Miedo y Equivocación
Narrador omnisciente:
Minho apoyo sus palmas contra sus muslos sintiéndose asfixiado por el cinturón de seguridad, el chico se mantuvo silencio observando y escuchando atentamente como Kai nuevamente comenzaba a cantar agitando su cabeza al ritmo de la música causando que sus cortos mechones de pelo golpearan sus pestañas. El muchacho se veía animado, mas animado de lo normal, y eso causaba que el castaño se sintiese completamente confundido; Desde que habían abandonado el hogar de los Im, Kai se había estado comportando peculiarmente extraño. El japonés apretó sus labios deteniendo todo impulso de querer hablar, se reprochó en su mente por querer preguntar algo que realmente no era de su incumbencia, pero la curiosidad lentamente lo consumía; él no era tonto, él era capaz de ver la manera en que Kai observaba a Nayeon, como sonreía cuando la chica posaba por un par de segundos sus ojos en él, y realmente quiso saber si sus sospechas eran reales, porque Nayeon era agradable, amigable con él, pero es lesbiana, pensó mordiendo su lengua ante las palabras de la chica rebotando en su cabeza.
Por impulso el castaño volvió a posar sus ojos en el alto pelinegro, pobre Kai, pensó entristecido teniendo rápidamente la necesidad de que el mayor no tuviese sentimiento por la coreana; Minho no quería verlo consumiéndose por el dolor de un amor no correspondido.
El pelinegro giró su rostro en el instante que sintió la mirada del menor, provocando que el castaño no dudara en volver a posar su mirada en dirección de sus muslos. Con curiosidad alzó una de sus cejas intentando comprender la silenciosa actitud del muchacho; Minho le causaba una verdadera incertidumbre, desde que él nació, siempre hubo algo que logró llamar la atención del mayor. Quizás era su manera de mirarlo, la seriedad en ese oscuro color, su rostro inexpresivo, quien lo viera pensaría que Minho carecía absoluta emoción, pero la realidad de las cosas, era que el muchacho japonés poseía tantas emociones que lograba agobiarse por completo.
Kai suspiro estirando la mano que mantenía apoyada al rededor del volante para presionar su palma sobre la mano ajena. Minho confundido alzó su mentón observando con curiosidad como el pelinegro simplemente sonreía indicándole con aquella simple acción que no estuviese más preocupado.
—¿Estas bien?—cuestionó Kai con aquella suavidad que lo caracterizaba. Con una dulzura completamente naciente de su personalidad, demostrando en actitud y acción lo mucho que le importaba el pequeño castaño.
¿Estoy bien? Se preguntó el menor en sus pensamientos alzando sus comisuras para indicarle que si lo estaba; aunque el no estaba del todo seguro que así fuese.
—No te preocupes—comentó Minho con calma intentando relajar sus hombros mientras que sus delgados dedos se deslizaban por la tela del cinturón; el chico estaba agobiado, debía admitir que le aterraba ver a su madre.
Kai asintió de forma distraída escuchando atentamente su teléfono, el chico mantuvo su mirada al frente, fija en la carretera, mientras que el sonido predestinado de llamada lograba mezclarse con la música de fondo. Minho jugueteó con el borde del cinturón hasta que el sonido logro incomodarlo por completo, rápidamente el chico se inclinó tomando entre sus dedos el aparato tecnológico, su corazón se estrujó al leer el nombre de su madre iluminando la pantalla, el chico ligeramente angustiado deslizó su dedo pulgar aceptando la llamada, se mantuvo en silencio presionando el altavoz para que el mayor fuese capaz de oír la voz de su progenitora.
—Cariño, ¿Cómo ha estado tu día?—la suave voz de su madre rebotó en el interior del vehículo causando que el pelinegro apretara sus labios estirando su mano para bajar la música.
—Ha estado bien, ¡Hasta he ganado el partido con los leones del instituto Hillen!—contestó el muchacho sonando completamente emocionado, siendo completamente capaz de oír como la mujer le respondía con su tan conocido "Estoy orgullosa de ti"
Minho se removió incómodo dejando el teléfono cerca del muslo del mayor, ella jamás ha dicho que esta orgullosa de mi, pensó afectado, sintiendo cada latido como si fuese un doloroso latigazo de calor. El chico intentó no prestar mayor atención a la conversación, rápidamente giró su rostro en dirección de la calle observando sin mayor interés como los árboles pasaban a gran velocidad por su lado.
—...Necesito que compres un par de cosas en el supermercado mientras que tu padre y yo estamos en su reunión de negocios—su madre hablaba, intentando ganarse la respuesta positiva en el pelinegro.
El japonés no era tonto, sus padres realmente lo estaban castigando de aquella manera; ninguna llamada, ninguna atención. Querían hacerle entrar en razón de la manera más primitiva posible. Minho suspiró escuchando como Kai aceptaba, rápidamente la llamada estaba por finalizar soltando frases incoherentes para rellenar los incómodos silenciosos que amenazaban en a florar. Minutos después el mayor dio por finalizada la llamada manteniendo una sonrisa de disculpa que el castaño no logró comprender.
—¿Me quieres acompañar?—preguntó el muchacho sintiéndose rápidamente desanimado al ver como el menor simplemente sacudía su cabeza en negación.
Kai mordisqueó su labio inferior sintiéndose mal por la drástica forma en que sus padres lo trataban, el evidente favoritismo que crecía entre ambos hijos cada vez se volvía más notorio para los dos, logrando causar que los incómodos momentos los envolvieran por completo. El mayor no quería eso, no quería que Minho se sintiese de lado por todo lo que estaba sucediendo, necesitaba demostrarle que él lo apoyaba, que no lo iba a dejar derrumbarse en su malvados pensamientos.
—¿Seguro que no quieres ir?—insistió anhelando poder tener nuevamente un momento a solas con el castaño, quería salir con él, conversar animadamente mientras elegían cosas al azar, pero Minho se veía seguro en su decisión declinando amablemente su ofrecimiento.
El mayor suspiró resignándose a la idea de estar con el muchacho, en silencio se estacionó frente a su hogar observando como Minho rapidamente huía de su vehículo cerrando con cuidado su puerta para luego simplemente dirigirse hacia el interior de su hogar. Kai se quedó un par de segundos más observando con sus dos manos aferradas al volante como el castaño se adentraba en el lugar sin siquiera verlo a los ojos, sin siquiera despedirse de él.
Minho apoyó su espalda contra la puerta de madera escuchando su alocado corazón bombeando en el interior de aquella solitaria habitación. El castaño estaba avergonzado, había permitido que los celos lo carcomieran desquitándose con su hermano mayor, con el único ser que aun cuidaba de él. ¿En qué pensabas? se cuestionó reprochándose por lo idiota que fue al permitir que el mayor fuese al supermercado siendo más que consciente que ni comprar solía hacerlo bien. Minho castigó a Kai, lo castigó por algo que el mayor no tenía verdadera culpa, pero necesitaba desquitarse con alguien, necesitaba lastimar a alguien más.
El chico se adentró en la habitación principal tomándose asiento en el largo sofá, se mantuvo en silencio observando la pantalla de su televisor completamente en negro, ni siquiera se tomó la molestia en encenderlo, para qué hacerlo si ni siquiera le prestaría atención. Minho se acomodó entre las almohadas manteniéndose completamente sumergido en sus pensamientos; lentamente recordó lo vivido en la mañana, la manera en que Hyunjin lo tocó, se sintió asqueado, avergonzado de permitir aquello. Sus mejillas tomaron un bonito tono carmesí al recordar la forma en que Nayeon tomó su mano, le trataba con tanta fragilidad, como si fuese un cristal tambaleándose al borde del abismo, amenazando que, en cualquier momento este caería y se rompería.
Unos suaves toques retumbaron en el interior del lugar, el castaño confundido se puso de pie creyendo que podría tratarse de Kai, lentamente una sonrisa se esbozó en sus labios ante el pensamiento de que su hermano había venido por él, suplicándole para que lo ayudase a comprar de forma efectiva, pero todo rastro de felicidad fue drásticamente boicoteado al abrir la puerta topándose de frente con el rostro de Hyunjin y su cabello completamente alborotado.
—¿Q~Qué haces acá?—jadeó Minho sorprendido dando un paso hacía atrás al sentir las gruesas palmas ajenas adhiriéndose contra su cintura, tomándolo de forma posesiva, remarcando una propiedad que claramente no le pertenecía.
—La puta esa nos interrumpió, vengo a tomar lo que me corresponde—aclaró el más alto inclinando su rostro para presionar con brusquedad sus labios con los ajenos devorando los dulces cerezos del menor con tanta violencia que comenzó asustar al ya temeroso castaño.
Minho apoyó sus palmas contra los pectorales ajenos intentando alejarlo, pero el muchacho era brusco, completamente bruto ante cada acción que ejercía contra el frágil cuerpo del japones. El castaño cerró sus párpados sintiendo la angustia envolviendo su pecho, tembló del solo pavor que le causó la sensación de las ásperas palmas frías de su novio deslizándose por el interior de su estómago reclamando propiedad, indicándole que cada centímetro de su piel le pertenecía. Hyunjin cerró la puerta con fuerza deslizando sus palmas por el torso de su novia para terminar por alzar el delgado cuerpo ajeno obligando al pobre muchacho que enredase sus piernas sobre su cintura.
—B~Basta, no quiero—aclaró el castaño en el instante que logró romper aquel fogoso beso que comenzaba a quitarle por completo el aliento.
Minho logró bajarse del cuerpo ajeno, dando un paso hacía atrás, aquella acción logró enfurecer por completo al mayor quien, no dudo realmente en plantar su espesa mano contra la mejilla contraria observando como el muchacho caía de rodillas contra el suelo sintiendo como la zona afectada se envolvía de un sofocante ardor y calor. Hyunjin se inclinó tomando con rudeza el brazo de su pareja tirando del frágil japones en dirección del sofá, lo lanzó con fuerza contra los cojines sentándose arriba del torso ajeno presionando su entrepierna entre los pechos del muchacho avergonzado.
—¿No quieres tener sexo porque ahora te crees un chico?—se burló el pelinegro presionando con una de sus manos las muñecas de su pareja obligando al joven que colocase sus dos extremidades sobre su cabeza provocando que estuviese indefenso: a su completa disposición—déjame decirte Mina... que eres una chica, mi chica—le aclaró deslizando su mano libre por el torso ajeno empuñando con fuerza el borde de aquella camiseta femenina levantando aquel pedazo de tela para que los bonitos pechos de la chica quedase a exhibición—tienes pechos—se mofó presionando su palma sobre uno de los senos del contrario.
Minho se retorció bajo su tacto entreabriendo sus labios mientras que las lágrimas se deslizaban por sus mejillas, el chico comenzó a llorar sintiéndose humillado ante la manera tosca en que el mayor le estaba tocando, como lo discriminaba a tal punto de que se sintiese miserable por el simple hecho de respirar.
—¿Que clase de fenómeno eres? —cuestionó restregando su entrepierna sobre los pequeños bultos que conformaban la parte delantera femenina del japones, observando con diversión como Minho simplemente se dedicaba a llorar—quizás no te he follado lo suficiente para que te des cuenta que eres una mujer—comentó soltando el seno ajeno para llevar su propia mano hacia su entrepierna soltando el botón de su pantalón para luego simplemente deslizar su cremallera.
Hyunjin se inclinó presionando sus labios con los del contrario, entreabriendo sus cerezos de forma brusca para luego simplemente hundir su lengua de manera posesiva en el interior de la boca ajena. Minho se sintió asqueado en el instante que sintió como el mayor soltaba sus manos para tomar una de sus muñecas obligando que sus dedos rozaran el borde de su ropa interior. El japones sabía lo que iba a suceder, pero no lo quería, realmente no quería eso.
El mayor gruñó sobre los cerezos ajenos atrapando entre sus dientes el labio interior del contrario ejerciendo fuerza hasta lograr lastimarlo. Minho chilló sintiendo como su manos tocaban la intimidad ajena, sus dedos tembloroso rozaron la carne caliente del tronco contrario siendo capaz de sentir como el más alto se presionaba con mas fuerza anhelando tener mayor contacto. El castaño sacudió su cabeza saboreando su propia sangre, con fuerza empujó a Hyunjin escuchando como este jadeaba de la sorpresa.
—¡NO ME TOQUES!—chilló Minho sintiendo como la sangre se deslizaba por su mentón, rápidamente el mayor se levantó volviendo a guardar su pene para luego simplemente subirse el cierre.
Velozmente el muchacho se acercó estampando su puño contra la quijada contraria observando como el cuerpo del castaño colisionaba contra el respaldo del sofá. Completamente enfurecido el mayor envolvió su palma sobre el corto cabello ajeno tirando con fuerza para que el asustado muchacho fuese capaz de verlo a los ojos.
—Me perteneces—le aclaró presionando nuevamente sus labios sobre la boca ajena, escuchando como el contrario se quejaba del dolor—que conste que tu te lo buscaste—susurró alejándose rápidamente del cuerpo de su pareja tirando de su cabello para que, nuevamente quedase recostado contra el sofá, para la sorpresa de Minho, el chico dio un paso hacía atrás, acomodándose su camiseta y pantalón—si le cuentas a alguien lo que ha pasado, te juro que tu hermanito sufrirá las consecuencias—amenazó—será mejor que vuelvas hacer como antes, porque te irá peor.
El castaño tragó saliva observando como Hyunjin caminaba con una completa tranquilidad en dirección de la salida, el chico pudo respirar con una completa calma en el instante que escuchó como la puerta era abierta para luego ser cerrada. De un solo brinco Minho se puso de pie arreglando el sofá para luego simplemente correr en dirección de las escaleras, el chico ingresó en su habitación tomando las primeras prendas que encontró, en silencio se desnudó sintiendo como su piel quemaba ante los roces de las nuevas telas. El chico tomó lo anteriormente utilizado y se encaminó con ellas hacia el pequeño baño que se encontraba cerca de su habitación, se adentró en el lugar dejando la ropa en el interior de la canasta que solía utilizar para dejar lo usado en el día.
Minho giró su rostro topándose con su reflejo en el espejo, el chico tragó saliva viendo el tono rojizo que había tomado una de sus mejillas, deslizó su mirada hacia sus labios, se sintió asqueado en el instante que observó la marca amoratada que se estaba formando por debajo del labio y en el interior de este. Se mantuvo completamente quito viendo como iba vestido; eres una chica, pensó intentando mantenerse con aquel pensamiento, soy una chica, se repitió siendo completamente consciente que aquella era la única forma de volver todo a la normalidad.
El muchacho tomó con sus manos temblorosas la bolsa de maquillaje que su madre le compró hace un tiempo atrás, lo iba hacer, a pesar que por dentro se estaba retorciendo de la angustia y el asco, el chico de todas formas comenzó a maquillarse viendo como el rastro que el golpe de su novio le causó a su mejilla lentamente se iba difuminando. Luego de un par de minutos Minho se encontraba sentado frente al sofá que había sido usado para su triste cambio de actitud, el chico tragó saliva parpadeando con rapidez ante las lágrimas que se estaban alojando en su mirada, Minho entreabrió sus labios tomando grandes bocanadas de aire para poder tranquilizarse, pero sus pensamientos no lo dejaban en paz, no lo dejaban tranquilo.
El japones se tensó por completo al oír las risas provenientes de la entrada de su hogar, el chico se puso de pie peinando su corto cabello de una forma que dejase completamente visible su feminidad.
—Minho, mira quien me he encontrado en la entrad... ¿Pero Q~Qué?—jadeó Kai completamente conmocionado observando a su hermano disfrazado como la chica que anteriormente había estado conviviendo con él—¿Qué paso?—susurró preocupado soltando bruscamente las bolsas para acercarse al incomodo castaño, llegando hasta tropezar con sus propios pies de lo rápido que quería llegar hacia el japones.
Minho dio un paso hacia atrás mordiendo su lengua para no chillar del dolor que le causó el tacto del mayor contra su rostro. El castaño se quedó sin aliento observando la manera en que Kai había comenzando a llorar sacudiendo su cabeza en negación.
—T~Tu... tu no eres feliz así—susurró el muchacho mientras que los ojos del menor se posaban sobre su hombro fijos en la forma en que Nayeon se había estado manteniendo en silencio —¿Por qué?—cuestionó completamente confundido presionando sus palmas sobre los hombros del chico queriendo llamar su atención—Minho, ¿Por qué te lastimas así?
El mencionado sonrió intentando no romperse en ese mismo instante.
—Mi nombre es Mina, Kai—aclaró el castaño con todas sus fuerzas, intentando no cambiar el hecho de como se sentía verdaderamente—solo fue una etapa, no te preocupes, estoy bien—mintió con tanta facilidad que llegó a sorprenderse de lo bien que lo hizo.
Mientras tanto, el mayor simplemente parpadeó completamente conmocionado, sintiendo como si las palabras del castaño lo hubiese abofeteado con todas sus fuerzas. Kai enfureció sintiéndose humillado por la broma que la castaña le brindó.
—¿Lo hiciste para llamar la atención?—cuestionó el muchacho pasando sus palmas por la piel de su rostro limpiando el evidente rastro de lágrimas que se habían acumulado en sus mejillas, mientras que la molestia no tardaba en apoderase de sus acciones—creí en ti—murmuró dando rapidamente un manotazo a la cálida mano de Minho, antes de que su tacto lograse tocar su piel.
Sus palabras fueron como un balde de agua fría para el castaño quien, asustado por perderlo no dudado en dar un paso en dirección del más alto estirando nuevamente su mano para intentar detenerlo.
—Esta amenazado—habló Nayeon causando que el pequeño forcejeó que ambos hermanos estaban manteniendo no tardaran en detenerse. Kai frunció el ceño viendo el pánico reflejado en la mirada del más bajo.
—Cállate—gruñó Minho posando su mirada en la forma seria en que la coreana se le había quedado viendo.
—¿Hyunjin te golpeó, verdad? por eso te has puesto maquillaje—aclaró la joven un punto que logró causar que Kai estirara su mano tomando con fuerza el mentón del más bajo, teniendo la facilidad de pasar su pulgar por las mejillas ajenas viendo como el tono rojizo y amoratado no tardaban en apoderarse de su blanquecina piel—¿A quien tratas de proteger?
—A ti—susurró Minho posando su mirada en el rostro estupefacto de Kai sintiendo completamente abatido en el instante que el chico se abalanzó contra su frágil cuerpo envolviendo sus manos sobre su espalda—t~te lastimará—murmuró empuñando la camiseta del muchacho intentando cubrir sus temores con su cálido cuerpo.
—Estaré bien, no te preocupes por mi—contestó Kai deslizando su palma por la espalda de su hermano menor, escuchando como su llanto llenaba por completo el silencioso ambiente que se había creado.
Nayeon se acercó con lentitud hacia los hermanos sorprendiéndose por completo en el instante que Kai tomo de su brazo causando que ahora fuese ella quien estuviese sosteniendo la frágil anatomía del japonés. La coreana giró su rostro leyendo aquel silencioso "vendré en un momento" brotando de los labios de Kai, la chica dio un paso hacia atrás sintiendo su corazón dispararse en el momento que Minho escondió su rostro entre su cuello y clavícula aspirando aquel exquisito aroma a limón que logró lentamente tranquilizarlo.
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