes de incorporarse.
Lincoln: (serio) ¿Quién eres y qué estás haciendo aquí?
El intruso no respondió. En cambio, giró sobre sus talones y corrió a toda velocidad por el pasillo. Lincoln apretó los dientes y activó su comunicador mientras comenzaba la persecución.
Lincoln: (urgente) ¡Violación de seguridad! ¡Intruso en el templo, repito, intruso en el templo!
Las alarmas comenzaron a sonar, y varios guardias Jedi se movilizaron de inmediato para bloquear las salidas. Lincoln, con su velocidad mejorada por la Fuerza, se movía entre los pasillos oscuros con agilidad, cerrando la distancia entre él y su enemigo.
El agresor llegó a una intersección donde dos guardias del templo, armados con sables dorados, le cortaron el paso. Sin vacilar, la figura encapuchada sacó dos cuchillos de su cinturón y, con una precisión mortal, los lanzó directamente a los Jedi. Uno de los cuchillos se clavó en la garganta del primer guardia, mientras que el otro atravesó el pecho del segundo. Ambos cayeron al suelo, sus cuerpos inertes iluminados por el resplandor de sus sables.
El intruso se inclinó y tomó el sable dorado de uno de los caídos.
Lincoln: (enfurecido) ¡Maldito!
Su furia lo impulsó hacia adelante, atacando con fuerza. El intruso apenas tuvo tiempo de levantar el sable dorado para bloquear el golpe de Lincoln. La intensidad del impacto hizo que los suelos vibraran. Ambos guerreros intercambiaron una serie de ataques rápidos, sus sables creando destellos de luz en la penumbra del templo.
El intruso no era un novato. Sus movimientos eran calculados y precisos, cada golpe buscando una abertura en la defensa de Lincoln. Su habilidad con el sable láser era evidente: no solo bloqueaba con precisión, sino que contraatacaba con una agresividad que Lincoln rara vez había visto.
Lincoln, sin embargo, no era fácil de vencer. Su dominio de la Forma V y la influencia de su entrenamiento con los Vaqueros le daban una ventaja en combate cuerpo a cuerpo. A cada embate del intruso, respondía con una fuerza abrumadora, empujándolo hacia atrás con cada choque de sus sables.
Lincoln: (desafiante) ¡No tienes escapatoria! ¡Ríndete ahora!
El agresor no dijo una palabra. En su lugar, giró su sable dorado en un ángulo bajo, tratando de desestabilizar la postura de Lincoln. El Jedi lo esquivó con agilidad, saltando hacia atrás y usando la Fuerza para lanzar una onda de energía que hizo que el intruso se deslizara unos metros atrás.
Pero, en lugar de continuar el combate, el atacante aprovechó el impulso para retroceder más y lanzó una bomba de humo. En cuestión de segundos, el pasillo se llenó de una niebla densa.
Lincoln: (furioso) ¡No vas a escapar!
Saltó a través del humo con los sables listos, pero cuando aterrizó en el otro lado, el intruso ya no estaba.
Las alarmas seguían sonando, y más guardias llegaban al lugar, pero el atacante se había desvanecido en la oscuridad.
Lincoln apretó los puños con frustración, apagando sus sables. Sabía que esto no había terminado. Había algo más detrás de este ataque, y tenía que descubrirlo antes de que el enemigo volviera a intentarlo.
Las primeras luces del amanecer apenas comenzaban a filtrarse por los ventanales del templo cuando los soldados clones terminaron de asegurar el área. El sonido metálico de sus pasos resonaba en el pasillo mientras retiraban los cuerpos de los dos guardias caídos. Sus rostros permanecían ocultos tras los cascos, pero Lincoln podía sentir el peso del momento en el aire.
A pesar de la formación impecable y la disciplina del ejército clon, había una sensación de tensión flotando entre los presentes. No era solo la pérdida de dos hermanos de armas, sino el hecho de que un enemigo desconocido había logrado infiltrarse en uno de los lugares más resguardados de la Orden Jedi y había escapado con vida.
Lincoln estaba de pie en medio de la escena, con los brazos cruzados y la mirada fija en el suelo. Su mente aún procesaba lo sucedido. Se odiaba a sí mismo por no haber sido más rápido, por no haber leído los movimientos de su enemigo con mayor claridad. Si hubiera estado más alerta, esos dos guardias seguirían vivos.
Dos vidas perdidas porque no fue lo suficientemente rápido.
Apretó los puños con rabia contenida, sintiendo la fría empuñadura de sus sables aún en su cinturón. Podía escuchar los susurros de algunos de los Jedi y soldados a su alrededor. Aunque nadie lo decía en voz alta, Lincoln sabía lo que estaban pensando.
"¿Cómo fue que el intruso llegó tan lejos?"
"¿Por qué Lincoln fue su objetivo?"
"¿Podemos confiar en él después de esto?"
El silencio incómodo fue roto por una voz familiar.
Ahsoka: (con preocupación) Lincoln... ¿estás bien?
Él levantó la vista y vio a Ahsoka Tano de pie a unos metros de él. Su expresión reflejaba una mezcla de preocupación y cautela. Lincoln había compartido misiones con ella en el pasado, y aunque no eran los mejores amigos, ambos se respetaban como guerreros.
Lincoln: (susurrando) No lo sé...
Ahsoka se acercó un poco más, inclinándose levemente para tratar de encontrar su mirada.
Ahsoka: (suave) Esto no fue tu culpa.
Lincoln cerró los ojos por un momento y respiró hondo.
Lincoln: (serio) Sí lo fue. Fui demasiado lento... y ahora dos Jedi están muertos.
Ahsoka observó la expresión endurecida de Lincoln. Sabía que él era alguien que cargaba cada fracaso como un peso sobre sus hombros. Era una de las razones por las que, a pesar de ser un Jedi, no encajaba del todo en la Orden.
Antes de que pudiera decir algo más, un soldado clon se acercó a ambos. Su armadura blanca tenía algunas marcas de desgaste, y el símbolo de la 501ª brillaba en su hombrera. En su mano sostenía un pequeño dispositivo cilíndrico con una luz azul titilante.
Soldado Clon: (con firmeza) General, encontramos esto en el pasillo. Parece que el atacante lo dejó caer cuando escapaba.
Lincoln extendió la mano y tomó el dispositivo. Ahsoka se inclinó ligeramente para verlo mejor.
Ahsoka: (extrañada) Es un holopuck de recompensa...
Lincoln frunció el ceño y encendió el dispositivo. Una proyección holográfica apareció en el aire frente a ellos. Era la imagen de Lincoln, con su túnica desgastada y sus dos sables láser colgados de su cinturón. Junto a la imagen, parpadeaban en letras doradas las palabras que hicieron que el estómago de Lincoln se hundiera.
RECOMPENSA: 500,000 CRÉDITOS – VIVO O MUERTO
El rostro de Lincoln se endureció mientras leía las palabras una y otra vez.
Ahsoka: (susurrando) Por la Fuerza...
El soldado clon también se quedó en silencio, esperando órdenes, pero era evidente que la información le sorprendía. Lincoln apagó el holopuck y cerró los ojos por un momento, intentando calmar su mente.
Lincoln: (con voz baja) Ahora todo tiene sentido...
Ahsoka: (con incredulidad) ¿Quién pondría semejante precio por ti?
Lincoln: (con frialdad) Alguien que quiere verme muerto.
Se dio la vuelta y comenzó a caminar hacia la entrada principal del templo, con Ahsoka siguiéndolo de cerca.
Ahsoka: (insistente) Lincoln, esto es grave. Si hay una recompensa por ti, significa que todos los cazarrecompensas de la galaxia van a venir tras de ti. No puedes ignorar esto.
Lincoln: (serio) No lo estoy ignorando. Solo estoy pensando en quién pudo haberlo hecho.
Ahsoka cruzó los brazos, su mente trabajando rápidamente.
Ahsoka: (analizando) Tienes muchos enemigos, Lincoln. Has enfrentado a cazarrecompensas antes, pero esto es diferente. 500,000 créditos es mucho dinero... eso significa que quienquiera que haya puesto esta recompensa, te quiere muerto de verdad.
Lincoln se detuvo en seco.
Lincoln: (susurrando) O me quiere capturado...
Ahsoka se tensó.
Ahsoka: (mirándolo) ¿Crees que esto sea algo personal?
Lincoln: (con tono sombrío) No lo sé... pero voy a averiguarlo.
Ahsoka lo miró fijamente por un momento. Sabía que Lincoln tenía una manera muy diferente de ver las cosas. A diferencia de muchos Jedi, él no tenía miedo de tomar medidas extremas cuando era necesario. Y eso la preocupaba.
Ahsoka: (seria) Lo que sea que planees hacer... no lo hagas solo.
Lincoln no respondió de inmediato. Se limitó a mirar el holopuck en su mano una vez más antes de guardarlo en su cinturón.
Lincoln: (con una leve sonrisa irónica) No te preocupes, Ahsoka. No planeo morir todavía.
Sin decir más, continuó caminando por el pasillo. Sabía que esto solo era el comienzo. Alguien lo quería fuera del tablero, y no iba a detenerse hasta descubrir quién estaba detrás de esto.
Porque si los cazarrecompensas iban a venir por él... él también iría por ellos.
La música en el bar resonaba en el aire, un compás rítmico que se mezclaba con las voces de los clientes y el tintinear de los vasos. La atmósfera era tensa pero relajada, llena de la habitual mezcla de traficantes, cazadores y personajes de todo tipo que se mezclaban entre las sombras. En una esquina, Ronnie Anne estaba sentada, con un vaso de bebida en la mano, discutiendo las condiciones de su próximo trabajo con un hombre robusto de piel curtida y rostro maltratado por las cicatrices. Este hombre era un contratista de cazarrecompensas, un individuo de pocas palabras y de peores intenciones.
Contratista: (con tono grave) El objetivo es un Weequay viejo, se esconde en las afueras de Corellia. Tiene una recompensa considerable, pero... (hace una pausa, con una sonrisa sádica) Es astuto. Tendrás que ser más astuta que él, si quieres cobrar.
Ronnie Anne: (tomando un sorbo de su bebida, confiada) No te preocupes, conozco bien el negocio. Nadie escapa de mí.
De repente, un sonido seco interrumpió la conversación. Un holopuck fue estrellado sobre la mesa, desmoronando la poca calma que quedaba en el ambiente. Ronnie miró hacia arriba, sorprendida, solo para encontrar a un hombre que se había plantado frente a ella.
El hombre era alto, con una presencia imponente. Su túnica Jedi no dejaba dudas sobre su identidad. Lincoln. Los ojos de Ronnie se abrieron con sorpresa y algo de incomodidad al reconocerlo de inmediato.
Contratista: (gruñendo) ¿Qué haces aquí, Jedi? Este es un asunto privado.
Pero antes de que pudiera hacer algo, una ráfaga de energía invadió el ambiente. Lincoln levantó la mano con calma, y, sin mover un dedo más, el contratista se levantó del suelo de manera inexplicable, suspendido en el aire por la fuerza de la mano del Jedi. El hombre luchó por liberarse, pero no podía. Lincoln lo lanzó hacia un grupo de músicos que tocaban en una esquina del bar, causando que los instrumentos se desmoronaran con un estruendo.
El bar entero se sumió en el caos. Los clientes se apartaron rápidamente, mientras el contratista se quejaba de dolor y se levantaba del suelo.
Lincoln: (con tono firme) Estás fuera de lugar, amigo.
Ronnie observaba la escena en silencio, sin moverse, hasta que finalmente Lincoln se giró hacia ella, mirando fijamente su rostro. Con una mano, él tomó el holopuck que había dejado en la mesa, la recompensa de alguien por su captura. La proyección holográfica apareció frente a ella, mostrándole la imagen de Lincoln, con el precio de la recompensa claramente visible: 500,000 créditos.
Lincoln: (mirándola fijamente) Sabías que me estaban cazando, ¿verdad?
Ronnie, visiblemente nerviosa, intentó ocultar su incomodidad con una sonrisa tensa. Su mano se desvió hacia su bolsillo, y su rostro se endureció.
Ronnie: (tratando de parecer despreocupada) ¿De qué hablas? No sé de qué estás...
Antes de que pudiera terminar, Lincoln se movió rápidamente. Usando la Fuerza, apretó su mano contra el bolsillo de Ronnie, sintiendo la forma de un holopuck. Con un simple movimiento, lo sacó de su bolsillo y lo desactivó. La imagen que apareció en el holopuck fue clara y sin rodeos. En ella, nuevamente, estaba Lincoln, pero esta vez el precio estaba mucho más alto: 1,000,000 de créditos.
Ronnie intentó disimular, pero su rostro traicionó la verdad. Lincoln, sin soltar el holopuck, lo sostuvo frente a ella, sus ojos penetrantes como una daga.
Lincoln: (con voz grave) Cuántas personas más me están cazando, Ronnie. ¿Cuántos más están buscando mi cabeza?
Ronnie intentó no ceder, pero sabía que Lincoln no era un tonto. Había estado jugando con fuego, pero ahora se encontraba en el centro de la tormenta. Su respiración se agitó un poco al darse cuenta de que no había forma de salir de esta sin enfrentar las consecuencias de sus acciones.
Ronnie: (con voz nerviosa, forzando una sonrisa) Yo... no sabía que esto fuera tan serio. Algunos... algunos me pidieron información. Pero no creí que llegara tan lejos.
Lincoln apretó su agarre sobre el holopuck, la presión en su mano era suficiente para mostrarle a Ronnie que no podía seguir mintiendo.
Lincoln: (frío y calculador) No me mientas. Yo sé cómo funciona esto. ¿Cuántos más están después de mí?
Ronnie mordió su labio inferior, buscando una salida, pero sabía que el Jedi no iba a soltarla hasta que obtuviera las respuestas que quería.
Ronnie: (finalmente cediendo) Hay más. Muchos más. La recompensa por ti está creciendo, Lincoln. Los cazarrecompensas de toda la galaxia están al tanto de tu cabeza. No solo cazarrecompensas independientes, también las facciones. Hay contratos de todos lados, desde los Hutts hasta la Alianza Separatista. Todos te quieren muerto o capturado...
Lincoln la observó con frialdad. La Fuerza que emanaba de él era palpable, y Ronnie podía sentirla como una presión en su pecho. La verdad era clara, y no podía evitarlo. Lincoln ya no era un simple objetivo. Había algo más grande detrás de todo esto. Alguien muy poderoso había puesto una recompensa sobre él, y esa red era mucho más amplia de lo que ella había imaginado.
Lincoln: (con tono bajo, casi como un susurro) ¿Quién está detrás de todo esto, Ronnie? ¿Quién me quiere fuera del mapa?
Ronnie no respondió inmediatamente. Su mente trabajaba a toda velocidad, procesando la información y evaluando sus opciones. Pero Lincoln sabía que ella sabía mucho más de lo que estaba dispuesta a admitir.
Ronnie: (finalmente) No sé... Solo soy la intermediaria, Lincoln. No tengo todas las respuestas. Pero lo que puedo decirte es que esta vez no es solo un cazarrecompensas cualquiera. Hay poder detrás de todo esto. Alguien que realmente quiere verte muerto.
Lincoln observó a Ronnie por un largo momento, evaluando sus palabras, y luego, finalmente, guardó el holopuck en su cinturón. No confiaba completamente en ella, pero la información que le había dado era valiosa.
Lincoln: (con voz fría) Esto no se acaba aquí. No importa quién esté detrás de esto. Voy a dar con él.
Ronnie lo miró, sabiendo que había algo más en su mirada. El Jedi no se iba a detener hasta resolver este misterio, y eso significaba que todo lo que ella sabía se convertiría en un asunto de vida o muerte.
La atmósfera en el bar seguía cargada de tensión mientras Lincoln se giraba y comenzaba a caminar hacia la salida, dejando a Ronnie Anne con la sensación de que sus decisiones acababan de poner en marcha una cadena de eventos mucho más grande de lo que había anticipado.
Al salir del bar, Lincoln sintió el aire fresco de la noche chocar contra su rostro. B1, el droide, estaba a su lado, preparado para partir. Sin embargo, antes de que pudieran dar más de un paso, una serie de blasters comenzaron a disparar desde las sombras. Los destellos de luz iluminaban la oscuridad mientras varias figuras encapuchadas y con rostros ocultos sacaban sus armas y abrieron fuego contra ellos.
Lincoln reaccionó al instante. Usando su agilidad Jedi, desvió los disparos con sus dos sables de luz: el rojo carmesí y el esmeralda, ambos brillando con intensidad. Los disparos se encontraban con el resplandor de los sables, chispas y destellos iluminando el aire, pero la lluvia de balas era imparable.
B1, con su blaster en mano, no dudó ni un segundo. Comenzó a disparar de manera precisa, desintegrando a varios de los atacantes con su puntería automática. Su brazo se movía como si fuera un rifle de precisión, no perdiendo oportunidad para neutralizar a aquellos que se atrevían a acercarse.
Sin embargo, pronto fue evidente que no estaban siendo atacados solo por unos pocos. La multitud de cazarrecompensas que se había reunido en las sombras era mucho mayor de lo que Lincoln había anticipado. Uno tras otro, se iban sumando al enfrentamiento, disparando desde las esquinas, entre las mesas del bar y desde los rincones más oscuros de la calle.
Lincoln, aunque perfectamente entrenado, se encontraba rodeado, pero no retrocedió. Sus ojos se enfocaron con furia y determinación, no solo porque le estuvieran atacando, sino porque el calor de la batalla estaba comenzando a encender una rabia en él. En su mente, no solo eran cazarrecompensas comunes los que intentaban detenerlo: muchos de ellos habían venido a cobrar la recompensa por su cabeza, y Lincoln no iba a permitir que nadie se interpusiera en su camino.
De repente, uno de los atacantes, que parecía ser el líder de la banda, lanzó un grito que cortó el caos de la batalla.
Líder de los cazarrecompensas: (gritando) ¡Ese Jedi es mío! ¡Es mi recompensa!
Un murmullo recorrió la multitud de cazadores, y todos se apartaron ligeramente para darle paso al hombre que se acercaba con determinación. Al verlo, Lincoln frunció el ceño. Era el mismo hombre que había intentado matarlo mientras descansaba en el templo. Su presencia era casi tan amenazante como la que había sentido antes.
Pero lo que hizo que el coraje de Lincoln se disparara no fue solo la amenaza del hombre, sino lo que llevaba en la mano: el sable de luz de uno de los guardias del templo que había caído. El sable de color dorado, encendido y vibrante en su empuñadura, resplandeció en la oscuridad. Lincoln había reconocido la marca de ese sable; era el de uno de los guardias a los que había visto morir esa misma noche.
Lincoln: (con voz furiosa) ¡Maldito! ¡¿Cómo te atreves a usar el sable de un guardia del templo?!
El hombre sonrió de forma cruel, sabiendo que había tocado una fibra sensible en Lincoln. No solo había matado a un Jedi, sino que había tomado su sable como trofeo. Para Lincoln, eso era una ofensa imperdonable. No podía permitir que semejante acto de profanación quedara impune. Era mucho más que una simple batalla, era un desafío a la honra de su orden y a su propio deber como Jedi.
Sin pensarlo, Lincoln se lanzó hacia el agresor con una velocidad asombrosa. Su sable rojo cortó el aire con una rapidez que ni el atacante pudo prever. El hombre, con su sable doble, levantó la defensa, pero Lincoln lo atacó con una serie de movimientos fluidos, una mezcla de fuerza y furia que no dejaba margen para la defensa.
Lincoln: (gruñendo) ¡Pagarás por esto!
El combate se intensificó rápidamente. El sonido de los sables de luz chocando, las explosiones de blasters y el zumbido de las explosiones llenaron el aire. Lincoln no dio tregua al hombre. Cada uno de sus movimientos estaba cargado de furia y determinación. Usaba la fuerza con precisión, empujando al atacante para ganar ventaja.
El hombre con el sable doble intentó contraatacar, girando el sable con agilidad, pero Lincoln no era un Jedi común. Él sabía lo que estaba en juego. Los golpes eran rápidos, certeros, y su habilidad para anticipar cada movimiento de su oponente lo mantenía por delante en el combate.
En el fondo, B1 seguía disparando con su blaster, neutralizando a otros cazarrecompensas que se acercaban demasiado a Lincoln.
B1: (con su tono característico) ¡No me gusta nada esta situación, maestro Jedi! ¡Deberíamos irnos ya!
Pero Lincoln no quería huir. No esta vez. Esta batalla era suya, y no iba a dejar que alguien profanara la memoria de los caídos en el templo.
Con un rápido movimiento, Lincoln giró sobre sí mismo, utilizando la Fuerza para impulsarse hacia adelante con tal fuerza que hizo que el hombre con el sable doble retrocediera. Lincoln se lanzó hacia él, sus sables brillando intensamente.
Lincoln: (enfurecido) ¡Te destruiré por lo que hiciste!
El sable de Lincoln cortó el aire, y en un movimiento fluido, desarmó al atacante, separando su sable en dos con una precisión mortal. El hombre cayó al suelo, derrotado, mientras su sable se apagaba en el aire.
Lincoln permaneció de pie, respirando pesadamente, sus sables en mano. La amenaza de ese cazarrecompensas había terminado, pero Lincoln sabía que esto solo era el comienzo. Aún quedaba mucho por hacer, y el hecho de que su cabeza tuviera un precio tan alto solo significaba que vendrían más ataques.
La lucha había dejado el aire cargado de polvo y tensión. Los cazarrecompensas, aunque aparentemente derrotados por un momento, continuaban rodeando el área, preparándose para un nuevo ataque. Lincoln se mantenía de pie, respirando pesadamente, mientras sus ojos se fijaban en el sujeto frente a él, quien se reía con una sonrisa maliciosa.
Sujeto: (con risa burlona) ¿Crees que eres el primer Jedi al que me enfrento, eh? No sabes lo que es cazar a un Jedi. Yo he cazado más de uno. (saca otro sable de luz, de color azul brillante)
Lincoln apretó los dientes. Su mirada se volvió más fría, más calculadora, pero algo dentro de él, una furia controlada por años de disciplina Jedi, empezaba a desbordarse. La Fuerza, ese poder invisible pero tangible, comenzaba a resonar en su interior, como si todo el universo lo estuviera impulsando a hacer lo que debía. Su mirada pasó de la rabia contenida a la resolución absoluta.
En el cinturón del sujeto, Lincoln notó una sorprendente cantidad de sables de luz, cada uno de ellos un trofeo de sus múltiples victorias. Era claro que este hombre no era un simple cazarrecompensas; era un experto en la caza de Jedi, alguien que había hecho de esta práctica su especialidad. Los sables que llevaba eran testimonio de la vida que había hecho de asesinar a aquellos que usaban la Fuerza, y Lincoln lo sabía con una claridad dolorosa.
Sujeto: (con tono de desprecio) Eres otro más que caerá en mi colección. No importa lo que seas, no importa que seas un Jedi. Los Jedi no son nada más que piezas en un juego. Y yo soy el que siempre gana.
Lincoln no dijo nada. No necesitaba palabras para enfrentarse a este hombre. Sabía lo que tenía que hacer. Sin previo aviso, el Jedi dio un salto hacia adelante, sus dos sables de luz brillando con intensidad, la energía vibrante de ambos sables se proyectaba en el aire mientras cortaba hacia el hombre con velocidad y precisión.
El sujeto lo esquivó con agilidad, y con un movimiento rápido, activó su sable de luz azul, bloqueando el primer golpe de Lincoln. Los dos sables de luz chocaron, produciendo un destello brillante en la oscuridad de la noche. La lucha continuó, cada uno bloqueando y atacando con una habilidad impresionante.
El sujeto, con su doble sable de luz, usaba su experiencia para intentar dominar a Lincoln. Cada uno de los golpes que daba era calculado, agresivo, como si cada corte fuera un recordatorio de sus victorias pasadas. Pero Lincoln no iba a ceder. Cada uno de sus movimientos estaba lleno de la disciplina y el control que le daban sus años de entrenamiento Jedi.
Mientras tanto, los cazadores de recompensas, que aún se mantenían a la distancia, comenzaron a avanzar, listos para atacar. Los blasters fueron desenvainados, y se preparaban para disparar.
Pero antes de que pudieran hacer un solo movimiento, Ronnie Anne, sin pensarlo dos veces, activó su blaster y disparó a varios de los cazarrecompensas que se acercaban, derribando a unos cuantos antes de que pudieran reaccionar.
Ronnie: (gritando) ¡Cuidado, Lincoln! ¡No te distraigas!
Lincoln, con una rapidez inesperada, se volvió hacia los cazadores, su sable rojo y verde en perfecto sincronismo con su cuerpo, defendiendo sus ataques y desarmando a los cazarrecompensas mientras se mantenía concentrado en su verdadero objetivo.
El hombre con el sable azul, viéndose superado, parecía furioso. Era claro que no esperaba que Lincoln fuera tan fuerte, tan rápido. Pero antes de que pudiera hacer algo más, Lincoln aprovechó una abertura en su defensa. Usando la Fuerza, lo empujó con tal fuerza que el hombre fue lanzado al aire, estrellándose contra el suelo con un ruido sordo.
El sujeto, sin embargo, no se rindió tan fácilmente. Con un gruñido de frustración, se levantó, sacando un tercer sable de luz de su cinturón. Lincoln lo observó, su furia crecía. Este tipo no sabía cuándo rendirse.
Pero Lincoln, en un arrebato de rabia contenida, corrió hacia el hombre con una velocidad sorprendente. Su sable rojo cortó el aire con precisión letal. El hombre intentó defenderse, pero el golpe fue imparable. En un solo movimiento, Lincoln decapitó al sujeto, su sable esmeralda brillando brevemente antes de que la cabeza del hombre cayera al suelo.
El silencio cayó sobre el campo de batalla. Los cazarrecompensas, ahora conscientes de que el hombre que habían estado persiguiendo era mucho más formidable de lo que habían anticipado, se quedaron en su lugar, indecisos.
Lincoln respiraba con pesadez, su cuerpo tenso y alerta. Pero su mirada no estaba en los cazarrecompensas que quedaban, sino en Ronnie Anne, que se acercaba rápidamente.
Ronnie, con una mezcla de sorpresa y preocupación, tomó la mano de Lincoln, ofreciéndole apoyo mientras veía cómo el Jedi comenzaba a calmarse.
Ronnie: (con voz preocupada) ¡Vamos! ¡Tenemos que salir de aquí antes de que vengan más!
B1, el droide ex-separatista, también había estado cubriéndolos, disparando a los cazadores que se acercaban con su blaster. Era una táctica precisa y calculada.
B1: (en tono mecánico) Mi cálculo indica que no es seguro quedarse más tiempo en este lugar, señor Lincoln. El enemigo sigue reuniendo fuerzas.
Lincoln asintió, su mirada fija en el horizonte. Sin perder tiempo, Ronnie le dio un tirón, y juntos, con B1 detrás de ellos, comenzaron a correr hacia un lugar seguro. Los cazarrecompensas no se atrevieron a seguirlos, al menos no por ahora. Sabían que el Jedi era un objetivo peligroso, y que hoy había salido victorioso.
El silencio que siguió fue momentáneo, pero suficiente para que Lincoln se diera cuenta de la magnitud de lo que había sucedido. No solo los cazarrecompensas le estaban cazando, sino que todo el universo parecía haber puesto un precio sobre su cabeza. La guerra por su supervivencia apenas comenzaba, y Lincoln sabía que las batallas que estaban por venir serían aún más duras.
La huida de la persecución había sido frenética, pero por fin, los tres llegaron a un hangar apartado donde una nave sencilla aguardaba. El sonido metálico de las puertas del hangar se cerró detrás de ellos, y la tensión comenzó a relajarse, al menos por un momento. Lincoln, B1 y Ronnie se detuvieron frente a la nave, respirando pesadamente, pero con la alerta aún viva en sus ojos.
Ronnie Anne miró a Lincoln, como si pensara en algo, antes de finalmente romper el silencio.
Ronnie: (con voz firme pero algo cansada) Bueno, Jedi, aquí nos despedimos. Ya no hay más persecuciones ni conflictos, ¿verdad?
Lincoln, aparentemente calmado pero con una mirada pensativa, la observó en silencio. Durante un par de segundos, la distancia entre ellos parecía más grande de lo que realmente era. Entonces, para sorpresa de Ronnie, Lincoln extendió la mano hacia ella.
Ronnie parpadeó, algo confundida por el gesto, pero no lo rechazó. No esperaba algo así de un Jedi, menos aún de uno que había tenido tan pocas palabras amables hacia ella. Se tomó unos segundos para decidir si estrechar la mano o no, dudando en si hacerlo o seguir siendo la dura cazarrecompensas que siempre había sido. Finalmente, suspiró, dejando de lado su recelo, y extendió la mano.
Ronnie: (dudando) ¿Esto es... para dejar las cosas en paz?
Lincoln: (con voz tranquila) Supongo que te debo las gracias.
Con un leve asentimiento, sus manos se encontraron, y, de manera sorprendentemente firme, Lincoln estrechó la de Ronnie. La sensación de un acuerdo tácito entre ellos flotó en el aire, aunque ninguno de los dos lo verbalizó.
Antes de que Ronnie pudiera dar la vuelta y entrar en la nave, Lincoln le entregó un pequeño paquete de créditos. Ronnie lo miró, sorprendida.
Lincoln: (sin rodeos) Es para ti. Lo que me diste antes... No era necesario.
Ronnie lo miró un segundo, con un atisbo de sorpresa en su rostro, luego miró los créditos que le había devuelto. Un sentimiento de gratitud, pero también de confusión, la invadió. Era difícil de entender, pero algo en la forma en que Lincoln la trataba, a pesar de todo lo sucedido, le resultaba... diferente.
Ronnie: (guardando los créditos) Bueno, si alguna vez necesitas una mano en otro lío, sabes dónde encontrarme. Pero por ahora, creo que es hora de que nos vayamos.
Con una mirada rápida hacia Lincoln, Ronnie subió a la nave, dejando atrás al Jedi y a B1. La nave comenzó a levantar vuelo, y antes de que desapareciera entre las estrellas, Lincoln miró hacia el vacío del hangar.
Era una despedida momentánea, pero también una que lo dejaba pensando. Su vida ya no era la misma. Ahora era un fugitivo, perseguido por cazarrecompensas de toda la galaxia. La recompensa sobre su cabeza era más que un simple número en una lista: era una sentencia de muerte. Y aunque lo que Ronnie había dicho era cierto, que tal vez se verían de nuevo, Lincoln sabía que su camino era mucho más complicado de lo que había imaginado.
B1 se acercó lentamente, observando la nave desaparecer.
B1: (con tono de preocupación) Lincoln, lo sé. Estás pensando en todo esto... pero debo decirte algo. Mi memoria... mi sistema está empezando a fallar. Mi cabeza... se está desmoronando.
Lincoln lo miró, sus pensamientos interrumpidos por las palabras del droide.
Lincoln: (preocupado) ¿Qué quieres decir con que se está desmoronando? ¿Tu sistema?
B1: (con un tono de voz más débil) He estado experimentando fallos en mi programación. No sé cuánto más podré funcionar así... Necesito ayuda, Lincoln. Si no encuentras una manera de repararme, no podré seguirte...
Lincoln suspiró profundamente. A pesar de todo lo que había sucedido, ahora tenía otra responsabilidad. B1 era más que un droide para él. Era su compañero en todo esto, y no podía simplemente abandonarlo. Aunque las circunstancias lo presionaban a moverse rápido, a estar un paso adelante de todos los cazadores que lo acechaban, sabía que debía priorizar la reparación de B1.
Lincoln: (con tono decidido) Te ayudaré, B1. Encontraremos la forma.
B1, aunque no mostraba emociones, parecía aliviado por las palabras de Lincoln. Sabía que, aunque las cosas parecieran imposibles, el Jedi siempre encontraba una solución.
Mientras la nave de Ronnie desaparecía en la distancia, Lincoln y B1 se quedaron allí por un momento, en silencio, observando el horizonte. El camino por delante era incierto, pero una cosa era clara: Lincoln no estaba solo. Aunque su cabeza estaba marcada con recompensas, su propósito seguía firme. Y mientras tuviera compañeros en los que confiar, no dejaría que el peso de la persecución lo derrotara.
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