02
Caminaba rumbo al escondite de nuestro grupo. Nuestra "fortaleza" o "bastión" era el adjetivo más adecuado que suelo usar para definirlo.
Dos toques a la puerta fueron la aquiescencia para abrir la puerta, y recibirme mi mejor amiga pelinegra.
—Dong, hola —sonreí para luego abrazarla. Era la única que realmente me apoyaba en este dilema llamado "precognición familiar", sobre mi seudo-futuro de grandes cosas que me acompañaban por ser la tercera generación de Choi's que tomaría el cargo.
—Tu destino es grande. Eres la nueva generación de sucesos increíbles.
—A veces no quisiera toda esta atención, ¿me entiendes?
—Muchas quisiéramos lo que tú tienes, el grandioso futuro que te espera, ¿y así de fácil lo desprecias?
Y cosas así es lo que escuchaba a diario. Caían cansino al oído después de tantas vanas repeticiones.
—Hola Yu, ¿cómo has estado? —Cedió pasó para hacer intromisión a la casa.
Cuya casa desgraciadamente me había regalado mi padre como regalo de cumpleaños. ¿Quién le regala una casa a una niña de nueve años?
Pero suerte que pude usarla como el punto de reunión de mi grupo.
—Todo bien. ¿Las demás ya llegaron? —Escuché la puerta cerrarse ulterior a mí.
—Sí: Jane y JiWon llegaron desde hace un rato. Eres tú quien tardó en llegar. ¿Por qué?
—Tuve que hacer una parada en la empresa de mi padre, para que me diera otros de sus famosos sermones sobre la vida —rodé los ojos.
—¿O dirías "tu futura empresa"? —Recalcó.
—No me vengas con eso de nuevo.
Entro a la Sala de Estar y observo como mis otras dos amigas se disputaban la última rebanada de pizza. Una intensa batalla de piedra, papel o tijeras sería quien resolviera la pugna.
—¡Sí, gané! ¡Toma eso JiWon! —Asió la rebanada y se la llevó veloz a la boca.
—¡No, trampa! ¡Jane, deja eso! ¡JANE, ESO FUE TRAMPA, TRAMPA!
Y ahora veía como las dos menores jalaban de un lado a otro la porción de comida, intentando ambas beligerantes adoñarse de la hegemonía de la otra.
—¡Chicas, dejen eso! —Regañó Dong, quien en su roll como la mayor y heraldo ante las constantes peleas de la estadounidense y la coreana, realizaba su trabajo.
—¡Unnie! ¡Ella ya comió mucho! —Señaló la maknae a Jane.
—¡Pero ella perdió en el juego! —Contraatacó la estadounidense.
—Rayos, dejen de pelear por cualquier cosa: en la Cocina hay más pizza.
Ambas profirieron un "Ah", alargando la monosílaba.
—¿Por qué no lo dijiste antes? ¡Voy volando! —Y sí, fue tan rápido a la mencionada instancia que dejó un rastro de pequeñas llamas a su estela.
—¡Jane, no! ¡Déjame pizza a miiiiiiii! —Persiguió la otra menor.
Yo, ajena a la escena, simplemente reí: adoraba este ambiente, que difería toda aura que se asemejaba a mi hogar.
Tomé un extintor y apagué las mini-llamas que había dejado Jane en su carrera.
—Af~, éstas chicas van a colmar mi paciencia —se lanzó cansina al sofá.
—Déjalas, que algún día habrá momentos de paz y armonía: mientras tanto, confórmate con evitar que se arranquen la cabeza —río mientras coloco el extintor en su lugar.
Tomo asiento al lado de la pelinegra.
En unos segundos, las otras dos menores se acercaron a nosotras devorando un pedazo de pizza, con una caja en mano de las dos.
—Hola YuNa unnie, perdón por no saludarla antes —saludó Jane, tomando asiento.
—¡Hola unnie~! —Tan jovial y risueña JiWon de costumbre, aún con rastros de pizza en toda su boca.
Tomo una servilleta y limpio la comisura de sus labios, aún con la reluctancia de la menor ante mi acción.
Después de unos segundos de risas y juegos, y de haber compartido unas rebanadas de pizza, Dong robó la atención carraspeando.
—Bien, ya saben porqué estamos aquí chicas.
Todas optamos un deje circunspecto.
—Encontré una nueva víctima para atacar —colocó una fotografía en la mesita paralela al sofá—. Karl Jung. Éste tipo ha sido el Administrador del Bar Cham por cinco años, pero el oriundo de Estados Unidos ha desaparecido en los últimos días de manera inexplicable. Su residencia es más que óptima para nuestro nuevo atraco.
Las demás observaron la información del affaire, mientras yo simplemente opté por asentir.
—¿La vigilancia no es elevada en esa zona? —Preguntó Jane.
—Bastante. Pero no es comparado al sistema anti-seguridad de YuNa —sonrió mirándome—. Su sistema de vigilancia es uno de lo más sofisticados de Corporaciones Choi Ltd., impenetrable para cualquier ladrón ajeno a esa tecnología. Pero por suerte, tenemos el Control Universal —alzó el mini-control remoto en sus manos—. Con sólo un apretar de botón cerca de la residencia, desactivará todo sistema de seguridad que pueda tener. Invento revolucionario auspiciado por Choi Yu Na, mi amiga —me señaló.
Las restantes aplaudieron, yo me resigné a no darle importancia al hecho para no parecer narcisista.
—En serio, YuNa unnie. ¿Por qué nos ayuda a hacer esta clase de cosas si es millonaria?
—Mis padres son millonarios, corrección. El dinero es de ellos, no mío. Y no quiero depender de esa sombra de ellos para siempre. Por ello las ayudo con estos trabajos: una buena forma de hacer dinero.
La menor no quedó satisfecha, o quizás aún no le agradaba la réplica. Pero ya no podía decir nada, muchos actos nada sanos nos envuelven ahora.
—¿Sabes? Si quieres dinero extra, hay un tipo que paga muy bien para las damas que quieran "jugar" con él. Incluso te daría muchísimo más por ser menor —comentó Jane.
—Oh no, claro que no. Tampoco caeré en la prostitución. Prefiero heredar la empresa —me crucé de brazos indignada.
—Solo digo.
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