— Kook, Kook, déjalo— pedía la señora Park, tomando a Jungkook del brazo para que dejara de abrazar a Jimin.

Habían estacionado a un lado del camino, para así poder ayudar a su hijo, pero Jungkook no soltaba el inerte cuerpecito del pelirosa.

El pelinegro negó, sin dejar de llorar.

— Kook, solo está desmayado, tranquilo— intentó calmarlo, pero su tono sonó más brusco de lo que quería.

Jungkook no le hizo caso.

La mujer suspiró para tranquilizarse, corrió unos mechones de pelo de su rostro.

— Te enseñaré— dijo, soltó su brazo para ir hacia su mano.

El pelinegro se dejó, la mujer tomó la mano del joven, haciendo que el abrazo se separara un poco.

Primero, la señora Park buscó con dos dedos el punto en el cuello de Jimin, luego de unos segundos colocó dos dedos del joven en el mismo lugar.

Jungkook sintió el pulso, la sangre corriendo.

Respiró con más tranquilidad, su cerebro no podía pensar más que lo peor.

— Sólo se desmayó, Kook— habló la mujer, su tono era tranquilo—. Pon una mano en su pecho, vas a notar que se mueve, está respirando, ¿Bien?

Jungkook le hizo caso, sintiendo su mano levantarse por la inspiración, y bajar de nuevo con la exhalación.

La señora Park limpió las lágrimas en su rostro con sus dedos, unos últimos temblorosos sollozos salieron de los labios de Jungkook.

— Jimin sólo está durmiendo— dijo la mujer, corrió unos mechones negros que se habían pegado al rostro del chico—. Pero no debes asustarte así, sólo le haces más mal a Minnie. Debes estar tranquilo y él se relajará también, ¿Sabes?

Jungkook asintió.

— Muchos desmayos ocurren por el miedo, Kook— dijo—. Jimin es bastante susceptible también, ya lo conoces.

Como si hubiera escuchado su nombre, Jimin se removió un poco, su ceño se frunció un segundo.

— Ya va despertando— dijo la mujer, con una sonrisa, Jungkook suspiró con tranquilidad—. Déjalo que esté con la cabeza erguida, normal, nada de echarla hacia atrás— la mujer sacó un pañuelo de tela de su bolsillo, reemplazó la sucia servilleta con eso.

Miró a Jimin con alivio, sonrió a la señora Park dejar un beso en su frente, en forma maternal.

— Eres fuerte, Jungkook— dijo—. Con cosas así, más que fuerte, debes ser frío. Ya sabes cómo actuar, querido.

Jungkook asintió, con una pequeña sonrisa en sus labios.

La señora Park acomodó un poco los cabellos de su hijo, quién murmuró bajo ante el tacto.

Sin más cerró la puerta del asiento trasero para volver a sentarse en el frente.

— ¿No deberíamos llevarlo al hospital de nuevo? — preguntó el chico, sosteniendo el pañuelo debajo de la nariz de Jimin.

La señora Park lo miró por sobre el asiento, hizo una mueca.

— No nos van a decir nada distinto de lo que ya nos dijeron— hizo una pausa—. Creo que lo mejor sería llegar a Busán.