3 am - Santa María- Madrid- España.

— ¿Tienes ya sabes, un poco de mí heroína? -. Dice el chico con ojos brillosos, de forma nerviosa, agitado y ansioso a su proveedor quien está parado a pocos pasos de la puerta de su casa.

—Sí. ¿Cuánto quieres?

—2 onzas.

—Son 200 euros por las dos.

—¿Por qué tanto? —. Pregunta el chico notablemente alterado y aún más ansioso, moviendo sus manos de un lado a otro dentro del gran bolsillo de su suéter.

—Tío, esto es de la mejor calidad una jalada y verás las estrellas al instante, te lo aseguro.

—Pero es mucho dinero por tan poco, solo tengo cincuenta euros. ¿Podrías dejármela por ese precio?

—No, lo siento, pero es muy poco —. Afirma el vendedor mientras el chico saca del bolsillo de su suéter una navaja de unos 7 centímetros y le amenaza.

— ¡Dámelo o te cortó! —. Dice con voz nerviosa el muchacho sacando el arma blanca y sosteniéndola con su mano derecha mientras mira rápidamente hacia los lados para asegurarse de que no hay nadie cerca.

—Cálmate podemos arreglar esto, pues ambos sabemos que no quieres hacer eso —, expresa Palme con calma, mientras se escuchan unos pasos desde adentro «Mierda Vicktor ha despertado» piensa antes de escuchar que abren la puerta.

— ¿Qué mierdas pasa? ¿Niño que haces con esa navaja? —, pregunta Vicktor al salir, ahora esta desconcertado mirando al muchacho y a su proveedor de forma continua.

—Nada Vicktor, nada, vuelve a la casa —, dice Palme tratando de actuar tranquilamente.

Inmediatamente el chico de forma inesperada tira un navajazo que Palme sorpresivamente esquiva y mientras está en una posición favorable le da un golpee con su puño derecho, haciéndole caer inmediatamente.

— ¡Cálmate Palme! —. Le grita su primo mientras camina rápidamente hacia él, para luego aguantarle pues iba a arrojarse al muchacho planeando golpearle repetidamente.

El joven se levanta con la nariz ensangrentada.

— ¡Esto no se va a quedar así ya verán, se hundirán en la cárcel lo aseguró malditos inmigrantes! —. Grita mientras va caminando y sosteniéndose la cara.

— ¡Porque no vienes aquí y me golpeas, cobarde! —. Responde Palme con furia.

—Calma ya vamos adentro —, dice Vicktor suavemente tratando de tranquilizarle. Al entrar y cerrar completamente la puerta enfurecido le pregunta a su primo—. ¿Aún estas vendiendo droga cierto?

—No, solo era un chico desesperado de la calle —, expresa Palme ya más calmado y con una serenidad sorprendente.

—¡A la mierda, lo haces y tienes el descaro de negarlo! —. Grita con molestia mientras sus manos tiemblan y se mueve de un lado a otro con desesperación— ¿No te dije que no vendieras esa mierda y menos aquí? —. Cuestiona con otro grito.

—Vicktor yo...

— ¡Cállate hombre, no te quiero escuchar! —. Vuelve a gritar, hace una pausa para tomar aire y tratar de tranquilizarse—. ¿Sabes qué pasaría si la policía te descubre? ¿Pensaste en eso? —. Hace otra pausa para tomar aire nuevamente y evitando que Palme hable él prosigue—. No, sé que no lo hiciste porque eres un puto idiota, y no trates de explicarme nada iré a dormir.

Palme mira como su primo se va a su habitación pero no intenta decirle nada, pues está molesto de nuevo y prefiere evitar que la confrontación se alargue. Luego de tomarse una media hora para serenarse se dirige a su habitación para dormir.

A 7: 30 de la mañana siguiente Vicktor se está vistiendo pues se dispone a salir a trabajar y su primo desayuna.

Tocan la puerta fuertemente. Palme ya que está más cerca se dirige hacia ella para ver quién es y al abrir su sorpresa se hace ver cuando ve a dos policías frente a él, sus ojos se desorbitan pero logra disimular su nerviosismo.

— ¿Esta es la casa de los Urbano? —. Pregunta uno de los oficiales al parecer de unos 40 años de edad y siendo un chiste andante con su cara alargada y un bigote al estilo cowboy.

—Sí, oficial ¿Qué se le ofrece? —. Contesta Palme con una serenidad incorruptible.

—Tenemos una denuncia de venta de estupefacientes y una orden que nos permite revisar su casa —. El hombre hace una pausa y Palme aunque está nervioso disimula y parece sereno-, así que si nos permite pasaremos a revisar —. Dice, Vicktor lo escucha y se dirige a la puerta.

—Oficial dígame, ¿Qué sucede? —. Expresa calmadamente aunque sabe perfectamente lo que está pasando.

—Venimos a investigar la denuncia que nos hicieron sobre la venta de estupefacientes en esta casa y por sus antecedentes penales en su país natal no sería rara esta situación —. Señala el policía y mira la cara de su compañero, el comentario es claramente xenofóbico y bien marcado en el mensaje algo de lo que Palme se percata y se molesta.

—Pero esos delitos fueron cometidos en Venezuela y se comprobó cuando llegamos acá que estamos fuera de eso —, expresa Palme con cierto tono de molestia.

—Bueno sí es así, déjennos hacer una revisión y nos retiramos —. Alega el otro oficial presente, un hombre de calvo, fornido y ojos abrillantados.

—Denme un minuto oficial. Quédate aquí con ellos por favor —, dice Vicktor mirando con molestia indisimulada a su primo.

Vicktor entra rápidamente y revisa la habitación de Palme lo más rápido que puede y encuentra varios sobres con lo que parece ser droga, agarra todos los que puede y se dirige a la puerta caminando con furia, al estar pocos pasos afuera de la casa quedando de frente a los policías y dándole la espalda a su primo, mira hacia el cielo y gira rápidamente, alza su brazo izquierdo y le lanza los sobres a la cara a Palme.

Vuelve a ponerse de frente a los oficiales.

—Llévennos ya no hay mucho que hacer —. Dice con los ojos llorosos. Su primo no lo puede creer está decepcionado de Vicktor y quizás de él mismo. Así que estira las manos y lo esposan al mismo tiempo a su familiar, suben al auto policial y los llevan a la comisaria del pueblo.

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2 horas después...

—Chicos es decepcionante la verdad no parecen ser malas personas, por buena suerte para ustedes tenían solo 600 gramos de heroína en su casa; para la mayoría de estos casos la ley estipula entre 5 o 7 años pero he apelado por ustedes frente a la jurisdicción y deben pagar una fianza de 250 mil euros en un mes o irse del país en el plazo de 15 días —. El sheriff hace una pausa y prosigue—. Es una pena.

—Gracias por su ayuda oficial —, dice Vicktor mientras una lagrima cae por su mejilla derecha y los malos recuerdos de lo que sufrió en su país natal pasan por su mente mientras Palme se muestra frívolamente y sin expresión facial alguna, mirando al infinito.

Los dos salen del lugar uno primero y después el otro...

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¡Miguel dime algo, resiste por favor, hermano por favor!

—Vicktor no sigas la misma vida que yo no cometas ese error, sal de aquí, estudia, gradúate, y has lo que más te guste pero principalmente enorgullece a mamá como yo nunca pude hacerlo.

—¡Hermano tú vas a vivir solo resiste!

— ¡Te quiero hermano, dile a papa y a mamá que los amo y a Palme que deje esa vida!

— ¡Miguel, Migui, no hermano no! —. Dice Vicktor mientras sus lágrimas caen en el cuerpo de su hermano pero ya es muy tarde ninguno de sus sollozos o alguna de sus lágrimas lo revivirá...