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6

Disfruté de una conserva de tomate y soja mientras los demás se deleitaban de los animales muertos.
Estaba atenta a los límites del campamento, por sí otro caminante aparecía. Cuidaba mucho las espaldas de mi familia, pero siendo sincera, no podía evitar darle parte de mi atención a Shane.

Un rato después, cuando Sophia y Carl jugaban cerca de la caravana y Lori se había ido a recostar a la carpa, vi a Shane desaparecer entre la espesura de los árboles. Le pedí a Dale que los cuidara un minuto en lo que yo regresaba. Me metí entre los árboles buscando a mi examante.

Por mi trabajo era inevitable para mí ser silenciosa al moverme, lo hacia incluso sin intentarlo. Así que me movía de forma ágil entre los troncos mientras esquivaba ramas bajas o caídas. Noté que pisé una hoja seca que crujió bajo mi peso, pero no le di importancia y seguí caminando, buscando a Shane.

Fue entonces que se apareció frente a mí con el arma apuntándome.
Detuve mi paso y levanté ambas manos en señal de sometimiento.

—Kayden —suspiró y bajó el arma para luego guardarla—. Pensé que eras un caminante.
—Lo siento, no, aun estoy viva. Eso creo —bromeé bajando las manos.

Él volvió a suspirar.

—¿Qué haces aquí?
—Te... buscaba.
—¿También quieres decirme lo mal que estuve hoy? —preguntó bajando la mirada, incómodo.
—Al contrario, quería agradecer tu ayuda.

Ese comentario hizo que levantara la vista hacia mí, lucía sorprendido.

—¿Es en serio?
—Por supuesto, probablemente Ed iba a ir por mí, estaba molesto porque lo golpeé, así que gracias, por defenderme.

Shane asintió con levedad.

—¿No crees que me extralimité?

Solté un bufido sin gracia.

—Supongo que los demás lo piensan, pero yo no. No pienso que ese hombre merezca piedad —negué, muy segura.
—Sí Rick hubiera estado aquí... —mencionó.
—Sí, él hubiera hecho las cosas diferentes. ¿Pero y qué? Ya está hecho. —Me encogí de hombros—. Veo que aún tienes la mala costumbre de compararte con él.
—¿Y tú ya lo superaste? —me contraatacó.
—Touché —admití.

Un silencio se asentó entre ambos y se volvió algo incómodo.

—Escucha —murmuró él—. Lamento cómo se dieron las cosas entre nosotros.
—¿Tú lo lamentas? —Me reí.
—Sí, era mucho mayor, me comporté como un idiota, te engañé y te rompí el corazón. Tienes derecho a no querer hablar conmigo y seguir molesta —se confesó y note la sinceridad en sus palabras.
—Olvídalo —negué, cruzándome de brazos—. Yo lo siento. Yo fui una perra engreída. Me comporté como una mierda, todo porque te amaba —admití, avergonzada.

Cada vez que recordaba el pasado, quería cambiarlo, hacer las cosas distintas. Sé que no podía hacerlo, esa clase de milagros no ocurren, pero de tener la oportunidad, me alejaría de Shane.
Y lo digo por su propio bien, no necesariamente por el mío. Él no merecía todo lo que le hice pasar. Y yo me arrepiento mucho de mis comportamientos tan cuestionables.

—Nunca debí meterme contigo —soltó él y aquello se sintió como una daga en mi corazón—. Perdón, no lo quise decir así... Es solo que... No era el momento, no fue la forma correcta y todo terminó tan mal entre ambos... —explicó, dándose cuenta que sus palabras habían sido fuertes, a pesar de que no demostré que me afectaron—. Amarnos nos arruinó la vida a ambos.

Me obligué a sonreír, una sonrisa irónica.

—No es conmigo con quien debes disculparte —solté con simpleza—. Tu esposa...
—El bebé nació muerto y nos separamos poco después... —respondió.

Mi boca se secó por la sorpresa de esas palabras. Mucho después me enteré de su separación, pero nunca sobre el bebé.

—Lo siento, no lo sabía —articulé, sincera.
—No te preocupes, fue hace demasiado tiempo ya. Se siente como toda una vida —comentó e hizo un ademán de quitarle importancia—. Pero me alegra que tú aún sigas con vida y hayamos podido encontrarnos de nuevo y aclarado todo. Tener la oportunidad de disculparme con la mujer que más quise.

Mi estómago se retorció ante esas palabras.

—Hace dos minutos dijiste que amarme te arruinó la vida —le recordé, intentando no caer en viejos hábitos.
—Sí, porque siempre te busqué en otras mujeres, pero nadie se comparó nunca a ti —murmuró dando unos cuantos pasos hacia mí.
—Shane... —susurré, lamiendo mis labios. Él bajó la mirada hacia ellos.
—Tal vez ahora que nos hemos reencontrado, podríamos... —dijo con lentitud mientras sus manos rodeaban mis brazos.
—No creo —intenté resistirme, di un paso hacia atrás, intentando separarme de su contacto.

Mi corazón iba tan rápido como un caballo al galope y mi respiración se estaba acelerando. ¿Mis palmas estaban sudando también?

¿Por qué, después de tanto tiempo, él seguía teniendo ese efecto en mí?

—No puedes decirme que no lo pensaste cuando me viste —habló muy seguro.

Sí, era cierto, tenía razón. Claro que lo pensé, pero... No lo sé, en aquella situación, como estaba el mundo, rodeados de muertos... ¿Había tiempo para una relación? ¿Podía uno permitirse preocuparse por ello, además de la muerte, la comida, la supervivencia?

Yo estaba segura de que sí volvía a encontrar a Shane en nuestro pueblo, él tan soltero como yo, un martes por la tarde... Hubiera sido muy probable, hasta diría inevitable, que volvieramos a salir, incluso tal vez en serio, con citas reales frente a nuestros vecinos y eventos familiares.
Podríamos decírselo a Rick y sabía que no tendría problema alguno, sería feliz por nosotros.

¿Pero ahora, en esta situación? Me costaba hacerme la idea.

—Ya no me conoces, Shane. No soy la misma chica con la que te besabas en el coche en un callejón oscuro —le recriminé.
—¿En serio? Yo veo a la misma Kayden, la misma mujer que reflejaba cada pensamiento en su rostro y en sus hermosos ojos.

Era un hijo de puta. Sabía que esas palabras calarian hondo en mí, él lo sabía bien.

—Yo ya lo superé, Shane —solté, aunque mi tono era dubitativo.

Vi el desafío en sus ojos y antes de que pudiera apartarme, me encontraba acorralada contra un árbol, siendo besada como tanto me gustaba. Sus manos acariciar mi cuerpo hasta llegar a mis muslos y me alzaron en el aire. Mi sostén por detrás era el árbol y por delante el cuerpo entrenado de Shane. Su lengua batallaba con la mía y mis manos dejaron sus fuertes hombros para acariciar su espalda, que siempre fue uno de mis puntos débiles. Espaldas y brazos fuertes, uff...

La intensidad iba subiendo, sus besos bajaron a mi cuello y me encontré suspirando de placer.
Mi cerebro seguía funcionando a pesar de mis hormonas y llegué a la conclusión de que estábamos lo bastante lejos de las personas del campamento como para tener sexo libre allí, sin preocuparme porque nos oyeran o vieran. Así que mis manos, traviesas, buscaron su cinturón, lo desabrocharon y se metieron debajo de su pantalón.

Había mucha familiaridad en nuestros movimientos, ambos sabíamos bien lo que nos gustaba, cómo movernos y hacernos sentir bien. De alguna forma se sentía cómo en casa... O bueno, más bien un hogar, ese del que nunca me sentí parte, pero ahora sí.

Cuando estuvo lo suficiente duro, el mismo desprendió mi pantalón y liberó su miembro para empezar la verdadera acción, hasta que lo detuve.

—Espera, espera —murmuré y Shane se detuvo, mirándome confuso—. Condones. No tengo condones —recordé y por su expresión, note que él tampoco tenía—. No pienso hacerlo sin condones —negué, decidida.
—Bien, sí, tienes razón, está bien —aceptó sin resistencia y me soltó mientras acomodaba su ropa.

Yo intenté regularizar mi respiración y cuando estuve por arreglarme la ropa, fui empujada de nuevo hacia el árbol. Shane abrió mis piernas como sí de un cateo policial se tratará (y no mentiré, fue demasiado sexy).

—¿Qué...? —murmuré, agitada.

Él se puso de rodillas y bajó mi pantalón y mi ropa interior, sin sacar sus ojos de los míos. Fue ahí que entendí su plan. Enterró su cara en mi intimidad y yo gemí.

Me vine no mucho después y cuando decidí devolverle el favor, se negó.

—Es mejor que vuelvas ahora, o se preguntaran sí te pasó algo.

Tenía razón, ya me había demorado suficiente, así que marché, algo avergonzada por haber abandonado a mi familia por un poco de sexo oral.

Sin embargo, antes de alejarme demasiado de él, me volteé y le dije:

—Más te vale que consigas condones.

Aún estaba agitado y con una enorme erección escondida debajo del pantalón, pero me observó y se rió.

Estando cerca del campamento, acomodé mi ropa y cabello, al igual que mi labial, antes de aparecer frente a los demás. Lori aún no había salido de su carpa y los dos niños seguían jugando en el mismo lugar en que los dejé.

Reflexioné en silencio sobre lo que había sucedido entre ambos y llegue a la conclusión de que lo mejor para nosotros ahora mismo podría ser solo el sexo casual, nada de ser pareja o involucrar al romance.
Después de todo, estábamos en el jodido fin del mundo, el sexo no nos vendría mal, es más, nos ayudaría a desestresarnos.

Yo aún no sabía sí estaba lista para volver a estar de novia y justo allí, en ese momento, me di cuenta que era cierto lo que le dije: yo había cambiado.

Un martes normal en el pueblo, hubiera salido con Shane, igual que la pequeña Kayden de dieciséis años. O al menos eso creía.
Pero ahora que tenía la oportunidad, prefería mantenerlo como sexo casual. Y en secreto.

Sí seguía sintiendo atracción por ese hombre, y mucho del cariño que le tuve estaba intacto, sumado a sus palabras bonitas que eran justo lo que mi ego y autoestima querían oír: hacía que mis hormonas se volvieran locas y que disfrutara demasiado de su compañía.

Pero ya no era una tonta adolescente enamorada.

Estas últimas semanas habían hecho mella en mí, haciendo que varios de mis pensamientos y acciones normales cambiaran. ¿Tal vez por fin estaba madurando, como mis padres siempre me pidieron?

Un rato después se presentaron Amy y Andrea, me preguntaron sí las acompañaba a pescar y tuve que negarme. No me molestaba que pescaran para comer, y que comieran animales, pero yo no tenía el estómago para ir a ayudar en eso.

Sí, tuve el estómago para matar humanos en el ejército, pero ahora no lo tengo para ver morir animales (ni para comerlos).
Desde que salí del ejército, algunas cosas me habían afectado por demás (como los animales muertos). Había llegado a la conclusión de que, luego de haber acabado con todas esas vidas en mi trabajo, podía ayudar al mundo con algo bueno, aportando algo: vidas. Y una buena forma de hacerlo era volviéndome vegetariana. Siempre había tenido respeto y amor hacia los animales, incluso sentí pena por ellos cuando los veía en las granjas. Consideré tener una pequeña, pero sin la parte comercial, salvar algunas vacas, cerdos, ovejas, cabras y gallinas, cuidarlos como mascotas ya que no tenía nada que hacer con mi tiempo libre (al menos hasta que mis ahorros se terminaran y tuviera que buscar un nuevo empleo). Pero al final, está claro que solo quedó como una idea. Y ahora es probable que todos ellos estén en peligro de extinción.

Poco después del mediodía, Amy y Andre regresaron con pescados y todos se alegraron de comer algo más que ardillas y conservas.
El resto del día transcurrió tranquilo hasta que Dale mencionó que estaba preocupado por Jim, quien llevaba desde el amanecer cavando y no respondía a sus preguntas, no había tomado agua, ni comido nada, lo que era malo para su salud porque había como 37° centígrados a la sombra.

Fuimos a hablar con él, pero no entraba en razón. Shane trataba de hacerse cargo de la situación y Jim le hizo un comentario desagradable sobre que Shane no tenia derecho a meterse con Ed por golpear a su esposa, porque después de todo era su esposa. Luego trato de atacar al moreno con una pala, pero este lo redujo rápido. Mientras Jim estaba en el piso, sometido, recordaba la muerte de su esposa y sus hijos, cómo aprovechó que los muertos se los comían para poder huir.
Al final, Shane lo anotó a un árbol en el campamento y le dio agua. Tal vez había sufrido un golpe de calor o alguna especie de delirio paranoide con alucinaciones, el punto era que atado a la sombra, y tomando agua, había mejorado mucho, ya hablaba tranquilo y con coherencia.

Todos nos sentamos a cenar alrededor de la fogata, a excepción de Ed, quien trataba de no salir de su carpa porque probablemente se sintiera humillado al tener el rostro destrozado.

Amy se levantó, Andrea le preguntó a donde iba y ella se molestó porque quería ser discreta ya que iba al baño. Todos rieron mientras la rubia menor se retiraba. Poco después volvió a salir, preguntando sí no había más papel en el baño. Yo fui la primera en voltear a mirarla en cuánto la escuché, fue entonces que vi como una sombra se acercaba a ella rápido por la izquierda. Amy gritó y yo sin darme cuenta, levanté el arma y disparé. Me guiaba por los reflejos.

Luego de eso, todo fue un caos y sucedió en un instante.
Los caminantes nos rodearon, Shane comenzó a utilizar su rifle, mientras yo me levanté de un salto y corrí hacia Amy para alejarla de los muertos. La arrastré hasta su hermana, Carol, Sophia y mi familia, mientras Shane y yo protegíamos por los dos flancos.

Había disparos, gritos, ataques y golpes por todas partes, hasta que acabamos con ellos y se alzó la paz.

Lo último que oímos fueron los gritos de Rick, buscándonos. Se acercó a nosotros corriendo y nos abrazó.

Aún seguíamos atentos a nuestros alrededores, por sí más de ellos aparecían, y notamos cómo el número de personas vivas del campamento se había reducido drásticamente.

Esperamos al amanecer, ningún otro caminante se presentó, entonces nos encargamos de separar a los muertos: nuestra gente por un lado, los caminantes por otros.

Jim ya había cavado los hoyos, así que nosotros nos encargamos de darles el disparo final en la cabeza antes de enterrarlos. A los caminantes, por otro lado, los quemábamos.

No hubo mayores contratiempos hasta que Jacqui gritó: Un caminante mordió a Jim. Tuvimos que discutir qué haríamos con él.
¿Qué haces con alguien que sabes que morirá y te atacará hasta matarte, pero que aún sigue siendo una persona agradable, pero enferma?

Daryl Dixon, quien había regresado solo con una mano de su hermano Merle (al parecer se la había cortado con el hacha y huido, por lo que no lo habían encontrado), quería asesinarlo.
Mi hermano, por otro lado, defendía su vida. Jim estaba enfermo y oyó que el CDC buscaba una cura. Debíamos ir allí con él, en busca de refugio y tratamiento.
A todo eso se le sumó la idea de Shane, él solo pensaba en ir a un lugar seguro, porque el CDC quedaba en la ciudad, en medio de una zona roja, y seguro que nadie quedaba con vida, en cambio el Fuerte Benning tenía más posibilidades de seguir en pie, porque estaba lejos de la zona de riesgo, la base militar quedaba a 200 kilómetros del lado contrario de la ciudad.

—Tú ve a buscar aspirinas, haz lo que quieras. ¡Alguien debe tener agallas para hacerse cargo del problema! —gritó Daryl, dirigiéndose a Jim.

No fue lo suficientemente rápido, porque yo lo intercepté con mi arma. Su hacha quedó en el aire mientras me miraba furioso.

—No lo permitiré —dije, defendiendo la vida de Jim y la idea de mi hermano. Creo que esas fueron las primeras palabras que le había dedicado al hombre.
—¡Hey! No matamos a los vivos —le advirtió Rick.
—Es gracioso que lo digas mientras ella me apunta con un arma a la cabeza —comentó.
—Baja esa hacha —ordené.

Me miró con escrutinio, pero terminó por obedecer. Shane trataba de hacerlo entrar en razón y se lo llevó lejos de Jim, por otro lado, mi hermano se llevó a Jim para que estuviera más seguro (lejos del loco de Daryl).

Más tarde, cuando todos los muertos fueron enterrados o quemados, Rick se dirigió a mí. Ya me había contado lo que sucedió en la ciudad, pero se veía inquieto, como si quisiera decirme algo más.

—¿Qué sucede? —le pregunté.
—¿Crees que sí nos hubiéramos quedado...?
—No —le interrumpí—. De nada hubieran servido cuatro hombres sin armas —le tranquilicé—. No te culpes, no creo que nadie lo haga tampoco.
—Shane dijo que...
—A veces no debes hacerle caso a él —negué.

Shane y yo siempre nos comparamos con Rick, pero éramos los dos extremos: él lo envidiaba de cierta forma, tenía celos, quería ser cómo él, e incluso mejor, porque todos los amaban y lo seguían sin chistar.
Yo, en cambio, siempre quise ser cómo él desde el lado de la admiración, mi hermano siempre había sido un ídolo a seguir para mí, incluso cuando era una niña que le hacía la vida imposible.

—¿Y qué piensas de mi idea? ¿O la suya? Conociendo cómo conoces a los militares. ¿Crees que la base haya resistido? ¿Deberíamos ir hacia allí? —preguntó, inseguro.

Lo pensé bien, recordé toda la destrucción de nuestro pequeño pueblito y de la ciudad, recordé lo que sabía de tácticas militares, de bases antibombas y del ejército.

—Yo pienso que no. La base debió caer. Y está demasiado lejos como para arriesgarnos, en cambio, el edificio del CDC... Debe tener mejores planes de contingencia, mejor tecnología, incluso mejores instalaciones.
—¿De verdad lo crees?
—No te mentiría con eso, Rick. ¿Por qué lo haría? No tengo nada en contra de Shane...

Al menos, ya no.

—Sé que lo ideal es volver a la ciudad, una última vez, ver qué encontramos. Tal vez no encontremos nada, pero incluso eso podría darnos una mejor idea de a dónde ir y qué hacer —finalicé.

Mi hermano asintió y yo lo abracé para darle apoyo, notaba que estaba con mucho estrés encima.

Luego se dirigió a hacer unas rondas con Shane, supongo que hablaron y llegaron a un acuerdo, porque cuando nos encontramos al atardecer, Shane dijo que confiaba en el instinto de Rick y que partíamos mañana a primera hora. Quien quisiera se podía quedar, nadie era obligado a irse.

Al amanecer, nos separamos en grupos. Solo la familia Morales decidieron seguir por su lado, así que les dieron un arma y municiones. El resto continuamos por la carretera hacia la ciudad, hasta que la caravana se averió y tuvimos que detenernos.
Fue entonces que otra cosa sucedió: Jim estaba peor y le pidió a Rick que lo dejásemos, el viaje en auto lo estaba torturando. No quiso un arma, prefirió que la tuviéramos nosotros. Así que nos despedimos de él luego de arreglar provisoriamente la caravana y nos alejamos.

Llegamos al CDC al anochecer, estaba rodeado de gente muerta y olía a podrido. Cuando nos acercamos a las puertas, estaban cerradas con persianas y los caminantes habían comenzado a aparecer.

El caos y la desesperación inundó a nuestros acompañantes. Daryl gritaba que vinimos a un cementerio, Shane ordenaba que volviéramos a los autos, mientras Rick y yo buscábamos una entrada.

Había cámaras. Se movía.

—¿Hay alguien ahí? ¡Ábrenos, por favor! —rogué en voz alta, moviendo los brazos como loca, llamando la atención de quién fuera que estuviera al otro lado—. Necesitamos entrar. Por favor. ¡Necesitamos ayuda!
—Debe ser algo automático, no hay nadie —negaba Shane.

Los caminantes se acercaban, nuestra gente gritaba. Shane tiraba de Rick y de mí, tratando de alejarnos de las puertas, de llevarnos con los demás, que ya habían comenzado a correr hacia los coches.

—¡Nos estás matando! —gritaba Rick, una y otra vez, como un disco rayado, inundado por la desesperación, mientras yo seguía implorando el ingreso al lugar de la misma forma.

Pero, cuando todas nuestras esperanzas habían desaparecido, la puerta se abrió y una luz nos cegó, justo a tiempo.

N/A: Algo corto, pero informativo(?)
Capaz no era lo que buscaban, pero bueno, Kayden tiene asuntos que resolver antes de volver a enamorar✨

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