05
Una tarde gélida, muy baja en temperatura. La melancólica lluvia congervió en el descenso imperativo de la temperatura ambiental, recobrando junto a las grisáceas nubes una escena luctuosa en el Cementerio Misionero Extranjero de Yanghwajin.
De lo que fue el transcurso del sepelio de mis ambos progenitores, me mantuve en mi letargo introspectivo. No mencioné nada, no hice nada: el solo hecho de que mis ambos padres estuvieran a tres metros bajo mis pies... Era algo que no digería.
Menos al regresar a mi hogar.
Las inhóspitas habitaciones de la casa se sentían más vacías, solitarias y calladas de lo que usualmente son. Poseía ese ambiente cansino y abrumador que aturdía.
Me dejé caer al suelo tomando sostén de la pared. No sabía qué hacer. Mis divagaciones me llamaron a páramos intangentes y reminiscencias pretéritas. Unas donde aún la presencia de ellos permanecía, y las recurrentes escenas de juegos y bromas perduraban. Pero ahora todo se fragmentaba y desvanecía cuál frío aliento en el aire.
Siempre he tenido miedo, y ahora lo aceptaba. Apenas era una adolescente, pero todo en la vida continua, e inevitablemente iré creciendo, y tendré que madurar y tomar más responsabilidades. Tenía miedo de crecer. Tenía miedo de avanzar, y tomar decisiones demasiado grandes. Y ahora ellos no están... Y ahora no sé qué haré yo desde entonces.
Varios días habían pasado desde aquello. No poseía la certeza de la cuantía de ellos: yo simplemente me había encerrado en las paredes de mi subconsciente y en la caja de mi letargo. Ni siquiera me tomé la importancia para ir al Instituto. Hace rato que no probaba alimento, por lo que estaba físicamente débil. Lágrimas secas en mi rostro y un dolor de cabeza constante: así había transcurrido este intervalo de incertidumbre existencial.
Pero sí me había percatado de un detalle a mis alrededores: no había nadie en la casa desde aquel día. No estaba la cocinera, los del aseo, el jardinero, los técnicos, siquiera Xhan había hecho acto de presencia en todo el intervalo. Y era anómalo el último detalle, porque él siempre estaba en casa cuidándome o cumpliendo sus oficios de mayordomía. Pero desde ese día no le he visto, y como se supone que sigo castigada, se supone que él aún tiene en posesión mi celular: por lo tanto, no he podido comunicarme con él, ni con nadie.
Llegado a un clímax, no pude resistir más la debilidad del extenso ayuno, por lo que resolví en ir a la cocina y preparar algo. Pero no había cruzado la sala antes de escuchar el sonido de la puerta principal abrirse. ¡Posiblemente Xhan había vuelto!
Apresuré mi paso a recibirlo, pero quien estaba entrando no era la misma grata sorpresa que siempre esperaba: mi antagonista primo.
—Ah, KyulDong, eres tú —mencioné despectivamente—. ¿Dónde rayos estabas? Te desapareciste totalmente después del sepelio de mis padres, y siquiera me has acompañado en el luto como "buen primo" que deberías ser.
—Ah, YuNa —su sonrisa socarrona y arrogante de costumbre—. Estuve muy ocupado resolviendo transmites legales —sacó unos papeles de un sobre que traía en mano.
—Vaya, qué bien te has olvidado del luto que le deberías guardar a tus difuntos tíos —me crucé de brazos con una ceja enarcada—. Pero bueno, debes saber que ésta es mi casa, y como mis padres ya no están, no quiero ver tu presencia de nuevo por aquí —opté por una tonalidad astringente.
—Mi casa, quisiste decir —replicó con más peso en la primera monosílaba.
—¿Qué estás dicendo? —Respondí aturdida.
—Oh, ¿no sabes las nuevas? —rió. Me entrega en consiguiente el papel que permanecía en su mano—. Soy el nuevo heredero de la familia Choi.
No di atención a lo que percibieron mis oídos, porque sencillamente sonaba ridículo. Asié el papel y comencé a leer su contenido.
—¿Qué demonios estás diciendo, idiota? ¿Qué es ésto?
—Es el testamento de tu padre, cuyo contenido explica, parafraseando para que tu débil mente entienda, "el testaferro de esta carta acredita a mi sobrino, Choi Kyul Dong, como heredero único de la fortuna y propiedades de la familia Choi, incluyendo la empresa transnacional Corporaciones Choi Ltd., debido a la incapacidad jurídica e intuitiva de mi hija, Choi Yu Na, de administrar los bienes hereditarios. Concedo la plena administración a mi sobrino hasta haber capacitado a mi hija en su ignorancia".
Sabía que el último detalle había sido auspiciado por su invento, pero permanecí sin habla allí parada: no podía creer en todo lo que estaba pasando.
—E-esto... Esto n-no puede estar pasando —mi mano comenzó a temblar, el papel comenzó a arrugarse por la fuerza propinada.
Todo... Era claro. Todo era legible. Todo malditamente estaba plasmado en este pedazo de papel con la clara firma de mi padre.
—N-no... No puede ser...
—Ajá sí, qué triste la historia y tal y tal. Pero bueeeeno~ —me arrebató el papel de la mano—. ¿Qué se le puede hacer? —Pasó de largo—. Bien, ya te puedes largar de mi casa.
—¿Qué acabas de decir? —Volteé a él.
—Lo que escuchaste —se lanzó al sofá—. ¿Hace unos momentos no me estabas echando? Bueno, efecto retroactivo querida: te doy unas horas para que empaques y te desaparezcas de mi vista.
—¿Qué? Tú... T-tú... ¡Tú no puedes hacerme esto! O más bien, ¿¡cómo puedes hacerle esto a tu propia familia?! —Vociferé.
Se encogió de hombros. —Tik-ak, YuNa. Tu tiempo para largarte se acaba —chasqueó los dedos.
Al instante entraron varias personas con paquetes y cajas en manos. Unas y otras se llevaban cosas de la casa fuera de ésta.
—¡¿Qué hacen?! —Intenté detener a los que se llevaban las cosas fueras, pero me hicieron al lado como si fuera un simple muñeco de trapo—. ¡Esas son las cosas de mis padres!
—Ah sí, simplemente necesitaba una remodelación esta pocilga. Pero qué gusto de mierda tienen —mencionó con desdén al mirar a sus alrededores—. Bueno, no hay nada que una nueva capa de pintura y reemplazar algunas cosas no resuelvan.
—No... Esto no se puede quedar así... ¡Xhan! ¡Xhan debe tener algo que decir con respecto a todo esto!
—¿El viejo decrépito ése? Ah, lo mandé a volar. No necesito una imagen del pasado en mi instancia, así que lo despedí y lo amenacé con que si se volvía a acercar a la empresa o la casa, tendría una demanda judicial muy severa por unos cargos que "casualmente" le conseguí en su contra.
—N-no... ¡No te puedes salir con la tuya!
Me miró expectante. Se acercó intimidantemente a mí, haciendo que retrocediera por instinto de supervivencia. Con brío vehemente me tomó del cuello y me estampó contra la pared más cercana, apresándome en contra de su cuerpo y haciendo morigerada presión en mi cuello.
—¿Adivina qué, YuNa? —Musitó a la altura de mi labio y con una mirada demoníaca—. Ya me salí con la mía.
Se alejó de improvisto, haciendo que comenzara a toser por la suspensión esporádica de mi respiración.
Ahora agradecía que mis padres hubieran comprado esta pequeña casa que utilizaba como "fortaleza" o "bastión"... Pero la fortaleza que transmitía ya se había esfumado hace unos días. Y ahora que el desgraciado y horrible ser que tuve la maldición de llamar "familia" me echó de mi propia casa sin más que mi ropa y pocas pertenencias, pues siquiera me dio tiempo suficiente para empacar antes que me lanzara una advertencia de nunca acercarme de nuevo a la casa, ni a la empresa, como le dijo a Xhan.
Pero afortunadamente tengo este sitio, algo de comida en el refrigerador y dinero suficiente en mi bolso como para las provisiones de dos—tres meses aproximadamente... Pero más que eso, estaba completamente sola, desorientada y con incertidumbre con respecto al futuro y el cómo me costearé mis gastos personales y estudios, sola, sin familia ni amigos.
Porque sí, todos mis infortunios también habían influenciado en la amistad con mi grupo de "mejores amigas"... Pues, cuando busqué a Dong inmediatamente después de todas mis desgracias, vislumbré mi impacto con la pared denominada "realidad".
—Ehm... YuNa, no sé cómo decirte esto: pero no quiero que nos volvamos a ver... Nunca más.
—¡¿Qué dices?! ¡¿Por qué rayos estás diciendo eso, Dongie?!
Suspiró. —Mira, YuNa, no hagas las cosas más difíciles, ¿sí? No me vuelvas a buscar. Ni a mí ni a las chicas, por favor.
Cerró la puerta en contra de mi cara, sintiendo las ganas de llorar nunca como antes.
En el fondo sentía que ellas me podrían ayudar, que me apoyarían en todo y saldríamos adelante. Pero tuve gran decepción al caer en la realidad de que viví en una ilusión llamada "amistad".
En ese momento supe, de una manera cruel y dolorosa, que hasta las personas que menos esperas son las que te pueden causar más daño.
Este es un mundo despiadado, uno corrupto. Lo que en verdad importa, es la decisión de si te vuelves parte de él, o antagonista de él...
Me encontraba vagando por las oscuras calles. Todo estaba de una suma melancolía, hasta la luna tenía un fulgor triste en aquella noche. Nada podía estar bien, en aquel entonces.
La lluvia se apresuraba en arremeter en contra de mí. Ahora estaba mojada, fatigada de caminar, y con mi felicidad que tenía hace unos días envuelto en tinieblas.
Todo se había vuelto mierda en cuestión de segundos. Un abrir y cerrar de ojos fue suficiente para que la gota de mi desgracia se desbordara cual castigo divino, cual Juicio Final. Y para el colmo, me tenía como a mí misma y mi Imprudencia de enemiga: pues, ¡desgraciadamente gasté el dinero en malditas maneras que no debía gastarlo! ¡Porque nunca había tenido una oportunidad para aprender a administrar el dinero! Bien decía mi padre en ese asqueroso papel sobre "mi incapacidad intuitiva para tomar decisiones".
—¿Y ahora qué se supone que debo hacer? —Tomé de mi cintura, expeliendo un suspiro cansino.
—¿Sabes? Si quieres dinero extra, hay un tipo que paga muy bien para las damas que quieran "jugar" con él. Incluso te daría muchísimo más por ser menor.
Me quedé meditabunda por abisales intervalos de tiempo, aún con la imperiosa lluvia arremetiendo sin piedad contra mi trémulo cuerpo. Quizás sea parte de las sombras de mis malas decisiones... Pero.
¿Realmente seria fructoso una decisión así?
Maldición, estoy tan perdida en mí misma.
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