
08╎『Capítulo ocho』
— SUPLICA —
Narra Trunks
Un nudo enorme se forma en mi garganta, la sangre me bombea con velocidad, acelerando mi estúpido corazón.
La cagué de nuevo.
¿Es que acaso mis neuronas no me funcionan del todo?.
La emoción me ganó, tanto que ni siquiera noté el momento en que este sujeto se acercó. En mi defensa, sus pisadas son como las de un asesino serial: sigilosas, sutiles, cautas.
No voy a lograrlo, con este sujeto en mi camino.
El miedo me paraliza, su mano cubre mi boca, mientras que con la palma derecha rebusca en sus bolsillos, algo perteneciente a su persona. Despliega ante mi, un arma de fuego, la sujeta del mango como un completo profesional, siento la boca de pistola haciendo presión con mi cien.
Ví demasiadas películas de terror y acción, como para saber que ésta será la hora de mi muerte.
Desde que tengo memoria, practico artes marciales, gracias a mi padre es un gran aficionado. El y el papá de Goten montaron un dojo hace mucho, con la intención de que nosotros siguiéramos sus pasos.
¿Podría arrebatarle la pistola de las manos?.
No.
Que idea mas absurda.
Si sale mal, tendría consecuencias irreversibles.
Carajo.
No soy Daniel-San o Drake Parker, como para enfrentarme con un asesino con tanta destreza.
La realidad, supera por mucho a la ficción. No puedo ni siquiera explicar, como se siente tener a un maniático apuntando en mi cabeza.
— Hola, ojitos azules.
¿Me reconoció?.
Ahora si, creo que mis pulmones o cualquier órgano, dejó de funcionar con normalidad.
No entres en pánico.
Todo está bien.
No entres en pánico.
Todo esta bien.
:— ¿Qué? —habla con una sonrisa tétrica en su rostro.
Su mano izquierda, se aparta de mi boca para encender una linterna que lleva sujetada en la frente.
— ¿Cómo?.
— ¿Creíste que con pintarte el cabello pasarías desapercibido? —me dice como si la situación le divirtiera— Pequeño imbécil, nunca olvido un rostro.
Sus dedos se dirigen al gatillo de la pistola.
Una imagen de los mejores recuerdos de mi vida pasa por mi mente. Suspiro, cerrando mis ojos y aceptando la cruda realidad.
— Basta de jueguitos. jefe.
Una tercera voz, se hace presente en el bosque. Veo una silueta femenina, atravesar los arbustos y rodear árboles cercanos.
Se acerca a nosotros, logro reconocerla perfectamente.
Marron.
¿Que estás haciendo?.
— ¡A tu lugar! —ordena con voz colérica, el sujeto frente a mi. Su pecho se inflama y en su rostro, se ve claramente la frustración— ¡A28, regresa a la cabaña!.
No logro emitir palabra, sin embargo, logro realizar un ademán y con mis labios aún en mudo, emito sutilmente un "vete".
Ella se planta con los pies firmes sobre la tierra. Se cruza de brazos, acercándose a nuestra posición sin miedo alguno.
Aparta el arma de sus manos, sujetándome a mi en una especie de agarre, similar a un abrazo.
Le hace frente al dichoso "jefe", junto conmigo.
De nuevo esa pregunta yace en mi mente.
Flash back.
— ¿Que relación tienes con ese sujeto?. Necesito saberlo todo, Marron.
— No la que yo quisiera, Trunks.
Fin del flash Back.
Pero su mirada, en ese entonces no fue como la de una víctima padeciendo por un secuestrador.
Su mirada detonaba cariño, afecto.
¿Ella lo ama?.
— Solo eres jefe, porque no quieres ensuciarte con sangre inocente —recalcó delante de su rostro— Ambos lo sabemos, este no eres tu.
¡¿Eh?!.
¿Me perdí dentro de mi propia historia?.
Esto es acaso ¿Una especie de amor de delincuentes?.
Marron no me dijo toda la verdad al final, me mintió.
¿Por qué aquella vez lo miró con miedo entonces?.
Tal vez no le tenía miedo a él, sinó a las consecuencias que el jefe podría afrontar por su culpa.
— ¡¿Tu que sábes?!.
Lo interrumpió.
— Se que recibiste una paliza en mi lugar —admite frente a sus narices, haciendo que él abra los ojos con asombro— también se que no nos tratas como los demás jefes. Te duele golpear a los niños, sufres traficando droga a adolescentes, tienes compasión ante los que lloran y tus ojos se ven impotentes, cuando observas de brazos cruzados cualquier injusticia. Odias esta vida de mierda, que nos otorgó el destino, odias ser un niño perdido.
— ¿Cómo lo sábes?.
Aquellas afirmaciones, parecen robarle el habla. Su postura pierde firmeza, ya no parece tener la misma determinación que ántes.
Marron dio en la llaga.
Aunque a juzgar por su extrañeza y falta de familiaridad.
El no la conoce, mas allá de lo laboral.
— Desde que soy una puberta, de hormonas alborotadas —confiesa con las mejillas rojas— babeo por ti, sueño que tu... Bueno, cosas explícitas y estupideces sobre un sentimiento que desconocemos: el amor. Puede que tu no me conozcas, pero creo conocerte y sé que no vas a lastimar a mi amigo.
Esto es tierno.
Espeluznante.
Pero tierno.
El jefe, toma la pistola con sus dos manos.
Me mira a mi, después sonríe de costado, haciendo que tiemble más que trasero flácido en twerk.
Dios.
¿Por qué todos y cada uno de sus movimientos tienen que ser tan dramáticos?.
Le despoja la culata, para después vaciar aquel cartucho y llevar las balas a su otro bolsillo. Recarga aquella arma de fuego, en el ras de sus vaqueros, con una expresión desconfiada.
Parece que me volvió el alma al cuerpo. Desaparece mi postura de alerta, no bajo la guardia en ningún momento. Igual es reconfortante esta señal ¿Que significa?.
— Eres terco, insistente, renegado —me habla con frialdad— ¿Que se supone que haga contigo?.
— Jefe.
Suficiente rubia.
Estas llena de agallas, eso me quedó claro.
Me toca a mi, hacer mi parte.
— Marrón —hablé finalmente, deteniendo su defensa— no es necesario.
— ¿Como la llamaste? —sus ojos se iluminan repentinamente.
Si no puedes contra ellos, ve con ellos.
Es verdad lo que dijo mi amiga anteriormente. No sería una mala idea, intentar encontrar un aliado en el "jefe".
Es la única opción en realidad o de lo contrario ¡Pum!. Balazo en la cien.
— La reconocí, caminando en un callejón cuando traficaba junto a unos niños —informé, notando su atención recaer en mi— es prácticamente mi hermana, nuestros padres son amigos, nosotros también; o bueno, lo eramos antes de esa estúpida treta, creada por criminales, sobre una fuente de los deseos y...
De nuevo hablo de mas.
— Nadie de afuera lo sabe —reconoce con sorpresa, titubeando en sus propias palabras— ni siquiera los de aquí, por el sometimiento de castigos y medicamentos que los hacen perder la memoria.
Parece retractarse en sus palabras, al darme la información que no debería.
No hay marcha atrás, decide continuar.
— ¡¿Quien demonios te dijo?!.
— Nadie —admito viéndolo fijamente a los ojos.
Ojos que parecen consumidos por obscuridad y tristeza.
— Imposible.
— Yo pude ser un niño perdido, conseguí escapar.
Mi confesión, parece dejar en claro sus dudas.
— Ya veo —responde imparcial— que envidiable.
— No sirvió de nada —argumenté con la voz quebrantada, las lágrimas comenzaron a brotar— no fui libre realmente, no voy a serlo. Hasta que encuentre a mi mejor amigo y termine con toda esta mierda, que...
— ¡Basta! —reprochó en un grito desolador.
Las hojas secas, aterrizaron sobre nuestras cabezas. El frío congeló nuestros pies.
Su mente, parece recapacitar tantas cosas.
— Por favor, jefe —vuelve a insistir— busque en lo mas profundo de su corazón un tanto de...
La suplica de Marron, es detenida por él.
Grita con desesperación.
Fuerte, potente. Causando un eco en todo el bosque.
— ¿Creen que es así de fácil? —nos reclamó a ambos, golpeando el piso con su puño— ¿Creen que es sencillo?.
— Jefe.
— Como por arte de magia ¿Piensan acabar con una asociación mafiosa que se mantuvo en pie tantos años? —nos hablá con tal enojo, que parece negarse a aceptar— ¡Están locos!.
Exclama finalmente, para después tirar de su cabello con desesperación.
No es precisamente él líder de la mafia que está desquiciado y da balazos a diestra y siniestra.
Genial.
— No dije que sería fácil —admití, temeroso de mis propias palabras— pero, tampoco es imposible.
— ¡Acepta la realidad, niño! —expresa sacudiendo mi camisa con desprecio— tu amigo de seguro ya está muerto ¿Por qué te metiste en esta boca de lobo?.
Por su apariencia, puedo jurar que somos de la misma edad, o no es mucho lo que nos diferencia. Pese a eso el me habla como si yo fuese menor, en tanto a madurez.
— No está muerto —aseguro como hace tantos años.
Es la persona mas fuerte que conozco.
El no esta muerto.
No puede morir, yo voy a rescatarlo.
— Vete, antes de que me arrepienta —propone, sin mucha paciencia.
— No —denegué.
El se remueve en su sitio, con desesperación.
Me observa a mi, después a Marron.
— Los dejaré ir a ambos —propone esta vez en una mirada suplicante— solo no digan nada y...
— No —esta vez, Marron me apoya con la misma decisión.
Me preparo para hablar.
Ambos, no queremos que nadie mas pase por lo mismo.
— ¿No quieres saber quién eres? —indago con preocupación— ¿No quieres que todo esto termine? de una vez por todas.
— Jefe, podemos acabar con todo esto juntos.
— ¿Que dices?.
— Vas a ayudarnos?.
No aparto la mirada de él ningún momento, esperando una respuesta de su parte.
Por favor.
Ayúdame.
Ayúdame a encontrarlo.
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