XXIX
—Kim TaeHyung, eres cruel. — dijo JungKook en cuanto BoGum se fue.
Ambos estaban en el cuarto, en sus últimos minutos que quedaban, solo para revisar si estaban olvidando algo, antes de bajar sus bolsos.
El chico lo miró como si no hubiera hecho nada malo en toda su vida.
JungKook se cruzó de brazos, ofendido.
—Tu ternura no va a salvarte. — dijo.
TaeHyung miró el suelo, con un adorable mohín en los labios, antes de mirar a JungKook con su menor carita de perrito abandonado.
—Mierda. — murmuró el pelinegro, frunció aún más el ceño, ahora molesto consigo mismo por no poder aguantar a su lindo novio. — Esa carita de ángel no te salvará de haber coqueteado con BoGum.
TaeHyung frunció el ceño, confundido.
—¿Coq-quetear?— preguntó.
No podía mentir, si había abrazado y sonreído mucho a su amigo de la infancia al ver la actitud de JungKook, aunque era solo por diversión, ni con ganas de coquetear.
JungKook suspiró.
Lo vió acercarse un paso más hacia el, hablando bajo, mirando directamente a sus ojos.
—Me duele cuando te veo con otra persona así. — confesó. — Me arruina el día, me hace sentir como que te extraño aunque estés al lado mío. — añadió.
TaeHyung se sintió verdaderamente mal. Su novio no merecía dolor, aún si era por sus simples ganas de molestarlo.
—Lo siento. — murmuró.
JungKook alzó sus cejas, acercándose más a él, con el rostro a centímetros de el de TaeHyung.
—¿Cómo?
TaeHyung sonrió un poco.
—Q-Que lo siento.
JungKook se acercó un poco más, haciendo que sus narices tocaran, frotó un poco la suya contra la de TaeHyung.
—¿Puedes repetirlo una vez más, bebé? No te escuché. — dijo el pelinegro, sonriendo por la cercanía.
Como quería, TaeHyung cortó la distancia entre ellos, besándolo con suavidad, moviendo sus labios con lentitud contra los de JungKook, quien aumentó la profundidad del beso conforme duraba, mordiendo ligeramente el labio inferior de su novio antes de separarse.
JungKook tenía sus brazos rodeando la cintura del castaño, manteniéndolo lo más cerca posible de él.
Notó a TaeHyung morderse el labio, conforme sus mejillas enrojecian por tanto contacto, con sus caderas pegadas al del mayor, y el mínimo movimiento haría fricción en su intimidad.
Como si se hubieran dado cuenta de eso al mismo tiempo, JungKook lo soltó apartándose de golpe, sin decir nada más, y con las mejillas rosadas tomó su bolso y salió de la habitación.
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