Organizaba tranquilamente el lugar. Guardando los documentos en sus respectivos lugares, regresando los utencilios a sus cajones y desinfectando todo aquello que lo requiriera. Entonces una voz bastante familiar se hizo presente.

-permiso.-habló a mis espaldas y aunque me encontraba en dicha posición, no necesitaba voltear para saber que se trataba de aquel chico de cabello oscuro. Por lo que, sin voltear a mirarlo, contesté.

-no sabía que vendrías.-señalé. Pues su visita me tomaba de sorpresa.

-Bueno. Terminé antes unas tareas pendientes que tenía y decidí pasar a saludar.- aún sin voltear podía adivinar por su tono, que mantenía una sonrisa en su rostro, a lo que asentí.

-bien. Acabo de terminar una sesión. Si quieres, podemos pedir algo para comer.- sugerí ya que acostumbrábamos hacer eso cuando iba al estudio de visita. Yo trabajaba en el estudio de tatuajes de un primo. Ahí fue donde conocí a Suguru ya que acudió al local para hacer aquellas expansiones que portaba en las orejas desde hace casi un par de años, antes de que él entrara al instituto en el que asistía. Por mi parte, intercalaba entre estudios y mi trabajo en el local. Aunque sólo era un año mayor que él, yo ya vivía sola y ejercía como tatuadora gracias a la guía y apoyo de mi primo. Por lo que en ocasiones me encargaba sola de los trabajos, aunque eso era algo un poco reciente.
Mi primo fue quien realizó el trabajo en las orejas de Suguru, yo solo lo asistí cuando se requería pues apenas comenzaba con el empleo. Luego de las sesiones, suguru siguió asistiendo sólo para charlar y pasar el rato de vez en cuando y cuando ingresó al instituto, comenzó a visitarnos acompañado en ocasiones de quien llamaba su mejor amigo, un chico llamado satoru.

-sí...- hizo una breve pausa y pude escuchar cómo se sentaba en una de las sillas.- pensaba, más bien en salir.

Su respuesta me sorprendió un poco provocando que parara mi accionar, pues en realidad nunca habíamos salido. Ya que lo pensaba, siempre que lo veía era en el estudio y cualquier cosa que hiciéramos, era dentro de éste. Realmente nunca nos habíamos visto fuera de allí. Tal vez porque ambos teníamos una agenda muy apretada. Si yo no estaba estudiando, estaba trabajando y él iba de visita cada que podía pues por lo que me había dicho, su instituto era una especie de internado y no tenían tantas oportunidades de salir y los horarios eran estrictos. Por lo que sus visitas se reducían a un par de horas y debía partir antes de que anocheciera. Realmente parecía muy estricto. Pero entonces ¿qué había cambiado? Esa duda se plantó en mi cabeza. Así que finalmente volteé a verlo. Se encontraba con su ya familiar uniforme azul. Ambas manos en los bolsillos y una sonrisa en su rostro mientras me miraba fijamente. Esperando mi respuesta.

-salir como... ¿afuera?- pregunté extrañada, a lo que él soltó una risita.

-sí, creo que eso significa.- contestó, divertido por mi reacción. Por lo que luego de unos segundos, hice una cara de sorpesa.

-geto suguru ¿acaso estás invitándome a salir?- pregunté incrédula mientras lo miraba a ceja alzada, con una mano en mi pecho y la otra en mi cintura. Esto provcó una gran risa por parte del contrario, para luego encogerse de hombros y responder

-tal vez.- contestó alegre, intentando restarle importancia. aunque estaba sorprendida y confusa, no desaprovecharía esa oportunidad.

-de acuerdo.- dije sin poder ocultar la emoción en mi rostro

-bien.- dijo él sin dejar de mirarme, provocando un leve sonrojo en mis mejillas.

-bien...- repetí para darme la vuelta e ir rápidamente por mi bolso. Al regresar, pude ver que se encontraba de pie junto a la puerta, esperandome para poder salir. Cuando estuve a su lado, hablé.

-pero de una vez te advierto. Si voy, voy con todo. No hay marcha atrás.- le advertí jugando mientras lo señalaba, a lo que él negó divertido.- no esperaba menos.- comentó mientras abría la puerta para dejarme pasar primero y así, iniciar aquella cita.