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7

En cuanto salimos del pasmo, del asombro, todos se dirigieron hacia la puerta para entrar.

—Kayden, Daryl, cubran la retaguardia —nos pidió Rick, así que me puse en formación.

Ambos nos quedamos atrás vigilando, lado a lado, hasta que las puertas se cerraron y quedamos dentro del CDC.
Observamos a nuestro alrededor, las instalaciones eran oscuras, pero se veían limpias e intactas. No parecía ser un lugar que estuviera bajo ataque.
Incluso desde afuera, el edificio se veía intacto, aunque estuviera rodeado de muertos. Adentro, era como si nunca hubiera empezado el apocalipsis.

—¿Hola? —dijo una voz masculina, la buscamos mientras levantábamos nuestras armas y apuntábamos.

Se trataba de un hombre caucásico de pelo claro, que estaba sobre una escalera y también nos apuntaba con un arma.

—¿Hay algún infectado? —preguntó.
—No, teníamos uno. Ya no está —admitió Rick.
—¿Por qué están aquí? ¿Qué quieren?
—Una oportunidad.
—Eso es mucho pedir en estos días.
—Lo sé.

Rick se limitaba a responder y los demás a observar y estar atentos. El hombre, que tendría unso cuarenta y tantos, nos miró bien a todos, mientras un silencio inundaba el lugar.
Supongo que le dimos pena, lástima o confianza, porque nos dijo:

—Se harán un análisis de sangre, es el precio de la admisión.
—No hay problema —aceptó mi hermano.
—Sí tienen que entrar cosas, háganlo ahora. Una vez que se cierra la puerta, queda cerrada —sentenció, refiriéndose a la persiana externa, mientras se acercaba a nosotros.

Hicimos rápido lo que nos dijo mientras él le pedía a alguien (una tal Vi) que cerrara la persiana.

—¿Soldado? —preguntó mirando a detalle mi uniforme.
—Ex teniente Kayden Grimes —admití—. Asistente del alguacil Rick Grimes —presenté a mi hermano.
—Doctor Edwin Jenner —respondió él.

Luego nos dirigió hacia un ascensor donde todos entramos bien. Estábamos bajando. Íbamos bajo tierra. Llegamos a un lugar que se veía igual de vacío que arriba, el doctor Jenner le pidió a Vi que prendiera las luces y nosotros no pudimos esperar a interrogarlo.

¿Dónde estaban los médicos, militares, enfermeros, el personal?

Solo quedaba él. Vi era una inteligencia artificial.

—Lo siento —se disculpó el doctor, pero no pude prestarle atención a él, sino a la cuenta regresiva en números rojos que había detrás suyo, en la pared.

¿Qué era?

No tuve tiempo para preguntar, nos guió rápido hacia otra habitación para sacarnos sangre. Andrea se mareó cuando se levantó luego de la extracción y Jacqui comentó que no habíamos comido.

Entonces nos invitó la cena, con vino. Estábamos en paz y felices, alegres.
Reíamos viendo a Carl tomar algo de vino y reaccionar con asco. Incluso Daryl reía y bromeaba, aunque seguía sin darme buena espina. No podía olvidar el pasado, lo agresivo e impulsivo que había sido, lo que lo hacía desconfiable. Además toda su aura y chistes eran grotescoz... Aunque debía admitir que era fuerte. No solo su físico, ni hablado de sus gruesos brazos, sino que ya había olvidado lo de Merle. Reía como si no hubiera perdido a su hermano (aunque estaba ebrio), y lo admiré un poco por ello, porque sí yo perdía a Rick, podría perderme a mi misma. Ni siquiera la droga más fuerte me ayudaría, no ahora que lo había recuperado.

Entonces Shane arruinó el ambiente exigiendo respuestas: ¿por qué el doctor era el único hombre en el edificio?
Jenner respondió que al principio muchos huyeron para ir con sus familias, luego el resto se suicidó. Solo quedó él, en busca de hacer algo bueno.

Más tarde, mientras el doctor nos guiaba a las que serían nuestras habitaciones, nos advirtió que no abusáramos del agua caliente. Aunque solo prestamos atención a que había agua caliente, así que cada quien se encerró en su dormitorio a ducharse. Esa vez, ya relajada por el vino, decidí salir de la ducha, ponerme un vestido, joyas y maquillarme, solo para ir a tomar más vino al comedor.
Allí me encontré con Glenn, quién había tenido la misma idea de disfrutar de aquella noble bebida.
Y no éramos los únicos, Daryl estaba del otro lado de la mesa, tomando solo.

Reí, bromeé y conversé hasta tarde con Glenn, bajo la atenta mirada de Dixon, antes de que ambos nos fueramos tambaleantes cada uno a nuestras habitaciones.

Dormí como nunca antes y fui la última en llegar al desayuno. Apenas tuve tiempo de comer algo, ya que Dale y Andrea tenían más preguntas para el doctor y este estaba dispuesto a mostrarnos algo.

Nos llevó a la sala grande, aquella que tenía una pantalla gigante en la pared y una cuenta regresiva en la otra. Reprodujo algo que llamó TS-19. Vimos un cerebro, neuronas, axones, sinapsis: todo lo que lo hacia ser humano, ser persona, ser él mismo.
Nos estaba mostrando el cerebro de una persona que fue mordida e infectada. Alguien que voluntariamente se prestó para que estudiaran su muerte y su conversión.

—Invade al cerebro como la meningitis, las glándulas suprarrenales sufren una hemorragia, se apaga el cerebro y luego los órganos principales. Luego la muerte, todo lo que fuiste o lo que ibas a ser, no está más.

Comentó que el tiempo de resurrección varía mucho. Vimos cómo el tronco del cerebro se reiniciaba, que era lo que los hacia moverse a los caminantes, pero la mayor parte del cerebro se mantenía apagada, muerta, sin vida: el lóbulo frontal, la corteza nueva, la parte humana, lo que te hacia único no regresaba.

—Solo queda un cascaron guiado por el instinto irracional.

Entonces un disparo atravesó el cerebro de la persona del vídeo.

Andrea y Rick bombardearon de preguntas al doctor. ¿Qué era? ¿Alguien sabía? ¿Había más gente buscando respuestas? ¿Cómo él no lo sabía?

Estaban enojados con él porque no tenía las respuestas que ellos querían oír. El mundo entero se había ido a la mierda y ellos apenas lo estaban asimilando ahora. Creo que todos habíamos decidido fingir demencia al no poder contactar con oficiales de altos cargos, preferíamos mentirnos con que debía haber algo a seguro afuera, que no todo el mundo estaba viviendo lo mismo que nosotro. Pero no, no había refugios seguros, ni ciudades a salvo, ni comunicaciones o una cura, ni siquiera se sabía qué mierda estaba pasando. Eso era una conclusión a la que yo había llegado en mis semanas sola en el búnker, lo supe porque de haber una respuesta, un refugio, una cura, ya tendría que estar igual de esparcida que el virus. Por eso a mí, su confesión no me desequilibró. Yo realmente en un momento dado pensé que era la última ser humano viva en la tierra y pensé en acabar con ello.

Y ahí fue cuando Dale, hizo la pregunta más importante.

—Ese reloj va en retroceso. ¿Qué pasará al llegar a cero?

Hablaba sobre la cuenta regresiva que había visto ayer. Faltaba menos de una hora.

—Los generadores se quedarán sin combustible —respondió, evitando nuestras miradas y comenzó a caminar lejos nuestro, retirándose de la sala.

¿Qué?

—¿Y luego? —Jenner no respondió, solo se fue—. ¿Vi, qué pasará cuando se agote la energia?

Yo no tenía que escuchar esa respuesta, porque bien sabía lo que pasaba con los bunker nucleares cuando se quedaban sin energía. La maquinaría dejaba de funcionar, se dejaba de obtener oxiegno y nadie podía respirar.

—Cuando se agote la energía de iniciará la descontaminación del lugar —respondió la computadora.

Bien, eso sonaba incluso peor que morirse asfixiado bajo tierra. ¿Por qué?

Rick, Glenn, T-Dog, Shane y yo comenzamos a buscar respuestas. Buscamos los generadores y los encontramos vacíos. Y para colmo, las luces se apagaron, entonces volvimos corriendo hacia arriba. Nos encontramos con Jenner alcoholizándose en la sala de computadoras, rodeado de nuestra gente que pedía respuestas.

Soltó algo sobre los combustibles fósiles y quedarse sin energía.
Todos comenzaron a entrar en pánico, temiendo entender lo que queria decir.

Rick le pidió a todos que fueran por sus cosas para irnos, un instante después una alarma comenzó a sonar y la cuenta regresiva de media hora se reflejó en la pantalla gigante.
Entonces las puertas de la sala se cerraron y quedamos encerrados allí.

Daryl fue a atacar al doctor, y por primera vez, yo no lo hubiera detenido. Fueron T-Dog y Shane quienes se ocuparon de él.
Rick se acercó al doctor y le pidió que abriera las puertas, pero él respondió que no tenía sentido, que todo estaba bloqueado, incluyendo salidas de emergencia. Y luego agregó que las puertas son controladas por la computadora. Nos recordó que nos avisó al entrar que una vez que se cerraban, no se volvían a abrir.
Ante la insistencia de mi hermano, el doctor respondió que el lugar existía para proteger a la humanidad de virus fuertes que estaban allí encerrados, como variantes del ébola que acabarían con todos. Ante pérdidas de energía catastróficas o ataques terroristas se activaba un HIT.

La computadora nos dio una definición científica de ello, comentando que era la explosión más fuerte, exceptuando por una bomba nuclear, pero Jenner lo simplificó en cinco palabras:

—El aire se prende fuego.

En definitiva era peor que asfixiarse. Te volvías una bola de fuego.

¿En dónde mierda nos habíamos metido? ¿No podíamos encontrar algo de paz allá dónde fuéramos? ¿Tan difícil era?

—No hay dolor, el fin de la tristeza, el sufrimiento, el remordimiento. De todo.

Los hombres se ocuparon de tratar de romper la puerta, mientras yo reflexionaba sobre nuestra próxima y venidera muerte, y Jenner hablaba sobre la corta vida, y la muerte lenta y agonizante que tendríamos de salir afuera... Como si nos estuviera haciendo un favor.

Y odiaba que su idea se plantara en mi cerebro. Ese no podía ser el final de todo. ¿O sí?
¿De verdad no había forma de salir adelante? ¿Volver a tener una sociedad? ¿Encontrar más personas como nosotros? ¿Ser felices? ¿O simplemente estar tranquilos?

—Ni un rasguño —admitió Shane, cansado de golpear una y otra vez el metal.
—Esas puertas pueden soportar un lanzacohetes —respondió el doctor.
—¡Pero tu cabeza no! —gritó Daryl, furioso, dirigiéndose hacia él con el hacha levantada.

Se necesito de tres hombres para detenerlo y eso me dio una idea.
Me acerqué a Rick.

—Le he... —me aclaré la garganta, nerviosa, con los ojos llenos de lágrimas. ¿Eran por los recuerdos? ¿Por nuestra muerte inminente?—. Le he sacado información a hombres mucho más fuertes que él —murmuré ante la atenta mirada de mi hermano—. Tengo balas suficientes para conseguir que nos abra la puerta. Y sí no funciona, podría usar el hacha de Dixon —comenté.
—Sí tu quieres esto —me interrumpió el doctor, dirigiéndose a mi hermano—. Anoche tú me dijiste, sabías que era cuestión de tiempo hasta que tus seres queridos murieran.

Tragué saliva, impactada por esa revelación. No lo había pensado de Rick, quien había sido tan fuerte y esperanzado. Pero hasta el más fuerte tiene sus momentos de debilidad. ¿No? ¿Quién en estos tiempo no lo considero? ¿No pensó en la muerte como un simple paso más o incluso un plan venidero? Yo misma había querido dejar todo esto, porque no encontraba nada por lo que vivir.

—¿Lo dijiste de veras? ¿Después de tu discurso? —preguntó Shane, molesto, mientras el resto miraba a Rick con decepción y dolor.
—Tenía que mantener la esperanza.
—No hay esperanza. Nunca la hubo —negó Jenner.
—Siempre hay esperanza. Tal vez no en ti, tal vez no aquí, pero sí en alguien, en algún lugar —respondió Rick.

Resìré hondo, tratando de aferrarme a esas palabras, a ese pensamiento. Despejé mi mente y mis ojos de las lágrimas y desesperación. Del miedo de morir. De ese terror que crecía en mi pecho y quería comerse todos mis órganos.

—¿Que parte de «no queda nada» no entendiste? —soltó Andrea.

Bennet dio otro discurso sobre una muerte rápida, sin dolor, abrazando a tus seres queridos.

Y así fue como supe que quería vivir. Quería salir de allí para ver una vez más el cesped verde o incluso amarillo y seco. Quería vovler a ducahrme, aunque fuera en agua de río. Sentir el calor del fuego. EL viento despeinando mi cabello. Quería mirar las aves atravesando el cielo. Sentir la tierra en mis pies. Volver a ver el mar. Las estrellas. Respirar.

—Rick... —insistí—. Podemos hacerlo hablar —le recordé tratando de ser fuerte.
—No, aún no, no así —negó.

Fue entonces que Shane se dejó caer en la desesperación y le apuntó al doctor con su rifle. Rick le dijo que sí lo mataba no conseguiríamos nada y el moreno disparó molesto hacia las computadoras. Rick lo sometió y le quitó el arma.

—Creo que está mintiendo.
—¿Qué? —soltó Jenner ante las palabras de mi hermano.
—Estás mintiendo, sí que hay esperanza. Sí fuera verdad habrías huido con los demas o te hubieras suicidado. No lo hiciste. Elegiste el camino dificil. ¿Por qué?
—Eso no importa.
—Sí que importa. Siempre importa. Te quedaste y los demas huyeron. ¿Por qué?
—Yo me quedé solo por una razón. Hice una promesa, a ella, mi esposa —dijo apuntando a la pantalla donde estaba la imagen de TS-19.

Pero yo no le presté atención, yo observaba a Daryl era el único que no se rendía y seguía golpeando la puerta con su hacha, intentando escapar de allí. No podía dejar de mirarlo, centrándome en él en vez de en todo aquel lío gigante, como sí él fuese nuestra única oportunidad. Ese hombre y su hacha.

—¿TS-19 era tu Esposa?
—Ella me suplicó que siguiera hasta el final, no podía negarme, se estaba muriendo. Yo tendría que estar en esa mesa, y no le importaría a nadie. Ella fue una pérdida para el mundo. Ella dirigía este lugar, yo solo trabajaba aquí. En nuestro campo ella era Einstein. Yo solo soy Edwin Jenner. Ella podría haber hecho algo con todo esto, yo no.
—Tú esposa no tenía otra salida. Tú sí. Eso es todo lo que queremos. Una salida. Una oportunidad.
—Solo dejamos seguir hasta el final.

Por fin aparté la mirada del campesino para observar a mi hermano y luego al doctor. Ya no nos quedaba tiempo. Y sí todo ese discurso que hizo que mis lágrimas comenzaran a caer en silencio y sin permiso, no lo convenció. Nada lo haría ya.

—Te dije que la parte superior estaba cerrada y no puedo abrirla. —Pero entonces tocó botones y se abrió la puerta—. Ahí tienes tu oportunidad.
—Te agradezco.
—Un día cambiarás de parecer.

Mi corazón se agitó en mi pecho. Al parecer, todos queremos vivir al final, ¿no?

Todo fue muy rápido desde ese segundo. El tiempo iba en nuestra contra. Logramos romper las puertas y luego el vidrio de arriba con una granada que Carol había encontrado y guardado. Salimos y nos dirigimos hacía los coches mientras matábamos caminantes, viendo como los últimos en llegar hasta nosotros eran Dale y Andrea. Jacqui se había quedado, ella lo eligió, eligió esa muerte.

Así que tal vez no todos elegimos vivir a pesar de las cirscunstancias, supongo que lo entiendo. A ambas nos dio claridad, aunque fue una diferente.

Entonces el CDC explotó y cuando nada quedó, salvo llamas, nos levantamos del suelo, subimos a los autos y condujimos lejos de allí.

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