Unu
¿Qué es la muerte? ¿Es la ausencia de la existencia de algo o la simple desgracia de algo que dejó de respirar el mismo oxígeno que el resto de personas?
No quería un aire nuevo, quería la vida que se me fue arrebatada y nunca lo supe; mi llanto se ahogó en un desesperado grito de auxilio a través de los años, todos aplaudieron mis sonrisas de victoria sin entender que por dentro me estaba muriendo.
Hasta que....
Un día más, en su aburrida vida, era lo mismo de siempre, nada cambiaba, ni siquiera él estando dentro del área de fumadores donde podía ser libre por algunos minutos de su novia, quien parecía estar más interesada en encontrar su perfil para la perfecta foto que subiría a alguna parte, muy posiblemente en esas aplicaciones que él no utilizaba porque le parecían aburridas.
Llevó su mirada hacia la cajetilla de cigarrillos que tenía entre sus manos, abriéndola, notando que solamente quedaba uno, el último placebo de la vida que lo hacía sentir tranquilo. Era su segunda caja, ¿cuántas veces había tomado un respiro para fumar? ¿Qué clase de oxígeno era el que faltaba en su vida para dejar de tomar pequeños breaks y así retomar el sentido de su existencia?
Aunque siendo sincero, todo había perdido el sentido, se sentía perdido como en un modo automático o lo que era peor, un modo avión que lo mantenía ajeno a sentir placer por alguna cosa, por más pequeñas que parecieran se veía incapaz de ser como el resto de personas ¿de dónde sacaban la fuerza para seguir? ¿Realmente era tan bueno engañando que nadie veía la vil mentira que ocultaba su rostro? ¿Por qué nadie escuchaba sus gritos silenciosos?
Internamente, estaba vacío como su cajetilla de cigarros, pero externamente seguía siendo el mismo, ocupando el espacio en la existencia de muchos o de pocos, sin dejar de funcionar adecuadamente para la sociedad y su entorno.
Su teléfono vibró en varias ocasiones para dejarle en claro que su novia estaba comenzando a aburrirse de esperar, también para informarle que perderían el tren de regreso a casa y por último un mensaje de su asfixiante colega, con quien esa misma tarde habían mantenido una acalorada discusión sobre el caso que llevaban.
¿Por qué se había dejado influenciar por su madre para ser un abogado? Estaba aburrido de ver el mismo caso una y otra vez, donde el hijo de alguna anciana incapaz de pelear por sus pertenencias querría robarle su dinero, mientras que algún nieto indignado se negaba a dejar que eso pasara.
— Kim Taehyung – la chillona voz de la chica lo hizo fruncir un poco los labios, no molestándose en ocultar su irritación ante la presencia de su novia, quien no le importó la actitud de Taehyung, estando muy acostumbrada a esos gestos – perderemos el tren, ¿ya viste la hora? ¿Por qué no respondes los mensajes? Quiero ir a casa.
— No perderemos el tren, estamos a tiempo. Además, ¿Recién enviaste el mensaje y pretendes que te responda?
— Sí, justo como yo lo hago contigo. No es mucho pedir que mi lindo novio responda un mensaje donde le digo que se nos está haciendo tarde para ir a casa – la chica se cruzó de brazos, haciendo un molesto ruido con la bolsa de comida que llevaba en la mano – tengo hambre.
— Pues deberías ir sola a casa, yo llegaré después.
— Quiero ir contigo, por eso siempre te acompaño, incluso a estos molestos lugares – la chica tomó la muñeca de Taehyung para detener el camino de aquel cigarro – ¿Por qué no dejas ese asqueroso vicio? Ya es suficiente, ¿cuántos llevas solo hoy?
— Yuna... — Taehyung se puso de pie, observando hacia abajo a su novia, cubriéndole la boca con su mano, mientras que con la otra pagaba la colilla de cigarro —. Por favor no más quejas, hoy no fue un buen día – la chica comenzó a intentar hablar, escuchándose sonidos ahogados, frunciendo las cejas en molestia cuando no logró obtener lo que quería – ¿prometes que si te suelto dejarás de hablar? – Yuna asintió frenéticamente, obteniendo por fin su ansiada libertad, pero ni bien intentó emitir palabra alguna su novio se lo impidió dejando un beso en sus labios —. Lo prometiste, no más quejas, no más hablar.
— Odio cuando me besas después de fumar, también detesto que me calles con besos, esos no se hicieron para callar a las personas – Taehyung ignoró aquella molesta queja, besando de nuevo a la chica, acunando el rostro de ella hasta abultar sus mejillas logrando que se vieran como dos tiernos panecillos las cuales no se contuvo en morder —. Basta, eso duele.
— No quieres que te muerda cuando te ves tan tierna – Yuna negó inflando aún más sus mejillas, provocando que su novio dejara un beso en cada espacio lastimado —. Eres muy linda como para no callarte a besos.
— Entiende, no son los besos el problema.
— Entonces, ¿qué? ¿No decías que te disgustaban los besos? ¿O esa es tu excusa para que deje de fumar?
— No me disgustan, solo detesto el olor del tabaco, pero quizá olvide ese detalle si me das más besos para acostumbrarme – Taehyung asintió apenas, tenía una mirada cansada como si todo aquello fuera una aburrida rutina, dejando un beso flojo en los labios de la chica. Yuna no entendía el porqué de un momento a otro su novio había perdido todo su brillo, dejando de ser esa persona sonriente para dejar un simple cascarón vacío.
— ¿Feliz? – Yuna sonrió de lado, sintiendo una punzada en el pecho, ese no era su bonito novio sonriente, se trataba de una versión que complacía cualquier berrinche con tal de ya no escucharla quejarse —. No dejaré de fumar solo porque tú aborrezcas el olor, pero puedo no besarte en esos momentos y así problema resuelto – definitivamente ese no era Kim Taehyung, el hombre del que se había enamorado – bien, no más prórroga, andando, tengo hambre.
— Okay, entonces salgamos de aquí.
Ambos salieron del espacio para fumadores, dónde Taehyung solo buscaba un respiro de su asfixiante vida. Yuna se aferró de su brazo, recostándose en su hombro mientras comenzaba a mencionar lo feliz que sería, ni bien pusieran un pie en el apartamento, ansiando poder comer algo caliente.
Ni siquiera algo como una buena comida llenaba el vacío en el interior de Taehyung, ¿Estaba mal el decir que se sentía así? Yuna no merecía que se sintiera de esa manera, pero le era imposible mostrarse diferente, no es que algo estuviera mal en su relación, más bien parecía el típico cliché de ser él el problema.
Lo tenía todo. Un bonito apartamento con la renta al día, una novia amorosa que siempre lo apoyaba en todo lo que hacía. Una familia, que si bien no era la mejor, eran bastante unidos, aunque eso no llenaba eso que faltaba.
Taehyung se sentía como un títere, algo vacío que se limitaba a seguir la corriente como el resto de personas. Cruzando las calles sin el mínimo de los cuidados, esperando que un día quizá la vida le daría un buen golpe para devolverle las ganas de vivir.
Tan pronto como llegaron a la estación del tren, comenzó a sentirse aún más atrapado de lo normal, las personas a su alrededor se volvieron un ruido molesto, el ambiente se sentía sofocante y sus pasos solo lo llevaron hasta llegar a la línea de ingreso, donde su tarjeta se tardó en darle acceso, haciendo que él mismo comenzara a impacientarse.
— ¿Tae, qué ocurre? – Yuna pudo notar el semblante serio de su novio, eso no le traía nada de tranquilidad porque conocía lo que ocurriría si no lo detenía. Taehyung avanzó entre la multitud intentando evitar a toda costa que lo tocara, incluso soltándose del agarre de Yuna cuando esta lo tomó de la mano – Osito, ¿estás bien?
— ¿Uh? Sí, es solo que... no te parece que hay algo diferente.
— ¿Diferente?
Taehyung podía percibir todo a su alrededor como una realidad diferente, de nuevo estaba ocurriendo, llevaba meses siendo víctima de esos ataques de pánico, aún no descubría la razón por la que sucedían, su psicóloga había mencionado que se podía tratar de estrés mal manejado, de ahí el porqué de pronto su jodido vicio con los cigarros.
No de nuevo.
El hecho de que tantas personas se encontraran a su alrededor no era de mucha ayuda y el ruido de las voces comenzó a ser murmullos para luego terminar en un pitido molesto. Sus manos sudaban, su pecho se apretó, se le dificultaba el respirar y el tacto de Yuna solo le hacía sentir incómodo, era extraño porque no deseaba aquel contacto.
— Tae, espera, ¿a dónde vas? Osito detente – Yuna intentó tomarlo de la mano, pero aquello fue en vano, su novio estaba como en un trance extraño donde apenas susurraba palabras extrañas.
— No respiro... n-no... — el mundo daba vueltas, ¡por qué daba jodidas vueltas!
Risas, en la cabeza de Taehyung solo se reproducían risas, una en particular que jamás había escuchado. Le hacía querer llorar, podía sentir su corazón latiendo sin freno alguno. De pronto el ruido de las vías del tren perdieron sentido, para convertirse en una nebulosa de sonidos y algo que le hacía sentirse asfixiado.
— ¡Taehyung! – la voz de su novia lo despertó de aquel sueño oscuro en el que su mente lo estaba engullendo, justo a tiempo para ver ante sus ojos cómo el tren pasaba a alta velocidad.
La maquinaria pasó tan rápido y al mismo tiempo tan lento que él pudo jurar haber visto en el interior del vagón a una persona, lo que era más aterrador de todo eso era estar completamente seguro que aquel individuo también se percató de su existencia en ese espacio.
Su pecho seguía doliendo, era como si algo en su interior estuviera tensando algo, le hacía quedarse sin aliento y llenarse de una profunda soledad, acompañada de una nostalgia inexplicable. Sus oídos se taparon dejando apenas un pitido molesto, la visión se le hizo borrosa, como si todo diera vueltas, de pronto solo tuvo oscuridad.
Profunda, vacía y fría inmensidad carente de luz, no percibía absolutamente nada, era como estar suspendido en un sueño oscuro, de esos donde apenas sientes que cierras los ojos para luego despertar.
Majestad... Taehyung... no me dejes por favor...
Se sentía mareado y adolorido en el momento en el que sus ojos se abrieron, teniendo una luz blanca enceguecedora frente a él. Algunas sombras extrañas se movían, logrando diferenciar apenas la silueta de una de ellas, siendo Yuna la primera en reconocer.
La chica no pudo evitar sentirse aliviada al ver que su novio estaba comenzando a reaccionar después de largos minutos en los que los paramédicos intentaron reanimar a Taehyung, quien de un momento a otro se había desmayado, respirando con dificultad.
— Por favor señorita, necesitamos que no obstruya la respiración del joven – mencionó uno de los paramédicos, ahora Taehyung era consciente de la persona que hablaba con Yuna, no era la misma que lo estaba llamando en aquella inmensa oscuridad.
— ¿Estará bien?
— Permita que lo evaluemos.
El paramédico comenzó a hacer los chequeos en Taehyung, haciéndolo reaccionar a la luz, a algunos estímulos de contacto y también auditivo.
— ¿Señor, puede escucharme? Sabe ¿dónde está? O ¿cómo se llama?
— Su nombre es Kim Taehyung – mencionó con cierto grado de ansiedad Yuna al desesperarse por aquellas preguntas, las cuales estaba segura de que su novio no podría responder en esos momentos.
— Señorita, por favor haga silencio o tendremos que alejarla del paciente.
— Kim... Taehyung – murmuró apenas, sintiendo la dificultad de respirar y una presión en su pecho – tengo veintiséis años y vivo en Seúl.
— De acuerdo, señor, escuche con atención, necesita ir al hospital. Nosotros lo trasladaremos en estos momentos...
— No... — Taehyung se quejó, sorprendiendo a todos al verlo incorporarse, quitándose la mascarilla de oxígeno —. Estoy bien, no es necesario.
Taehyung se sentía un tanto turbado, mareado y demasiado incómodo al notar todas las miradas estando sobre él, mientras que aún se encontraba sentado en el suelo de la estación del tren. Los paramédicos seguían hablando con Yuna respecto a lo importante que era el llevarlo a un hospital para descartar cualquier efecto colateral, pero él no podía estar menos interesado en eso, no cuando se sentía fuera de esa realidad, había algo diferente que lo hacía sentirse fuera de lugar.
De pronto la silueta de alguien se le hizo un poco conocida, haciendo que su cuerpo tomara vida propia, para comenzar a andar de nuevo, dejando a Yuna y los paramédicos bastante confundidos.
¿Me buscarás...? Tae... te espero en nuestro lugar...
Mientras más se acercaba a aquella persona, la voz se hacía más clara en su cabeza, ¿cómo era posible que conociera su nombre? Solo podía pensar en seguir a aquel chico quien parecía tan perdido como él pasando entre la multitud. Realmente no era consciente de lo que ocurría a su alrededor, mucho menos de lo preocupada que estaba Yuna al notar cómo su adorado osito seguía teniendo esa mirada perdida como si estuviera en una especie de sueño.
— ¡Kim Taehyung! ¿En qué estabas pensando cuando comenzaste a andar así? – el grito de Yuna lo regresó a su propia realidad, sintiendo como todo eso que se había ralentizado volvía a su estado natural; pudo notar las mejillas rojas de su novia como respuesta de su enojo – te estoy hablando. Mierda, ¿qué te sucede? Pareces fuera de este planeta, ¿tomaste el medicamento?
Taehyung pudo percibir un ardor en su brazo, ahora haciendo consciente el agarre que mantenía Yuna, le estaba encajando las uñas en su brazo, tan profundo, que aún se le hacía difícil el no haber despertado con eso.
— ¿Qué intentabas hacer? – la chica soltó poco a poco su agarre en los brazos de Taehyung, estaba tratando de contener sus lágrimas lo mejor que podía, pero le era imposible – eres un idiota. ¿Acaso quieres intentar de nuevo el hacer cosas riesgosas para sentirte vivo? ¿No es suficiente tenerme a tu lado para darle sentido a tu vida? ¡Qué tan difícil puede ser tomar una estúpida pastilla!
— Lo hice, yo... prometo que lo hice. Amor, lo lamento, no sé qué sucedió, de pronto todo se sentía diferente y solo quería que terminara – Taehyung la tomó entre sus brazos sintiendo los pequeños puños de su novia golpeando contra su pecho mientras sollozaba, no dejando de repetir lo tonto que era —. Lo lamento, por asustarte, de verdad no quise...
— ¿Por qué no puedo ser importante para ti?
— Lo eres.
— Entonces, por qué no soy razón suficiente para que te quedes conmigo.
— Hey, mírame – Taehyung no quería llegar a ese extremo, ni en sus más locos pensamientos había surgido el terminar con su vida, aunque ese pequeño instante de desconexión había sido como un enorme golpe de realidad – sigo vivo, ¿Okay? Solo me distraje porque me siento cansado, no tienes que pensar cosas como que no eres suficiente motivo para seguir vivo.
— Sigues siendo un idiota por casi darme un infarto. Pensé que tú...
— No lo digas, por favor mi niña, no lo digas – Yuna no podía sentirse diferente respecto a la situación, el hecho de que toda la estación quedara en silencio mientras ellos discutían era algo que le hacía sentirse avergonzada.
— Casi caes en las vías del tren, ¿te das cuenta de que si no hubiera estado a tu lado tú ahora...? – Taehyung calló la discusión con un beso fugaz, y otro más cuando escuchó otra queja más y uno para asegurarse de que no tocaría más el tema – te llevaré al hospital, los paramédicos tenían razón necesitas ayuda profesional y yo...
— Vamos a casa. Por favor solo quiero ir a casa – mencionó Taehyung acunando el rostro de Yuna quien solo quería golpearlo incontables veces para que dejara de sonreír de esa manera como si nada hubiera ocurrido – solo necesito descansar ¿sí? Estoy verdaderamente cansado, solo necesito dormir, lo prometo.
Yuna asintió, no estando del todo convencida, el notar que su novio volvía a ser el mismo ser apático de esos últimos meses, no le traía tranquilidad, ¡Acababa de tener un jodido ataque de pánico y casi moría! ¿Qué ocurría con él?
Normalmente, los episodios duraban varios minutos, esta actitud era usual. Aunque algo parecía haber cambiado porque ni bien se tomaron de las manos, Taehyung no podía dejar de ver la manera en la que se entrelazaban sus dedos, frunciendo su ceño, sintiéndose incómodo ante el tacto, cosa que no dejó que lo molestara mucho tiempo.
Ambos regresaron la mirada hacia los paramédicos que esperaban por una respuesta, a lo que la pareja solamente se disculpó con una reverencia, sintiéndose culpables por hacerlos perder su valioso tiempo.
El tren que los llevaría hasta la estación cercana a su hogar llegó justo a tiempo y fue la oportunidad perfecta para soltarse del agarre de Yuna, tomándola de los hombros para hacerla avanzar, no volviendo a tocar su mano, pues podía percibir cierta estática distinta en él mismo.
Quizá había sido una alucinación más, pero ni bien estuvieron dentro del vagón pudo escuchar claramente esa risa, un poco más baja, como si la persona intentara contenerla al estar en ese lugar en el cual las reglas eran claras, nadie habla, grita, ríe o hace ruido, pero para Taehyung fue como un golpe de electricidad en su corazón dormido.
— Osito, ¿qué ocurre?
— No es nada, creí haber escuchado algo.
Dos semanas tortuosas habían pasado y él no podía creer que estaba perdiendo el control de su vida, no era normal sentirse así de perdido, no se sentía a gusto con nada. Ni siquiera su taza de café le traía paz, al contrario, de un momento al otro parecía estarlo aborreciendo como el resto de cosas que formaban parte de su vida.
— Taehyung-ah, ¿estás escuchando? – Namjoon chasqueó sus dedos frente a Taehyung, quien parecía en un trance del cual no salía.
— ¿Uh?
— Dije que Jimin está muy preocupado por ti estos últimos días, ayer por la noche dijo que pareces más fuera de la tierra que de costumbre no quise creerle, pero el verte así de perdido me deja claro que es verdad – Taehyung suspiró sintiéndose cansado, la tensión en sus hombros lo hizo quejarse apenas – ¿todo bien con Yuna?
— Sí, no tengo problemas con ella, es decir, no es como si mis crisis fueran producto de Yuna.
— ¿No tienes problemas? ¿Desde cuándo tu novia representó un problema?
— No lo hace.
— Entonces, ¿son de nuevo tus padres? ¿Tus hermanos? ¿Algún cliente? – Taehyung negó a cada pregunta, no sabiendo muy bien qué respuesta dar, exasperando a Namjoon – si no es nada de eso, entonces qué ocurre contigo, ¿de nuevo estás dejando el medicamento? ¿Tienes otro episodio de esos?
— No lo sé, hyung. Es solo que no me siento bien, desde que mi último cliente no se presentó a nuestra cita, simplemente dejó un mensaje con mi secretaria diciendo que ya no necesitaría mis servicios y eso me hace sentir como si...
— ¿Has visitado a tu terapeuta? – Taehyung asintió, mas el rostro del menor parecía tener un gran pesar, como si esa sesión no hubiera sido de ayuda —. Bueno, si no se trata de algo respecto a la familia, entonces ¿qué te tiene así? No puede tratarse de algo tan estúpido como un cliente cancelando un trabajo, jamás te había preocupado algo como eso.
— Hyung, nunca has sentido que el lugar en el que estas no es el correcto.
— Explícate.
— Quiero decir, tengo todo y muchas cosas que la mayoría de personas quieren, pero no me llenan. El otro día, estaba andando por la calle con Yuna y de pronto entré a una tienda de instrumentos y tenía esta necesidad de tocar el piano que estaba en exposición... y yo... sentí que ese era mi lugar.
— ¿En una tienda de instrumentos?
— No, hyung, me refiero al momento en el que estaba tocando el piano – Namjoon observó a su primo como si lo que hubiera mencionado fuera algo extraño, de hecho lo era, pues Kim Taehyung jamás había tocado un instrumento – hyung, podía tocar perfectamente las teclas, conocía las notas de una melodía que ni siquiera conozco y la repetí tantas veces que parecía todo un experto. Yuna incluso me acusó de mentirle por no decirle sobre mi talento.
— Tú jamás has tocado un instrumento, quiero decir, al menos no de esa manera, la última vez que lo intentaste terminaste rompiendo las cuerdas del violín y abandonaste clases de saxofón cuando no entraste a la carrera que querías.
— ¡Exacto!, pero ese momento era mío. Podía tocar una sinfonía que nunca había practicado y lo que es más extraño, quería que alguien me escuchara, esa melodía no se sentía que me perteneciera, ¿sabes lo que es eso? Cuando tienes algo que no es tuyo y quieres devolverlo.
Namjoon seguía estando sorprendido ante lo que escuchaba, pues parecía que después de aquella declaración de Taehyung tocando un instrumento le siguieron muchas más cosas que nunca había visto a su primo hacer.
Taehyung se sentía diferente desde ese último ataque de pánico, de hecho esa misma noche comenzaron aquellos cambios, no solo era el saber tocar un piano, también sus gustos de pronto comenzaron a ser diferentes. La comida picante había sido su favorita de toda la vida, pero ahora no la soportaba, apenas toleraba un poco el famoso pollo frito de Yuna, con extra salsa picante.
De pronto su trabajo tampoco le era atractivo, mas no como en meses anteriores, simplemente ahora no era algo que llamara su atención, los casos estaban acumulándose en papeles con notas de partituras con alguna melodía que no abandonaba su mente, casi podía imaginar el sonido transmitiéndose a través de unas teclas, en tempos rápidos y lentos.
Aunque el colmo de todo aquello estaba en lo mucho que sus cambios arruinaban su relación entonces, no, Yuna no era el verdadero problema de su relación, era él mismo.
— Estás seguro de que le dijiste todo esto a tu terapeuta.
— Lo hice, hyung, ella mencionó que los cambios eran buenos después de tantos meses, sin encontrar una motivación para seguir el problema es que nada de mi antigua vida encaja con lo nuevo, incluyendo a Yuna.
— ¿Qué pasa con ella? Es una chica muy agradable, no creo que se oponga a tus cambios, es más, estoy muy seguro que será la más entusiasmada.
— Lo está...
— ¿Pero?
— Ya no deseo que sea parte de esto.
— Eso no es justo Taehyung-ah, ella ha estado todos estos años a tu lado soportando...
— Exacto hyung, soportar no es una palabra bonita para una relación. Imagina que Jiminie mencione algo como eso con su relación.
— ¿Qué sucede con nuestra relación? – la voz de Jimin invadió el espacio en el que estaban ambos, en una de las mesas de su restaurante favorito, para ser más específicos – ¿Están ocultando algo?
— Por supuesto que no amor – mencionó Namjoon intentando fingir demencia, pues aún estaba procesando toda la información que su primo había mencionado. Jimin frunció su ceño mientras tomaba asiento junto a su adorado novio, plantándole un beso – Hola – murmuró el mayor, comenzando a tener una sonrisa en sus labios, los cuales tenía muy ocupados, siendo víctimas de dulces besos.
— Hola, te extrañé.
Taehyung se sentía un poco ajeno a la escena que armaban esos dos frente a él, no es como si no pudiera hacer lo mismo, el dilema era que no deseaba hacerlo con su novia, con quien tenía casi tres años de relación, con quien habían conversado la posibilidad de casarse, tener su propio apartamento y la posibilidad de tener una familia, aunque ese fuera más el sueño de Yuna que el de Taehyung.
— TaeTae ¿qué ocurre? – el mencionado apenas alzó la mirada notando que tenía la mirada de su mejor amigo y de su primo clavada justo en él. Jimin dio un leve golpe a Namjoon quien se quejó por la agresión repentina —. Te dije que debías hablar con él mientras yo llegaba.
— Pero eso hicimos.
— Pues parece que lo dejaste peor que antes. Tae me preocupas, dime lo que ocurre o yo mismo le quemaré el consultorio a tu terapeuta por no arreglar lo que está sucediendo.
— Ella no tiene nada que ver en todo esto, Mini, soy yo el problema.
— Qué ridiculeces dices.
— Amor, creo que esta vez dice la verdad – susurró Namjoon en el oído de Jimin quien le miró completamente desconcertado, pidiendo una explicación silenciosa – tal parece que Taehyung tiene ciertos cambios en su vida.
— Eso es muy bueno.
— No lo es Jiminie, estoy arruinando mi vida, mi relación, mi trabajo, todo lo estoy mandando al carajo por estupideces.
Jimin, arrugó su ceño, se giró en dirección a Taehyung y le tomó el rostro, abultándole las mejillas, evitando que su mejor amigo hablara.
— Escucha Tae, te preguntaré algunas cosas y quiero que respondas honestamente de acuerdo – Taehyung asintió, como única respuesta, pues el agarre en sus mejillas le evitaba poder articular alguna palabra – ¿estos cambios te hacen feliz? No me refiero a algo a medias, quiero saber si esto verdaderamente te trae felicidad cada vez que lo intentas o siquiera lo piensas.
Sí.
— Entonces no estás arruinando tu vida, solo te niegas a ser feliz porque tienes miedo al cambio – Jimin se acercó para plantarle un beso en la frente, soltando su agarre, finalmente, sonriéndole bonito, de esos gestos que hacía su mejor amigo cada vez que le consolaba – no te ciegues a algo. Recuerdas lo que sucedió cuando me negaba a aceptar mis gustos y tú me animaste a seguir, pues ahora seré yo quien te dé un empujón.
— Jiminie, no quiero lastimar a nadie.
— Bueno, si con eso vuelves a ser la persona alegre que eras antes significa que estarás mejor, pero si me lastimas a mí te golpearé tan fuerte que te obligaré a pedir perdón.
— Jamás te lastimaría Jiminie.
— Entonces asunto arreglado, comamos y bebamos por la nueva vida de Tae.
Namjoon no pudo evitar reír al escuchar aquellas palabras, su novio tenía apenas unos minutos y ya había resuelto toda la situación, a pesar de todo podía notar la incertidumbre en el rostro de Taehyung, pero esta vez lo veía sonreír, era apenas una mueca, mas era real.
Quizá no era tan fácil como decirlo, debía dejar todo lo que lo hacía infeliz, soltando aquello que lo estaba asfixiando, quizá debía comenzar con renunciar a su trabajo en el bufete de abogados, probablemente comenzaría a tener clases de piano, no primero tendría que comprar ese piano en la tienda de instrumentos que tantas veces había visitado en la última semana y sacar esa melodía de su cabeza.
Probablemente, debería hablar con Yuna para explicarle toda la situación, lo más seguro es que se ganaría el repudio de la chica, pero no podían seguir así, ni siquiera habían estado juntos durante las últimas semanas. De pronto su apetito sexual respecto al cuerpo de su novia era nulo, inexistente, comenzaba a pensar que algo estaba mal con él.
Le quedó más que claro que algo debía cambiar en su vida cuando tan pronto como salieron del restaurante lo primero que hizo fue colocar un mensaje Yuna, quien contestó de inmediato a su llamado.
¿Qué hora era mejor para romper un corazón? Siquiera existía algo como un horario digno para decirle a una persona que representó todo, que de un momento al otro ya no llena un espacio en tu vida. Por supuesto que no había algo como eso, pero ahí estaba él, despidiéndose de su primo y mejor amigo, viéndolos andar por la calle, tan felices, tan enamorados y poco interesados por ocultar sus sentimientos por el otro.
Taehyung quería algo así, de verdad lo había intentado con Yuna, joder si no lo hizo, pero la situación lo llevó hasta ese preciso instante, donde siendo más de media noche él se encontraba frente a la puerta del apartamento de su novia, el cual pronto dejaría de ser de ella porque había prometido vivir juntos, aunque quizá eso ya no pasaría.
— ¿Osito?
— Hermosa – Taehyung sentía el corazón en la garganta en el momento que Yuna lo observó con esa mirada preocupada, intentando descifrar la razón de su repentina visita.
— ¿Estás bien?
— Sí, bueno... no tan bien – la chica no comprendía el balbuceo que estaba tendiendo, aquel ser extraño que se hacía llamar su novio, quien no dejaba de rascarse de manera insistente su cabello y lamer sus labios, una manía nueva que parecía todo menos ajena – ¿puedo pasar?
— Claro – Yuna le dio paso a Taehyung, quien pronto se adentró, frotando sus manos constantemente como si estuviera por soltar el mayor de los secretos – ¿quieres un poco de té?
— No, esto será algo rápido. Eso espero.
Taehyung tomó las manos de Yuna entre las suyas haciendo que la chica comenzara a sentirse nerviosa, no sabiendo cómo reaccionar ante aquel gesto, llevaban semanas sin tomarse de las manos, pero algo se sentía diferente, no era solo la temperatura baja de su novio, no, parecía que todo eso encerraba algo más.
— Hermosa, sé qué hemos pasado por muchas cosas juntos. Has soportado tanto estando a mi lado que no puedo imaginar lo infeliz que llegaste a sentirte al cargar conmigo a cuestas.
— Lo hice por amor, osito, sabes que todo lo he hecho porque te amo, no necesitas disculparte o hacer este tipo de cosas solo porque has cambiado en estas últimas semanas o incluso meses, eso no importa con tal de que todo mejore.
Taehyung suspiró, sintiéndose nervioso de hablar. Yuna podía recordar esa mirada ansiosa en su novio cuando apenas comenzaban a salir, aún podía dilucidar ese brillo en los ojos contrarios, causándole nostalgia de ver ante ella esa imagen que por tantos años se había opacado, ¿acaso su novio estaba volviendo? ¿Este era el momento que tanto estaba esperando?
— Yuna... — la mirada de Taehyung se suavizó tanto como si con eso quisiera traerle paz al alma de su novia, como si con eso lograría hacer que su corazón no se rompiera de una manera casi fulminante – no puedes seguir esperando algo que ambos sabemos que no llegará.
— Tae, me estás asustando, esto no es un intento de...
— No, nada de eso, al contrario, tengo ganas de vivir, quiero hacerlo intensamente, y quiero lo mismo para ti, pero no a mi lado.
Yuna se alejó del agarre de Taehyung sintiendo que esas manos no le pertenecían a su amado, comenzando a experimentar el dolor insoportable en su pecho, la negación llegó a ella en el momento que comprendió esas palabras ¿eso era real?
— No, no, no, ¿por qué haces esto?
— Hermosa, escúchame...
— No puedes hacernos esto. Tenemos planes, una vida llena por delante, nosotros...
— Hey, por favor, solo escucha lo que tengo para decir y luego puedes golpearme si lo deseas, pero te lo pido, solo escucha – Taehyung notó el dolor en la mirada ajena, sintiendo un poco de eso en su propio pecho —. No puedes seguir esperando por mí, no debes estancarse por alguien que no te hace feliz
— Soy feliz a tu lado.
— No, mi niña, sabes muy bien que durante muchos meses te he hecho la persona menos feliz. Tú quieres avanzar, yo también, pero no estamos en el mismo camino.
— Es por todos esos cambios extraños. Porque puedo acostumbrarme a ellos, yo puedo...
— Hermosa, no debes ser tú quien cargue con esto, no quieras ser quien juegue al héroe conmigo. Es como si te obligaras a ti misma a perseguir el autobús cuando basta con esperar el siguiente.
— ¿Ya no me amas?
¿Debía ser valiente o cobarde? ¿Cuál de las dos opciones sería la propia en esos momentos? Podía ver el dolor plasmado en la mirada de Yuna clavándose como agujas en su interior. Quizá estaba siendo valiente al admitir que eso no estaba funcionando, no como debería, no con el amor, no con devoción. Se trataba de dos personas conviviendo por la simple costumbre de tenerse.
Sería valiente, aunque el resto de personas le llamaran cobarde; lo había sido todo ese tiempo, cada mañana al obligarse a levantarse, aunque no daba para un minuto más. No importaba cuán cansada estuviera su alma de luchar o cuánto dolía su propio cuerpo renegando por un descanso que jamás llegaba.
Era valiente por el simple hecho de seguir respirando, seguir viviendo, incluso si había caído tan bajo como para olvidar cómo era el vivir. Fueron demasiados días en la oscuridad de un agujero del cual bastaba con que se pusiera de pie para ver la luz, pero se había acostumbrado tanto a encoger su propia existencia que olvidó cómo volver a sostenerse con sus pies.
Se había querido rendir en incontables veces, pero ahora, desde aquel día donde casi vio su propia muerte, donde pudo percibir ese llamado diferente de la vida, fue ese el último empujón que necesitaba para brincar y levantarse, buscar su propio camino, no importando si su inicio era arrastrándose, pero no llevaría cargaría alguna, incluso si eso eran las personas que más llegó a amar.
Taehyung negó una última vez como respuesta a aquella súplica en la mirada de Yuna, acercándose de nuevo a ella, acunando su rostro como siempre lo hacía en los momentos de consuelo, quizá en ese instante no tanto por Yuna.
— Yuna... deberíamos terminar.
Una frase tan poderosa como para causar una tempestad en el corazón de una persona, Yuna no lo podía creer, quién era ese ser que había llenado el cuerpo vacío de su novio y por qué la veía con tanto amor si decía no hacerlo. Parecía que esa persona decía la verdad, no le amaba de esa manera, no la deseaba, no la veía más allá de ser ella.
Para Taehyung el amor había dejado de ser llamado así desde el momento en el que no pensó más en Yuna en sus momentos tristes, los colores se borraron, el aire olía común, las paredes de su apartamento dejaron de guardar secretos, su comida favorita dejó de ser una delicia y los sueños se convirtieron en noches completas de insomnio.
El amor ya no existía entre los dos, ni siquiera en ese simple gesto llamado beso que era utilizado más como un acto de costumbre y no como una demostración de afecto, las miradas dejaron de ser cómplices y las sonrisas se convirtieron en muecas vacías. No, no había más amor ahí, en ese pozo donde intentaron plantar la semilla de algo próspero, simplemente no germinó nada, ni siquiera pudo ser plantado algo.
Se convirtieron en marionetas, guiados por simples hilos automáticos, siguiendo adelante por inercia, quizá por costumbre, quizá por aburrimiento, quizá por miedo a dejar de mentirse en sus caras y ahora estaban siendo unos grandes cobardes con máscaras de valentía. Lo cierto era que ese final marcaría el inicio de algo difícil de explicar.
— Traté de ser la mejor versión de mí para ti Yuna, pero no puedo más.
— Yo no quiero una versión, solo te quiero a ti.
— Entonces te estás conformando con demasiado poco – la chica encaró a Taehyung con un pronunciado puchero, mientras que sus lágrimas eran retiradas con delicados toques – mereces un amor, que te haga perder el suelo, que te haga ver estrellas y no solo noches oscuras.
— ¿Estrellas? – Yuna murmuró aquello con tanto dolor, teniendo una mirada de reproche, que hizo a Taehyung sentirse un tanto culpable y aún más cuando la chica terminó aquella frase – Estrellas como las de ¿Jungkook?
El mayor amplió sus ojos al escuchar aquello, no comprendiendo a lo que se refería la chica, quien se alejó de su cercanía, dirigiéndose hasta la cocina para tomar un vaso de agua.
— Tae, ¿quién es Jungkook? ¿Es alguien nuevo a quien conociste?
— No sé de qué hablas.
— Solo intento comprender, todo lo que está pasando. ¿Sabes por qué deje de dormir en tu apartamento? – Taehyung negó, sintiendo que su garganta comenzaba a secarse – porque una noche mencionaste su nombre, parecías muy desesperado repitiendo su nombre y mencionaste justo eso. Que deseabas seguir viendo estrellas en su mirada.
Jungkook. ¿Quién era esa persona? Y lo más importante, ¿por qué ahora que escuchaba aquello en vez de sentirse culpable sentía alivio?
El campo frente a él se estaba pintando de un bonito color naranja, eso solo representaba el ansiado encuentro entre la Luna y el Sol, regalándole minutos preciosos donde apenas podían coincidir, anhelando un próximo encuentro acompañado de luces naranjas, rosas, moradas; con un cielo estrellado iluminándose en el horizonte.
Mas en ese momento, justo en ese preciso instante, todo señalaba a de nuevo estar en el refugio de una oscuridad custodiada por estrellas y la reina de la noche como principal protagonista, regalándoles horas con iluminación de plata.
— Sabía que te encontraría aquí – esa voz, tan gruesa, tan baja que podía hacerlo erizar hasta el último vello de su cuerpo – eres tan predecible.
— Quizá solo le hago el trabajo más fácil, majestad – el hombre detrás de él casi ronroneó contra su piel, mientras dejaba un rastro de besos húmedos, tan delicados y lascivos que podían hacerlo flaquear – majestad... por favor deténgase.
La culpa lo estaba invadiendo tan pronto como sintió el agarre firme en su cuerpo, aferrándose como todas las noches, causándole el dolor más asfixiante que jamás haya experimentado, ¿por qué la vida era así de cruel, obligándolo a alejarse de aquel ser maravilloso que tanto amaba?
Tan solo esa misma tarde había tenido un encuentro con aquella que se hacía llamar dueña de lo que no le pertenecía, alegando que debía guardar su distancia por el bien de su deber. Él tenía que cumplir con la misión que se le había impuesto, pero verdaderamente ese hombre le hacía difícil la tarea.
— No puedo... esto no... no podemos...
— Detesto que ahora no puedo estar a tu lado.
— Tal vez deberíamos dejar de frecuentar nuestros encuentros – murmuró Jungkook sintiendo que la respiración se le estancaba en la garganta en el momento que fue prácticamente acorralado contra el vidrio del ventanal.
— ¿De qué hablas?
— Tiene una esposa majestad, tiene que cumplir con ella – mencionó con cierto deje de tristeza, girando en su sitio, obteniendo una visión del rostro ajeno, ese que tanto adoraba ver por las mañanas en su cama y ahora le era negado aquel privilegio – no podemos ser tan obvios. Si alguien se entera de nosotros... estaré en serios problemas... me enviarán lejos y jamás podré volver a estar con usted.
— Jamás permitiré que te alejen de mí. Es injusto, es a ti a quien quiero. Además, a ella no la he tocado desde hace unas semanas, no lo ha requerido, solo déjame tenerte – aquel susurro contra su piel casi le debilitó las rodillas, la mordida que le siguió lo hizo prácticamente jadear de placer —. Dejemos que el mundo se entere de nosotros y que arda hasta consumirse entre tus gemidos. Jungkook, por favor...
— Su juicio está siendo nublado por el deseo y la lujuria – Jungkook introdujo una mano en el pantalón ajeno obteniendo un jadeo —. No puede dejarse llevar así. No hasta que haya cumplido con su deber.
— ¿Por qué? ¿Cuánto más debo resistir esta condena de amarte a escondidas? – el duque embistió contra la mano que acunaba su dureza, sacándole un jadeo placentero, mientras que sus labios le robaban el aliento al mozo —. Escúchame, no dejaré que nadie nos separe. Si ella no queda en cinta, pronto haré que alguien más venga y la embarace, que la seduzca hasta que aparezca el heredero.
El mozo delineó el rostro ajeno con la punta de sus dedos, como si aquello curara todas esas horas de separación, casi sintiendo ganas de soltar, a llorar ahí mismo, condenado a amar a un hombre que no podía corresponderle, sin embargo, lo hacía. El propio duque se había fijado en él, un simple sirviente que se había ganado la gracia de su amo.
— Jungkook, regálame una más de tus noches estrelladas.
— Majestad, por favor, deténgase, no aquí. Alguien nos escuchará.
— ¿Me amas?
— Por supuesto.
— ¿Cuánto me amas? ¿Lo haces con la misma locura con la que yo lo hago? Déjame escucharte, dime cuánto me amas, cuánto me deseas.
— Demasiado...
Dolía, le asfixiaba el hecho de no poder negarse a él, porque verdaderamente lo amaba con locura. Las manos del duque se ajustaron a su cuerpo, recordándole todas esas veces en las cuales se entregaron al otro, donde solo eran roces de piel contra piel, donde sus respiraciones podían combinarse hasta crear armonías únicas.
— Yo... lo amo majestad, tanto que duele.
— El amor no debería doler – murmuró el duque sobre los labios de Jungkook, lamiendo delicadamente – debe llenarte de felicidad, ¿no te he prometido protegerte de quien sea? ¿Acaso no he cumplido con eso?
— Lo hace, es solo que... Majestad debo decirle algo... su esposa...
Los pasos fuertes se escucharon en el pasillo adyacente, haciéndolos separarse de manera brusca. El duque fue el primero en ocultar su amor a la vista de ojos ajenos, dejando a Jungkook oculto detrás de las cortinas del enorme ventanal del salón de piano, donde tantas veces lo escuchó tocar melodías para él.
— Majestad – la voz del hombre hizo eco junto con sus pasos mientras más se acercaba al duque. Hizo una reverencia pronunciada sonriendo de manera satisfecha de haberlo encontrado en ese espacio – mis felicitaciones.
— ¿A qué debo esto?
— La duquesa está en cinta, pensé que estaba enterado de mi llamado – por supuesto que no lo sabía, pero eso simbolizaba que sería liberado de una atadura – supongo que su esposa deseaba darle la sorpresa, ya sabe cómo son de emocionales.
— ¿Cuánto tiene?
— Varias semanas, al parecer, su majestad ya lo presentía.
— Es decir que es seguro que el heredero está en ella – cada palabra lastimaba como dagas en su propio cuerpo. La duquesa estaba en cinta, llevando en su vientre al hijo que tanto había sido exigido, Jungkook detestaba que fuera ella, pero ahora con esta noticia solo significaba que el duque sería suyo, completamente de él.
— Si la duquesa cuida del embarazo, le aseguro que el próximo heredero nacerá para finales de la primavera.
— Gracias, puede retirarse.
El hombre volvió a reverenciar frente al duque, dejándolo por fin a solas, esperando el momento en el que las puertas de la entrada principal resonaron, anunciando su libertad.
Jungkook mismo fue quien salió de su escondite, rodeando el cuello del duque, comenzando a besar de manera pasional los labios del hombre a quien con tanto fervor amaba, quería hacerlo olvidar esa noticia, que solo pensara en él, que fuera solo suyo.
El duque los hizo avanzar hasta el piano donde lo apoyó para frotarse lascivamente contra él, sintiendo la dureza de ambos. Sus lenguas no dejaban de juguetear con la contraria, pronto sus labios comenzaron a ser víctimas de los dientes del otro demostrando cuánto deseo tenían contenido.
— Está hecho, soy libre, completamente libre de cualquier deber.
— Aún... debe llevar a cabo el embarazo – Jungkook sentía morirse en ese preciso instante cuando la lengua del duque hizo un recorrido húmedo por todo su cuello, mientras iba mordiendo y succionando su piel – su deber no terminará hasta que nazca ese bebé y se cumpla con la promesa de ser un varón.
— Lo será, puedo asegurarlo, sé que será un niño el cual me liberará de cualquier responsabilidad.
— ¿Cómo está tan seguro?
— Porque la última vez que estuve con ella, tuve que imaginarte para poder terminar – Jungkook sonrió ladino, aun no creyendo aquello – desee que el hijo que no puedo tener contigo fuera por fin depositado en el vientre de la duquesa.
— Qué osado, ¿por qué haría algo como eso?
— Para que ese hijo por fin cumpla con el deber que su padre no quiere cumplir y yo pueda fundirme en el fuego de tu alma.
— Siempre es tan elocuente cuando desea hacerme suyo.
— ¿Necesitas más para que te convenza de que me dejes hacerte mío?
— No... Ah... Majestad, sea mío.
— Soy tuyo, solo tuyo – el hombre llevó su mano hacia la entrepierna de Jungkook, haciéndolo jadear cuando sintió el tacto justo ahí, sintiendo las rodillas débiles – he cumplido con mi deber.
— Majestad.
— Jungkook – murmuró mientras mordía un poco la oreja del menor, haciéndolo gemir un poco más alto – pasa la noche a mi lado.
— Todas mis noches son suyas, majestad.
— No me llames así – mencionó el contrario mientras jadeaba apenas debido a que Jungkook había comenzado a tocar su dureza.
— ¿Cómo desea que lo llame? ¿Majestad? Ah... — Jungkook sintió casi morirse cuando el contrario introdujo un dedo en su entrada, haciéndolo sostenerse de sus hombros – Taehyung...
¿Qué mierda había sido ese sueño? ¿Acaso era un juego de su mente por lo que había ocurrido horas antes? Se removió incómodo intentando levantarse, pero le fue casi imposible al sentir una respiración haciéndole cosquillas en la nuca. Sus músculos se tensaron, sintiéndose de pronto tan incómodo.
Unas manos fuertes se aferraron a su cuerpo, haciéndolo sentir aborrecimiento ante el contacto que por una extraña razón no era la que él quería sentir en esos momentos. Ese tacto no se trataba del de su sueño, no era del tipo de personas que buscaría contacto físico como ese, su hyung tampoco lo era, pero en esos momentos, después de varias rondas de buen sexo, siempre terminaban en la misma situación, con él huyendo de eso.
Las noches habían dejado de pertenecerle desde aquel suceso, los sueños como ese solo le hacían más difícil la situación como si no fuera su lugar, como si todas esas ridiculeces y cursilerías fueran verdaderamente parte de algún pasado atado a él. Lo detestaba, lo odiaba, no le agradaba sentirse así.
Jungkook se soltó del agarre de una manera poco delicada, despertando al mayor, obteniendo un ceño fruncido, algunas murmuraciones y el movimiento del cuerpo contrario, dándose la vuelta en la cama para quedar boca arriba.
— ¿Qué hora es?
— Media noche – mencionó sin más como si aquello fuera lo de menos, colocándose su camisa, para después subir el cierre de sus pantalones.
— ¿Te irás ahora? Apenas regresaste, pensé que te quedarías hasta mañana.
— Es tarde hyung, Bam está esperando por mí – el mayor se quejó cuando escuchó aquella excusa – ¿De qué te quejas? No tengo nada que hacer aquí, se supone que no volveríamos a tener estos encuentros, ¿lo olvidas?
— No decías eso hace unas horas cuando te tenía gimiendo pidiendo por más – mencionó Yoongi con su voz ronca y riendo cuando sintió el golpe de la almohada sobre su rostro – ¿por qué estás de tan mal humor? ¿Tan mal estuve?
— Al contrario, fue muy bueno como siempre – Jungkook se acercó a Yoongi, amagando un beso que nunca llegó, haciendo que el mayor se quejara —, pero esta vez sí prometo que no volverá a pasar. No más noches de tragos contigo y mucho menos si terminamos en esta situación. Ahora debo irme.
La actitud juguetona y despreocupada salió a flote, sacándole una risa ante la manera torpe que tuvo el mayor de intentar detenerlo, no logrando ni siquiera hacerlo caer de nuevo en la cama, resignándose a ver la silueta de Jungkook atravesar la puerta de su habitación.
Jeon Jungkook era la persona más impredecible que había conocido en toda su vida, apenas unos meses atrás eran pareja, una de las relaciones más largas de esa alma libre que se negaba a mantenerse fija en una simple unión. Ahora se limitaban a eso, encuentros furtivos donde Yoongi terminaba cayendo en las redes seductoras de esos ojos pervertidos con la lujuria siendo su mejor arma.
Esos encuentros se volvieron menos recurrentes, aunque seguían pasando y si todo salía bien y Yoongi no cometía el error de preguntar el porqué de su ruptura, Jungkook se quedaría hasta el día siguiente, pero ahora de nuevo estaba huyendo.
Su reflejo dentro del elevador le hacía ver aquellas marcas que tanto odiaba que su hyung hiciera en su cuello, decidió que no pondría atención a eso, distrayéndose en arreglar su cabello de tal manera que la coleta se viera bien y fuera de ayuda al momento de colocarse el casco de su moto.
El color en su cabello era nuevo y no le disgustaba tanto el cambio, quizá el rubio sería su nueva etapa de rebeldía. Un leve ardor se hizo presente en el momento que frotó sus manos contra su pecho, específicamente en sus pezones, los cuales aún no sanaban del todo, debía esperar otra semana más de abstinencia para que sus perforaciones sanaran, pero el regresar de Seúl sintiéndose de aquella manera lo hizo terminar en aquella situación.
— ¿De nuevo huyendo? – murmuró el guardia del edificio de manera amigable, Jungkook solo se encogió de hombros, sonriendo de lado —. Deberías quedarte al menos por una noche.
— Me he quedado muchas noches atrás, creo que es hora de no hacerlo más – Jungkook sonrió amplio, despidiéndose rápidamente con un gesto que hizo reír a aquel hombre.
Puso en marcha el motor, no perdiendo el tiempo en acelerar a todo lo que la velocidad le permitía, sintiendo el viento contra su cuerpo adolorido, las calles vacías siendo su mejor escape de la realidad.
Jungkook...
Esa voz de nuevo volvió a resonar en sus oídos, haciéndolo casi derrapar las llantas, deteniéndose a un lado de la autopista, quitándose el casco de inmediato, sintiéndose asfixiado tan pronto como aquel susurro volvió a él. ¿Por qué estaba siendo atormentado de esa manera?
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