Capítulo 2
Si bien el café no estaba super delicioso y tampoco me hizo dormir, el ambiente del lugar me terminó gustando bastante. Es por eso que estuve todo el día ansiosa esperando a que se hiciera de noche para poder regresar.
La suave música ambiente y el olor a café y libros parecieron ser la combinación perfecta para relajarme un poco.
Fue otro día de fracaso escribiendo, pero mi intuición genuinamente me dice que venir a este lugar puede ser de ayuda para ir de a poco superando el bloqueo que me aqueja.
Nuevamente solo estamos yo y el joven que prepara los cafés. Por la hora no es de extrañar que así sea. Ir en busca de un café en medio de la madruga no es muy común, o eso creo porque nunca antes lo había hecho. Es por ello que este lugar me parece tan curioso.
Me acerco a la barra para pedir algo de comer. Estar en este lugar me llena de una calma que no conocía hace tiempo, hasta el apetito me invade luego de días en los que me obligué a comer aun cuando mi estomago parecía no querer nada. El joven escucha con atención mi pedido, teniendo en su rostro la misma sonrisa suave del día anterior.
—Ayer me quedé con curiosidad después de que te marchaste, pero... ¿En qué trabajas?
Su pregunta me toma desprevenida, pero me armo de valor para responder. De todas formas solo estamos los dos y no es como si se pudiera burlar de su única clienta.
—Soy una... escritora. Bueno, en verdad hasta hace no mucho era una oficinista, pero me arriesgué a incursionar en el mundo de los libros y ahora escribo, o al menos eso intento.
—¿Por qué dices que lo "intentas"?
Su mirada es muy dulce en contraste con el amargo del café. Genuinamente me hace sentir que mis palabras le interesan y no es que me habla solo para que el ambiente no esté en silencio fuera de la música que ambienta el lugar.
—Es que... Estoy atrapada en un bloqueo creativo, uno demasiado fuerte. Digamos que puedo estar todo el día intentando escribir y no sale nada.
Tras decir las palabras, guardo silencio por un momento. Él no está para escuchar mis preocupaciones y me imagino lo aburrido que debe ser que un cliente te cuente sus problemas. El pobre ni siquiera es un psicólogo, le pagan por preparar bebidas, no por escuchar a un tipa frustrada que no puede escribir por un bloqueo creativo.
Incluso así... Me siento tranquila cuando sus labios se estiran en una suave sonrisa.
—Suena como algo difícil. Pero si fuiste capaz de dar ese gran paso de arriesgarte a seguir lo que te apasiona, estoy seguro de que podrás superar esto.
—¿Tú crees?
—¡Claro! Tener la capacidad de tomar la decisión de dejar un trabajo estable es muy valiente, pues no es algo que todos harían. A veces es más fácil quedarse en la comodidad en lugar de buscar nuevos horizontes —sus palabras parecen ser tan certeras que recién me doy cuenta que todo está tiempo ha estado sirviendo el trozo de pastel que pedí—. Además, te he visto observar los libros. Esos ojos brillantes dejan en claro lo mucho que te gusta.
Se siente un poco raro que me pueda, valga la redundancia, leer tan bien. ¿Acaso tiene una clase de don para entender a la gente?
—Sí... Creo... Creo que tienes razón. Ah, mi nombre es Dai, por cierto —de forma un tanto torpe le extiendo mi mano derecha en forma de saludo.
Para cuándo me doy cuenta, es muy tarde para sacarla, pues él también la ha tomado.
Su mano es muy cálida. Hace mucho que no había sentido esa clase de calor humano, tal vez es por eso que siento las puntas de mis orejas arder.
—Un gusto, Dai. Yo soy Jungkook. Aquí está tu trozo de pastel, que lo disfrutes mucho.
—Gracias.
Con rapidez tomo mi pedido y camino hacia la misma mesa en la que me senté el día anterior. ¿Es posible sentir una conexión tan inmediata con alguien? Si bien nuestros intercambiar de palabras no han sido muy extensos, parecen ser suficientes para que me sienta muy cómoda estando con él a unos cuantos metros.
Decido que voy a leer un libro mientras disfruto cada bocado, y así lo hago. Elijo un libro titulado "Camino hacia la paz" el cual trata, por lo que veo en la tapa trasera, de dos jóvenes que tras diversas adversidades, buscan juntos poder llegar a alcanzar la paz. En las primeras páginas el pastel parece todavía llevarse mi atención, pero a medida que voy avanzando, quedo enganchada con la trama.
Tan solo es un romance de jóvenes a principios de sus veinte, pero me hace sentir como si regresara esa época. Para cuando llego al capítulo siete, caigo en cuenta de que el pastel se acabó hace mucho y ya son cerca de las 2 a.m. Hasta cierto punto los protagonistas me producen cierta ternura que no quiero dejar ir, pero ya es bastante tarde y por mucho que el café esté abierto hasta el amanecer, me siento ligeramente cansada, así que creo que lo mejor es ir a casa para ver si puedo dormir un poco.
En una pequeña libreta que llevo anoto el título del libro y la página hasta la que llegué para luego dejar el objeto donde estaba. Siento la mirada curiosa de Jungkook sobre mí, observando lo que hago.
—¿Ya te vas?
—Sí. Estoy un poco cansada —saco mi tarjeta para pagar—. ¿Cuánto es?
—La casa invita. Ayer el café no te hizo dormir.
Aunque me quiero negar, termino aceptando viendo su sonrisa. Para la próxima vez compraré más cosas para compensar que he tenido un trozo de pastel gratis.
—Gracias. Por cierto, la historia está muy buena. Volveré pronto para seguir leyendo.
—Bien, te estaré esperando.
Tras despedirnos, camino hacia la entrada del lugar. Me detengo brevemente para acomodar bien mi chaqueta antes de salir al exterior y es ahí cuando siento unos pasos detrás de mí.
—¿Quieres que te acompañe? Digo, ya es tarde y te puede dar temor estar a esta hora sola.
Genuinamente suelto una risa que surge de lo más profundo de mi ser. Estando más cerca y sin una barra separandonos me pone algo nerviosa, pero la risa en vez de provenir de ello, proviene de la ternura que me da que se haya tomado la molestia de ir hasta donde estoy para hacer esa pregunta.
—No te preocupes. Podría ser un problema si llega un cliente y el lugar está cerrado, pero gracias por la preocupación.
A pesar de mi respuesta, camina hacia mí y me extiende su mano derecha, la cual se encuentra cerrada en forma de puño. Pongo mi palma mirando hacia arriba y de repente veo una pequeña notita.
—Ve con cuidado.
Cuando salgo del lugar, me dirijo lo más rápido que puedo hacia casa. Mi corazón está latiendo a mil por hora. ¿Acaso me dio su número? Es la primera vez en la vida que me sucede algo así, no siquiera el la adolescencia algún chico me dio su número de esa forma.
¿Y en qué momento lo hizo? ¿Fue cuando estaba concentrada leyendo el libro?
Durante todo el trayecto de regreso me obligo a no observarlo y solo lo mantengo guardado en uno de los bolsillos de mi chaqueta, resguardado por la protección de una mano, pero sin apretar mucho para que la tinta no se corra por el sudor.
Cuando finalmente llego a mi hogar, prendo las luces y tomo el suficiente aire para ver de una vez su contenido. Y si bien mi suposición estaba completamente errada, mi corazón se sigue sintiendo cálido.
"Las palabras encuentran su camino cuando dejas de buscarlas".
- Jungkook
17/01/25
¿Será que pronto me llega este café mágico junto con un Jungkook?
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