3. 5 Los chicos del comedor
Este capítulo es dedicado a DeanChaguez una escritora que admiro mucho aunque en silencio y en la cual está inspirado un personaje parte de los magnates del libro.
Han pasado más de tres meses desde que juego para el Arsenal, la temporada comenzó y no me puede ir mejor, actualmente soy considerado uno de los mejores futbolistas ingleses en mi posición.
Me siento como en casa, las cosas están yendo bien de casi todas las maneras posibles menos en el amor, ya que desde que termine con Taylor no me he interesado en más nadie.
Pero en estos tres meses Oliver no ha dado señales, en el Chelsea no juega y su fichaje nunca se hizo público, es como si hubiera desaparecido de la nada, cada vez que intento hablar sobre el tema, investigo o comento me silencian.
Papá me ha dicho que no me preocupe, que él se encargará de saber que ha pasado con Oliver sin embargo no me trae noticias y comienzo a pensar que hay algo más allá que no me han dicho.
Lo que sostiene mi teoría es que en distintos países del mundo han comenzado marchas pidiendo información sobre personas famosas o gente común que también desapareció de la misma manera pero en tiempos diferentes.
Sin embargo esto lo medios no lo muestran, los canales de YouTube u alguna persona en otra red social que trata de hablar sobre ello son silenciados, pero cada vez cobra más fuerza en la opinión pública que está pasando algo turbio, porque entre más pasa el tiempo los desaparecidos dan menos señales de vida.
Una prueba de ello son los incansables fans de la banda Broken Souls que se estaba volviendo muy famosa en Europa, ellos fueron quienes cantaron en la final de mi división. Al igual que Oliver sus integrantes desaparecieron de manera misteriosa y nadie más que sus seguidores habla sobre cuál podría ser su paradero.
Pero ¿Cómo podrías desaparecer a tanta gente de la noche a la mañana? Haciendo como si nunca existieron, como si se los ha tragado la tierra, no puedes.
Cada vez que intento conseguir información nueva termino sin encontrar nada, quiero llegar a la verdad, no descansaré hasta saberla sin embargo no puedo poner al corriente mi preocupación a la luz pública, pero en lo que pueda iré indagando.
Sé que en algún momento la realidad saldrá a la luz, pues el tema va preparándose como un volcán a punto de hacer una erupción y poco a poco se va creando el interés por saber que ha pasado, pues por más de que se escondan algo sean quienes sean, tendrán que revelarlo, decirnos dónde están o que pasó con ellos.
Presiento que estamos a punto de ver un estallido social entorno al tema.
Alfonso: El chico del comedor
Muerte
Muerte
Sin dolor
Muerte
Muerte
Sin dolor
Muerte
Muerte
Con dolor
Muerte
Muerte
Con terror.
Esa tétrica canción suena de fondo mientras nos preparamos para morir, moriremos hoy.
Estoy llorando en silencio mientras recuerdo todo lo que he vivido.
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Mi nombre de nacimiento es Alfonso pero para la sociedad me volví el "cerdito raro" nací en un hospital de Cusco-Perú en el seno de una familia humilde y con bajos recursos por no decir escasos.
Soy el hermano del medio pero afortunado de tener unos padres que nunca tuvieron preferencias y si lo hicieron no lo note.
Una infancia normal con pocos traumas, sin muchas enfermedades, una familia sin desgracias que nos acecharan, la vida en esa etapa para mí fue muy tranquila y hermosa, si pudiera devolver el tiempo sin duda regresaría a cuando tenía entre cinco y ocho años.
Hasta esa misma edad los 8 años todo era felicidad o al menos así lo sentí, pero cuando cumplí los nueve mi vida dio el mayor cambio que podía en ese momento.
Aún recuerdo ese fatídico día de noviembre. Habíamos llegado de la escuela mis hermanos y yo, mis papás estaban de viaje, no recuerdo exactamente el motivo pero es lo menos que tenía importancia.
Por ello se quedaron en casa cuidándonos nuestros abuelos maternos quienes siempre han sido los familiares más cercanos que tenemos.
Gael mi hermano mayor de 12 años en aquel momento, Lucio el menor que tenía seis y yo entramos a la casa jugueteando entre nosotros muy felices y sonrientes, todo estaba en un abrumador silencio pero era algo normal a lo que no hicimos caso.
Seguimos nuestro camino hacia la sala y encontramos a mis abuelos abrazados, en un sillón lloraban en silencio, no habían notado nuestra presencia.
— ¿Qué pasa? —. Pregunto Gael que por ser el mayor probablemente presentía que algo malo sucedía.
Mis abuelos se soltaron de inmediato quedando un poco sorprendidos por nuestra presencia, se notó que trataron de ser cautelosos y buscaban la manera de hacernos entender la noticia de manera compresible para unos niños, pero su silencio solo empeoro la intriga de Gael.
— ¿Qué pasa? ¿Por qué no dicen nada? —. Pregunto de nuevo y su voz estaba comenzando a quebrantarse.
Mi abuelo quien siempre ha sido el más fuerte anímicamente se levantó y caminó hacia nosotros.
—Sus padres tuvieron un accidente —, dijo tratando de sonar tranquilo pero basto con eso para que hasta el pequeño Lucio supiera que significaba.
Por más chicos que éramos también teníamos la suficientemente inteligencia y sabíamos lo que significaba, el abuelo nos abrazó, mis hermanos comenzaron a llorar.
Pero yo solo estaba allí, abrazado a ellos sin moverme, sin poder llorar, sin decir nada, perdido en mis pensamientos que solo eran vagos y vacíos.
Así fue hasta el día y medio de velatorio, la gente me veía y se acercaban dándome sus mimos, para mí simplemente era lastima, solo estaba ahí en un limbo mental sin siquiera atreverme a acercarme a verlos en sus féretros, no podía y en el fondo no quería.
Sin embargo esa "fortaleza" se quebró en el cementerio, siempre hemos sido muy católicos por lo que las palabras del Padre llamado Anselmo quien era el asignado a nuestra parroquia dio unas palabras antes de que comenzaran a enterrarlos, recuerdo claramente su charla pero lo que más me marcó fue lo siguiente.
—Saliendo de mi posición como figura religiosa —, aclaró su garganta y continuó—, les digo que no se muere quien se va sino quien se olvida, que la vida sigue pero no podemos pretender que esas personas no existieron como muchos lo hacen para ocultar su dolor, hay que llevarlos siempre en la mente, pues los días buenos nunca se borraran y el aprendizaje que nos dejaron no se irá. Aunque el tiempo no se puede recuperar den gracias por lo vivido —. Cuando finalizó, mis ojos se aguaron, comencé a llorar e inmediatamente abrace a mis hermanos quienes estaban junto a mí.
Sin embargo las palabras de aquel clérigo no entraron completamente en mi pensamiento, no deje en paz su recuerdo y aun no lo hago.
En lo que resto de año comencé a salir mucho menos, a comer de más, a portarme mal, a pelearme con mis compañeros por lo más mínimo, igualmente con mi familia, abandone los estudios y mis notas que en algún momento fueron excelentes eran pésimas. Reprobé materias y casi repetí el año escolar.
Pero los años siguientes solo empeoraría, era más detestable, en una ocasión llegue a desearles la muerte a mis abuelos quienes fueron los que quedaron a nuestro cargo.
Principalmente empecé a engordar, a ver prácticamente una serie y media por día, con diez años tenía ya cien kilos.
Desde allí comenzaron a hacerme burla y nació mi apodo "cerdito raro" nadie me veía igual, aquel Alfonso que era tranquilo había muerto, ahora era el niño gordinflón sin padres que pasaba los días en su casa comiendo y viendo programas estúpidos en la tele o series en su computadora.
Los mismos maestros comenzaron a repudiarme y yo no quería cambiar eso; Lucio quien me veía como el hermano genial dejo de hacerlo y Gael casi no hablaba conmigo pues a veces pasábamos semanas peleados.
No tenía amigos, ni padres, ni siquiera una buena relación con mi familia, pero tampoco tenía ganas de cambiar eso, solo quería morir.
Hasta que conocí a Stephano quien hasta hoy es mi mejor amigo, unos cuatro años mayor que yo, cursaba cuarto año de bachillerato cuando nos conocimos, siempre quiso ayudarme a mejorar, por él trate de cambiar las cosas pues por más mal que le traté, siempre estuvo ahí para mí. Por lo que me di cuenta que era una verdadera amistad.
Esa idea se reafirmó cuando en una pelea de juego entre él y yo paso algo de lo que no estoy orgulloso.
Por alguna razón me gustaba jugar a las luchitas y le propuse hacerlo, al principio él no quería pero de tanto insistir termino cediendo, no pasó mucho tiempo para que de un jalón me terminara tumbando por lo que caí en el gramaje y me raspe, jugábamos en mi casa, seguí intentando tumbarle aunque solo lograba que me tirara como a un trapo, me frustre tanto de no poder hacerle lo mismo que la cara se me puso roja y comencé a llorar.
Él no entendía lo que pasaba y me pidió que parara. Estuve unos segundos mirándole fijamente y entre a mi casa, me dirigí a la cocina, agarre el primer cuchillo que vi, lo sostuve con la mano derecha y volví al patio con la intención de apuñalarle.
Cuando me vio con el cuchillo en mano su gesto pasó de confusión a miedo, se puso pálido, estaba paralizado mientras yo caminaba hacia él con pasos desafiantes, no pensaba con claridad y mucho menos procesaba lo que iba hacer, la rabia junto con la frustración se combinaron haciendo de mí un puño conformado por dos emociones con ganas de ser soltadas.
— ¡Alfonso que haces! —. El grito de mi abuelo, me devolvió a la realidad, mire el cuchillo en mi mano derecha y comencé a llorar, era como si hubiera entrado en algún tipo de trance, solté el arma inmediatamente y pedí perdón a Stephano que solo me miraba asustado.
•
Me castigaron por casi un mes pero Stephano me perdonó y en ese tiempo siguió visitándome sin inconveniente alguno, por lo que me di cuenta de que él en verdad apreciaba mi amistad, pues a veces ni siquiera entendía como siguió tratándome como si nada cuando pude haberlo matado.
Y esas semanas en las que él iba me di cuenta de que tenía que cambiar pues estaba consciente de que lo se volvería alguien como yo, sin amigos pues todos los de su grupo social poco a poco se fueron alejando y creyendo lo peor, muchos decían que era raro que fuera mi amigo, otros pensaron que estaba abusando de mí. Sin embargo más allá de eso siguió apoyándome y no dejo que me adiestrara aún más.
Él se graduó y aunque yo seguía estudiando bachillerato nos seguimos viendo aunque no tan a menudo y llegó el día en que tendría que comenzar la universidad.
Se me hizo muy difícil de principio entender que por su bien tenía que salir de nuestro pueblo, supongo que más por el hecho de que quedaría sin amigos pero a la larga termine aceptándolo y volví a socializar, aún seguía siendo el cerdito para mucha gente, me costó salir de casa aunque pude hacerlo, no sin antes prometerme a hacer un cambio por mi bien.
Fue así que pude tener amigos de mi edad nuevamente, mejorar en mis estudios y volver a tener una buena relación con mi familia, claro sin olvidarme de quien había sido el empuje para que tuviera ese cambio por lo que una vez por semana llamaba a Stephano.
Los años de bachillerato terminaron volviéndose nada y me gradué, Stephano por su parte también lo hizo, obtuvo su título como administrador de empresas y al año siguiente conseguiría tener su propia cafetería en Lima.
Yo por mi parte aún no estaba estudiando, pero me ofreció que me mudara con él, así trabajaba y estudiaba, por lo que acepte y lo hice, lo hacía mejor dicho hasta hace poco pero llegamos a aquí.
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Mi momento ha llegado debo decir que no esperaba tener una muerte a tan corta edad, no me quiero ir de este mundo sabiendo que al final de todo fui un fracasado. Por eso lloró en silencio mientras unos guardias me escoltan a lo que será el principio de mi fin.
Stephano
Es amargo ver que el final se acerca sin poder hacer nada, aun peor es tener que ver como tu mejor amigo muere frente a ti.
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Soy Stephano Rosales un peruano amante del café o al menos eso escucharías si preguntas por mí. Afortunado de nacer en la familia en la que lo hice, allá en un pequeño pueblo de cusco, sin embargo aunque viviera en un alejado poblado conté siempre con los recursos suficientes para tener una educación mejor que la promedio.
No tengo hermanos, además de eso, podría decir que soy el mejor partido que alguien puede tener, el novio querido por todas las suegras y suegros que he tenido, el estudiante aplicado e inteligente de la clase, pero también una gran persona, no es algo que yo considere, es así.
Con 26 años ya había logrado tener mi propia cafetería y a los 28 ya posicionarla como una de las mejores de Lima la capital de mí país.
Pero mi historia no se basa en eso solamente, sino también en mi mejor amigo y por quien estoy aquí hoy. Alfonso, un chico de 24 que conocí en mi pueblo natal cuando cursaba cuarto año de bachillerato y él, sexto de primaria.
Él a diferencia de mí era retraído, con obesidad, mal educado e indisciplinado, un hazme reír de los mayores en nuestro colegio, no parecía querer cambiar su situación, debo aceptar que cuando comencé a tratarle las primeras veces no me cayó del todo bien de hecho me parecía repugnante, pero al tratarle más a fondo me di cuenta de que simplemente necesitaba ayuda y así comenzó mi travesía.
Para ese momento me volví su único amigo y durante un año entero luche por hacerle entender que en verdad apreciaba su cercanía, cuando lo logré me sentí a gusto pues la verdad no me ayudaba mucho más bien me alejaba.
Una vez después de haber jugado a las luchitas me sacó un cuchillo y si no hubiera sido por el grito de su abuelo quizás no la hubiera contado.
Aun así me enfoque en que saliera de su caparazón de que buscara hacer nuevas amistades, pues yo estaba a punto de graduarme y tendría que salir para poder estudiar, hecho con que él no estaba muy contento pero a la larga termino aceptándolo, mismo que también le obligo a salir y hacer nuevos amigos cuando me mudé.
Por mi parte volví a tener la vida a la que estaba acostumbrado, fiestas de vez en cuando, novias pasajeras pero principalmente mis estudios, como siempre volví a ser el destacado y me gradué obteniendo mi título de administración de empresas, mientras tanto también buscaba la manera de generar ingresos para poder ser dependiente y así nació mi amor por la industria cafetera.
Aunque no fue fácil, la posición económica de mis padres también me ayudo, luego de hacer varios cursos en marketing y todo lo que tiene que ver con el posicionamiento de empresas, decidí crear mi propia marca.
Con suerte los pocos meses ya tenía un lugar propio para la cafetería.
Y en estos últimos dos años la posicione como una de las cafeterías con más renombre de la ciudad.
•
Hace poco volvió a mi vida Alfonso pues quise ayudarle dándole trabajo para que también pudiera estudiar, en este último tiempo aunque estaba como un empleado más, en el fondo se convirtió en mi mano derecha y consiguió el contacto de quien sería nuestra perdición.
Denisse Ortiz una escritora que aunque tiene mucho renombre yo no conocía pero él sí, ella en una visita y firma de libros en nuestro país solicito hablar conmigo directamente para reservar la cafetería y hacer unas firmas extras.
Aún recuerdo ese día.
Muchos diarios del país cubrían su llegada y yo la atendería junto con Alfonso a quien estaba capacitando para el negocio.
Estábamos sentados en la mejor mesa de la cafetería, ella con su staf, Alfonso y yo del otro lado.
—Es un gusto tenerla aquí —, dijo Alfonso emocionado pues había leído algunos de sus libros y para él era una referencia literaria.
—Sí, es un honor señora —, comente de forma agradable—, pero díganos como sería todo eso de las firmas.
A decir verdad nunca he sido un lector más que por obligación y estaba perdido en el tema.
—Es un gusto para mí también —, aclaró con una sonrisa—, su marca es muy reconocida señor Stephano y por lo de la firma usted no se preocupe, mi staf se encargara de todo, solo debe cedernos el local por unas horas y ya está —. Su respuesta más que sospechosa me tomo por sorpresa pues los negocios nunca son tan fáciles.
—Listo donde hay que firmar —, la estúpida respuesta de Alfonso me dejó boquiabierto y le dibujó una sonrisa en el rostro a la señora.
—Aquí está el papel —, dijo y una chica de su personal me dio una carpeta—, pero ¿Usted está de acuerdo señor Rosales? —. Preguntó y me sentí obligado a asentir, sabía que había algún tipo de trampa pero tampoco podía desaprovechar la oportunidad, por lo que firme inmediatamente sin saber que eso sería nuestra perdición.
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Mientras hay una fiesta para los ganadores de la primera ronda los otros equipos que estaban en la eliminación se fueron, solo quedamos nosotros los perdedores.
Alfonso ha sido escoltado hacia una silla, fue atado de manos y pies y desnudado frente a todos los del equipo.
Sus gritos solo son una pérdida de tiempo pues estamos lo suficientemente alejados para que no se escuche nada, llora y no puedo evitar hacerlo, de hecho todos estamos en ello.
Denisse trae una máscara en las manos, es tétrica y horripilante, digna del momento.
— ¡Esta es la máscara de la deshonra pues han sido el primer equipo eliminado y eso es deshonroso! ¡Ahora les toca morir! —. Grita con tanta fuerza que hace que un escalofrío recorra mi cuerpo y me asuste más de lo que estoy.
Ahora va lentamente acercándose a Alfonso quien fue el primero en la fila para los ejecutados, él solo gira su cabeza de lado a lado intentando zafarse y grita suplicando piedad. Los demás no podemos hacer nada pues estamos esposados de las manos y pies.
Se ha cansado de forcejear y Denisse por fin logra ponerle la máscara, un silencio pavoroso hace acto de presencia.
— ¡Es hora de condenar! ¡Ya! —. Grita ella de nuevo.
De la máscara salen púas que penetran el cráneo de Alfonso perforando la carne de su cara.
Ha muerto. El silencio se esfuma y los gritos se hacen presentes...
Un capítulo especial en el que trate de contar una historia un poco conmovedora espero y les haya gustado :)
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