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Volviendo a casa

Narrador omnisciente:

Las cosas estaban marchando demasiado bien para lo que estaba acostumbrado aquel bonito japonés, el castaño se encontraba sentado en su sofá sin camiseta ante el calor abrasador que estaba azotando ese día en particular en la ciudad, con tranquilidad llevó la lata de soda hacía sus labios bebiendo el refrescante sabor de esta, a la vez que sus bonitos ojos se quedaban fijos en lo que estaba sucediendo en la televisión. El castaño se mantuvo recostado en la misma posición deslizando por un par de segundos su mirada hacía su abdomen sintiéndose orgulloso de los ejercicios que hacía en su tiempo libre; sobre todo cuando Kai no volvía de sus fiestas, como lo que había sucedido esa mañana. Su hermano aun no volvía, la noche anterior había salido con uno de sus "amigos" y no es que le importara el paradero del mayor, a pesar de que aquello no sanase para nada bien, pero no podía evitarlo, se alegraba de no escuchar su voz irritante en las mañanas quejándose por algo que, en lo personal, Minho no tenía ánimos de oír.

El castaño se levantó de su asiento en dirección de la cocina dejando la lata de refresco sobre la mesa de centro, el muchacho antes de llegar tomó entre sus dedos su nueva cédula de identidad que reposaba sobre la encimera de mármol. Se preguntarán como sucedió; su padre cumplió con su palabra, luego de la larga conversación que había tenido con los abogados de Akira, el muchacho siguió al mayor en silencio hacía el registro civil, ahí debió tomar una solicitud con una secretaria muy amable ahora que lo recordaba. El chico sonrió agitando su cabeza en negación ante el recuerdo de su rostro sorprendido al ver su cédula de identidad; ella no podía creer que él fuese la misma chica de esa fotografía. 

Fue un proceso tedioso, pero lo suficientemente rápido que debió hacer durante los primeros cuatro meses de estadía en su nuevo departamento compartido por su hermano mayor. Para el castaño se había vuelto una rutina; se levantaba por las mañanas, conversaba con su tía mediante mensajes de texto o por llamada, y luego se dirigía hacía los despachos de los abogados de su padre, lugar en que se planeaba meticulosamente cada palabra que él debía soltar cuando estuviese en el gran jurado, para finalizar su día acompañado de Akira en el registro civil. 

Luego de la solicitud el muchacho debió esperar alrededor de un mes a que lo tomaran en cuenta, en un principio creyó que sería como en las series que solía ver cuando tenia insomnio, pero se sorprendió por completo al ver que era una pequeña sala con un par de sillas y una gran mesa donde estaba su abogado y el juez. El castaño caminó nervioso hacía el hombre que lo iba a representar, se mantuvo en silencio durante todo el procedimiento escuchando las leyes y las consecuencias que tendría si decidía a la larga volver a ser una chica. Minho mordió el interior de su mejilla al ver que su hermano y Nayeon habían ido a testificar a su favor, se sintió avergonzado por la dulce sonrisa que ella le brindó al querer relajarlo. Para su suerte todo salió bien, el juez le dio la razón-cosa que obviamente tenía- y le indicó que pasos debía seguir. 

Minho recordó el incómodo momento que pasó cuando se acercó a Nayeon luego de finalizar el juicio; él solo quería agradecer lo que había hecho por ella, pero la novia de su ex al parecer no solo tomó de la mejor manera, ya que lo veía como si fuese su peor enemigo.

Los nuevos documentos habían llegado más rápido de lo previsto. Minho lloró como un bebé al ver el certificado de nacimiento con su nombre en masculino, se sintió tan feliz que ni siquiera le importó el hecho de ver como Kai se tambaleaba ingresando a su habitación, quedando tumbado sobre su cama como un saco de papa. Al día siguiente sacó su cédula de identidad, estaba tan alegre que no podía evitar mostrarlo a cada conocido que veía; había actuado como un niño pequeño en navidad.

Suspiró dejando su cédula de identidad en el mismo lugar, sin ningún tipo de preocupación terminó ingresando a la cocina donde buscó otro refresco. Ni siquiera tuvo tiempo de poder beber el interior de este cuando el timbre sonó provocando que dejara el objeto sobre la encimera caminando rapidamente hacía la puerta. El castaño tomó la perilla girando de esta para tirar la madera hacía su dirección sorprendiéndose gratamente de ver a su padre del otro lado de su departamento.

—¿Sucedió algo?—cuestionó el muchacho observando como Akira estiraba su mano haciéndole entrega de un sobre largo. El castaño frunció su ceño tomando entre sus dedos la entrega, sintiéndose casi intimidado por el silencio del contrario—¿Qué es?

—Un boleto—respondió su padre con obviedad—Jihyo me pidió que estuvieses presente para el nacimiento de su hijo—comentó sin ningún tipo de interés observando como su hijo abría sus labios sorprendido—y como tu, los últimos meses te haz portado bien, supongo que no te hará mal viajar a Texas y quedarte un par de días ante de volver para declarar a mi favor.

Y eso era cierto, habían pasado alrededor de ocho meses desde que volvió a corea, en ese tiempo sin falta recibía una llamada de su tía Jihyo, que solía durar entre dos a tres horas; ella hablaba mucho, y a él le gustaba escucharla, así que no había problema. Minho tragó saliva intentando no llorar de la emoción, en silencio dio un paso hacía atrás observando la fecha que tenía que viajar; mañana temprano debía estar en el aeropuerto. El japonés alzó su mentón, en un principio circuló la idea de abrazarlo, pero luego recordó el por qué lo había hecho, así que simplemente se quedó quieto.

—¿Quieres pasar?—cuestionó el castaño observando como el hombre fruncía el ceño para luego simplemente sacudir su cabeza rechazando su oferta.

—Mañana te pasaré a buscar a las seis de la mañana, no olvides que tu vuelo sale a las nueve—le aclaró para luego simplemente mirarlo por un par de segundos; se notaba lo incómodo que estaba por el silencio prolongado del castaño—... me voy, intenta no pelear con Kai—pidió alejándose del departamento sin siquiera tomarse la molestia de esperar una respuesta por parte del menor.

Minho cerró la puerta para luego simplemente trotar hacía su habitación, el castaño dejó el boleto sobre su mesita de noche, a la vez que abría las puertas de su ropero tomando un par de camisetas y pantalones. El muchacho dejó sus prendas sobre el colchón, mientras que pensaba donde había dejado su maleta.

—Kai—susurró el castaño corriendo hacía la habitación de su hermano.

Se adentró en el lugar arrugando el puente de su nariz ante el olor a alcohol y ropa sucia que emanaba esa habitación. Con rapidez y sin respirar por su boca, el castaño buscó su maleta encontrándola con bastante facilidad. 

Minho observó la ropa que tenía, se quedó pensando que llevaría y que dejaría en corea; debía pensar bien, porque no serían tantos días. El castaño llevó su palma hacía su mentón observando cada prenda. 

Lo primero que guardó fue la camiseta que Jihyo le regaló; esa fue la primera que tuvo en los pocos días que llevaba de estadía en la familia Kang. Continuó así, hasta que se dio cuenta que guardó cada prenda que compró allá, dejando la ropa que había adquirido en corea, ni siquiera sabía el por qué lo había hecho, simplemente nació su instinto por los buenos recuerdos. Minho cerró la maleta sintiéndose emocionado, tomó asiento sobre la cama mordisqueando su labios inferior, imaginando como sería el rencuentro; ¿Jihyo lo abrazaría o simplemente lloraría? ¿Wonyoung lo recordaría? ¿Daniel hubiese conservado su compra? y su rostro enrojeció ante aquel pensamiento, él esperaba que lo hubiese hecho.

Sus sentidos se pusieron alertas al escuchar la puerta de su habitación, observó con sorpresa como Kai ingresaba tambaleándose. El peligris apoyó su espalda contra la pared viendo con desdén la maleta.

—¿T~Te largas como lo hizo Sana?—cuestionó el peligris soltando una risa cansada—e~eres mi hermano, ¿Cómo me puedes hacer esto?—preguntó irritado intentando dar un paso hacía adelante observando como el castaño no tardaba en ponerse de pie—¡Minho!—golpeó la maleta causando que esta cayera de la cama, cerca de los pies del menor.

—¡¿Qué mierda te pasa?!—bramó el mencionado tomando nuevamente su maleta para dejarla sobre la cama—solo iré a ver a Jihyo, deja de comportarte como un idiota—gruñó girando su torso para tomar el boleto guardándolo en el interior de su bolsillo trasero, Kai se abalanzó contra su cuerpo queriendo tomar aquel papel que lo haría irse de su lado, pero el castaño fue más rápido golpeando su abdomen haciéndolo caer de rodillas contra el suelo—la culpas a ella por tu cambio... ¿Pero estas seguro que Sana es la responsable?—cuestionó viendo como el peligris apoyaba sus palmas sobre su abdomen soltando uno que otro sollozo, y no pudo evitar sentir pena por él, arrodillándose a su lado para tomar su rostro—el odio te consumió... debes buscar ayuda psicología antes de que pierdas todo lo que amas—susurró antes de levantarse llevando su maleta consigo—estaré en el sofá hasta que papá venga por mi, por favor, no hagas nada estúpido.

Minho salió de la habitación sintiendo su corazón galopando con fuerza; él podía ser fuerte, él había mejorado, pero cuando se trataba de su hermano, no podía evitar sentirse pequeño. El chico suspiró guardando el boleto sobre el pequeño bolsillo que contenía su maleta, el castaño tomó asiento sobre el sofá posando sus ojos en la televisión; aun falta mucho para su viaje, pero no podía evitar sentirse aterrado por las posibles reacciones.

Las horas pasaron, el castaño se encontraba ya dentro del avión, para su suerte Kai no volvió a molestarlo, en realidad, hasta se había bañado y parecía estar menos borracho; internamente Minho estaba agradecido de su cambio. El muchacho suspiró llevando los audífonos a sus orejas comenzando a tararear mentalmente parte de la canción, estaba cansado, no pudo realmente dormir porque le daba miedo que su hermano hiciese alguna estupidez; como quitarle el pasaporte, así que se mantuvo despierto viendo la televisión. Minho apoyó su espalda contra el respaldo del asiento observando el cielo, era tranquilizador y aterrador, pero le encantaba.

El japonés se sorprendió al oír como, por los parlantes le comunicaban que estaban por aterrizar, ni siquiera se había percatado de que se había quedado dormido. Rápidamente pasó sus palmas por su rostro somnoliento quitándose de paso los audífonos, los dejó sobre sus muslos a la vez que giraba su torso haciendo crujir su espalda. Suspiró por instinto, sintiéndose aliviado por la perdida de tensión de su cuerpo, se quedó con su espalda tocando el respaldo del asiento observando como la azafata había tomado asiento al final del pasillo, su vista se deslizó por el pequeño lugar; la mitad dormía y la otra solo veía algo en sus teléfonos. Su pulso se disparó al sentir como el avión comenzaba a sacudirse, se aterró, pero no lo suficiente para demostrarlo.

Ni siquiera se había dado cuenta que había estado reteniendo el aliento, hasta que suspiró sintiendo como el avión se detenía. Él fue uno de los primeros en descender, sintiéndose aliviado por el refrescante aire nocturno, caminó siguiendo la multitud por aquel largo pasillo a la vez que sus ojos buscaron la zona donde estaban las maletas, Minho esperó paciente, observó como las maletas giraban sobre una cinta escondiéndose nuevamente para dar paso a la siguiente fila. Se sintió feliz de ver su peculiar maleta de tonos celeste, rapidamente la tomó aliviado de no haber sido uno de los tantos que perdían sus pertenencias; luego de asegurarse de que se trataba de su maleta, el chico comenzó a caminar por el lugar buscando algún rostro conocido.

El japonés sintió sus piernas flaquear al ver en una de las esquinas de aquel amplio aeropuerto una mujer con una barriga prominente acompañada de un alto castaño que intentaba cuidar de la revoltosa pequeña que saltaba alrededor suyo, mientras que el delgado chico que les acompañaba simplemente se mantenía con los brazos cruzados, ni siquiera traían cartel, pero Minho estaba consciente de quienes se trataba. Nervioso comenzó a caminar hacía su dirección, en un principio no habían notado su presencia, pero al ver como la distancia se cortaba los ojos de la mujer embarazada no tardaron en estar fijo en su rostro. 

Minho sonrió avergonzado al notar como hasta Wonyoung había dejado de molestar a su padre para centrarse en él. En un principio la niña se quedó quieta, como un pequeño muñeco de cera, pero al comprender quien era aquella presencia masculina que cada vez estaba más cerca, no dudó en correr hacía él siendo elevada por los brazos del japonés. Ella lo abrazó con fuerza, besó su mejilla mientras que Minho simplemente se reía sin importarle el hecho de sentir la baba de la emocionada niña esparciéndose sobre su piel.

—También te extrañe—susurró el muchacho manteniendo sus palmas adheridas a la pequeña espalda ajena. Wonyoung terminó apoyando su mejilla sobre el hombro ajeno quedándose quieta con su respiración tranquila. Minho continuó con sus caricias elevando su mirada para toparse con aquellos ojos envueltos en lágrimas—hola tía—la saludó sintiendo como ella no tardaba en atraparlo en sus brazos sin importarle el hecho de que su hija se estuviese quejando.

—M~Mi bebé—susurró la mujer apoyando su palmas sobre las mejillas del menor sintiendo como las lágrimas de la emoción escapaban humedeciendo su piel. Rápidamente el japonés mantuvo a Wonyoung con uno de sus brazos liberando su palma derecha para limpiar su llanto—no vuelvas a irte.

Minho sonrió apenado, sus palabras eran duras, pero muy en el fondo ella sabía que él tendría que volver a marcharse, y eso solo causaba que su llanto aumentara. El japonés trató de consolarla escuchando como ella se excusaba con el tema de su embarazo. Daniel y Sehun se les unieron, ambos lo saludaron con un fuerte abrazo, siendo Daniel el que más duró con su cuerpo apegado al torso ajeno. 

—Aun conservo tu tarea—susurró el hombre contra la oreja del japonés alejándose rapidamente del muchacho para ver su rostro enrojecido—vamos a casa—habló animado tomando la maleta del castaño sin importarle el hecho de que este le hubiese dicho que no era necesario.

Minho caminó manteniendo a la silenciosa Wonyoung en sus brazos mientras que Jihyo aferraba su palma alrededor de su brazo. El japones se sentó en la parte trasera de la camioneta siendo acompaño por ambas mujeres. Sehun tomó asiento en la parte del copiloto mientras que Daniel estaba manejando. Estuvieron conversando durante todo el trayecto, el japonés les comentó animado sobre su nueva cédula de identidad escuchando como Daniel se reía comentando de manera divertida el hecho de que ya lo sabían, Jihyo no tardó en hacerlo callar acariciando la palma del castaño para alentarlo a que lo volviese a comentar.

Minho guardó silencio sintiendo como su pecho se contraía.

—Los eche de menos—lo confesó como si nada causando que Jihyo simplemente apretara sus labios inclinándose para besar la mejilla del muchacho acariciando su pómulo libre en forma de cariño.

—Y nosotros a ti, cielo—admitió ella siendo acompañada por el asentimiento de cabeza por parte de Daniel y Sehun, causando que el japonés nuevamente sintiese vergüenza.

Llegaron más rápido de lo previsto, el castaño descendió del vehículo manteniendo entre sus brazos el cuerpo de una dormida Wonyoung, el chico se enterneció por la adorable imagen del pequeño demonio chupando su dedo pulgar mientras que una de sus mejillas tomaba un bonito tono carmesí causado por la presión entre sus pectorales y esa zona. Unas risas llamaron su atención, por instinto él se giró sintiendo su mundo paralizarse al ver como su ex novia estaba sobre la espalda de Joy riendo mientras que Seulgi y una chica que no conocía conversaban de forma animada, su corazón se acelero ante la sola imagen de aquella chica de ahora cabello morado, tuvo el instinto de gritar su nombre, pero prefirió callar girando su rostro para comenzar a caminar en el interior del hogar de los Kang. No solo él había sido testigo de la presencia de Irene, Jihyo y Daniel se miraron entre si recordando las innumerables veces en que aquella amable muchacha llegaba tocando su timbre preguntando por su sobrino; Minho no lo sabía, pero Jihyo la había consolado en más de una ocasión.

El castaño ingresó caminando como si nada hacía las escalera para dejar a Wonyoung en su habitación. Minho acarició la mejilla de la niña para luego volver hacía donde sus tíos queriendo tener el mayor tiempo posible con ellos. El japonés tomó asiento sobre el sofá justo al lado de Jihyo observando la forma en que ella acariciaba su vientre.

—Mañana darás a luz—murmuró el muchacho nervioso por la idea de que ella en muy poco tiempo tendría un bebé entre sus brazos—¿No esta asustada?

Jihyo rió para luego sacudir su cabeza en negación, tomando la libertad de estirar su mano para enredar sus delgados dedos sobre la cabellera del contrario.

—Tu tío esta asustado... míralo ahí, es la tercera vez que limpia ese mueble—comentó divertida causando que Minho girara su rostro para ver como Daniel de la nada había comenzado a limpiar, y ordenar los bolsos de colocares pasteles que se hallaban sobre la mesa—aunque no lo quiera admitir le da pavor los partos—susurró manteniendo sus ojos fijos en la manera en que el alto castaño ordenaba nuevamente los bolsos asegurándose que todo estuviese ahí dentro—mañana tendré que irme temprano, ¿Puedes cuidar de Wonyoung y Sehun por un rato?—cuestionó posando sus ojos en la adorable sonrisa del castaño que no había tardado nada en asentir con su cabeza—mis padres vendrán por ellos en la tarde así que, si quieres puedes ir o te quedas aquí, lo que se te acomode mejor.

—Creo que me quedaré aquí, para ordenar un poco mi ropa—admitió el japones; muy dentro suyo no quería molestar a los papás de su tía con su presencia, pero eso jamás lo confesaría a viva voz—de paso, descansaré un rato antes de visitarla... por cierto, ¿Qué nombre le pondrán?

—Chaeyoung—respondió ella con simpleza causando que Minho simplemente sonriera—bueno... me iré a dormir, no te acuestes tan tarde—pidió levantándose del sofá con ayuda del castaño.

Minho la encaminó hasta la escalera cerciorándose de que subiera. Cuando ella llegó al segundo piso no pudo evitar reír al ver el pánico en la expresión del menor, indicándole que ya estaba acostumbrada a subir y bajar así que no tenía de que preocuparse. Minho asintió con su cabeza dando un par de pasos hacía atrás mientras que le seguía viendo; realmente le aterraba que algo malo le sucediera. 

—Minho ven—pidió Daniel desde la cocina causando que el japonés no tardara en acercarse—¿Puedes sacar la basura, mientras que yo termino aquí?—preguntó observando como el muchacho asentía con su cabeza acercándose a la bolsa para tomarla entre sus manos—Al final de la calle esta el contenedor—comentó observando como el muchacho caminaba hacía la salida.

Cuando Minho se fue, Daniel dejó lo que estaba haciendo para correr hacía la habitación que compartía con su esposa tomando asiento sobre el colchón con una sonrisa maliciosa.

—Lo hiciste sacar la basura—afirmó Jihyo acariciando el cabello de su esposo observando como el hombre asentía con su cabeza—te dije que no interfirieras—murmuró al recordar como el hombre había planeado la forma de que su sobrino volviese a estar con aquella amable pelimorada—¿Qué haré contigo?—suspiró sintiendo como él besaba sus labios.

—Ellos eran felices, solo quiero que vuelvan a serlo—confesó sintiendo como su esposa volvía acariciar su cabello.

Minho dejó la basura donde su tío le había indicado, rapidamente se giró sintiendo como su cuerpo se paralizaba nuevamente al quedar frente a su ex novia. Ella parpadeó confundida, manteniendo aquella adorable expresión que solía- y continuaba- derritiendo el corazón del menor. El japonés tragó saliva sin saber que debía hacer, no quería asustarla, pero tenía unas ganas increíbles de solo abrazarla.

Minho acarició su corto cabello castaño sintiendo el sudor deslizándose por su espalda.

—H~Hola—susurró el muchacho avergonzado por la repentina timidez que había brotado desde lo más interno de su alma sintiendo como sus mejillas se teñían de una adorable tono carmesí ante la forma en que ella le había sonreído.

—Hola—respondió, y parecían niños pequeños, que recién se conocían, avergonzados por la simple idea de que se estaban viendo a los ojos—perdón... por todo—admitió sintiendo como su corazón casi huía por su garganta al sentir los brazos de su ex novio envolviendo su cintura mientras que su cálida respiración chocaba contra su cuello—M~Minho.

—Solo déjame soñar con la idea de que te tengo de nuevo—confesó el japonés sintiendo como ella terminaba por ceder acariciando con su palma su espalda, queriendo no alejarse de él—te eche de menos.

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