1. Palme y Vicktor.
La gente se acerca y me da sus condolencias, un gracias desganado es lo que puedo decir, estoy demasiado mal, siento que pude haber hecho más por él, pero así es la vida al final, lo que siembres es lo que cosechas, y Miguel tristemente no fue la mejor persona aunque tampoco creo que debió morir así.
Estoy sentado al lado de mamá y papá, el velatorio de Miguel es en la parte de entrada de la casa, en nuestro corredor. Veo llegar a los de su pandilla como siempre con un aspecto funesto y marginal, varios con armas en los bolsillos.
Todos los presentes los miran rápidamente con cierto miedo y vuelven a lo que hacían. Mis padres los miran, pero están muy mal como para siquiera intentar sacarlos.
Vienen hacia nosotros y antes de que se acerquen me levanto para adelantármeles.
— ¿Qué hacen aquí? —. Pregunto un poco molesto a Ronald el que ahora es el líder.
—Vas a preguntar eso, vinimos a despedirnos de nuestro jefe —, replica con una sínica sonrisa.
— ¡Por culpa de ustedes mi hermano está muerto, por culpa de esa estúpida vida! —. Grito alterado haciendo que los presentes nos miraran.
— ¡¿Qué ven?! —. Grita Ronald girando la cabeza para ver a los presentes y la gente asustada sigue en lo suyo—. ¡Cállate, y dejas que nos despidamos del jefe! No queremos ocasionar problemas, así que cálmate —. Dice mientras saca un arma de su bolsillo y la pone en mí cintura—. ¿Entendiste?
Lo estoy mirando con rabia, no le tengo miedo en lo absoluto, si fueran otras circunstancias le reto a dispararme pero en estos momentos solo me queda callar y aceptar sus reglas, así que asiento con la cabeza, él guarda su arma y me deja ir.
Marcho mirando hacía el suelo y entro a la cocina.
Allí esta Palme ayudando a su madre a servir café, los dos al sentir mi presencia giran la cabeza y él como si leyera los pensamientos se me acerca.
— ¿Llegaron los de la pandilla verdad? —. Me dice en un susurró mientras me coloca su mano derecha en el hombro izquierdo.
—Sí y es...
—Sí, supongo como te debes sentir, tranquilo yo intentaré arreglarlo —. Me interrumpe para afirmarme eso e inmediatamente me abraza—. Ayuda a mi mamá a servir el café.
Dice eso y va al corredor. Mi tía ha terminado de servir así que agarro la bandeja y salgo para repartir.
Ahora están sentados como en círculo hablando y bebiendo alcohol, Palme está al lado de Ronald hablándole de manera serena.
La verdad quisiera acercarme para saber que dicen pero eso sería inoportuno.
Vuelvo a la cocina para dejar la bandeja e inmediatamente llega el auto de la funeraria, ya es hora de ir al cementerio y darle su última despedida.
La noticia la muerte de mi primo ha sido como un balde de agua fría y no por lo sorpresivo, sino por lo cercano que éramos.
Aunque al fin y al cabo era algo de esperar, quizás yo también termine por el mismo camino, pero la verdad no le tengo miedo a la santa muerte, ella es parte de la vida misma.
Ahora estoy aquí sirviendo café con mi madre en su funeral, aunque la familia está destrozada se puede decir que entre todo el caos interno hay serenidad. Vicktor está quebradizo, ha llorado bastante; esa es la diferencia entre él y yo, puede demostrar sus sentimientos sin apenarse, sin sentirse débil, mientras que no puedo ser así, el dolor no es un lujo que pueda dar a demostrar frente a la gente y mis luchas siempre son internas.
Lo veo entrar a la cocina con una molestia innegable, algo me dice que es porque probablemente hayan llegado los de la pandilla.
— ¿Llegaron los de la pandilla verdad? —. Digo en un susurró acercándome a él.
—Sí, así es...—. Le interrumpo y procedo a hablar.
—Sí, supongo como te debes, tranquilo yo intentaré arreglarlo —, afirmo y lo abrazo—, ayuda a mamá a servir café —, digo y salgo al corredor.
Inmediatamente veo a Ronald con los demás sentados en círculo, charlando y bebiendo.
—Palme bro, mis condolencias —, dice Ronald y me abraza cuando llego a ellos.
—Gracias —, digo desganadamente—. ¿Qué hacen aquí?
— ¡Tú también vas a venir con esa estúpida pregunta! Vicktor también vino hacia nosotros para decir semejante ridiculez —. Expresa mientras masca un chicle y enseña sus sucios dientes.
—Claro que se lo que hacen aquí, pero entiéndanlo él está afectado por la muerte de Miguel y no ve muy grata su presencia.
—Te voy a aclarar algo —, comenta colocando su mano en mi hombro—, nosotros estaremos aquí y seremos los últimos en irnos, además le tenemos un pequeño homenaje —. Indica mirándome de forma atacante para intimidarme.
Inmediatamente veo salir a Vicktor, que no puede evitar mirarnos mientras va repartiendo el café. Cuando termina de hacerlo vuelve a la cocina y llega el auto funerario para llevar el cuerpo al cementerio.
Ya lo han enterrado la gente está a punto de irse, los de la pandilla están bebiendo sentados en algunas tumbas, no se le has ocurrido hacer nada, algo que me da serenidad. Palme por su parte ha estado fumando en el cementerio, sereno y al parecer pensativo.
— ¡No ha terminado completamente esto señores! —. Grita Ronald al ver que la gente al parecer se dispone a salir—. ¡Ahora viene el homenaje por nuestra parte! —. Termina de decir, levantándose todos los de la pandilla con dirección a la tumba.
Mi rabia se manifiesta, estoy molesto y decidido a dejar que no hagan nada, voy a ir hacia ellos y enfrentarlos. Mi padre que está a mi lado antes de que lo haga me agarra fuertemente del antebrazo izquierdo y me sostiene.
—Espera, no hagas nada —, me suplica al oído, no le respondo, los dejo acercarse y no intento hacer nada.
La mirada de Ronald y la mía se cruzan, sintiéndose la tensión.
—Muchachos es hora —, dice mientras saca una botella de alcohol y los de la pandilla se ponen en fila a cada lado de la tumba—. Pa' ti mi hermanazo —. Grita y todos sacan sus armas suben las manos y uno de ellos da un tiro al aire, luego otro y así sucesivamente hasta la tercera detonación.
— ¡Ya! —. Grito eufórico dirigiéndome hacia Ronald y siento las miradas de los presentes caer sobre mí—. ¡A la mierda todo tu maldito homenaje, por culpa de esa maldita vida es que se murió tan joven! —. Afirmo entre gritos, alterado mientras lloro.
— ¡Cállate y quédate tranquilo! O ¿Quieres morir? —. Pregunta Ronald mientras me apunta con el arma que lleva con él.
— ¡Dispara, dispara si eres tan hombrecito! —. Le grito acercándome tanto que estamos casi cara a cara.
— ¡Alto, cálmense! —. El grito de Palme que viene corriendo hacia nosotros se lleva la atención y se roba nuestras miradas...
Nota de autor: La verdad se nota que ese tal Vicktor ha sufrido, pero bueno su hermano se lo busco, aunque tampoco debió llegar ese tal Ronald y su pandilla.
Yo me hubiera sentido igual de impotente o peor la verdad, creo que nuestro muchacho ha actuado bien.
¿Ahora que vibra dan los chicos en su primer capítulo?
Los leo opinen lo que quieran.
Gracias de leer. :)
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