Humillación
Narrador omnisciente;
A la mañana siguiente Minho fue el primero en despertar-o eso creyó-, con somnolencia el chico se puso de piel elevando sus brazos para hacer crujir su espalda sintiendo como sus músculos se relajaban ante aquel gratificante sonido. EL chico hundió sus pies descalzo en el interior de sus pantuflas comenzando a caminar en dirección de la salida, con curiosidad deslizó sus palmas por su corto cabello sonriendo de forma impulsiva ante la cálida sensación que se alojó en su pecho, en silencio siguió su recorrido adentrándose en el baño. Estaba emocionado, como un niño pequeño esperando la navidad, se observó en el reflejo del espejo, sintió verdadera sorpresa de no ver su características definiciones femeninas; él sabía que aquellas seguían estando ahí, pero le hacía sentir bien el hecho de no notarlo con tanta rapidez. Minho se lavó el rostro para luego proseguir a cepillar sus dientes, cuando terminó, humedeció sus palmas deslizando sus dedos por su cabello castaño, se mantuvo por un par de minutos jugueteando con su corta melena buscando un estilo que le hiciese sentirse cómodo y a gusto.
Luego de un par de minutos más, Minho abandonó aquella estrecha habitación deslizándose por el corto pasillo en dirección de las escaleras, el chico iba a comenzar su descenso, pero un par de voces mezclándose entre las femeninas y masculinas le hicieron detenerse por completo, en silencio el chico se detuvo presionando su palma sobre el frió barandal a la vez que comenzaba a oír la acalorada conversación, "Le hará bien" " Es la única manera que entienda" "Necesita un nuevo ambiente" "Es tu culpa que se revelara de esa manera" Minho no tenía que ser un genio para comprender lo que estaba sucediendo, hablaban de él, buscaban una solución a su problema, pero ellos no eran capaces de comprender, de entender que él no tenía ningún problema; Minho solo quería ser feliz. El chico tembló del puro terror que le causó el comenzar a oír pasos aproximadamente hacia su dirección, asustado dio media vuelta comenzando a correr hacia su habitación, el castañito fue capaz de oír su nombre, oír su femenino apodo, y aquello simplemente causó que su corazón se estrujara. Minho se escondió bajo las sábanas como si de un niño asustado por las monstruos se tratase, y era algo irónico si llegaba a pensarlo con claridad; los niños se asustaban por su propia imaginación, él se asustaba de las decisiones de sus padres.
La puerta de su habitación se abrió minutos después de que él se hubiese escondido, completamente tenso el chico empuñó las sábanas queriendo cubrirse de la definitiva decisión sintiendo su pulso dispararse en el instante que, de un solo tirón le arrebataron lo único seguro que cubría su escuálido cuerpo. El japones intentó no llorar, intentó no demostrarse débil, y al principio realmente funcionó; se mostró fuerte, observó con una fingida indiferencia como sus padres y su tía le estaban observando, "Suzy" pensó teniendo aquel inminente reacción de temblar, la pelinegra sonrió dando un paso hacia adelante, manteniendo en todo momento aquella posición femenina que tanto la caracterizaba.
—Vamos Mina, tu madre me ha pedido que adelante tu cumpleaños—canturreó completamente animada perdiendo todo rastro de alegría al ver como el mencionado simplemente negaba con su cabeza arrastrándose sobre el colchón hasta apegar su espalda contra el respaldo de madera.
Sachiko perdió el control acercándose al castaño para plantar firmemente su palma sobre su mejilla escuchando como el seco sonido de su piel haciendo contacto con la fría piel ajena lograba erizar los vellos de los demás presente. El castaño mordisqueó su labio inferior sintiendo como la zona afectada comenzaba a punzar, el chico fue bruscamente sacado de la cama para luego dejarlo sin ningún tipo de cuidado al lado de su tía. Su padre se quedó en un completo silencio observando la palma enrojecida de su esposa, intentando entender la verdadera razón que su mujer tenía para estar tratando de aquella manera a su propio hijo. Minho agachó su mirada tomando las prendas que la pelinegra le había hecho entrega, en silencio giró sobre sus talones caminando en dirección del baño, el chico ni siquiera se miró en el espejo, no fue capaz de ver su propio reflejo, simplemente comenzó a desnudarse adentrándose en la ducha para calmar aquellos deseos de acabar con su miseria. Veinte minutos después, el castaño volvió a su habitación llevando consigo puesto una apretada falda rosada y un top negro que le hacia ver como una completa prostituta. Minho alzó su mentón viendo la sonrisa de satisfacción de su madre mientras que su progenitor simplemente suspiraba girando su rostro para no ver nuevamente a la muchacha. El castaño quiso reír de forma amarga al comprender; su madre prefería que estuviese vestido como una prostituta a que fuese el mismo.
Suzy envolvió su palma sobre su brazo, la joven comenzó hablar, pero el japonés estaba lo suficientemente sumergido en sus tristes pensamientos como para prestarle atención. Sin siquiera darse cuenta, se encontraba en el interior del vehículo ajeno siendo llevado en una dirección desconocida. Minho apoyó su cabeza sobre el respaldo del asiento teniendo el impulso de llevar sus dos manos hacia su corta falda tirando de aquella prenda para cubrir aun que fuese una gran parte de sus pálidos y desnudos muslos. El chico suspiro observando por el rabillo de sus ojos como su tía encendía la radio queriendo eliminar aquella sensación de incomodidad que se había creado en el ambiente. Les tomó un par de minutos en llegar, Minho sintió sus piernas flaquear al ver el lugar, el chico intentó retroceder, quiso realmente huir en el momento que se percató como su tía abría su puerta haciéndole un suave ademán para que saliese de su zona segura. Las castañas orbes del menor se cubrieron por una fina capa de lágrimas, él no quería entrar, él no quería ser nuevamente una chica.
En silencio Minho fue arrastrado hacia el salón de belleza, una chica de no más de 25 años les dio la bienvenida halagando la belleza femenina que el chico era poseedor, el muchacho tomó asiento sobre una pequeña silla de cuero mientras que quedaba frente a un gran espejo que lograba intimidarlo. Él no opinó, se veía incapaz de verse nuevamente con el cabello largo, así que su tía decidió. Minho observó como una mujer comenzaba a peinar su corta melena, aquella que Nayeon se había esmerado tanto en crear, el muchacho mordió el interior de su mejilla viendo como la desconocida se giraba tomando una gran cantidad de extensiones que hacían juego con el tono de su cabello. El japonés cerró sus párpados intentando pensar en otra cosa, se imaginó la risa de Kai, esa manera peculiar en que apretaba sus dientes dejando que su sonrisa se marcara de forma cuadrada, pensó en que haría el mayor en el instante que lo viese, ¿Se decepcionaría? ¿Lo odiaría? Minho no quería perderlo, no quería que pensara que su momento de sinceridad había sido una completa mentira. Los minutos pasaban con lentitud, cada segundo que transcurría su belleza femenina nuevamente salía a relucir, la mujer dejó su nuevo cabello largo por delante de sus hombros dándole la oportunidad de verse; se odió, Minho realmente se sentía aborrecido de si mismo en aquellos instante. La desconocida terminó su trabajo, el japonés creyó que su tortura había finalizado; grave error.
Otra chica apareció, le sonrió de forma comprometida girando a su vez la silla donde él se encontraba. Minho estaba confundido, pero todas sus dudas se disiparon al ver la paleta de colores sobre la mesa; lo iban a maquillar, lo iban a disfrazar de algo que él no se identificaba. El japonés permitió que ocurriera, permitió como siempre lo había hecho, cedió a los caprichos ajenos pisoteando lo que él realmente deseaba. El chico se observó, fue testigo de la manera en que su atractivo rostro salia lentamente a relucir, lo estaban maquillando de forma sutil, sus labios tomaron un tono rojizo, casi adoptando el tono pastel, sus párpados fueron cubiertos por una fina capa castaña dándole la posibilidad de que sus oscuros ojos se resaltaran, finalizaron el trabajo con un par de capaz de máscaras de pestañas causando la sensación de que sus pestañas eran lo suficientemente largas para darle una mirada provocativa.
Minho quiso vomitar al verse, pero se contuvo sonriendo de forma avergonzada, el chico rápidamente se puso de pie queriendo dejar de ver su propio reflejo. El japonés agradeció haciendo una pequeña reverencia para luego simplemente huir en dirección del auto de su tía importándole realmente poco el hecho de que le hubiese dejado atrás. Con fuerza el muchacho cerró la puerta tomando grandes bocanadas de aire mientras que su corazón no dejaba de lastimar su caja torácica, sus ojos volvieron a cristalizarse a la vez que sus manos comenzaron a temblar. Rápidamente comenzó a jadear encorvando sus hombros ante lo amenazante que se sentía por su propios pensamientos, intentó no llorar, realmente puso todo de él para no derramar ninguna lágrima. Ni siquiera se percató de que su tía ya había ingresado, no le prestó realmente atención a sus palabras, sumergido en sus pensamientos el chico giró su rostro observando el paisaje, su mirada lo traicionó, sus ojos se posaron en su propio reflejo burlándose de él, riéndose por tener la esperanza de poder cambiar, de poder sacar su verdadero ser.
Él supo que la humillación no iba a terminar ahí, su intuición jamás falló en el instante que sintió un peso sobre sus muslos, por instinto agachó su mirada viendo su pequeño bolso que solía cargar cuando iba a su instinto, Minho tragó saliva alzando su mentón para ver la fachada del lugar donde estudiaba. El japonés quiso negarse, quiso suplicar en que no lo llevase ahí; él no estaba listo, no estaba aun preparado para hacerle frente a todos sus demonios. Suzy detuvo su vehículo frente al instituto, frente a él se encontraban todos los estudiantes conversando de forma animada cerca de la zona de los estacionamiento. Los ojos del castaño se posaron en Hyunjin el alto muchacho conversaba animadamente con Woojin y otro par de muchachos más que él personalmente no conocía. Minho giró su rostro observando como su tía simplemente sonreía; como si estuviese disfrutando su sufrimiento.
Minho no dijo nada, en silencio salió del vehículo y con la mayor inseguridad que alguna vez había logrado poseer se acercó a la única persona que conocía. Hyunjin casi se desmaya al ver a su novia acercándose, el chico tuvo que poner su mochila sobre la parte delantera de su cuerpo ante la traicionera erección que lo delató como si volviese a tener 14 años. Woojin silbó observando con interés como la sosa Mina ya no era tan aburrida como alguna vez él pensó, el chico se cruzó de brazo disfrutando la vista que la chica había permitido en demostrar. Minho se tensó al sentir como Hyunjin tiraba de él apegando su espalda contra el pecho ajeno, el castaño se sintió asqueado ante la erección que se apretaba contra su trasero mientras que sus toscas manos envolvían su cintura de una forma posesiva.
—Bueno... hermano me voy con mi chica—se despidió Hyunjin caminando con Minho apegado a él, rápidamente el japonés intentó hacer oídos sordos ante las evidentes bromas con aires sexuales que los amigos de sus novios soltaban sin importarle si aquello lograba lastimar al muchacho.
El alto muchacho tiró de su novia hacia las escaleras, en silencio subieron hacia el cuarto piso siendo completamente conscientes que los baños de aquella planta jamás eran ocupados. Minho hundió sus dedos sobre la parte externa de sus brazos sintiendo los húmedos besos de Hyunjin recorriendo su cuello, marcándolo como si fuese de su propiedad. El japonés fue ingresado con brusquedad en el interior de los baños femeninos sintiendo como su novio lo tomaba sin mayor complicaciones obligando a que tuviese que presionar sus muslos sobre las caderas ajenas, el castaño continuó en silencio sintiendo como el contrario intentaba crear algún tipo de fricción entre ambas intimidades, Minho en particular no sentía ningún tipo de excitación por aquel roce, se veía incapaz de sentir placer cuando el asco era el primer sentimiento que se venía a su cabeza. El chico fue asaltado, Hyunjin completamente desesperado atrapó la boca del castaño introduciendo casi de forma violenta su lengua contra la ajena dándole la orden de que entreabriera sus labios para tener mayor comodidad. Minho cerró sus párpados por costumbre, fue inevitable para él el gruñir en el instante que el más alto estampó su espalda contra la fría pared, aquel sonido fue mal interpretado por su excitado novio quien, ingenuo creyó que él lo estaba disfrutando.
—Te eché de menos—jadeó Hyunjin deslizando una de sus manos por la intimidad de su novia intentando sentir la humedad de la chica, Minho mientras tanto continuó en silencio sintiéndose incómodo por el tacto y la entrecortada respiración del más alto.
¿Realmente me extrañó? pensó Minho siendo más que consciente que el pelinegro solo había extrañado un cálido y húmedo agujero para satisfacer su propia masculinidad. El chico no dijo nada al respecto, simplemente esperó que su novio nuevamente hiciese lo que ya estaba acostumbrado a que pasase cuando estaban a solas, pero aquello jamás sucedido. Rápidamente la puerta se abrió de golpe, Nayeon ingresó en el baño con sus manos completamente manchadas por pintura, la chica se quedó completamente estática observando al chico que anteriormente había ayudado siendo apresado por Hyunjin.
—¿Minho?—cuestionó la coreana completamente sorprendida observando como el más alto gruñía soltando a la castaña para dar un paso hacia atrás demostrándose verdaderamente furioso por lo que había oído—¡Déjalo en paz!
—¿Quien mierda es Minho, maldita lesbiana? —gruñó acercándose de forma violenta hacia la pelinegra tomando con brusquedad de su camiseta para apresarla contra la pared. Nayeon apretó sus dientes sintiendo la caliente respiración del contrario chocando sobre su rostro.
Minho tragó saliva acomodándose su falda para luego simplemente acercarse tomando con fuerza del brazo de su novio intentando tirar del muchacho para alejarlo de la coreana. Hyunjin gruñó dándole un fuerte manotazo que la hizo caer directo al suelo golpeándose con violencia su cabeza contra la fría cerámica. Provocando que Nayeon elevara su rodilla para golpear con todas sus fuerzas la evidente erección que se mantenía entre aquellos ajustados pantalones. El pelinegro jadeó insultando con todas sus fuerzas a la coreana teniendo el impulso de soltar a la chica para dar un par de pasos hacía atrás.
—Esto no se quedará así—gruñó manteniendo una de sus manos aferrada a su lastimada entrepierna, el chico huyó de la habitación adoptando una actitud despreocupada para no dejar en evidencia lo lastimado que había quedado su masculinidad.
Nayeon mientras tanto se acercó a Minho, en silencio se arrodilló frente al muchacho observando como el chico simplemente se dedicaba a llorar presionando sus palmas sobre las cuencas de sus ojos queriendo atrapar cada lágrima que osaba en brotar. La coreana no dijo nada al respecto, simplemente tomó la decisión de sentarse a su lado presionando su palma sobre uno de los hombros del contrario sorprendiéndose de ver como el chico no tardaba en arroparse a su lado completamente atemorizado por todo lo sucedido.
—N~No q~quiero sufrir—admitió Minho en un hilo de voz sintiéndose completamente asqueado por ser consciente que aun seguía estando cubierto por ropas femeninas.
Quizás en otro momento, si hubiese estado a solas, el chico no hubiese dudado en terminar con todo, pero Nayeon estaba siendo completamente adorable y protectora con él, acariciando su hombro sin lastimarlo, sin propasarse, sin pedir algo a cambio, y eso a pesar de que no lo estaba demostrando con palabras, muy en su interior lo agradecía por completo. Minho se sentía avergonzado, se había expuesto a una completa desconocida, casi había mantenido relaciones sexuales en un lugar que él personalmente no se sentía cómodo, y con una persona que no amaba.
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