LXXXI
—¿Tienen todo, pequeños?
Los dos jóvenes asientieron hacia la señora Kim.
La pareja estaba acomodada en el sillón de la sala de estar, con JungKook sentado y TaeHyung acostado sobre éste y apoyando su cabeza en las piernas de su novio, ambos estaban con sus celulares, el mayor descargaba una canciones para el viaje y el menor hablaba con JiMin sobre que estaban por regresar; relajándose un minuto antes de que no tuvieran internet por todo el viaje.
—Me gustaría hablar con ambos. — comentó la mujer, se sentó en el sofá individual, girando su cuerpo para ver a los dos, quienes bloquearon sus celulares para mirarla completamente a ella.
La señora Kim sonrió antes de comenzar.
—Quiero felicitarlos. Decirles que estoy completamente orgullosa de tener a dos lindos hijos. — pasó su mirada de uno a otro.
A JungKook le gustaba que la señora Kim le considerara como su hijo, le parecía agradable esa calidez que sentía, y la idea de tener una madre tan buena, dulce y comprensiva como ella le hacía muy feliz, olvidando completamente a la mujer que lo encerró en su cuarto por casi una semana porque no le gustaba lo que él amaba, muy diferente a la señora Kim, quien siempre le había dado todo su apoyo.
—Ambos son muy valientes. — continuó la mujer. — Y son muy fuertes también, en muchos sentidos... Y quiero que sigan así, que sean felices, porque son de las cosas más lindas del mundo. Se merecen ser felices, no dejen que nada ni nadie les quite esta felicidad tan linda que tienen, no todos la encuentran, queridos.
Ambos sonrieron.
Los ojos de la señora Kim se centraron en JungKook.
—Kook, en todos estos años siempre cuidaste muy bien de Tae, en serio lo aprecio y agradezco mucho. — dijo. — Incluso cuando las cosas se ponían difíciles, me escuchabas y aprendías a cuidarlo mejor... Te digo esto porque algún día ya no voy a estar con ustedes. — continuó. — Pero me alegra que Tae tenga a alguien que lo cuide por mí, me alegra que se tengan el uno al otro y que se amen tanto como se nota que lo hacen.
La señora Kim contenía lágrimas en sus ojos.
—Mamá. — murmuró TaeHyung. — ¿Pa-sa algo?— su tono sonó melancólico, preocupado por aquella actitud.
La mujer negó, soltó una leve risa y limpió sus lágrimas con su mano sin mucho cuidado.
—No, no, cariño, no te preocupes. — dijo. — Es sólo que... Toda esta situación, con todo lo que pasó... Me hizo reflexionar mucho sobre la vida y la muerte. Y quería decirles eso, con todo mi corazón. Pero estoy bien, Tae, más que bien.
Los miró y les dedicó una sonrisa honesta, sumamente maternal.
Ambos jóvenes estaban más que conmovidos.
TaeHyung fue el primero en pararse para ir hacia su madre, abrazándola, JungKook le siguió.
La señora Kim rió por el cariño de ambos adolescentes.
—Mis lindos hijitos. — murmuró con alegría.
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