Observa la arena a las afueras del poblado, sigue encima de la motocicleta que jamás pensó tener.

Saca del bolsillo de su pantalón negro el viejo recorte de la revista.

La primera vez que había visto una motocicleta se hallaba sumergida entre la tragedia y dicha.

Su hermana y él habían salido sin permiso. A sabiendas de la responsabilidad que corría por sus venas pidió un deseo egoísta, salir de las catacumbas y ser un humano como los demás ante el decreto estridente que se cernía bajo su nombre.

Aquella obligación que la ataba ante los deseos egoístas de una proclamación ambigua.

Y aunque el odio ante la inocencia solo fuese la pizca que de vez en cuando salía a relucir ante los actos déspotas de su padre lo único cierto es que él no podría ser libre. No hasta que el secreto que resguardaba su linaje al fin terminara.

Alza la vista y mira el cielo azul bajo los lentes oscuros.

Puede verse así mismo de pequeño vagando por las calles y escuchando el llamado de su hermana mayor aun temerosa por la travesura que ambos acababan de cometer.

Aun la mirada de Shadi Shin, aquella estoica, y el porte sereno le dan escalofríos. Aún más las palabras que como presagio solo anunciaban la tragedia.

La muerte de su padre.

Es entonces que el pasado empieza a doler aún más, la locura que le invadió, aquel odio hacia el faraón que se torció.

Malik Isthar se mira a sí mismo como una triste forma de villano, puesto que él nunca quiso ser malo solo quería la libertad que cualquier hombre espera desde su nacimiento, aquella que le habían arrebatado.

Deja caer el pedazo de papel en el suelo, pronto la brisa hace que las arenas le sepulten, toma el casco y retoma su camino.

Mientras lo recorre aún recuerda sus palabras a sabiendas de la diferencia de ellos dos y él "Solo es cuestión de tiempo Malik, el pasado puede ser una carga pesada, pero no por ello dejes que te avasalle, perdonar a los que nos hirieron y perdonarnos a nosotros mismos es difícil, pero no imposible"

Malik Isthar quiere confiar en las palabras de su hermana, puesto que es lo único que tiene a sabiendas del pasado manchado de sangre que aún les ata.