La noche de año nuevo, le ve un tanto disperso, puede notar los pequeños cambios en sus expresiones a pesar de que siga con una sonrisa en el rostro, Kujaku Mai conoce la verdad detrás de Jonouchi Katsuya ante la fachada que porta de bufón en medio de la ebriedad que se ha ocasionado el mismo por el alcohol que ha bebido demás.

Observa el rostro del ex faraón de Egipto, el mismo con el cual se debatió en un duelo que a palabras de ella sintió flojo, una mueca se desliza en su rostro, la misma que a ojos del pequeño parece una sonrisa y este imita el gesto, simples modales que le ha inculcado su madre.

Deja la copa de lado encima de la mesa, un recuerdo fugaz se estaciona, uno donde todos alguna vez pudieron compartir la misma cena.

Sin embargo la imagen pronto es reemplazada por la voz de Shizuka que trata de levantar a su hermano mayor de la mesa de tragos.

Suspira mientras mira por la ventana, la molestia aparente de Jonouchi fue el hecho de la misma noticia que aun parece dolerle, la falta de Anzu Masaki que a un par de horas de la reunión contestó con un "surgió algo, no podré venir", aunado a ello la negativa de Seto Kaiba que como de costumbre afirma no tener tiempo para esta clase de informalidades que le ha hecho rabiar y maldecir su engreída forma de ser.

Sin embargo Mai Kujaku lo sabe, lo reconoce en su mirada, la melancolía que le aqueja ante la pérdida de uno de sus mejores amigos.

La persona que realmente falta y aun así todos se siguen reuniendo por él.

—Jono deja de hacerte el gracioso —habla firme, él le mira escéptico, piensa en reclamar, pero ella continua— vamos a casa, ya bebiste mucho esta noche —sonríe amable, aún mantiene sus brazos cruzados.

Es en el silencio en el cual ambos hacen conocer sus sentimientos, después de los años las palabras ya no hacen falta y cada uno toma la perdida de la forma que puede.