Oportunidad
Narrador omnisciente:
Minho había estado completamente incómodo ante la forma en que Jackson se le había quedado viendo en el instante que él ingresó en el hogar de los Im. El chico más fornido se cruzó de brazos alzando una de sus cejas mientras que veía las evidentes marcas rojizas que cubrían el cuello del castaño. El menor de los Im se acercó en el instante que la pelinegra se encaminó hacia la cocina con la intención de preparar algo caliente para el aun tembloroso japonés.
—¿Estás bien?—cuestionó el chico dando un paso en dirección de Minho sorprendiendose de la evidente reacción que ejerció el muchacho en el instante que él estiró su brazo para tocar el ajeno—hey, calma, solo quería asegurarme que estuvieses bien—confesó dando un paso hacia atrás queriendo transmitirle calma y seguridad.
El castaño apretó sus labios apoyando su palma izquierda alrededor de su brazo derecho; estaba temblando, y ni siquiera se había percatado de aquello. El chico tragó saliva manteniendo sus ojos fijos en el menor de los Im, el más alto sonrió de manera incomoda observando la forma en que aquellos huesudos nudillos se marcaban a la perfección.
—¿Nayeon se quedó contigo anoche, verdad?—cuestionó queriendo crear algún tema de conversación causando que, el japonés se colocara completamente tensó con sus párpados ampliados ante el simple miedo que le causó sus propios pensamientos; quizás Jackson lo golpeaba por el hecho de que la mayor hubiese decidido dormir a su lado.
Para la suerte del castaño, Nayeon llegó para socorrerlo estirando sus palmas para hacerle entrega de una pequeña taza. La chica frunció su ceño dándole una mala mirada a su hermano menor ante la seriedad en sus ojos, rapidamente el menor de los Im alzó sus palmas girando sobre sus talones para caminar en dirección de la habitación principal: donde contenían los sofás y la televisión, permitiendo que su hermana y el visitante quedaran completamente solos.
Minho dio un paso hacía atrás en el momento que aquella mirada castaña había sido posada en sus orbes frías. El muchacho apretó sus palmas alrededor de la taza a la vez que sus hombros quedaban completamente tensados, el chico intentó sonreír de una manera incomoda causando que Nayeon simplemente suavizara su mirada estirando su brazo derecho para acariciar con su palma el corto cabello ajeno.
—Vamos a mi habitación—habló la coreana de forma animada.
El chico en silencio siguió a la pelinegra sintiendo como la mano que había estado acariciando su cabello ahora se encontraba envuelta con su palma tirando de su brazo en dirección de la habitación ajena.
Minho tomó asiento sobre el colchón, aun sin ánimos de hablar el joven dejó la taza sobre la mesita de noches apoyando rapidamente sus palmas sobre sus muslos, con ojos curiosos observó como la pelinegra caminaba en el interior de la habitación tomando una camiseta y un par de pantalones cortos.
—Date vuelta—aclaró la coreana causando que un torpe japonés simplemente asintiera con su cabeza girando su torso para no ver nada inapropiado; aun siendo más que consciente que, lastimosamente la chica tenía lo mismo que él.
El castaño comenzó a juguetear con el borde de las sábanas ajenas queriendo calmar su alocado corazón, mientras que tarareaba una suave canción.
—Oye, Minho—habló Nayeon llamando nuevamente la atención del mencionado quien, aun ligeramente avergonzado seguía estando con su cabeza agachada—¿Cuando dejaras a Hyunjin?—cuestionó deslizando sus palmas alrededor de la espalda del japonés provocando que, el castaño simplemente se tensara girando su torso para ver con aquellas orbes brillando en temor el calmado rostro de la pelinegra.
—No puedo dejarlo—confesó el castaño avergonzado por la forma en que la coreana se le había quedado mirando—...—intentó justificarse entreabriendo sus labios a la vez que estirabas sus brazos intentando tocar el cuerpo ajeno para tener algún tipo de cercanía por su parte—lastimó a Kai... no puedo permitir que mis acciones lastimen a las personas.
—¿Pero si pueden lastimarte a ti?—jadeó Nayeon completamente molesta manteniendo sus cejas juntas y un ligero rubor cubriendo gran parte de su rostro ante lo furiosa que estaba—¡Él abusa de ti!—alzó la voz queriendo hacerle entender que estando con él solo lo llevaría a una catástrofe —te mira como si solo fueses su maldito trofeo, Minho.
Minho suspiró deslizándose por sobre el colchón hasta tocar nuevamente el suelo con la suela de sus zapatos, el chico intentó nuevamente acercarse pero la coreana le empujó desde los hombros provocando que su trasero hiciese contacto directo con el borde de la cama.
—Eres un idiota—le aclaró con la voz quebrada demostrándole lo tanto que le estaba afectando aquella situación—no te importa que él te humille, que te use como si no fueses nada—admitió alzando su mentón para ver como el muchacho se volvía a colocar de pie.
—Prefiero que me humille, antes que lo haga contigo o con mi hermano—rompió el silencio sintiendo sus manos temblar ante su alocado corazón. Nayeon se cruzó de brazos soltando una fuerte carcajada causando que el pecho del castaño se estrujara en el interior de su caja torácica. Minho se armó de valor estirando sus brazos para tomar entre sus palmas las manos ajenas—Nayeon... yo estoy bien, no debes preocuparte por mi.
La pelinegra apretó sus labios deslizando su mirada desde el rostro del castaño hasta sus muñecas notando el visible tono rojizo que envolvía aquella huesuda parte. Nayeon lo observó sin ningún tipo de emoción elevando sus brazos para alejar el tacto de Minho.
—Tan bien que estas... que ni siquiera te importa que él solo te cause hematomas—susurró la pelinegra dando un paso hacía atrás.
—¿Para que quieres que muestre preocupación?—aclaró Minho siendo completamente sincero, provocando que la coreana simplemente perdiera la paciencia con él—ni siquiera a mis padres les importa.
—¡PERO A MI SÍ!—gritó permitiendo que las lágrimas por fin se deslizaran por su blanquecina piel—a mi si me importa—admitió pasando sus palmas por sus mejillas queriendo limpiar el evidente rastro húmedo que las cubrían—tu me importas.
Minho tragó saliva para luego simplemente caminar en dirección de la salida.
—Aléjate de mi—pidió el castaño pasando por debajo del umbral de madera para luego simplemente caminar con rapidez en dirección del pequeño pasillo hacia el principio de las escaleras.
Nayeon lo llamó con fuerza, pero el chico simplemente bajó lo mas rápido posible cada escalón observando con pavor como el menor de los Im se asomaba desde el sofá manteniendo el mismo ceño fruncido que su hermana ejercía cuando algo no le gustaba. Minho sin siquiera darse cuenta había llegado a la vida de Nayeon como un pequeño tornado silencioso; arrasó con el corazón de la chica hasta dejarlo devastado en el suelo de aquella habitación. El japonés completamente sofocado huyó del hogar de los Im sintiendo el calor del día azotando su rostro.
Minho vagó por las calles de la ciudad sintiéndose completamente perdido; en su mente se repetía una y otra vez lo sucedido con Nayeon, desde sus labios chocando sobre los suyos hasta la forma en que había llorado por culpa de sus actos. El castaño suspiró desviando su camino hasta llegar a un pequeño parque desolado, con el pensamiento tormentoso que había perdido lo único bonito que tenía tomó asiento sobre el frío cemento de la banca.
Se quedó en la misma posición hasta que la oscuridad logró erizarle la piel. El chico se estremeció en el instante que alguien tomó asiento a su lado, el pavor por ser una mala persona logró causar que se levantara de manera instintiva provocando que, el contrario tomara con suavidad de su brazo.
—Hijo—la rasposa voz de su padre logró que las piernas del mencionado flaquearan por completo—Minho, toma asiento por favor—le pidió con calma manteniendo aun sus ojos fijos en la forma en que el castaño tragaba saliva y acataba con obediencia sus palabras.
El japonés mantuvo sus hombros encorvados sintiendo como el más alto deslizaba su dedo índice por la piel enrojecida de sus muñecas.
—¿Fue tu madre?—cuestionó con preocupación causando que el menor entreabriera sus labios sorprendido de que él hubiese osado en preguntarlo.
Minho se sintió conmocionado ante la forma en que su padre había mantenido la calma acariciando su piel lastimada en un intento por disipar el hecho de su herida, sin saber que también estaba curando su interior.
—No—respondió el castaño logrando provocar que su padre alzara su mentón para verlo entre molesto y confundido. El japonés apretó sus labios recordando nuevamente el llanto de Nayeon, rápidamente cerró sus párpados intentando pensar con claridad, pero todo se resumían en ella, en la pelinegra suplicando, en la coreana pidiendo que él no la dejase—f~fue Hyunjin.
—¿Tu novio?—cuestionó el hombre sorprendido sintiendo su pecho estrujarse ante la manera devastada en que su hijo se había quedado observando su rostro—¿Desde cuando?—preguntó apoyando su palma en la cabeza del castaño.
—Desde siempre—confesó Minho siendo más que consciente que ya no podía ocultarlo más.
Akira suspiró tirando de la cabeza del menor para apegarlo contra su pecho. Minho se paralizó sintiéndose sofocado por aquella muestra de cariño, pero su padre parecía estar roto, se aferraba a su delgado cuerpo en una manera desesperada por no romper el abrazo, mientras que el japonés simplemente se mantenía estático con sus párpados completamente ampliados.
—No volverá a tocarte—le aclaró en el instante que el abrazo se rompió. El castaño observó con sorpresa como el rostro de su padre había sido cubierto por las lágrimas provocando que él se mantuviese completamente paralizado—perdóname, por favor Minho, perdóname por todo.
Minho no estaba acostumbrado a ver la preocupación en alguien más que no fuese Kai, así que no era para nada extraño que él simplemente se mantuviese en silencio agitando con suavidad su cabeza para indicarle que le había perdonado, a pesar que no hubiese sido del todo cierto.
—¿Cómo me encontraste?—cuestionó el castaño confundido, sintiendo su piel erizarse ante la suave sonrisa que su padre le brindó.
—Cuando Kai, tu madre y yo llegamos a la casa y vimos el desastre... tu hermano llamó a aquella chica bonita que te suele visitar—comenzó hablar a la vez que se colocaba de pie quitándose su largo abrigo para dejarlo sobre los hombros de su hijo—ella le comentó que tu estabas en este parque, pero que lo mejor es que estuvieses solo—admitió a la vez que hacía un suave ademán para comenzar a caminar junto con el castaño que le seguía el paso—tu hermano me comentó que ella sonaba muy preocupada...
Minho sintió su corazón palpitando como desgraciado al darse cuenta que la pelinegra le había seguido el paso; Nayeon solo quería asegurarse de que él estuviese bien. Avergonzado y completamente sonrojado el japonés intentó esconder la sonrisa que se asomaba de manera peligrosa, manteniendo en sus pensamientos el hecho que debía pedirle perdón cuando la viese.
—¿Kai sabe que estas aquí?—cuestionó Minho queriendo cambiar rápidamente el tema, observando como su padre asentía con su cabeza.
—El cabezota me ha obligado a traerlo conmigo—admitió su progenitor apuntando con su dedo índice a un pelinegro que intentaba sacar su torso por la ventana.
—¡Oye tu!—alzó la voz Kai manteniendo una sonrisa jovial—patearé tu culo por preocuparme—le amenazó causando que Minho apretara sus labios intentando no sollozarse ante lo mucho que lo había extrañado.
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