—TaeHyungie.

El castaño alzó la vista de su tarea, para mirar a JungKook.

Era la tarde y ambos estaban solos en toda la casa, ya que los padres Kim se habían ido de compras, dejándolos a ambos a cargo de la casa, de hacer su tarea y de calentar la cena.

Claro que el único que estaba haciendo algo de todo aquello era TaeHyung, ya que JungKook estaba muy ocupado pensando como para ver toda su pila de tarea.

—Faltan tres semanas para tu cumpleaños y no tengo nada para darte. — dijo. — Ya no se me ocurre qué más pensar, siempre te regalaba cuadernos, ahora no los necesitas... Dame una ayuda, ¿Qué te gustaría?

TaeHyung pareció pensarlo un momento, pero luego se encogió de hombros.

—No importa. — dijo simplemente.

—Claro que importa, TaeHyungie, ya sabes lo que pienso de los cumpleaños y los regalos.

TaeHyung hizo una mueca, pensó unos cuantos segundos, y JungKook esperó pacientemente hasta que habló:

—Tú eres un regalo. — dijo, bajo, ruborizándose un poco.

JungKook alzó las cejas, no era la respuesta que esperaba.

—¿Quieres que me ponga un moño en la cabeza y sea tu regalo?— bromeó, haciendo reír un poco a ambos.

TaeHyung negó.

—N-No necesito nada. — dijo, bajó la vista a sus manos con nerviosismo. — Te tengo a ti, Kookie. E-res el mejor regalo.

TaeHyung tenía las mejillas enrojecidas, alzó la vista hacia JungKook al no escuchar respuesta de su parte, para encontrarlo con una sonrisa boba en el rostro y las mejillas rosadas.

—Eso sigue sin arreglar mis dudas, pero fue lindo. — murmuró el pelinegro.

TaeHyung sonrió ampliamente.

Nunca le decía a JungKook todo lo que significaba para él, a pesar de que sí se lo demostraba, una parte de él se quedaba inconforme, una parte le decía que JungKook se merecía un poco más.

En parte porque el pelinegro siempre le decía cosas lindas y siempre estaba allí para apoyarlo, pero no sentía que él hacía lo mismo por JungKook.

Su novio significaba mucho para él, tanto que era difícil decirlo, pero al menos lo intentaba.