XCIV
Jungkook empujó la puerta del baño con fuerza al entrar.
— ¡Jimin! — gritó su nombre sin importarle la mirada rara que le dedicó un estudiante que estaba frente al mingitorio.
Fue a los cubículos de los retretes, tocó rápidamente antes de abrir cada uno, pero no había nadie.
Se tomó un segundo para pensar.
Su madre no le haría nada en los pasillos, debía estar en los baños y pensó en que quizás había obligado a Jimin a entrar a los baños de mujeres, y salió del baño de hombres dispuesto a entrar sin dudarlo.
Escuchó sollozos detrás de la puerta de los baños para personas de movilidad reducida.
Abrió la puerta rápidamente.
Jimin estaba allí, presionaba su pecho con sus brazos, estaba sentado en posición fetal en un rincón.
— ¡Jimin!, Jimin...
Comenzó a agradecer mentalmente.
Jungkook se acercó hacia él, lo abrazó con fuerza, lágrimas se acumularon en sus ojos.
— ¿Qué te hizo? ¿Qué pasó? Por favor, ¿Estás bien?...
El pelinegro se apartó del abrazo para alzar su rostro, buscando marcas de lastimaduras, encontró la forma de una mano en un lado de su rostro, de un color rojo, su boca se abrió un poco por la impresión.
Nadie golpeaba a su Jimin, no iba a permitirlo de nuevo.
Jimin no había dejado de llorar, su maquillaje se había corrido, rogaba con su mirada que su novio volviera a abrazarlo.
— K-koo-kie...— sollozó.
— Estoy aquí, bebé— Jungkook tomó sus mejillas, mirando sus ojos que le partieron el corazón—. ¿Qué te hizo, Jiminie?
Jimin sollozó un poco más y Jungkook comenzó a dejar caricias sobre sus mejillas y sus cabellos, lo abrazó con firmeza de nuevo.
— M-Me di-jo c-cosas fe-as— murmuró entre lágrimas—. Y-y due-le.
— ¿Duele? — Jungkook se apartó para mirarlo con preocupación, Jimin apretó sobre su pecho un poco más, sobre su corazón.
Jungkook dejó una mano sobre las de Jimin, el menor las apartó, el pelinegro acomodó sus manos sobre ese mismo punto, sin sentir nada irregular sobre su cuerpo, desabrochó unos botones de su camisa para ver su piel, no había nada.
Suspiró con alivio.
— Ay, Jimin... — dijo—... Creí que te había golpeado o algo peor... — miró sus ojos—. No le hagas caso, olvida todo lo que te dijo... Ya estoy aquí, bebé, no dejaré que te haga algo.
Jungkook volvió a abrazarlo, dejando que descansara su rostro en su cuello, al cabo de un rato, los temblorosos brazos de Jimin lo abrazaron también.
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