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capítulo 3

Caminaba a paso perezoso en dirección a aquel estudio que se encontraba a unas cuadras de distancia. La vista del ya conocido entorno era amenizado por el sabor a cereza de la paleta de caramelo macizo que reposaba en mi boca. La música proviniente de los audífonos en mis orejas bloqueando el sonido exterior.

Al llegar a mi destino retiré mis audífonos para luego abrir la puerta del lugar y así  adentrarme a éste. El familiar sonido de aquella máquina perforando la piel para depositar tinta fue lo primero que mis oídos captaron y al levantar la mirada pude divisar a mi primo sentado a un lado de la camilla donde su cliente reposaba de lado, pues al parecer su tatuaje estaría en sus costillas.

Qué doloroso.

-llegué.- anuncié al momento que me dirigía a la parte trasera para dejar mis pertenencias en una silla vieja que se encontraba ahí. Dejé de escuchar aquel sonido y cuando volví al frente, ahora mi primo me miraba con una sonrisa mientras su cliente me miraba inquisidoramente.
Al parecer ninguno había notado mi presencia antes de que la anunciara.

-¡Kazumi!- saludó mi primo con alegría

-hola- respondí correspondiendo su sonrisa

-ella es mi prima.- le comentó a su cliente. El cual asintió en mi dirección, para luego saludar también.- ¿qué tal?- tenía una sonrisa ladina

-hola.-respondí para luego tomar asiento en mi puesto de trabajo, la recepción.

Saqué la agenda para repasar las citas programadas y noté que sólo faltaría un cliente por atender dentro de dos horas y con eso se finalizaría el día de hoy. Bueno, esto dependía de si mi primo decidía que nos quedaríamos más tiempo por si había algún cliente que llegara sin cita. La verdad preferiría quedarme más tiempo pues últimamente debía llegar tarde ya que tenía que encargarme de algunos proyectos escolares después de clases y prácticamente sólo pasaba por el estudio unas horas antes de cerrar y aún así seguía recibiendo la misma paga que cuando trabajaba más tiempo.
Estaba muy agradecida con mi primo.

Escuché a los dos hombres intercambiando palabras. Por lo que, levanté mi vista de aquel cuaderno para ver cómo el cliente se ponía una playera cuidando no mover el plástico que se encontraba protegiendo su nuevo tatuaje, mientras mi familiar le daba indicaciones de cuidado y limpieza. Luego de esto, el hombre se puso frente a mí, extendiendo el dinero que debía pagar. Rápidamente lo acepté, para luego entregarle una tarjeta.

-llame si tiene alguna duda o molestia.- le sonreí levemente y este imitó mi acción, tomando la tarjeta para luego salir del local.

Me levanté de mi asiento para limpiar y acomodar el lugar y aprovechando, tiré el palito de la paleta que degustaba previamente.

-te ves cansada.- señaló mientras se quitaba los guantes y los tiraba a la basura

-lo estoy- contesté en un suspiro.- recuerda que tienes una cita dentro de dos horas.- siempre debía recordarle las citas, era muy olvidadizo.

-oh es verdad.- tenia semblante pensativo. No lo recordaba.- ¿es la última?

-sí, es la última.-

-hmmm- rascaba su barbilla, como si estuviera pensando algo.-te diría que te tomaras lo que queda del día, libre. Pero vinieron los chicos.

Lo miré confundida.

-¿los chicos?- asintió- ¿cuáles chicos?-no tenía idea de qué hablaba

-vamos kaz, sabes de quién hablo- me dijo con complicidad. Yo no entendía nada y al verlo, prosiguió- vaya, a tí te bastan unas semanas para olvidar a las personas- rió - ¿acaso no recuerdas a Suguru?- el simple hecho de escuchar aquel nombre removió algo en mi. Por mi cara de sorpresa, supo que ya había entendido- sí que estas distraída- comentó mientras daba una leve palmada en mi hombro. Yo seguía sin entender bien.

-¿a qué te refieres con que vino? Aquí no hay nadie- ¿acaso estaba jugando conmigo? No debí mostrar interés en su ausencia. Ahora  parecía una tonta cayendo en la broma de mi primo. Estaba comenzando a irritarme.

-Él y Satoru vinieron antes de que llegaras. Pero como estaba ocupado y tú no estabas, dijeron que irían a comprar

No creí nada de lo que dijo.
Unos días atrás le había preguntado si tenía noticias del pelinegro, pues llevaba unas semanas sin pasar a saludar. Sinceramente dudé mucho el preguntárselo pero  era mi única opción. Sí, tenía el número de Suguru en mis contactos pero simplemente no me atrevía a enviar un mensaje, mucho menos a llamarlo.

Debo admitir que parte de mi inquietud se debía al hecho de que probablemente se habría cansado de convivir con nosotros. Tal vez había encontrado a personas mucho más interesantes y divertidas. Tal vez no eramos relevantes para el. Aunque claramente no confesé aquello, sabía que me arriesgaba a que Hiroshi sacara sus teorías y me molestaría por eso.

Lo miré con desaprobación.

-claro- mi tono demostró mi incredulidad y el contrario soltó un suspiro de desdesperación.

-bien, no me creas pero si en los próximos diez minutos  cruzan esa puerta, deberás pagar la próxima comida.- eso me hizo dudar. Parecía sincero y eso provocó que un poco de esperanza creciera en mí, pero no era suficiente, así que accedí.

-de acuerdo. Y si no cruzan esa puerta dentro de diez minutos, serás tú quien pague la próxima comida- estiré mi mano para cerrar el trato. Éste la tomó.

Una parte de mí esperaba que perdiera aquella apuesta.

●●●

Pasaron diez minutos y nadie cruzó esa puerta.

-es oficial. Tú pagas la próxima comida- me levanté de mi asiento con una sonrisa, ocultando mi decepción.

-¡espera! Ellos de verdad dijeron que volverían- trató de excusarse pero lo interrumpí.

- creo que pediré ramen, hace mucho que no como- comenté mientras pensaba en posibles comidas que podría pedir.

-maldito suguru y su fleco raro-refunfuñó por lo bajo.

-bien, limpiaré mientras aceptas tu derrota.- dije con mofa para comenzar a barrer.

Pasaron alrededor de cinco minutos y ya había terminado de barrer. Iba a volver a sentarme pero el sonido de la puerta siendo abierta y una voz conocida haciéndose presente, provocó que parara mi movimiento para voltear. Y, cuando lo hice, pude ver unos lentes oscuros que, de un tiempo para acá, ya eran conocidos para mi.

-¡oh, Kazumi!¿qué tal? Creímos que nunca llegarías,-habló con entusiasmo el albino. una sonrisa en su rostro. Yo le devolví el gesto.

-hola Satoru. Lo siento, estaba ocupada.

-Nos dijo Hiroshi que últimamente te has quedado en el instituto tiempo extra.- habló Suguru, quien venía detrás de Satoru. Ambos cargaban un par de bolsas.
Así que Hiroshi no mintió.

Mi sonrisa se ensanchó

-sí. Me he tenido que ocupar de unos...- Mi frase fue interrumpida por mi primo

-¡Te dije que vendrían!- me señaló eufórico. Rodé los ojos.

Ante la actitud de Hiroshi, ambos visitantes nos miraron con confusión. Iba a explicar la situación, pero mi primo se adelantó.

-Le dije que vendrían y la muy terca no me creyó.- me apuntó nuevamente- ahora tendrá que pagar la próxima comida.- una sonrisa victoriosa se posaba en sus labios.

-ese no era el trato.

-da igual. Vinieron y es lo que cuenta, ¿no? Hace apenas unos días estabas preguntando como loca por Suguru y ahora ya está aquí. Deberías de estar feliz- posó sus manos en sus caderas, mirándome acusadoramente. Como si lo que acababa de decir no fuera malditamente vergonzoso para mí.
Sentí mi rostro arder  y evité el contacto visual a toda costa. Pero escuché un sonido de indignación por parte del albino.

-¿sólo preguntas por Suguru?

-bueno... esque al saber de Suguru también implica saber de tí- intenté disimular mi bochorno y decidí sentarme finalmente. Satoru no creyó ni una palabra.

- ah ¿sí?- sus ojos entrecerrados me juzgaban pero de igual forma asentí, sintiendome cada vez más incómoda. - ¿no será más bien que- antes de que siguiera hablando, la mano de suguru se posó sobre su hombro.- basta, satoru.- su voz calmada le dio fin a su intento de molestarme. Aproveché la distracción para tomar uno de los catálogos que se encontraba en la mesita frente al sillón mientras escuchaba cómo cambiaban de tema y sacaban el contenido de las bolsas que llevaban consigo.
Hojeaba aquellas páginas con los trabajos de mi primo, cuando sentí cómo se hundía el espacio siguiente a mí en el sillón e intenté no voltear.

-me gustaría hacerme algo parecido en un futuro.- se refería al boceto que estaba viendo. Era un dragón. Aquella amabilidad que lo caracterizaba me ayudó para voltear a verlo. Me sonreía levemente.

-si me dejas practicar en tí, lo haré gratis.-ofrecí entusiasmada, él rió un poco

-me parece justo.- su sonrisa no desapareció, mientras mis cejas se fruncían con incredulidad.

-¿enserio? ¿No te da miedo que quede horrible?

-no va a pasar. Sé que serás buena, confío en tí.- lo dijo de una forma tan natural, que realmente creí que hablaba enserio. Sonreí de lado.

-quisiera tener la misma confianza en mí de la que tú me tienes.- ví cómo su sonrisa se aflojó un poco, pero no desapareció.

-deberías. Tienes motivos para confiar

No quise ahondar en el tema, así que sólo asentí levemente. El pelinegro se aclaró la garganta, para luego sacar de la bolsa que llevaba consigo, un pequeño contenedor de comida para llevar, por lo que lo miré esperando su siguiente acción, escuchando de fondo una pequeña discusión de mi primo y el albino, creo que hablaban sobre digimon, pero no les presté atención.

-no sabíamos si habías tenido tiempo de comer por lo del instituto y el trabajo, así que quisimos traerte esto.- estiró la mano, ofreciéndome aquel contenedor. La vergüenza hizo que comenzara a mover las manos frenéticamente, negando.

-muchas gracias, pero no deben preocuparse por eso- sonreí, queriendo así disimular mi incomodidad

-¿no tienes hambre?.- su entrecejo levemente fruncido, me mostraba su desconcierto

- no es eso, es sólo que- no sabía qué decir, por lo que callé por unos segundos. La verdad no había tenido oportunidad de comer debidamente desde la mañana y moría de hambre, pero me daba vergüenza el aceptar la comida, pero también sabía que era algo grosero el rechazarlo. Fue muy lindo de su parte...
Demonios.

-de acuerdo - suspiré - pero lo compartiremos- mi tono dejó en claro que no estaba abierta a negociaciones y no pareció molestarle. Asintió animado.
Fue así como en silencio abrí aquel contenedor para descubrir que había curry. Sonreí agradecida, comenzando a comer. Sostuve el contenedor enmedio de los dos para ambos poder acceder al contenido y ahora estabamos en completo silencio, igual no duró mucho ya que el pelinegro decidió hablar.

-¿cuándo comenzarás con los cursos?- se refería a unos cursos que tomaría para aprender a tatuar.

-luego de la época de exámenes. Prácticamente estaría entrando a la par del nuevo año en el instituto- asintió y volvimos a quedar en silencio, esta vez fue más prolongado. No sé en qué estaba pensando él. Yo, por mi parte, estaba debatiendo  si era prudente el preguntarle o no sobre aquella duda que me inquietaba. Luego de unos momentos más sopesando el asunto, decidí hablar.

-quiero hacerte una pregunta- dejé de comer, pues los nervios se hicieron presente. Suguru al ver esto, me miró un poco sorprendido.

-¿cuál es?- él también había dejado de comer para mirarme con atención. Eso me puso más nerviosa así que decidí mirar al frente, donde estaban los otros dos zopencos degustando las golosinas que había comprado el albino.- ¿no te parece...aburrido venir al estudio? - el nerviosismo no me dejó pensar en una mejor forma para formular mi pregunta y no sabía cómo se la tomaría. Me maldije internamente por mi torpeza ¿ y si pensaba que era una forma de decirle que no fuera más?
Al ver que se quedó pensando, proseguí- ya sabes sólo somos Hiroshi y yo...- tenía que arruinarlo más, era una tonta.

-¿lo preguntas porque no había venido?- me preguntó pensativo. El desgraciado había dado en el blanco y no podía intentar ocultarlo porque si lo hacía, ahora sí parecería que lo estaba corriendo. Sólo atiné a hacer una mueca apenada mientras colocaba el recipiente de comida en la mesita frente a nosotros, confirmando su sospecha. Él sonrió pero no pude decifrar el motivo. Parecía una mirada de ¿ternura? No tenía ni idea.

-¿por qué crees que me aburriría?- ahora había volteado todo su cuerpo para poder mirarme directamente.

Pensé mi respuesta unos segundos y me encogí de hombros

-no lo sé. Siento que en su instituto hay personas más interesantes. Es tan exclusivo que no tienen tantos alumnos...¡nisiquiera sé su nombre! Pero estoy segura de que tus compañeros son asombrosos- su suave agarre sobre mi hombro, hizo que volteara a verlo.

-es verdad que hay gente interesante ahí pero eso no quiere decir que ustedes no lo sean. Sé que me ausento por un buen tiempo pero es sólo porque aveces estamos muy atareados. Créeme, si vengo es porque realmente me agrada.

Agaché la mirada. Estaba completamente avergonzada, sentía como si hubiera hecho una escena de celos o algo por el estilo.
Detestaba sobrepensar las cosas y actuar en base a eso. Siempre me arrepentía al final.

-sé que tal vez va a sonar extraño pero el venir le da un cierto toque de normalidad a mi vida. El saber que estás aquí me hace recordar que hay algo más fuera de ese mundo y es por eso que vengo a cada oportunidad que tengo- sonrió provocando que sus ojos se cerraran casi por completo.

¿"Estás"? Ó ¿"Están"?

Tal vez escuché mal.

Sólo asentí. No sabía qué hacer o qué decir.

-hagamos una cosa.- captó mi atención ocasionando que volteara a verlo.- te avisaré cuando vayamos a pasar a saludar, así Hiroshi no te toma el pelo y tú estarás más tranquila.

Una sonrisa apenada se dibujó en mi rostro. Qué vergüenza.

-de acuerdo- acepté intentando sonar normal.

-Suguru.- la voz del albino nos sacó de aquella conversación.- debemos irnos- el chico señaló el celular plegable que estaba en su mano. Suguru asintió y se levantó. Volteó a verme antes de acercarse a su amigo.- nos vemos pronto- se despidió amablemente. Mientras ambos se dirigían a la salida.

-lo siento kazumi, hubiéramos estado más tiempo si Suguru no hubiera insistido en parar a comprar curry.- canturreó encogiéndose de hombros y yo lo miré confundida.- satoru- la voz del pelinegro sonó como de advertencia mientras lo empujaba fuera del local.

¿No lo habían comprado los dos?

Tal vez escuché mal...

-bien. Falta poco para que llegue el último cliente del día. No creo que vaya a necesitar que te quedes hoy.- la voz de mi primo me devolvió a la realidad. Al procesar lo que había dicho, negué con la cabeza

-no tengo problema en quedarme, está bien

-no. Ve a casa, exudas cansancio.

-no estoy cansada. Además todos estos días he venido solamente unas cuantas horas. Dejame compensarlo auque sea un poco.

-podrás compensarlo cuando tengas vacaciones, pero por ahora. Largo de aquí- revolvió mi cabello antes de comenzar a preparar su área de trabajo.

-¿seguro?- no estaba muy convencida en dejarlo solo. Nisiquiera iba a cumplir las tres horas en aquel lugar y ya me estaba pidiendo que me fuera.

-mhmm- parecía no prestar atención. Por lo que obedecí. Fui por mis cosas y me dispuse a salir del local.

-nos vemos.- me despedí de mi primo, quie  sólo agitó la mano en forma de despedida.

Al salir del local, sentí mi teléfono vibrar, anunciando un nuevo mensaje.

"Satoru comió azúcar demás :/"

Sonreí como tonta al leerlo

"Buena suerte lidiando con eso :P "

Presioné la tecla de "enviar" y partí a casa acompañada de ese cálido sentimiento que aparecía cuando el pelinegro estaba cerca.





Así fue como comenzó el constante contacto entre suguru  y yo.

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