Capítulo 23
Jimin observó disimuladamente sobre su hombro cuando sintió una persistente mirada en él, pero cuando no encontró nada, se encogió de hombros y entró en el edificio.
Utilizando las escaleras en vez del ascensor, ya que solo iba al segundo piso, el omega se detuvo frente al departamento de su amigo y sacó la llave que había tomado de Jungkook de su bolsillo.
—¡Buenos días! —saludó alegremente, obteniendo en respuesta los lamentos que había estado esperando.
Sonriendo, cerró la puerta y empujó sus zapatillas fuera con sus propios pies antes de trasladarse a la pequeña salita donde contempló a sus dos amigos quejarse mientras seguían acurrucados juntos, tal y como los había visto antes de salir a comprar el desayuno y algo para la resaca.
—No ruido —se quejó Jungkook, enterrando su rostro más en el cuello de Tae.
—Ustedes se ven terrible —comentó tomando asiento frente a la pequeña mesita de centro.
—¿Por qué estás tan feliz? —refunfuñó Tae abrazando más al omega dominante.
—Les molestaba que estuviera todo triste y ahora les molesta que esté feliz, ¿quién los entiende a ustedes? —suspiró comenzando a sacar las cosas de las bolsas.
—No es que... Agh... Mi cabeza —se quejó Kook y como si se diera cuenta dónde estaba, inmediatamente se apartó de Taehyung—. ¿Qué haces abrazándome? —acusó.
—Tú me abrazabas a mí —gruñó el beta, haciendo un esfuerzo por levantarse.
De pronto, su rostro se volvió totalmente pálido antes de que se levantara de un salto y corriera al baño, dejando la puerta abierta.
Jimin torció sus labios al escuchar las arcadas de su mejor amigo llenado todo el pequeño departamento.
—Será mejor que ese idiota limpie cuando termine —refunfuñó Jungkook pasando una mano por su rubio cabello desordenado.
—Te ves pálido también —indicó levantándose para ir por unos vasos.
—Tengo ganas de vomitar y Taehyung no ayuda —se quejó alzando ambas manos para taparse los oídos.
—Ten, toma esto —anunció entregándole unas pastillas y sirviéndole un vaso con zumo.
—¿Por qué a ti no te duele la cabeza? —gruñó Taehyung saliendo del baño casi arrastrándose.
—Oh, pero si a mí sí me duele —respondió regalándole una dulce sonrisa qué hizo bufar a ambos contrarios.
—No estarías tan feliz si fuera así —espetó Jungkook, masajeando cada costado de su cabeza.
—Desperté primero que ustedes y tomé algo antes de salir a comprar —se encogió de hombros—. Además, aunque bebí, no me fui al extremo como ustedes —indicó y una sonrisa curiosa se presentó en sus labios—. ¿Qué es lo último que recuerdan? —indagó.
—Jungkook sin poder mover las piernas —respondió Taehyung luego de tomarse el medicamento.
—Tú desapareciendo —respondió Kook con sus ojos cerrados—. Todo es negro luego de ello, ¿por qué? —preguntó.
—Nada, solo quería ver la magnitud en la que tomaron —explicó—. Vengan, intenten comer algo —instó.
—No es que me esté quejando de que estés feliz —comentó el beta—. Pero, ¿por qué lo estás? —preguntó observándolo.
¿Por qué lo estaba?
Esa era una buena pregunta, y una a la que, lamentablemente, no le tenía respuesta.
Al igual que sus amigos, había bebido mucho, pero... Cuando despertó, además de sentir el horrible y molesto dolor de cabeza, la desagradable presión que sentía en su pecho junto a los gimoteos de su lobo había desaparecido, y a cambio, solo una sensación de tranquilidad se había quedado.
Había intentado recordar qué sucedió para sentirse así tan repentinamente, pero nada fue a su mente y su dolor de cabeza solo empeoraba, por lo que pronto lo dejó.
—No lo sé —respondió honesto, encogiéndose de hombros—. Supongo que realmente necesitaba descansar un momento, relajarme y no pensar en nada.
Ambos contrarios le observaron no muy seguros, pero obviamente no comentaron nada al respecto.
Su amigo había vuelto con ellos, y eso era lo único que les importaba a ambos.
—¿Te quedarás a almorzar? —preguntó Kook cuando los tres terminaron de desayunar.
—No puedo, debo de volver a casa para preparar el almuerzo y aprovecharé para limpiar, ordenar un poco y lavar la ropa —expresó, quitándose el gorro que le había sacado al otro omega.
—Deja que la bruja se haga cargo de la casa por una vez en su vida —refunfuñó Taehyung volviendo de la cocina con más zumo—. ¿Qué le pasó a tu cabello? —preguntó tomando asiento en el suelo.
—¿Esto? —preguntó tirando de un mechón para observarlo—. Es el desastre que ustedes hicieron, por supuesto —respondió obvio.
—¿Nosotros? —jadeó Jungkook y torció sus labios—. Joder, si hicimos un pésimo trabajo.
—Idiota —espetó Jimin lanzando lo primero que alcanzó, un cuaderno.
Sus dos amigos rieron y luego se quejaron.
—Se lo merecen —refunfuñó y volvió a tirar un mechón rosa pastel para verlo—. ¿Quedó mal? —preguntó preocupado—. Van a tener que llevarme a un salón para que me lo arreglen y ustedes van a pagar por ello —advirtió.
—Está bien, Minnie-ah, solo bromeábamos —aseguró el beta alzando su mano para acariciar su cabeza—. Se te ve muy bien, ahora hemos reforzado tus puntos fuertes —anunció sonriente.
—¿Mis puntos fuertes? —repitió, alzando una ceja.
—Esa apariencia dulce y sexy tuya se marca más —respondió el otro Omega, asintiendo satisfecho.
—Ustedes están locos —negó sonriente.
—En serio, el rosa pastel combina con tus ojos turquesa, son muy únicos —aseguró el beta.
Sonrojándose suavemente, Jimin les regaló una tímida sonrisa a sus amigos.
—Ustedes son malos para mi ego, siempre intentan levantarlo más —se quejó.
—Solo te decimos lo que tú no quieres ver —indicó el otro omega, sonriéndole.
—Ugh, mejor me voy antes de que comiencen a anunciar todos mis atributos según ustedes —bromeó levantándose.
—Espérame, iré a ir a dejarte —anunció Taehyung imitándolo.
—Es mejor que se queden y descansen —negó con el ceño fruncido.
—Está bien, podemos pasar a dejarte y de paso acosamos la casa de Tae, estoy seguro de que el señor Min nos hará un caldo si se lo pedimos —expresó Jungkook, levantándose—. Solo esperen un poco, necesito guardar algo de ropa en mi mochila para bañarme allá, está apesta a trago —explicó comenzando a buscar en su clóset.
—Esperaré afuera —anunció Jimin tomando sus cosas antes de salir.
Saliendo del edificio, observó a su alrededor en busca... ¿De qué? ¿Qué era lo que estaba buscando?
—¿Estás bien? —preguntó Taehyung, apareciendo a su lado.
—Sí, la pastilla ya está surtiendo efecto para mí hace un rato —prometió y le observó inseguro—. ¿Puedes conducir con ese dolor de cabeza? —preguntó.
—Por supuesto —asintió sin duda—. Y... ¿Qué hay respecto a tu corazoncito? —indagó.
El omega suspiró.
—¿Sinceramente? Sigue doliendo. Sabía que algo podía pasar realmente con ese par, por eso quise alejarme, pero... Supongo que una parte de mí esperaba que Yoongi hyung volviera y me dijera que solo eran ideas mías y que estaba en realidad solo estaba interesado en mí —confesó—. Me duele un poco la distancia que él parece haber tomado también, pero tal vez es por mi propio bien —se encogió de hombros—. Tal vez esperará a que yo me acerque primero para volver a mi vida, pero... Temo que tardaré un poco para ello —torció sus labios.
—Sal con otra persona —anunció su mejor amigo.
—¿Qué? —parpadeó, observándolo.
—Eso, tal vez si le das la oportunidad a otra persona, puedas sacarte a Yoongi de aquí y aquí —explicó señalando su pecho y cabeza.
Su lobo inmediatamente se negó a la idea de ver a otras personas cuando tenía a su alfa, lo que probablemente le dio una idea a Jimin de que tenía que intentarlo si ya estaba pensando de aquella forma en Yoongi.
Pero había un gusto amargo en intentarlo, no quería hacerlo en realidad.
—Lo pensaré —anunció sin prometer nada—. ¿Y tú? —preguntó.
—¿Yo qué? —respondió.
—¿Realmente no recuerdas nada de lo que ocurrió a noche? —interrogó, entrecerrando sus ojos en su dirección.
—Nop —respondió, luego se sonrojó y evitó su mirada.
—¡Sí lo haces! —exclamó con sorpresa.
—No grites —reprochó y observó sobre su hombro rápidamente antes de volver su atención al ahora pelirosa omega—. Realmente no lo hago, tengo imágenes discontinuas y sin sentido apareciendo de vez en cuando, pero no sé si son verdad o solo mi imaginación —explicó en voz baja.
—Pues, déjame decirte que lo que piensas, realmente sucedió —anunció con una sonrisa—. Y si crees que pudo ser solo tu imaginación, entonces lo quieres más de lo que admites —indicó risueño.
—No eres de mucha ayuda, Minnie —se quejó el beta.
—¿Por qué no es de ayuda? —preguntó Jungkook finalmente apareciendo.
—Nada —respondió inmediatamente Tae—. Vamos, si tenemos suerte llegaremos a casa antes de que mi padre comience a cocinar —anunció dirigiéndose al aparcamiento donde estaba el auto.
—¿Qué le pasa? —preguntó el rubio omega con el ceño fruncido.
—No lo sé —respondió con un suave encogimiento de hombros—. ¿Tú tampoco recuerdas nada de anoche? —preguntó, observándole mientras caminaban.
—Nah, bebí demasiado —bostezó—. Pero lo más probable es que recuerde después —dijo sin importancia.
—Estaré esperando entonces —sonrió.
—¿Por qué? ¿Qué hice? —cuestionó torciendo sus labios.
—Cuando recuerdes, háblame —respondió simplemente, adelantándose y subiéndose al auto.
Deteniéndose frente a la casa de su abuela, Jimin instintivamente soltó un suspiro cansado por lo que le esperaba.
—¿Seguro de que no quieres ir con nosotros? —preguntó el beta, observándolo.
—No, está bien —aseguró, bajándose—. Hay cosas que tengo que hacer en la casa que dejé de lado por estudiar —explicó cerrando la puerta.
—Bien, nos hablas cualquier cosa —pidió Tae.
—Y no permitas que LuHan te cambie el turno, tú también mereces descansar —advirtió Jungkook.
—No contestaré su llamada —prometió y sonrió retrocediendo, observando como el auto finalmente se alejaba.
Cuando desapareció de su vista, el omega se dirigió hacia el costado de la casa y subió las escaleras hasta su habitación. Sacando sus llaves, abrió la puerta y entró.
Quitándose sus zapatillas, avanzó arrastrando los pies directo a la cómoda cerca de su cama y abrió el último cajón. Sacando una caja de madera negra, Jimin se sentó en el suelo y abrió su mochila para sacar el dinero de su paga.
Dividiéndolo en los gastos comunes y las cosas que necesitaba comprar, el omega separó el restante dinero para guardarlo dentro de su caja donde había estado ahorrando para su universidad.
Pero cuando abrió la caja, no había ningún dinero en el interior.
Confundido, dejó la caja en el suelo y buscó en el interior del cajón en caso de que el dinero se le hubiera dado vuelta o algo, pero no había nada.
Angustiado, comenzó a buscar en cada cajón de la cómoda, sacando ropa y cuadernos antiguos.
—No, no, no, no... —comenzó a murmurar mientras seguía buscando, observando el desastre que dejaba a su paso.
Con su corazón agitándose fuertemente contra su pecho, Jimin observó el desastre que dejó sin mucha atención y rápidamente se colocó sus zapatillas. Saliendo de su habitación, bajó las escaleras y entró en la casa de su abuela por la puerta trasera.
—¡Abuela! —exclamó.
—Tch, no grites —reprochó Me-in—. Llegas tarde para preparar mi desayuno, tuve que hacerlo yo —dijo con disgusto.
—Abuela, ¿viste si alguien entró en mi habitación? Perdí mi dinero —expresó preocupado.
—¿Qué dinero? —preguntó tranquilamente.
—Uno que tenía guardado en mi cómoda —respondió.
—Ah, ese dinero —pronunció, logrando que el menor dejara de caminar nerviosamente y le observara.
—¿Ese dinero? ¿Lo viste entonces? —preguntó con una parte esperanzada y otra temiendo de la respuesta.
—Sí, necesitaba dinero para ir a un viaje con mis amigas y lo he usado —anunció como si nada.
—Pero... Ese era mi dinero —balbuceó—. Dinero que estaba destinado a pagar mi universidad —chilló.
—Bueno, entonces debiste de haberle puesto una nota diciendo para qué era —espetó molesta—. Pensé que era el dinero para pagar las cuentas simplemente —se encogió de hombros.
—Pero... ¡Abuela! ¿Qué se supone que deba de hacer ahora? Ese dinero era para pagar dos años de universidad y lo has gastado todo —acusó alzando la voz.
—No me vengas a alzar la voz, niño —gruñó observándole furiosa—. Debiste de haberlo guardado en un mejor lugar si no querías que lo usara.
—¡Era mi dinero! ¡Estaba en mi habitación! ¡Tú no tienes por qué andar revisando mis cosas personales! —exclamó furioso.
—No utilices ese tono conmigo, niño —espetó levantándose de la mesa, abofeteando sorpresivamente a Jimin—. Esta es mi casa y yo hago lo que quiera con ella, si no te gusta bien puedes irte, mal agradecido —gruñó—. Cómo puedes llorar por un simple dinero que necesitaba más que tú —acusó picoteando su pecho con un dedo.
—Era mío —insistió sintiendo unas profundas ganas de llorar de pura frustración.
—Y ahora no lo es, así que ve consiguiendo más y no olvides de que ya llegó la cuenta de la luz —espetó.
—No. —pronunció furioso.
—¿Cómo dijiste? —exclamó volviendo a picotear su pecho.
—No es justo, esto es... —Jimin alzó su mano apenas alcanzando a atrapar la mano que iba hacia su rostro otra vez.
—No seas un mal agradecido —escupió apartando su mano con rudeza—. Te he dado todo desde que eras un niño y ¿así es como me pagas? —exclamó—. Si no fuera por mí, ahora mismo quién sabe dónde estarías metido. Yo fui quien trabajo para darte de comer y comprarte ropa, quien te llevó a la escuela y te recogía hasta que mis piernas dolían. ¿Y así es como me tratas ahora? Claro, como eres un joven lleno de fuerza y vitalidad, crees que puedes hacer lo que quieras —negó—. Pensé que te había educado mejor que eso —chasqueó su lengua—. No vengas más aquí, ya veré como me las arreglo —despidió y salió de la cocina.
Mordiendo su labio inferior, Jimin intentó relajar sus manos que se habían cerrado como puños, un poco dolido porque su abuela hubiera usado la culpa contra él, pero para nada sorprendido al respecto.
Una bruja.
Realmente le quedaba bien ese apodo, y lo único que podía hacer Jimin en ese momento, era guardar silencio y volver a juntar dinero rápidamente para poder pagar sus estudios.
Y si tenía algo de suerte, tal vez podría conseguir algo pequeño como Jungkook, lejos de la maldad y egoísmo de Me-in.
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