Ha despertado del reposo, aquel mismo que se ha auto impuesto en base a los conocimientos de Isis quien ha puesto a sus 7 escorpiones como escolta ante el trabajo de Horus en la Necrópolis por su ausencia.

Siente la pesadez en su cuerpo, así como alguna vez lo sintiera cuando este fue reconstruido al ser atravesado por la espada de Amón Ra.

Al hallarse solo encuentra el silencio un tanto lastimero, la presencia de Amón Ra es algo rutinario para él.

No tiene que adivinar para saberlo. El dios de la vida es un Dios impertinente. Solo puede estar en un lugar.

De su mano derecha la llave de Ankh se vislumbra abriendo la puerta al mundo de las sombras, creación nacida de Heh y Hehet junto a Nia y Niat por su lastimero actuar, y entre el caos se desplaza a la puerta donde él se encuentra.

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La sonora carcajada de Amón Ra ha diluido el armónico de las melodías. Aquella estrepitosa que le guía entre la nada para hallarlo muerto de la risa mientras observa la vieja caja musical, lastimera representación de la Sinfonía de Tiempo que ha tomado como forma propia.

—Por lo visto te has estado divirtiendo a costa de los demás en mi ausencia —expresa Anubis mientras le mira acusadoramente debajo de la máscara que aún se niega a dejar.

—¿Pareces celoso? ¿Acaso querías que hiciera guardia en tu tumba? —sin embargo no hay respuesta para sus palabras, así que hace algo mejor. Muestra la ironía hecha vida, algo que sabe qué hará que Anubis muestre una pizca de vida.

—Esto....

Amón Ra guarda silencio, las coincidencias no existen, tampoco los milagros, solo el destino abriéndose paso, sin embargo aun así reconoce al ser humano como la osadía hecha carne viva, debatiéndose contra este para ser algo más que solo las marionetas de la vida misma.

Repite la tonada, la misma de la cual emerge la partitura queriéndose desligar de la composición original y he ahí de nuevo aquellas palabras que ve con gracia.

Un nuevo mundo se ha formado y con ello el caos que había presentido se ha desarrollado, aunque solo se escuche una vez su canción y al final esta se diluya en la nada.

Es así que Anubis escucha atento la melodía que pronto morirá, y en ella aquel que alguna vez fue parte de él se opone al destino que debía aceptar. Todo a causa de un humano, el sucesor del viajero entre dimensiones.

—No lo entiendo —rio— ¿Por qué debo hacerlo? ¿Por qué yo? ¿Solo por su deseo? ¿Por ello debo romper los sueños e ilusiones de los demás? —habló indignado aquel que aun considera parte de su Ib, aquel que ahora lleva el nombre de Yugi Mutou— este pedazo de ba...—hizo una pausa—¿Es así? —dijo lastimero— ¿Yo solo nací para ser el portador de alguien que ya ha muerto? ¿¡Y que sucede con lo que yo deseo!? ¿Qué sucede con mis sueños? ¿Acaso alguien reparo en mí? ¡Porque debo ser el recipiente de algo que ha dejado de existir!

—¿Acaso no lo comprendes? —hablo Isthar Ishizu desconcertada, lastimera reencarnación de Isis quien fungiera como sacerdotisa del faraón— ¡El faraón sacrifico su vida por el bien de la humanidad! Además el mal que se aproxima...

—¡Si el mal nuevamente atacara a la humanidad y su destino es perecer que así sea! ¿¡Depender de los muertos!? ¡Qué absurdo! ¡El ya murió por nosotros! ¿¡Por qué debe volver a pelear una vez más!? ¿Porque yo debo de tomar su lugar? ¿Solo por una estúpida leyenda? ¿Solo por ello me fue arrebatada mi vida? ¡Escondido, sin padre ni madre, sin una razón de ser hasta que ahora DEBO tomar esta responsabilidad! ¿Que acaso no son ustedes los egoístas? —sacó la daga de entre sus ropas— y tu Aigami —le miro fiero— ¿Por qué Mentirme a mí? Yo que soy tu enemigo por naturaleza, el mal que acabaría con tus sueños —se acercó a él — ¿Por qué no me mataste?

La pieza del rompecabezas cayo en el piso, mientras su cuerpo caía junto a él, Aigami lo supo desde un principio la razón por la que lo dejo con vida, le tomo de los hombros, la sangre seguía brotando sin poder detenerse, pronto escucho sus pisadas, entonces tomó el cubo y se teletransporto llevando su cuerpo.

Las arenas del desierto a las afueras de la aldea era lo que les cubría, vio su costado manchado de sangre, su sueño era nada, él jamás lo pensó así, caer en las redes del amor, pero así era, y ahora mismo veía su cuerpo morir. —¿Por qué? —fue la pregunta que exclamo Aigami Diva en medio de la confusión.

Entonces le vio sonreír, alzo su mano hacia su mejilla y escuchó lo que nunca pensó oír —Porque creo en tu sueño.

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Anubis apartó la vista de la realidad fracturada, esa fiereza, esa osadía, esa presunción solo podía ser de él, pero él ya no debía existir al menos no de esa forma.

—No es aquel a quien llamas Yugi Mutou aun así es lo mismo, él es tu Ib, aunque tú lo llamaste Sheut alguna vez.

—Aun así...

—Ese chico es demasiado amable —sonríe burlescamente, mira la cabeza de chacal que porta, Amón Ra muere de curiosidad por saber su nueva imagen sin embargo lo sabe, por qué fue atraído al NUN, no fue el encuentro predestinado con Osiris, sino con alguien más.

Alguien que se abre paso entre las lágrimas que brotan al estar frente a ambos dioses.

Aigami Diva el único humano con vida que ha logrado entrar al origen de la nada ha llegado al NUN y proclama su petición —Una vez más.

Amón Ra ha escuchado la tragedia de su realidad hecha añicos. Aun así comprende que era la necesidad hablando para dar origen al muevo orden.

Sonríe ampliamente, a ojos de Aigami Diva ambos son solo estatuas, Amón Ra escucha su plegaria, sin embargo como todo, para obtener algo se debe sacrificar algo más.

Aigami Diva extiende su mano. El trato ha sido hecho, un destino más se ha sembrado aunque él aun no lo sepa. El pago; el Cubo de Dominios Dimensionales.