Habían pasado ya tres días desde que me marché a Chicago para cuidar de mi hermano. Mi madre ya no se tragaba la excusa de estar en casa de Michelle, pero seguía sin poder decirla donde estaba. 

-Estoy bien, mamá- la dije al segundo día de llegar- Cuando todo se solucione aquí volveré a casa y os lo contaré todo, lo prometo-

Después de aquello, no volvió a llamar. Dan ya había empezado a caminar y pronto le darían el alta para volver a su residencia de universitarios. En ese momento, yo volvería a casa. Cuando despertó me contó lo que había pasado. Una fiesta de iniciación que se fue de las manos. Dos de sus amigos también habían estado ingresados al igual que él por las consecuencias de aquella noche. En ese momento estábamos jugando a las cartas, disfrutando de nuestras últimas horas juntos antes de volver a nuestras vidas. 

-Me ha gustado volver a pasar tiempo contigo, brujilla- dijo Dan antes de tirarme un +2- ¡UNO!-

Ambos reímos ante la gracia de mi hermano. Lo que él no sabía era que yo tenía un +4 y acababa de ganar la partida.

-¡GANÉ!- dije emocionada soltando mi última carta.

Mientras yo lo celebraba con mi baile de la victoria, Dan me miraba con cara enfadada.

-A mi también me ha gustado volver a verte, Dan- dije acercándome a la cama- Aunque haya sido en estas condiciones-

Un mensaje llegó a mi telefono, el cual miré al instante. Era de Alexei. No había hablado con él desde que vine a Chicago. Supongo que también estaría preocupado. Pero el mensaje que recibí no era nada comparado a lo que me esperaba.

“Tenemos que hablar”

“¡Ahora mismo!”

Los mensajes eran bastante claros. Me disculpé de mi hermano y salí a la calle para llamar a Alexei, pero él se me adelantó. Mi tono característico de Shawn Mendes comenzó a sonar en medio de la calle. Cogí la llamada casi al instante sin poder disfrutar ni un segundo de la maravillosa voz de mi cantante favorito. 

-¿Qué ocurre, Alexei?- pregunté preocupada.

-Te acuerdas de Carlo, ¿verdad?- preguntó respondiendo a mi pregunta.

-Claro que sí- dije recordando aquellos penetrantes ojos marrones.

-De acuerdo- dijo casi susurrando- Respóndeme a esto, ¿por qué una familia rica del calibre de Carlo Smith iba a mudarse desde una de las ciudades más prestigiosas de Italia a un pueblucho a las afueras de Naperville?-

-Y yo que sé- respondí riendo aunque pronto mi rostro se volvió serio- ¿Qué es lo que sabes?-

-La familia de Carlo pagó casi un millón de dólares para averiguar quién era la mitad perdida del hijo pródigo- dijo tras unos segundos.

-¿Eso es posible?- pregunté fascinada.

-Por lo visto, sí- dijo más emocionado que yo- Y lo más increíble de todo es que tengo algunas de las características de la afortunada-

-Por lo visto te has entretenido sin mi por allí- contesté riendo- Dime que sabes de ella-

-Bien- comenzó de nuevo susurrando- Al pagar tanto dinero les dieron el nombre de la ciudad en la que vive, el instituto al que asiste y las clases que tiene a lo largo de este curso escolar-

-¿Qué quieres decir con eso?- pregunté más confusa que nunca.

-Quiero decir- respondió haciendo que un portazo sonara de fondo- Que se el curso al que asiste y, podría indagar más, y descubrir cuales son las clases que tiene. De esta manera podríamos estar más cerca de saber quien se lleva al buenorro italiano a su casa-

-¿Podrías investigar un poco más sin mi?- pregunté girando mi cabeza hacia la entrada del hospital- Mañana por la mañana volveré a casa, pero hasta entonces no puedo hacer nada desde aquí; tendrás que encargarte tú-

-Será un placer- contestó riendo- Nos vemos, pequeña-

-Adiós, Alexei- dije amistosa colgando la llamada.

Guardé mi móvil en el bolsillo y volví a la habitación con mi hermano. Pasaron unas horas hasta que una enfermera entró en la habitación y le dio el alta a mi hermano. Recogimos las cosas, salimos del hospital y, en menos de media hora, habíamos llegado a la universidad de Chicago. Cuando llegamos, le acompañé hasta su cuarto y, entonces, conocí a su compañero de habitación.

-Hola, tío- dijo aquel chico al verle entrar conmigo- Tú debes de ser Kat. Daniel no para de hablar de ti. Soy Vixtor Samuels; pero puedes llamarme Vix-

-Encantada- dije estrechando mi mano con la suya- Necesito que te asegures de que Dan me llama todos los días para asegurarme de que está recuperándose a la perfección-

-Dalo por hecho- contestó haciendo el típico saludo militar.

Me giré a mi hermano sentado en su cama con las muletas que le habían recomendado para las próximas tres semanas y le sonreí.

-Me cae bien- añadí refiriéndome a Vixtor.

Seguidamente le dí un abrazo para despedirme finalmente de él y volver al pueblo donde, seguramente, me esperaría un buen castigo por parte de mis padres. 

-¡¿Vas en moto?!- gritó al fijarse en el casco que llevaba debajo del brazo.

-¿Cómo te crees que he llegado hasta aquí?- pregunté riéndome- Tranquilo, llevo haciéndolo desde el curso pasado-

-Me encanta tu hermanita, tío- comentó Vix con la mirada fija en su lectura.

-¡Cuidado con lo que dices!- replicó Dan amenazante.

-¡De acuerdo!- intervine yo- Me voy ya, ¿de acuerdo?- fui hasta la puerta y antes de cerrarla dije: -No os matéis entre vosotros sin mi-

Ambos asintieron y yo cerré la puerta tras de mi. Salí del campus y llegué hasta mi moto, a la cual, me subí para volver a casa.

Aquí os dejo otro capítulo... De nuevo, espero que voteis y me recomendéis a vuestros amigxs si os gusta.
Besossss.