Amón Ra escucha las canciones del pasado hasta llegar al inicio. Lo que ha visto hasta ahora son solo armoniosos cantos de un lamento que se blande a la par del réquiem original que ya pasó.

El pasado, el presente y el futuro son fluctuaciones que siguen intermitentes entre la rotación del espacio y tiempo sin detenerse. Lo que le hace poder vislumbrar las posibles vertientes a pesar de que puedan o no pasar, ahora mismo se estira entre el vacío que le rodea, y se permite bostezar entre la barrera que ha formado entre la sinfonía del tiempo y su persona para no fluctuar aún más la indeterminación que hay en ella.

Sin embargo su fino oído pronto escucha su voz, aquella que sigue la tonada del despertar de aquel que alguna vez fuese el corazón del Dios Chacal.

No puede evitar la sorpresa en su faz al ver la imagen que se hace presente en la tonada de cuna y ante la curiosidad deja de lado su apariencia solida volviéndose viento mientras se transporta al mundo creado para ellos dos.

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Le ve dormido en la cuna, el bebé que alguna vez amo, ahora puede vislumbrar el rostro que nunca más volverá a ver.

Su pequeño cuerpo se remueve en su lugar, parece ser que ha tenido una pesadilla, su forma incorpórea poco a poco toma forma entre el halo de luz, mostrando la apariencia del Dios que dio origen a la civilización. Osiris se ha manifestado en el cuarto del pequeño niño que alguna vez fuese el corazón de uno de sus dos hijos.

Ve los mechones caerle al frente, el pequeño cuerpo en el mameluco azul.

La dulce tentación se cierne en él, aquella de acariciar su cabellera y calmar su pena, alejar las pesadillas que le aquejan en el sueño del cual no debe despertar aún.

Sin embargo antes de poder hacerlo, la mano de alguien más se interpone.

—No lo hagas o le despertaras, a su madre le ha costado hacerle dormir —es la advertencia que da Amón Ra, pero Osiris no le ve a él sino al pequeño— ¿Por qué has venido a verle cuando él solo es el reflejo de lo que ya no volverá a ser?

—Entonces es verdad, Anubis ha decidió dejar su apariencia la cual es semejante a la mía para poder renacer.

—Si lo sabes ¿Por qué has venido hasta aquí? Este niño ya no es tuyo ni de él, tampoco mío ni del destino, ahora es un ser humano, él es libre de elegir.

—Una última vez —se acerca a la cuna— solo una vez más quería verle.

—Eso es algo descarado a sabiendas de lo que le has hecho.

—Isis, yo no podía dejarla, mi corazón es solo para ella.

—Aun así te metiste con Netfhys y de ella nació él —dijo severo.

—Y le hice portar una máscara de perro para que nadie más conociera el pecado que cometí —prosiguió Osiris ahora viéndole fijamente a él, su voz se mantenía en calma, sin emoción alguna.

—Aun así ninguno de los dos te guardó rencor ni mucho menos él, pero él debía dejarte ir, al dejar libre a su corazón que había tomado forma humana pudo librarse de aquella tragedia llamada amor —sonrió— sin embargo el que su corazón se halla enamorado de tu casi reencarnación fue algo imprevisto, un designio de la voluntad humana de ellos dos.

—Atem debía ser quien amara a Anubis.

—Y Anubis debía amar al faraón de Egipto, pero el corazón es irracional y él no pudo hacerlo. Separó su ser para buscarte por todas partes, aun cuando parte de ti reencarnó no pudo olvidarte obsesionándose por hacerte completo otra vez.

—Las cosas...

—Han tomado un curso divertido ¿Verdad? Sin embargo debemos irnos, si él te llega a ver puede que se enamorase de ti y él debe enamorarse de alguien más.

—¿Cómo Anubis de ti? —soltó Osiris ocasionando la pérdida del porte de Amón Ra— le harás inmortal ¿Verdad?

—Del pecado; el milagro nace, de la tristeza la alegría, Anubis es la muerte y yo soy la vida, tú me has dado mi contra parte.

—Pero eso solo es la mentira que has postulado para crear tu felicidad, Amón Ra es su propia contra parte —musito— aun así me alegra que mi hijo te haga feliz ¿Podrás llenar su vacío?

—El vacío es algo que solo uno mismo puede llenar, sin embargo aunque solo sea una carga quiero estar junto a él —Osiris se dio la vuelta.

—Amón Ra —detuvo su andar— ¿Crees que Atem haga feliz a ese niño? —sin embargo no espero respuesta alguna, su silueta se había vuelto nada entre la oscuridad de la noche.

—La felicidad es efímera, por ello que sea demasiada preciada para los seres vivos, sin embargo la felicidad de este niño —acaricio su frente— no deberá ser creada por los demás —sonrió con dulzura— tú pequeño Yugi debes encontrar el valor de vivir tu vida con todo su potencial, entonces hallar el significado de la felicidad real, en tú anterior vida humana fuiste desplazado, pero esta vez deberás escribir tu propia historia. Ahora duerme y sueña con un nuevo amanecer pequeño en este mundo donde se te bendijo volver a nacer.