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Volviendo a nacer

Narrador omnisciente:

Minho se encontraba sentado junto con su tía observando como su endocrinólogo estaba mostrando un cuerpo humano. El muchacho tragó saliva a la vez que mantenía toda su atención en la forma en que él le estaba explicando como se harían las cosas desde ahora; comenzó con la explicación mental de lo que conllevaba la testosterona, la manera en que se podría llegar a sentir ante el cambio de hormonas en su sistema, que debía quedarse tranquilo si en algún momento tenía ganas de llorar o de gritar que, con el tiempo eso iba a mejorar y terminaría por regularse. El japonés estaba emocionado ante los cambios que tendría, su corazón se disparó como loco en el instante que su doctor le comentó la posibilidades que tendría con su primer mes en testosterona; el hecho de que le comentara que su voz lentamente iba a volverse más grave y su cuerpo en general podría ganar más masa muscular lo hacían delirar como un niño pequeño emocionado por la navidad.

—Soy consciente del problema con tu peso—habló el doctor Shin manteniendo sus ojos fijos en el rostro avergonzado del castaño—pero la testosterona suele aumentar el apetito en todos los sentidos de la palabra—había sido un chiste sexual demasiado escondido como para que Minho lo notara, pero Jihyo sí que había logrado comprenderlo provocando que simplemente sacudiera su cabeza cuestionándose por qué lo había soltado en primer lugar—...—el hombre carraspeó avergonzado intentando nuevamente centrarse—es posible que en menos de dos meses estés con tu peso ideal. 

El castaño asintió con su cabeza a la vez que la ansiedad había causado que hundiera sus uñas sobre su piel queriendo despertar de aquel mágico sueño, pero solo sintió dolor provocando que, sonriera completamente emocionado de saber que estaba cumpliendo su tan anhelado sueño.

Minho no tardó en acomodarse en su asiento queriendo preguntar algo en concreto.

—El tema de la menstruación... ¿Cuando se detendría por completo?—cuestionó el castaño observando como su doctor posaba sus ojos en su persona.

—Después de los cuatro meses en testosterona debería detenerse por completo, pero de todas formas cabe la posibilidad que hasta los seis meses pueda llegarte—aclaró viendo la decepción en esos ojos castaño—pero solo es una posibilidad, cada cuerpo es diferente, quizás tienes suerte—comentó queriendo animarlo, causando que el japonés simplemente sonriera de manera burlona ante la palabra suerte unida a su persona.

—¿Existe alguna complicación?—cuestionó Jihyo quien mantenía su mano derecha obre el brazo del castaño acariciando su piel creyendo que lo tranquilizaba, pero la verdad de las cosas es que ella misma se intentaba calmar ante los nervios que le consumía el saber que Minho estaba teniendo la oportunidad de ser él.

—Siempre hay complicaciones—aclaró Shin con calma intentando ser lo más suave posible referente a ese tema—lo típico es el acné, aumento de peso como ya lo había dicho anteriormente, calvicie respecto si tiene familiares con ese problema, como tambien la apnea del sueño—dio los puntos mas comunes para luego centrarse en lo que solía causar temor en los pacientes—esta la posibilidad de que la testosterona cause una cantidad anormal de libidos en la sangre, también la hipertensión, enfermedades cardiovasculares hasta diabetes... pero no se alarmen—elevó sus palmas al ver el rostro que había puesto Jihyo ante lo que podría pasarle al castaño—por eso le he pedido los exámenes de sangre, tenía que asegurarme que todo estuviese bien antes del tratamiento.

La tía del muchacho suspiró sintiéndose un poco más tranquila. 

—¿Como será el tratamiento?—preguntó Minho interesado por completo en la forma que sería el proceso más que sus complicaciones.

—Te recetaré una dosis de 100 mg por semana, durante el primer mes—aclaró el hombre comenzando a escribir en el papel con el nombre específico de la ampolla—si nuestra próxima cita veo cambios y tu te sientes bien, proseguiremos al aumento de la dosis como también de las semanas que deberás pincharte—habló continuando escribiendo sobre la hoja manteniendo sus ojos fijos en lo que estaba haciendo, provocando que un emocionado castaño se inclinara más de una ocasión para ver— lo ideal es alcanzar una dosis cada doce o catorce semanas, pero ahí veremos como reacciona tu cuerpo—agregó inclinándose para entregar la receta a la tía del muchacho—en cualquier farmacia lo podrá encontrar... son inyectables directo al muslo o en alguna de las nalgas, si no tienen algún profesional pueden venir con la dosis y aquí una enfermera lo hará sin ningún tipo de problemas—aclaró levantándose de manera instantáneamente de la asiento provocando que el castaño junto con Jihyo también lo hicieran. 

Minho se terminó por despedir de su endocrinólogo saliendo con rapidez de su despacho sintiéndose emocionado por la nueva compra que tenían que realizar. El castaño tomó del brazo de su tía hablando de manera animada mientras que su mejillas comenzaban lentamente a doler a causa de estar sonriendo, y a pesar de que estaba siendo demasiado apurado al querer llegar lo más rápido posible a la farmacia más cercana, Jihyo realmente no fue capaz de quejarse permitiendo que él disfrutara por completo aquella inusual felicidad que alegraba su corazón. 

—Pueden cerrar, vamos, vamos—y hablaba con rapidez provocando que la mujer limpiara sus húmedas mejillas ante las lágrimas que se deslizaban de estas por culpa de la felicidad del muchacho.

Ella estaba emocionada por ver como Minho estaba comenzando a ser él. 

Jihyo se adentró en su vehículo mientras que veía con una sonrisa como el castaño rodeaba el automóvil adentrándose lo más rápido posible. El japonés se colocó su cinturón de seguridad manteniendo entre sus dedos la recete medica, Minho se quedó por un par de segundos en silencio intentando asimilar lo que estaba por suceder; ¿Realmente estaba ocurriendo? se cuestionó en sus pensamientos teniendo el impulso de girar su rostro para desbordar las emociones que estaba viviendo en esos instantes.

—Te quiero, mamá—y lo soltó así sin más, causando que Jihyo tuviese que frenar de golpe asustada por lo que había escuchado brotando de los labios del castaño. Minho se avergonzó jugueteando con sus pulgares por sobre sus pantalones largos; él no pudo evitar soltar el comentario, pero es que tenía sus razones, aquella mujer lo había hecho demasiado feliz en menos de seis meses, como nunca lo fue en sus diecinueve años al cuidado de Sachiko—¿No debí decirlo?—cuestionó asustado observando como la mayor relamía sus labios sacudiendo su cabeza—lo lamento.

—No te disculpes—pidió Jihyo estirando su mano para tocar el brazo del muchacho—desde que te vi el primer día, supe que serías mi pequeño bebé—aclaró la mujer sonriendo al ver como el castaño mordisqueaba su labio superior producto de los nervios—Eres mi hijo, y quien diga lo contrario se merece una patada en el trasero.

Y el castaño rió ante su intento de insulto sintiéndose nuevamente contento por la cálida forma en que Jihyo lo solía animar. Minho se inclinó a pesar de que el cinturón de seguridad le estaba molestando el pecho, el muchacho por primera vez había besado la mejilla de la mujer en forma de agradecimiento causando que ella simplemente elevara sus comisuras intentando no romper en llanto por la manera en que Minho había mejorado.

Ahora el castaño se encontraba sentado en su sofá con su pierna derecha al descubierto, el muchacho estaba observando como su tío se había colocado los guantes tomando entre sus dedos la jeringa y la ampolla que habían comprado con anterioridad. El japonés estaba ansioso, y aquello rápidamente lo notaron los demás presentes. Wonyoung fue la primera en acercarse tomando asiento junto al lado del muchacho estirando su peluche en forma de protección. Sehun y su madre mientras tanto se quedaron de pie observando como Daniel estaba traspasando el liquido a la zona de la jeringa asegurándose de que no quedase burbujas de aire en la punta de esta.

—¿Estas preparado?—cuestionó el hombre pasando un húmedo algodón sobre la zona donde iba a perforar.

—Llevo toda mi vida esperando esto—aclaró el japonés sintiendo como su corazón galopaba con fuerza en el interior de su caja torácica a la vez que, una pequeña mano se escabullía por debajo de su palma tomando aquella extremidad para darle apoyo.

—Sino lloras te darán una paleta—comentó Wonyoung causando que Minho simplemente riera—siempre me las dan cuando me enfermo, ¿Verdad?—cuestionó mirando pro sobre su hombro a su madre quien solo asentía con su cabeza—¿Ves? y si no te gusta el sabor me las puedes regalar.

Minho se mantuvo sonriendo estirando su mano libre para acariciar el cabello del pequeño demonio de Tasmania.

—¿Listo Minho?—cuestionó nuevamente Daniel observando como el muchacho simplemente asentía con su cabeza—no hay vuelta atrás—comentó introduciendo la aguja contra la piel del castaño sintiendo como perforaba sus capas hasta llegar a la parte interna de su músculo.

El castaño apretó los dientes sintiendo el espeso liquido disipándose por la zona del pinchazo, Minho observó en silencio como la jeringa lentamente quedaba vacía, a la vez que escuchaba las exclamaciones de sorpresa por parte de la menor de la familia Kang. Jihyo aplaudió mientras que su esposo alejaba la aguja de la piel de su sobrino colocando un parche rosa que según Wonyoung ayudaría a que sanase más rápido. El chico no supo como reaccionar ante la forma en que lo estaba observando, se sintió cohibido de repente mientras que sus manos comenzaban a temblar preso de las ganas que tenía por llorar. Entonces sucedió, Jihyo se inclinó presionando su palma contra el hombro del contrario logrando que colocara toda su atención en ella.

—Si quieres llorar esta bien—aclaró la mujer observando como el castaño asentía con su cabeza elevando sus palmas para limpiar sus mejillas—estoy orgullosa de ti—comentó mientras que Minho se arreglaba sus pantalones levantándose de su asiento para mirar el rostro ajeno—¿Quieres llamar a Kai?—cuestionó viendo como el contrario simplemente asentía con su cabeza.

Y ahí se encontraba Minho en el interior de su habitación sosteniendo con una de sus palmas el teléfono de su tía, el muchacho se había negado a la posibilidad de tener un móvil, porque consideraba que ella ya había gastado lo suficiente en él para tomarse el lujo como para pedirle algo más. El japonés tragó saliva sintiéndose extraño; no sabía como explicarlo en realidad, se sentía ansioso, nervioso, angustiado, pero feliz, malditamente feliz, como jamás en su vida había logrado sentir.

El castaño sonrió en el momento que observó como Kai aparecía desde el otro lado de la pantalla. Minho frunció el ceño al verlo sin camiseta y su cabello completamente despeinado, mientras que, por una pequeña fracción de segundos se lograba ver el cuerpo de una mujer recostada sobre la cama.

—¿Interrumpo?—cuestionó el castaño incómodo observando como Kai elevaba su dedo índice indicándole que guardara silencio.

El muchacho salió de la cama para luego caminar con la mayor cautela posible en dirección de la salida. Rápidamente cerró la puerta detrás de su cuerpo teniendo mayor comodidad para poder desplazarse por una habitación en particular que Minho desconocía.

—Es el departamento de Sana—aclaró el muchacho ante el ceño fruncido del menor, Minho al escucharlo asintió con su cabeza mordisqueando el interior de su mejilla ante la ansiedad que le causaba el hecho de querer contar el motivo de su felicidad—¿Y a que se debe esta inesperada llamada?

—Lo hice—aclaró Minho a la vez que mantenía sus comisuras elevadas sintiendo como su corazón galopaba con fuerza en el interior de su caja torácica indicándole lo emocionado y nervioso que estaba por todo ese asunto. Fue el turno de Kai de fruncir su ceño confundido por sus palabras—hoy es mi primer día con testosterona—y lo soltó sin más observando como su hermano mayor comenzaba a toser enrojeciendo por completo.

—M~Mierda... ¿H~Hablas en serio?—jadeó Kai sorprendido observando como el castaño simplemente asentía con su cabeza—¡Eso es genial!—alzó la voz emocionado importándole realmente poco el hecho de poder despertar a su novia—...—y el japonés pudo notar como los ojos de su hermano se llevaban de lágrimas ante la emoción de saber que él estaba cumpliendo uno de sus mayores sueños—estoy muy contento—admitió pasando sus palmas por sus mejillas intentando que el contrario no lo viese llorar.

—No llores—pidió Minho manteniendo sus ojos fijos en la forma en que Kai había tomado grandes bocanadas de aires sonriendo ante la cámara para no preocuparlo.

—¿Cuando regresarás?—cuestionó el pelinegro cambiando drasticamente el tema causando que el castaño tan solo guardara silencio.

Existían dos temas que causaban una discusión entre los hermanos; el viaje a corea y Nayeon.

—No creo que vuelva—y fue una confesión sincera siendo lo demasiado fuerte y directa para causar que Kai apretara sus labios sintiéndose molesto por aquello—estoy bien aquí... Jihyo y Daniel me han cuidado muy bien y nuestros primos realmente no les importa como sea yo—aclaró emocionado de hablar de la familia Kang—además... acá no estoy asustado por vivir nuevamente ese infierno—aclaró deslizando sus dedos por su corto cabello observando como el contrario mantenía sus ojos fijos en su persona—¿Por qué no vienes? así nos libramos de nuestros padres para siempre.

—Yo ya me libré de ellos—aclaró el mayor quizás sonando más rudo de lo normal—y no voy a dejar a mi novia, lo siento Minho—respondió escuchando como Sana se había levantando preguntando por su presencia—me tengo que ir, me alegro de tu transición—admitió el muchacho finalizando la llamada antes de que su hermano tuviese tiempo de despedirse.

Minho suspiró siendo consciente que a Kai le solía incomodar el hecho de que él no quisiese volver a corea, pero su hermano debería entenderlo; Debería comprender que ahí, junto con la familia Kang su salud mental estaba estable, y eso era lo más importante, pero no lo hacía, y eso, aunque nunca lo hubiese dicho a viva voz, realmente le dolía. 

El japonés tragó saliva colocándose de pie para caminar hacía la salida de su habitación. Rápidamente la risa de Wonyoung resonaron por el pasillo a la vez que las quejas de Sehun que no tardaban en sonar causaron que él esbozara una suave sonrisa. El castaño sonrió sacudiendo su cabeza en forma de negación siendo consciente que lo más seguro es que la pequeña demonio de Tasmania había hecho de las suyas para joder un rato a su hermano mayor. Minho se acercó a la habitación donde estaban todos observando como el muchacho estaba de brazos cruzados quejándose con su padre a la vez que Wonyoung tan solo se reía estando sobre los brazos de su madre mirando con diversión como el contrario bufaba irritado.

—Sehun por Dios, solo tiene cinco años, no deberías molestarte por sus travesuras—aclaró su padre a la vez que pasaba su palma por su corto cabello causando que quedara completamente despeinado, provocando que este refunfuñara en su sitio fastidiado por ver como defendían al pequeño demonio.

—¿Por qué le dices eso al niño?—cuestionó Jihyo dirigiendo sus palabras a su esposo quien sonreía de manera nerviosa—tu eres el primero que esta lloriqueando por alguna travesura de Wonyoung... ¿O caso se te olvidó lo que sucedió la semana pasada?—le refrescó la memoria manteniendo sus ojos fijos en la forma en que el hombre había enrojecido por completo.

Y Minho simplemente sonrió recordando como su tío se había quejado durante toda la tarde luego de ver que sus camisetas blancas habían terminando de un bonito tono pastel ante aquel malicioso calcetín de Wonyoung que ella misma había metido por error cuando ayudaba a su madre a lavar la ropa, y el japonés estaba seguro que había sido un accidente, porque no creía capaz que aquel pequeño ser estuviese capacitado para crear semejante maldad.

Siguieron discutiendo en broma por el mismo tema causando que el muchacho terminara por salir hacía el jardín observando el bonito día. El muchacho caminó hacia el balancín (columpio, como quieran decirle) y tomó asiento sobre este meciendo su cuerpo con ayuda de sus pies. Minho observó con sorpresa como una chica caminaba hacia su dirección, el muchacho entrecerró sus párpados intentando descifrar de quien se trataba, y no pudo evitar el jadear ante la sorpresa al percatarse de que se trataba de aquella chica que había salvado el día anterior.

—¿Irene?—cuestionó el castaño observando como la mencionada se paraba frente a él estirando la chaqueta que sostenía entre sus dedos—cuando me dijiste que me lo devolverías al día después, no pensé que era literal—aclaró viendo como las mejillas de la chica se encendían de un bonito tono carmesí—¿Cómo me encontraste?

—Somos vecinos—comentó girando su torso para apuntar hacía la otra calle causando que el castaño inclinara su rostro hacía un lado para ver un cuerpo femenino que no era la chica que le había recogido con anterioridad observando sus interacciones—bueno... venía a dejarte eso, nos vemos—se despidió caminando en dirección contraría del japones provocando que este se levantara de su asiento.

—Espera—habló teniendo la intención de tocarla, pero deteniendo todos sus movimientos al recordar lo mucho que a él le había aterrado que alguien lo tocase de manera improvisada—¿Te gustaría ir por un helado? prometo cuidarte—aclaró en el instante que la chica giró su rostro observando con sorpresa su propuesta.

—Joy tendría que acompañarnos, ella no me deja salir sino es con Seulgi—aclaró Irene manteniendo sus ojos fijos en la forma en que el chico asentía con su cabeza—es por seguridad—comentó avergonzada.

—Claro, no tengo problema—admitió—si quieres puedes ir a avisarle mientras que yo hago lo mismo—comentó observando como la chica sonreía para luego asentir con su cabeza dando un paso hacía atrás—nos vemos.

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