Capitulo tres
Nota principal: Debido a que no hay muchos personajes en TKB para ponerlo como posible interés amoroso para Sara Lin. Me ví en la tarea de poner un personaje de otro webtoon, solo para que se den una idea de como es su diseño. Esto NO es un crossover entre ambos webtoon. Solo es ayuda visual. Alexander Romanov es un personaje OC hecho por mi autoría.
Oliver Yang se encontraba en aquella sala donde había compartido sesiones de matemáticas con aquella chica de cabello anaranjado. Su preciada musa. Sentado, con el ceño fruncido, jugando con su lápiz mientras veía las notas de su cuaderno.
La idea de mandarle un par de mensajes a Sara Lin era solo una excusa para disculparse por lo de ayer. Había reflexionado; las horribles pesadillas donde la protagonista era la chica de ojos soñadores, que en lugar de verlo con un brillo especial fueron reemplazados por una cascada de lágrimas. Ver a Sara Lin en sus sueños con el semblante triste, su labio inferior temblando tratando de ocultar el nudo en su garganta se había convertido en su infierno.
Era y es un completo imbécil.
Odiaba ser así.
¿Quería a Sara Lin como novia? ¡Joder claro que sí! Llegó a esa conclusión desde ya hace tiempo, solo que no quería profundizar más en sus sentimientos, era un terreno tormentoso y le causaba ansiedad.
Aun así, tenía miedo, por él, por ellos, por todo.
No quería tener una relación, no quería dejar que rompieran esos muros de hielo que construyó con tanto esfuerzo. Y Sara Lin, sin que ella hiciera nada, simplemente sonriendo y mostrando su amabilidad había derretido esos muros, como si su mera presencia fuera el calor inmenso que el corazón de Oliver necesitará para sanar.
Las relaciones amorosas son una simple distracción.
Era como su lema. Aunque, últimamente, la compañía de Sara Lin le traía paz en su alma rota. Al instante varias imágenes llegaron a su mente donde solo estaban ellos dos, él y su adorada musa.
¿Por qué era tan difícil?
No quería ser una distracción para ella. Los exámenes finales estaban a unos cuantos meses. Oliver no quería ser un peldaño en la vida de Sara Lin, un arrepentimiento, no quería...
Skyler era más fácil.
-Sky... -murmuró llevando su mano a su boca, como si inconsciente su corazón lo hiciera callarse.
No la había visto desde la galería de arte. El recuerdo donde ella se le confesó en esa larga noche de luna llena, dónde había jugado con Sara Lin al twister.
Suspiró con irritación. No importará cómo, Sara Lin siempre se colaba en sus pensamientos, aunque fueran tan simples.
Hace un tiempo pensó que tener una relación con la chica de tez bronceada no era una mala idea. Principalmente porque Skyler no podría controlar los sentimientos y emociones de él.
¿Eso no sería jugar con el amor de la persona?
¿Qué clase de amor es ese dónde no es recíproco, dónde uno no se entrega al otro?
Y sabía que con Sara Lin haría lo que fuera. Si la chica quisiera la luna se la daría, no importará cómo, incluso le daría las estrellas. Sara Lin se merecía absolutamente todo lo maravilloso y bello que el universo pueda otorgar.
Le dolia haberla perdido, necesitaba disculpase, arreglar lo sucedido, quería salvar lo poco que tenían. Cerró la pequeña libreta de cuero, tomó sus cosas y salió del aula, debia encontrarla, a ella, su estrella, su luna, su sol, su musa.
Sara Lin se encontraba en el baño, había lavado su rostro, no podía permitir que su nuevo tutor la viera en un estado complicado por no decir deplorable, las gotas de agua escurrían por sus mejillas, mirando su reflejo en el espejo suspiró, el soplo había levantado un poco sus cabellos mojándolos, quedando incrustados en sus mejillas.
Tomó un par de servilletas y retiró la humedad de su rostro, ato su cabello en una improvisada coleta alta, lo amarró con una liga de tela pomposa de color azul, algunos que otros cabellos se salían, y simplemente los paso por detrás de su oreja. Las clases ya habían transcurrido, conocería al nuevo tutor pronto.
Sacó su celular de su mochila para buscar el nombre del aula donde le tocarían las sesiones de estudio, «C-15» decía el texto. Se apresuro a buscar el aula, y finalmente encontró la puerta donde un letrero blanco tenia el nombre, se detuvo a unos pocos centímetros, por el pequeño cristal cuadrado de la puerta solo podría ver la mesa de madura, el pizarrón, una mochila negra y una figura masculina.
¿Debería de tocar o simplemente abrir la puerta?
-¿Qué más da? Es un chico de mi edad, no un profesor -se aconsejó en un susurro mientras tomaba el picaporte de la puerta de madera y la abrió.
El chico se encontraba sentado, recargado en la silla, con los brazos cruzados, lo más sorpréndete para Sara Lin era que él tenía un pequeño libro abierto en su rostro.
«¿Esta dormido?»
Fue el primer pensamiento que se le cruzó, cerró la puerta con delicadeza, se quitó la mochila y sin hacer tanto ruido la dejó sobre la mesa. El nuevo tutor usaba un pantalón formal negro, camisa de botones blanca y un reloj del mismo color que su elegante calzado negro. Sara Lin paso saliva, «¿así recibe a sus tutorados?», se acercó más hacia el chico, leyó el título del pequeño libro «1000 y una noches a tu lado, querida» su corazón latió un poco más rápido de lo habitual, conocía ese libro, eran poemas que un escritor enamorado le recitaba a su enamorada en el siglo XVII.
La poesía era tan maravillosa si estaba en las manos correctas, no podría imaginarse a un chico leer un libro tan largo y confuso, pero su nuevo tutor lo hacía. Sara Lin quería escribir poemas que deleitaran el corazón de las personas, que su poesía fuera dedicada, y ese autor de nombre Benedict Freeman se convirtió en su favorito.
Sara Lin extendió con cautela su mano hacia el libro que reposaba sobre el misterioso rostro de su nuevo tutor, pero antes de que pudiera tocarlo, una mano firme sujetó su antebrazo. Con un sobresalto, Sara Lin abrió los ojos con sorpresa y dejó escapar un grito agudo, tomada por la repentina acción.
El tutor, retiró el libro revelando su rostro. Observó a la joven con curiosidad, mientras sus ojos azules contrastaban con los preocupados ojos castaños de ella. Sara Lin, de cabello que parecía una amalgama entre el rojo y el castaño, pasó de la sorpresa inicial al nerviosismo ante la intensa mirada de su nuevo tutor, Alexander Romanov. Este chico de tez pálida como la nieve y cabello plateado, parecía más un personaje salido de un cuento de fantasía que un simple tutor.
-Sara Lin, ¿verdad? -Más una afirmación que una pregunta, su tono de voz era serio, lo que dejó a la chica sin palabras, solo pudo asentir cuando él finalmente la soltó. -Tranquila, no estaba dormido, solo descansaba los ojos -le aseguró con una sonrisa.
-¿Eso no es dormir? -Preguntó Sara Lin, también sonriendo, mientras tomaba asiento frente a él.
-Solo si roncas -dejó el libro sobre la mesa, notando cómo los ojos de Sara Lin no dejaban de fijarse en la portada. -¿Quieres leerlo?
Sara Lin miró los intensos ojos azules, tenían un brillo especial, incluso se podría ver reflejada en ellos, después bajo la mirada hacia el libro y unió sus manos jugando con sus dedos.
-¿Puedo? Pensé que solo hablaríamos de matemáticas -finalmente levantó su mirada.
Eran como si esas palabras de Oliver hicieran eco en su mente, "una relación de alumna y tutor". No quería repetir los mismos errores. El de hebras de plata se rio.
-Sara, que sea tu tutor de cálculo no se limita a hablar de números, derivadas e integrales, claro que las matemáticas son importantes e interesantes si le dedicas el tiempo suficiente para conocerlas, la ciencia es asombrosa -sonrió mirando el rostro de su alumna -pero, ¿Qué sería de la humanidad sin el arte? Una hermosa pintura, una dulce melodía y el deleite de un buen poema, considero que esas cosas es lo que nos enriquece el alma, cualquiera puede ser bueno en las matemáticas, pero no cualquiera puede trasmitirte los sentimientos de leer un buen poema. Solo unos cuantos pueden tocar tu corazón, ¿lo quieres? -Sujetó el libro, Sara Lin se sonrojo al escuchar todas esas bonitas palabras, ella extendió sus manos, y él dejó caer el libro, pero antes de que llegaran a las manos de Sara Lin, lo tomó. -Sera tu motivación, si pasas este examen de diagnóstico -hizo una pequeña pausa -te prestare mi libro -añadió finalmente con una sonrisa.
-Sabia que no sería tan fácil, Alexander -arrugó sus cejas mientras se cruzaba de brazos, en su rostro apareció una pequeña sonrisa curveada.
Él la miró por un corto instante, se quedó pensando, había Sido muy descortés de su parte no haberse presentado.
-Romanov -murmuró mientras abría la mochila y sacaba una hoja que tenía ejercicios impresos. Sara Lin miró atentamente cada uno de sus movimientos. -Alexander Romanov, un gusto conocerte Sara Lin -le extendió la hoja junto a un lápiz. -Soy tutor de matemáticas como uno de mis pasatiempos, me encanta la física y la poesía, y si -rio un poco -tengo ascendencia rusa por parte de mi padre.
-¿En serio? Por tu apellido creí que serías francés -su sarcasmo le causó una sonrisa al de cabellos plateado. -¿Seguro que si respondo bien -miraba la hoja sobre la mesa -ese libro estará en mis manos?
Alexander asintió. Siempre ponía exámenes de diagnóstico hacia aquellos que pudieran sus asesorías, con el fin de conocer el punto de partida y elaborar un plan de estudios acorde al desempeño. Esperaba que el examen no fuera muy difícil, que claro para el sería como si estuviera coloreando un lindo paisaje. El exámen tenía un poco de dificultad.
Él tomó el libro para continuar con su lectura, elevó su mirada, por mera curiosidad, esa chica, es su primera estudiante oficial como tutor, si esa chica tenía un desempeño sobresaliente le darían un diploma que agregaría a su archivo y entrar a una buena universidad. Debía de convertir a Sara Lin en la mejor estudiante de cálculo.
Por eso mismo, la sonrisa victoriosa de ella lo había confundido. Sara Lin estaba muy concentrada resolviendo el examen, debía de admitir que las tutorías con el chico del metro fueron eficientes, pues el examen eran de temas anteriores que ya había estudiado.
«Ese libro sería mio»
Pasaron unos pocos minutos. Sara Lin taradeaba en voz muy baja mientras movía su cabeza en ritmo a la canción, se sentía confiada y mejor. No podría pensar como serían las tutorías si siguiera con Oliver.
Seguramente serían tan incómodas.
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