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Frágil

Narrador omnisciente:

Minho se había vuelto muy cercano a Irene en este último tiempo; respecto a los cambios físicos del muchacho lo que más destacaba era su voz, existían días donde esta era más grave y rasposas, en otros en que se volvía más aguda y chillona, obviamente no podían faltar los "gallitos" causando que la pelinegra siempre acabase por reír ante lo avergonzado que quedaba el japonés. El castaño estaba recostado en la cama de la mayor sintiendo como esta acariciaba su cabello, se llevaban bien, eso era innegable, pero existía cierta tensión que de apoco se estaba volviendo más notoria para ambos. Minho escuchaba atentamente a la pelinegra quien comentaba emocionada las travesuras que solía hacer con Joy y Seulgi cuando eran niñas, el chico estaba atento ante la felicidad que ella estaba emanando, eso era lo que más le gustaba a él, notar su emoción, verla reír, y saber el simple hecho de que estaba siendo feliz le alegraba el alma.

—Yo no le agrado—comentó el japonés en el instante que la pelinegra continuaba hablando de la chica de cabello anaranjado. Rápidamente Irene guardó silencio siendo consciente que él tenía razón—¿Por qué no le agrado?—cuestionó a pesar que una parte de sus pensamientos ya tuvieses una pequeña idea de la razón.

La chica suspiró deslizando su pulgar por el mentón del contrario sintiendo como los pequeños vellos comenzaban a notarse bajo su tacto. Irene mordisqueó su labio inferior sintiéndose nerviosa por la forma en que el castaño había girado su rostro sobre sus muslos quedando de frente a esos bonitos orbes oscuras.

—Nunca pude corresponderle—admitió a la vez que alejaba su tacto para jugar con sus dedos completamente nerviosa por confesar ese pequeño secreto. El castaño entreabrió sus labios sorprendido sintiéndose mal por la pelinaranja—y se que es mi culpa—aclaró causando que Minho se incorporara tomando asiento sobre el colchón—la sigo buscando cuando Suho aparece.

—No puedes culparte por estar aterrada—aclaró el muchacho apoyando su palma sobre la almohada mientras que su torso estaba casi apegado con el de la más delgada—cuando vives esa parte oscura de la vida intentas esconderte y refugiarte en lo primero que te da cariño y confianza—y él hablaba con sinceridad tomando entre sus manos el rostro de la llorosa pelinegra, recordando como él se había aferrado a su hermano, a la familia de Nayeon y ahora a la familia Kang necesitando que alguien lo abrazara, que cuidara las heridas abiertas que corea en general le dejó como consecuencia de actos que ni siquiera cometió—se que no es tan fácil el dejar de lado algo cuando te gusta, pero Seulgi debería comprender que a pesar de todo siguen siendo amigas.

Irene guardó silencio inclinando su rostro hasta tocar con su frente el hombro ajeno, el muchacho deslizó sus palmas de sus mejillas para envolverlas en un cálido abrazo sintiendo como ella le correspondía apoderándose de su espalda con sus delgadas palmas. Minho se quedó en silencio escuchando la suave respiración de la muchacha, el castaño suspiró acariciando el cabello ajeno mientras que la chica se removía besando de manera suave la piel de su cuello.

—¿Dónde estuviste toda mi vida?—cuestionó la pelinegra con calma sintiendo como su corazón galopaba con fuerza en el interior de su caja torácica al escuchar la risa rasposa del contrario.

—En corea atrapado en mis propios pensamientos e inseguridades con un novio abusivo que creía que tenía control sobre mi...—admitió el castaño sintiendo como la chica introducía sus manos bajo su chaqueta, tocando por dentro de su camiseta logrando con las yemas de su dedos acariciaran su abdomen. El japonés tragó saliva recordando el tacto de Nayeon, el chico sabía que estaba mal el hecho de pensar en ella, pero realmente no podía evitarlo—y enamorado, en realidad muy enamorado.

Y aquello llamó por completo la atención de Irene quien, no dudo en alejar su rostro del cuello del más alto observando con sorpresa como este simplemente sonreía.

—¿En serio?—cuestionó sorprendida—¿De tu ex novio?—indagó viendo como el contrario tan solo negaba con su cabeza—¿De una chica?—preguntó con sus párpados entrecerrados notando como el color rojizo subía desde el cuello de Minho hasta sus mejillas dándole un aspecto completamente adorable—¿Es bonita? ¿Como se llama?—y ella tenía curiosidad por saber quien había hecho feliz al japonés en ese tiempo oscuro de su vida.

—Im Nayeon... ella es preciosa en todos los aspecto—admitió perdiéndose en sus pensamientos ante los recuerdos de su ex novia—me aceptó cuando estaba completamente destruido, y no dudó en buscarme a pesar que no era lo correcto—y fue inevitable para él, el no suspirar cuando sus recuerdos se suprimían en solo la coreana—estoy seguro que jamás amaré de nuevo como lo hice con ella—confesó mientras que la pelinegra acariciaba su nuca sintiéndose feliz de que él hubiese conocido el verdadero amor. 

Ambos volvieron a un cómodo silencio, el japonés mantuvo sus ojos fijos en la forma en que la contraria estaba mirando sus facciones, la chica estiró uno de sus dedos tocando los lunares que conformaban sus facciones manteniéndose centrada en esas acciones.

—Ojala alguien hablará así de mi—susurró Irene sin saber que había una pelinaranja detrás de la puerta escuchando gran parte de la conversación sintiendo su pecho oprimirse ante la angustia de notar que, su Baechu no era consciente de cuanto ella la amaba en silencio.

Minho sonrió algo incómodo por la tristeza que ella desprendía, por instinto el chico apoyó su palma sobre la mejilla ajena estrujando entre sus dedos su suave piel. El japonés adoraba hacerle eso porque ella solía enfadarse con rapidez, o cuando la pillaba por sorpresa; era divertido notar como ella ampliaba sus párpados y alzaba sus cejas.

—Basta—se quejó la muchacha avergonzada a la vez que se sorprendía al sentir como la presión de los dedos del muchacho habían sido reemplazado por sus suaves labios. Causando que su rostro enrojeciera por completo—y~ya—susurró en el momento que los labios del muchacho se desplazaron por todo su rostro aumentando aquel bonito tono carmesí—¡Minho!—chilló al sentir como el chico mordía la piel de su cuello, para luego comenzar a reír al verla con la respiración agitada—¿Tu eres tonto? Casi me da un infarto.

—¿Quieres que lo repita?—cuestionó el muchacho apoyando sus palmas sobre sus muslos mientras que sentía su corazón golpeando con fuerza su caja torácica; su endocrinólogo se lo había advertido, le había dicho que era posible que su apetito sexual aumentara y vaya que no le mintió—me gusta tu cara—soltó como si nada sintiendo como la chica golpeaba su brazo levantándose de su cama.

—Eres peligroso—comentó Irene aun avergonzada de pensar que le había gustado—iré a buscar a Joy, quiero comer sushi—aclaró saliendo de la habitación mientras que un sonriente castaño le seguía el paso.

Ambos chicos observaron como Seulgi y Joy estaban acostadas, cada una en un sofá distinto mientras que veían con atención la pantalla. La pelinegra caminó hacía su hermana presionando su dedo índice justo en la nariz de la chica causando que esta le brindase un manotazo con intensión de alejar su tacto.

—¡Ya! ¿Que te sucede?—cuestionó Joy teniendo que, a regañadientes alejar su mirada de la pantalla para ver con sorpresa el cuello de su hermana mayor—¿Estuviste con un vampiro?—preguntó divertida causando que la pelinegra frunciera su ceño confundida logrando que ella y  Minho rieran por su acción a la vez que una seria Seulgi no tardaba en levantarse del sofá para huir del lugar. 

La pelinegra giró su rostro observando como la pelinaranja se perdía en el segundo piso, rápidamente sus ojos se encontraron con los de Minho viendo como la culpa lo estaba consumiendo, por instinto ella se acercó envolviendo sus brazos sobre los hombros del más alto colocándose de puntitas para besar de manera inesperada los labios del contrario.

—Oh—jadeó Joy sorprendida, sin saber que el japonés estaba igual que ella—eso no me lo esperaba.

Irene enrojeció apoyando su mejilla contra el pecho del castaño intentando que sus pómulos no fuesen vistos por ninguno de los dos presentes. Minho tragó saliva elevando su palma para apoyarla sobre los hombros de la chica sin saber muy bien que hacer desde ahora; se suponía que lo de la habitación había sido un simple juego, pero no podía negar que le emocionaba de cierta forma que Irene le quisiese de la manera en que él había aprendido a quererla.

Mientras tanto Kai había intentado contactar con su novia por cuarta veces aquella tarde, el chico comenzaba a desesperarse el hecho de que la chica no estuviese contestando sus llamadas, su primer instinto fue ir a su departamento asustado de pensar que su madre le había hecho algo; él no podría vivir con la idea de saber que Sana salió lastimada por culpa de su familia. El peligris estaba de pie frente al departamento, el chico tenía llaves del hogar de la pelirosa, pero realmente nunca las había ocupado hasta ese momento.

El japonés se quedó de pie observando el lugar; particularmente todo estaba ordenado, aunque tratando de Sana sabía que era normal en ella mantener su ropa regada en el sofá. El chico caminó con tranquilidad por el interior del departamento sintiéndose confundido de notar que la televisión estaba encendida y con un volumen extrañamente alto. Kai no tardó en dirigirse hacía la habitación de su novia siendo consciente que ella jamás sería capaz de perder su dorama que estaba apunto de comenzar. Él debió estar atento a las señales, debió ver más las acciones de su novia, ¿Por qué no lo hizo?.

Kai tomó entre sus dedos la perilla girando aquella pieza de metal para empujar con ayuda de su palma la madera sintiendo como su mundo se desmoronaba al ver que, entre las sábanas se encontraba su novia junto con aquella chica que solía colocarlo celoso; Zhou Tzuyu. El muchacho tragó saliva manteniendo sus ojos fijos en la forma en que ninguna de las dos realmente se habían percatado de su presencia continuando profanando mutuamente sus cuerpos, sin prejuicios, sin ningún tipo de pudor ni culpabilidad. La piel de Kai se erizó por completo ante la forma en que la morena estaba sobre Sana causando que esta gimiera bajito como tantas veces lo había hecho con él, y el muchacho pudo sentir como su mentón temblar mientras que sus ojos se llenaban de lágrimas.

—¿Por esta razón no contestabas mis llamadas?—cuestionó Kai causando que Sana gritara asustada empujando a su amante para cubrirse con las sábanas hasta el cuello, sin pensar realmente que su novio ya la había visto innumerables veces sin nada puesto—y~yo creyendo que te había pasado algo, y tu...—intentó reír mientras que la primera lágrima se deslizaba por su mejilla—olvídalo, sigue con lo tuyo no vayas a perder el orgasmo—comentó con amargura girando sobre sus talones para salir de la habitación sin antes cerrar la puerta detrás de él siendo consciente que rompería en llanto si la volvía a ver. 

Kai por un segundo se le cruzó la mente entrar y descargar su ira de la manera más animal e inhumana posible, pero luego recordó que él no era como Hyunjin, ni como otro idiota que no tenía los huevos suficientes para respetar una mujer así que simplemente huyó del hogar de su ex novia sintiendo como su corazón se estrujaba al saber que ella ni siquiera había sido capaz de salir tras su búsqueda; ¿Tan poco le amó? 

El muchacho se adentró en su vehículo sintiendo como el primer sonido de su llanto se deslizaba por su garganta, lloró con fuerza causando que su alma y corazón terminaran por quebrarse. Sollozó en el alto lanzando puñetazos contra el volante intentando descargar su frustración de alguna manera, mientras que anhelaba poder tener a Minho a su lado, porque no solo él tenía el derecho de escuchar bonitas palabras, de sentir brazos cálidos, Kai también lo quería, él realmente lo necesitaba.

Luego de un par de horas Kai llegó al hogar de los Im, el chico en silencio se adentró en el lugar manteniendo su cabeza agachada y sus hombros encorvados. Al parecer nadie se había percatado de su presencia así que no dudó realmente en esconderse bajo sus sábanas sintiendo como las lágrimas caían de manera silenciosa hasta lograr empapar sus mejillas y almohada. 

De repente alguien había entrado a su habitación provocando que llevará sus palmas contra sus labios deseando que el intruso no fuese capaz de oírlo, pero su cuerpo se tensó al sentir como se recostaba a su lado envolviéndolo en un cálido abrazo.

—Llorar no te hace menos hombre—soltó Jackson sintiendo como Kai se giraba sobre la cama envolviendo sus brazos sobre su cuerpo mientras que se rompía en llanto—esta bien...—susurró acariciando su corto cabello mientras que Nayeon y sus padres observaban la escena desde el umbral de la puerta; obviamente lo habían visto llegar, y se pudieron hacer una idea de lo que había pasado con Sana en el instante que subió a su habitación.

—Y~Yo la amo, ¿Por q~qué? ¿Por qué me hizo eso?—susurró angustiado mientras que empuñaba la camiseta de su mejor amigo sintiendo como este simplemente guardaba silencio acariciando su espalda en un vano intento por reconfortarlo—...—lloró con fuerza encogiéndose sobre el colchón queriendo refugiarse como un niño asustado por la tormenta—deseo tener a Minho a mi lado.

Nayeon lo observó siendo consciente del doloroso sentimiento que te oprimía el pecho cuando la persona que amas te dejaba; aunque claro, su contexto era diferente al del peligris. La pelirroja tomó el teléfono de Kai queriendo cumplir su deseo con tal de no escuchar su doloroso llanto, con facilidad desbloqueó la pantalla sintiéndose mal que la contraseña fuese la fecha de cumpleaños de Sana. La coreana caminó hacía su habitación buscando entre sus contactos el número de Minho dispuesta en hacer una vídeo llamada para que su viejo amigo fuese capaz de verle y sentir un poco de paz, aunque estaba aterrada, no iba a negar que le asustaba volver a ver al japonés.

Irene reía mientras que veía en el teléfono de Minho un par de vídeos del muchacho siendo rehén de la pequeña Wonyoung- sí, al final el muchacho no tuvo más remedio que aceptar el regalo que le había hecho Jihyo-. La pelinegra no pudo evitar explotar en carcajadas al ver como Minho caída de rodillas contra el suelo mientras que el pequeño demonio de Tasmania celebraba su victoria, el sonrojado castaño mordisqueó su labio inferior intentando terminar lo más rápido posible sus necesidades básicas en el pequeño baño personal de la pelinegra.

—¡¿Cómo te ha podido dominar una niña?!—cuestionó Irene continuando burlándose del japonés mientras que lo esperaba sobre el colchón de su cama—oh... ¡Te esta llamando Kai!—avisó al ver como el teléfono vibraba y el pequeño circulo verde le incitaba a que aceptara la llamada.

—¡Contesta!—respondió Minho mientras que terminaba por arreglar su pantalón, llevando ambas manos hacía el lavamanos para limpiarse.

—¡No, que vergüenza que me conozca con estas fachas!—se quejó la pelinegra sintiendo como el calor se instalaba en sus mejillas, a la vez que observaba con pánico como el teléfono ajeno no dejaba de vibrar sobre su palma.

—¡Irene!—se quejó Minho saliendo del baño limpiando su húmedas palmas por sobre sus jeans.

—Bien—respondió deslizando su pulgar por la pantalla sintiendo como su ceño no tardaba en fruncirse al ver un rostro femenino del otro lado—Minho... ¿Tu hermano también es transgénero?—cuestionó confundida causando que el mencionado riera con esa voz rasposa que había logrado adquirir ante las inyecciones—¡No te rías, lo digo en serio!—se quejó avergonzada.

El castaño continuó riendo a la vez que se acercaba a la chica, ni siquiera le prestó atención a la persona que supuso que se trataba de Kai, simplemente se sentó al lado de la pelinegra estirando su mano para presionar con su pulgar e índice la piel ajena como tantas veces solía hacerlo para molestarla.

—Eres una ternura cuando te sonrojas—comentó sintiendo como la contraria tan solo lo golpeaba queriendo que dejara de tocar su piel para que el tono rojizo abandonara su rostro.

Para Nayeon estaba siendo muy incómodo ver la interacción entre su ex novio y la desconocida, sintiendo como sus pulmones se contraían ante esa brillante sonrisa que Minho le estaba brindando a la muchacha.

—¿M~Minho?—cuestionó Nayeon provocando que el mencionado comenzara a toser girando su rostro completamente sorprendido de ver a la ahora pelirroja del otro lado de la pantalla.

—¿Nayeon?—preguntó el japonés sin poder creer que se tratara de ella causando que Irene sintiera como su cuerpo se tensaba y sus ojos se posaban en la recién mencionada, ¿Así que ella era la supuesta Im Nayeon? cuestionó sin saber por que le asustaba su presencia.

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