TaeHyung jugaba inquieto con sus dedos, mirando a todos lados del blanco pasillo, esperando a que JungKook o su madre aparecieran frente a él, sintiendo agobio entre toda la blancura y el horrible olor a alcohol que hacía su nariz picar.

—¡TaeHyungieeee!— canturreó JungKook corriendo un poco hacia él con una sonrisa. Había podido notar los ojitos de cachorro perdido desde lejos.

Abrió sus brazos y TaeHyung no dudó en acomodarse en el abrazo, sonriendo al sentir la calidez de su novio.

—Todo está bien, amor. — murmuró el azabache. — ¿Vamos a la sala de espera?

TaeHyung sólo asintió. Caminaron a la par con JungKook rodeando los hombros del castaño con un brazo hasta llegar a dicha sala, una parte más relajada, cálida y un poco más humana comparada al resto del hospital.

—Estás muy callado, TaeHyung. — dijo JungKook en cuanto se sentaron algo apartados de las otras personas de la habitación.

El tono de su novio había sido suave, pero ambos sabían que había sido más una exigencia.

—N-No quiero hablar. — murmuró el castaño mirándolo. Esperaba que comprendiera.

JungKook apretó sus labios en una mueca y tomó las manos de TaeHyung, acunándolas entre las suyas.

—Sabes que estoy aquí para ti, siempre. — dijo. — Y no es que quiera que me cuentes que piensas sólo para exigirlo... Te noto mal, TaeHyung, y si hablas conmigo quizás te alivie.

El menor mordió su labio inferior. Bajó su mirada hacia sus manos abarcadas completamente entre las de JungKook.

—No qui-ero que su-fran. — murmuró el castaño. — no qui-ero que llo-res, no qui-ero que les du-ela.

TaeHyung sorbió un poco su nariz, aguantando las lágrimas.

—No qui-ero morir. — admitió.

JungKook no sabía que decir. Sintió sus palabras abandonarlo y sólo atinó a abrazar a TaeHyung, dejando que algunas lágrimas corrieran por sus mejillas.

—No vas a morir, TaeHyung. — dijo, su voz era segura.

—L-La pa-san mal p-por mi cul-pa. — balbuceó TaeHyung entre llanto.

—Tae, eres la persona que más felicidad me trajo en toda mi vida. — habló el mayor. — y... Sí la paso mal cuando te veo mal, pero no se compara a toda la alegría que me da tenerte. Así que no pienses que nos haces sentir terrible, porque eres la persona más linda que pude conocer y nunca dejarás de serlo. — sonaba sincero mientras miraba a esos llorosos orbes que tenía el contrario —. Y no vas a morir, porque nadie va a dejar que eso pase. Ni yo, ni tu madre, ni los doctores... Sólo hay que pelear un tiempo. Tú puedes pelear, TaeHyungie, lo sabes.

El aludido no respondió, se apartó para secar sus mejillas con la manga de su abrigo.

—Te a-mo, Kookie. — murmuró, con una pequeña sonrisa.

JungKook había logrado tranquilizarlo, quizás no reconfortarlo del todo, menos convencerlo, pero entendía con todo su corazón que su novio nunca se rendiría con él.

—Te amo más. — respondió.