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No hables de ella

Narrador omnisciente;

Minho cuando logró estar completamente a solas no dudó en esconderse en su habitación con el computador de su hermano mayor sobre su regazo siendo consciente que el peligris y Jackson habían salido con Jihyo y Wonyoung en busca de regalos para la familia Im, por que sí, Jackson y Kai se iban a marchar quizás lo suficientemente rápido como para hacerse la idea que no lo volvería a ver a ninguno de los dos. El chico suspiró apoyando su espalda sobre el respaldo de su cama, él no era tonto, cada vez las insinuaciones de su novia estaban siendo más evidente y directas, y sabía, no lo iba negar, él era consciente que la próxima vez que estuviese a solas con ella terminaría lo que tanto estaban deseando que pasase. El japonés deslizó su dedo índice sobre el pedazo táctil que se encontraba abajo de las teclas logrando mover la flecha en dirección de Chrome. 

El castaño mordisqueó su labio inferior; él no sabía muy bien como buscar aquello, y le causaba la suficiente vergüenza como para ni siquiera el pensar en pedir ayuda a su hermano o su tío Daniel, así que estaba indagando en ese oscuro mundo perverso queriendo encontrar algo que hiciese sentir tanto cómodo a él como a su novia. Minho mordisqueó su labio inferior observando todo con suma sorpresa, había encontrado una página especializada en su nuevo mundo, encontró de todo; y sí, no exageraba con que había de todo. El japonés sintió sus mejillas enrojecer leyendo los títulos de las prótesis como también de sus funciones, y no podía evitar realmente el jadear abrumado por la cantidad de cosas que habían y que él tanto desconocía. Minho se quedó con sus ojos fijos en aquel miembro moldeado siendo tan realista que tenía por completa su atención, el chico se quedó quieto notando como, aquel modelo en específico tenía una gran variedad de tamaño y color.

¿Le gustara grande o pequeño? cuestionó en sus pensamientos sintiendo sus mejillas enrojecidas ante el simple pensamiento de tener una conversación con su novia sobre ese tema. El chico deslizó su dedo índice sobre el computador buscando otro modelo, queriendo encontrar el perfecto; él era consciente que se sentía bien consigo mismo, pero no podía evitar el desear tener algo que lo hiciese ser completamente el chico que tanto estaba esforzándose en lograr. Minho tomó la decisión, un tanto arriesgada y atrevida compró una de las tantas prótesis, se mantuvo en todo momento en silencio anotando todo lo que era necesario asegurándose de que las cosas no saliesen mal. Sintió el sudor deslizándose por su espalda al ver como la pantalla se iluminaba indicando que su compra se había hecho con un completo éxito; él, hace semanas atrás pensaba que estaba completamente pobre ya que no trabaja y hasta el momento ni siquiera estaba estudiando una carrera, simplemente estaba de allegado mendigando del cariño de la familia Kang.

Su padre lo sorprendió, no lo iba a negar, cuando Jihyo lo obligó a vestirse para ir al banco él simplemente se negó pensando ingenuamente que su tía había perdido por completo la razón al querer sacarle una tarjeta visa, pero no, Akira en realidad fue el de la idea, y ahora estaba ahí, en su habitación con el dinero suficiente para no quejarse, pero aun así, no podía evitar el sentir que ese dinero no debería tocar, se trataba de su padre, simplemente no podía confiar del todo en él.

Minho borró toda la evidencia posible siendo más que consciente que, si Kai encontraba las páginas lo bombardearía en preguntas que él personalmente no tenía intensiones de responder. El chico apagó el computador y lo dejó sobre su colchón, se levantó sin ningún tipo de dificultad para luego simplemente caminar hacía la salida escuchando como, desde el primer piso se podía oír como su tío Daniel conversaba animadamente con Sehun. Minho se quedó de pie con sus manos aferradas en el barandal del segundo piso al percatarse que, a su primo le estaban dando "La charla", y se avergonzó a pesar que él no estaba siendo el pobre diablo, pero no podía evitar el sentir como si lo fuese.

—Solo quiero que te cuides Sehun—habló su tío con suavidad—vas a cumplir diecisiete años es normal a esa edad que las hormonas estén alborotadas y que todo lo nuevo referente a la sexualidad te llame la atención—continuó. Minho no podía ver a su primo, pero estaba seguro que Sehun estaba igual de enrojecido y avergonzado como lo estaba él al escuchar—no digo que este mal Sehun, puedes hacer lo que quieras porque soy consciente que aunque te diga que no lo hagas, tu lo harás—confesó soltando una suave carcajada—solo pido que te cuides, y no solo por el hecho de embarazar a alguien, sino para evitar posibles infecciones de transmisión sexual, ¿Bien?

—Si, padre—respondió el muchacho.

Minho relamió sus labios recordando como sus padres nunca fueron capaces de hablarle de las formas de poder cuidarse; él tuvo que buscarlo a su modo, no le quedó de otra al tener a alguien sexualmente activo como lo era su ex novio. EL castaño sintió su piel erizarse, no le gustaba recordar aquello. El japonés al notar que el tema ya había zanjado por completo se armó de valor para descender queriendo ir a la cocina, el chico miró de manera disimulada como Sehun se levantaba del sofá con su rostro enrojecido por la vergüenza, su tío estaba sonriendo, se veía más calmado y aquello lo alegró. Minho ingresó en la cocina abriendo uno de los cajones para tomar entre sus dedos un vaso de cristal, con calma lo dejó sobre el lavamanos abriendo la llave para permitir que el agua saliese con fuerza contra el objeto logrando casi desbordarlo.

El chico había empapado su palma como también su antebrazo ante la fuerza con que salió el agua, pero aquello no fue un impedimento para llevarse el vaso a los labios comenzando a beber de este.

—Sé que escuchaste la conversación—habló Daniel de repente causando que el castaño elevara sus hombros completamente tenso por su aparición—¿Tienes alguna duda que quieras resolver?—cuestionó observando como el japonés seguía bebiendo—...—él sabía que estaba mal, pero realmente quería verlo avergonzado—¿Ya tuviste relaciones con Irene?—Minho se ahogó ante la pregunta escupiendo la mitad de lo que estaba bebiendo a la vez que su garganta se cerraba y el rojo vivo en volvía por completo sus mejillas. Daniel comenzó a reír acercándose rápidamente al muchacho para golpear con su palma la espalda del menor intentando ayudarlo a respirar—ha sido desubicado de mi parte, lo lamento.

—E~Esta bien—respondió el castaño deslizando su antebrazo por su boca intentando limpiar la humedad de la mitad de su rostro. El dejó el vaso sobre el lavamanos para luego simplemente girarse posando sus ojos en la forma en que su tío sonreía—pero no responderé esa pregunta—aclaró siendo consciente que no lo haría después de tener algo sexual con su novia.

—Esperaba que no lo hicieses—admitió el hombre apoyando ahora su palma sobre el hombro del menor—nunca lo hagas, demuestra una mala imagen de ti, y del poco respeto que le tienes a tu pareja—aclaró intentando hacerlo sentirse más cómodo notando como el castaño asentía con su cabeza—...—entrecerró sus párpados siendo consciente en esas orbes brillando en emoción—me alegro que estés enamorado de ella.

Minho entreabrió sus labios para luego simplemente sacudir su cabeza queriendo negar el hecho de que estaba completamente loco por Bae Joohyun. Daniel y el japonés caminaron hacía el salón principal conversando de manera calmada sin tener un tema en específico, y Minho estuvo agradecido por aquello, aunque no pensaba que esa conversación volvería a estar centrado en la razón del por qué su corazón se aceleraba y el sudor por el simple hecho de ver su cercanía cada vez estaba más presente.

—¿Seguro que no la amas?—cuestionó Daniel a la nada misma observando como el japonés casi corría hacía la puerta principal al escuchar como tocaban la madera.

Ahí estaba Irene de pie al frente de la puerta observando como su novio le sonreía con su típico cabello revuelto y su camiseta desarreglada; dando a entender que había corrido solo para abrir la puerta, y aquello lo encontraba adorable, o quizás, solo el hecho de que fuese Myoui Minho lo hacía ser adorable. La chica agachó su mirada tomando uno de sus tantos mechones para dejarlo detrás de su oreja, ella no era consciente que ese simple movimiento dejaba con taquicardia al contrario. Minho se acercó envolviendo sus brazos sobre la cintura de la pelinegra inclinándose lo suficiente para besar sus labios, fue un tacto simple, pero con tantas emociones que ninguno de los dos tenía la suficiente valentía para profundizarlo.

—Hola—susurró el japonés sintiendo como Irene besaba su mejilla para luego pasar a su mentón.

—Te eche de menos—respondió la muchacha intentando dar un paso hacía atrás para ver el rostro de su novio, sonriendo por instinto al notar como el chico simplemente acariciaba la piel expuesta de su cintura—hoy me llamó Jennie, es una vieja amiga—comentó la chica a la vez que el japonés la adentraba en el lugar—buenas tardes señor Kang—saludó al ver como el tío del castaño estaba sentado sobre el sofá, el hombre simplemente elevó su palma como saludo queriendo no interrumpir lo que sea que fuese a suceder entre su sobrino y la chica.

—¿Jennie? nunca la nombraste—comentó Minho un tanto inseguro por no recordar aquel nombre en particular. Rápidamente le chico tuvo que deslizar sus palmas de la cintura de su novia para atrapar una de sus manos siendo más cómodo para ambos—¿Y que te dijo?—cuestionó interesado permitiendo que su novia se adentrase en su habitación teniendo que, lamentablemente el romper la unión de sus pieles.

—No lo hice, porque había perdido con totalidad el contacto con ella—confesó la pelinegra tomando asiento sobre el colchón observando como su novio le seguía el paso recostándose justo a su lado. Minho apoyó su codo sobre su almohada con su palma adherida a su mejilla mientras que la otra simplemente descansaba alrededor del plano vientre de su pareja—bueno, hasta ahora—aclaró acariciando el antebrazo del muchacho intentando centrarse en esa simple acción—quiere salir de fiesta y reunir al grupo.

—¿Y por qué siento que eso es algo malo?—cuestionó el japonés confundido ante el tono de voz de su novia observando como ella mordisqueaba su labio inferior para luego armarse de valor al girar su rostro encontrándose con sus bonitos orbes oscuros—¿Cariño?

—En algún momento fueron amigos de Suho, me da miedo que, si siguen hablando con él piensen en la idea de reunirnos—admitió notando como el castaño apretaba su mandíbula intentando no demostrar como el simple hecho de pensar en el chico en la misma habitación de su novia lo hacía hervir de la ira.

—¿Y que tienes pensado hacer?—cuestionó el muchacho.

Y ella guardó silencio los primeros segundos sin saber que iba responder, porque realmente no se había hecho el cuestionamiento de lo que haría.

—Quiero ir—confesó Irene sintiendo como el castaño deslizaba la palma que estaba sobre su abdomen para presionar su mejilla acariciando su mentón con ayuda de su pulgar—quiero verlos, porque los extraños...—admitió observando como su novio se inclinaba besando sus labios con suavidad intentando relajarla—pero estoy aterrada—y ella no mentía, le daba miedo el simple hecho de ver a su ex novio.

—Pues ve—respondió el japonés siendo consciente que, lo que menos quería es que ella fuese. Irene lo vio con sorpresa pensando que él reaccionaría como lo haría su ex novio; Suho jamás le permitió el salir sino era con él a su lado—si algo sale mal, o estas asustada, pues me llamas y te iré a buscar—comentó intentando sonreír de manera tranquila sintiendo como su aliento quedaba atrapado en su garganta ante la forma en que ella se había sentado sobre su regazo—¿Por qué te gusta hacer eso cuando no me lo espero?—cuestionó apoyando sus palmas sobre su pequeña cintura.

—Porque me gusta ver que te hago enrojecer—admitió inclinándose para besar los labios ajenos—¿No te molesta que vaya?—cuestionó queriendo asegurarse que entre los dos iban a estar las cosas bien por esa salida.

—¿Por qué me molestaría?—preguntó el castaño confundido observando como ella se encogía de hombros girando su rostro para ver hacía otra dirección—soy tu novio, no tu dueño—aclaró acariciando con sus pulgares la cintura ajena—si quieres salir pues... simplemente sales, no puedo impedirlo por el simple hecho de que no es lo correcto—intentó dar su punto de vista, queriendo hacerla sentir segura, para que comprendería de una vez por todas que él no era Suho.

—¿Entonces no te molesta ni siquiera un poco?—cuestionó siguiendo insistiendo sintiendo como sus mejillas enrojecías por completo ante la forma posesiva en que el japonés agarró su trasero obligando a que su cuerpo quedase casi por completo adherido contra el ajeno.

—Me da miedo que alguien te lastime—confesó rozando su nariz con la de su novia manteniendo sus ojos fijos en ese oscuro par que tantas veces lo habían hecho avergonzarse al perderse en ellos —me aterra el no poder cuidarte, pero jamás te obligaré a que dejes de hacer lo que te gusta—aclaró besando los labios de la chica para luego simplemente soltarla dándole la posibilidad de que se volviese acomodar.

—Te quiero—soltó Irene besando el rostro del japonés mientras que este acariciaba su espalda—te quiero mucho—solo se detuvo al notar que ya había recorrido cada milímetro de piel del castaño hasta llegar a la zona que más le gustaba; su cuello.

—Te quiero más—respondió el japonés sintiendo como ella deslizaba sus palmas en el interior de su camiseta logrando el contraste de su fría mano sobre su cálido abdomen—¿Esa tal Jennie te irá a buscar?

—Lo hará—afirmó manteniéndose aun con su cabeza en el cuello contrario siendo incapaz de salir de ese cómodo escondite.

—¿Me prometes que estarás bien?—pidió el muchacho intentando no demostrar lo desesperado y aterrado de saber que ella iba a salir con sus amigos y de las cantidades innumerables de posibilidades de que tenía a que las cosas saliesen mal—... estaré pendiente de mi teléfono, no importa la hora, si algo sucede solo llámame.

Y luego de aquel suave "Sí" por parte de su novia ambos se quedaron en un completo silencio en la habitación hasta  que el sueño los terminó por vencer. Despertaron a las horas después, Irene se marchó con rapidez dándole un fugaz beso acompañado con un "Te llamaré" causando que Minho la observara en el umbral de la puerta principal asegurándose con tan solo la vista de que ella estaba llegando bien a su casa. 

Las horas pasaron hasta marcar las 02:32 AM, Minho saltó de su cama con teléfono en mano escuchando el llanto de Irene suplicando con que la fuese a buscar, aquel desgarrador sonido desprendiendo de su garganta siendo inconsciente de la desesperación en su novio ante aquel grado de"Te necesito" que brotaron a mitad de su llanto. El japonés no pudo evitar despertar a Jackson y a su hermano, los tres salieron con las llaves del vehículo de Jihyo quien, un discreto Daniel no dudo en brindarle ayuda asegurando para crear tranquilidad de que tendría su teléfono en mano para llamar a la policía si así ellos lo necesitaban, en un principio él quiso unirse, pero Minho se lo negó siendo consciente que, tendría un gran problema si su tía lo veía golpeado, así que era mejor el hecho de fingir el haber pasado la noche durmiendo que confrontarse a su esposa. 

Minho manejó siendo consciente que ni Kai ni mucho menos Jackson conocían las calles de la ciudad. El japonés sintió como las gotas de lluvia caían sobre el parabrisas, estaba asustado, y el hecho de tener sus hombros completamente tensos y el fuerte agarre de sus palmadas contra el volante estaban siendo las testigos de ese sentimiento. El castaño se estacionó frente al bar que Irene le había indicado, el chico no dudó en salir del vehículo al ver una pequeña figura al lado de la puerta con su cuerpo completo temblando del pánico como también del frío.

—¿Irene?—cuestionó el japonés causando que la mencionada elevara su mentón levantándose del frío suelo para saltar sobre el torso de su novio aferrando su húmedo cuerpo sobre el ajeno—esta bien... esta bien, ya estoy aquí—susurró el castaño acariciando la espalda de la chica mientras que Kai no tardaba en acercarse envolviendo los hombros de la pelinegra con su chaqueta—vamos a casa.

—S~Siwon estaba ebrio y gritó—susurró Irene con suavidad aferrándose como un pequeño gatito aterrado por el baño—fui una estúpida, es mi culpa—comenzó a culparse sintiendo que ella había provocado la ira del muchacho al negarse a ir con él, causando que este le gritara y sus amigos terminaran por tacharla de puta y dramática al verla llorar; siendo insensibles ante el trauma que ella tenía con los gritos e ira del genero masculino—Minho...

—No es tu culpa, amor—respondió el muchacho adentrándose en la parte trasera del vehículo permitiendo que su hermano está vez manejase de vuelta. 

Minho quería volver al bar y golpear hasta desfigurar el rostro de cada uno de los chicos que estuvo acompañando a su novia, quiso gritarles, humillarlos de la manera más vil e inhumana para que sintieran el dolor que le habían causado a la pelinegra, pero era consciente que la asustaría; sí el volvía ella quedaría aterrada por la falta de su calor. Volvieron por el mismo recorrido que él había hecho, logrando que el suave movimiento del vehículo lograra hacer dormir a la pelinegra quien descansaba sobre el muslo de su novio con su torso cubierto por la chaqueta del peligris como la de él.

—¿En serio ella hizo todo este drama por el simple hecho de que le gritaron?—cuestionó Kai soltando una suave carcajada de manera irónica causando que su hermano menor apretara sus dientes—¿No consideras que es un poco dramático?

—Si crees que es dramático el hecho de tener como ex pareja un novio con arranques de ira que casi te lleva al borde de la muerte por una de sus tantas palizas, entonces sí... es dramático—replicó Minho con ira alzando su mentón para ver por el espejo interno como Kai alejaba su mirada para centrarse en el camino sintiéndose avergonzado por su actuar—y lo único que considero es que eres un imbécil la mayoría del tiempo—agregó—y si vuelves hablar de mi novia, te golpearé porque yo jamás hablé mal de Sana—dio por finalizada la conversación causando un incómodo silencio.

Cuando llegaron el castaño ni siquiera se molestó en mirar a su hermano, el chico tomó a su novia entre sus brazos y la adentró en el hogar de los Kang; en específico su habitación. En ese lugar se encargó de desvestirla colocándole algo más cómodo y seco para que no se resfriase más de lo que ya en si debería estar por pasarle. Cuando Minho se cambió de ropa no tardó en adentrarse bajo las sabanas sintiéndose sorprendido como la pelinegra envolvía sus brazos sobre su torso apegándose a él.

—No debiste tratarlo así—comentó la chica queriendo defender al peligris provocando que el castaño simplemente suspirara deslizando su brazo por el cuello de la contraria para que ella utilizara aquella extremidad como una almohada—Kai tiene razón.

—No, no la tiene—aclaró con rapidez el muchacho girando su rostro para ver a su novia—y te defenderé las veces que sean necesarias porque te amo.

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