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Desesperación

Narrador omnisciente:

El castaño volvió a esconderse en su habitación, se mantuvo sentado al borde de su colchón siendo consciente que, nuevamente había colocado el pestillo impidiendo que alguien fuese capaz de ingresar, con sus orbes oscuras observó el color de la prenda de Nayeon deslizando las yemas de sus dedos sobre la tela sintiendo la suavidad de esta. Se mantuvo en silencio, completamente sumergido en las imágenes que seguían repitiéndose una y otra vez, torturando sus pensamientos con la viva representación de Nayeon desnudandose; su cabello desordenado y sus labios entreabiertos lo habían hecho delirar por completo.

Minho suspiró agitando su cabeza en negación; debía sacar de su mente a Nayeon en estado alcoholizado, debía comprender que la chica que había dejado en su habitación no era la misma que le solía besar. Su espalda se tensó ante ese pensamiento, porque era consciente que, realmente no sería capaz de besarla, su mente se encargarían de hacerle entender que su boca estaba contaminada por la suciedad de ese retrete.

Guardó silencio abrumado por los acontecimientos que estaba viviendo, su respiración era agitada mientras que el sudor se deslizaba por su espalda; la ansiedad lo estaba atacando con fuerza y al parecer, no tenía intenciones de dejarlo. El japonés jadeó queriendo recuperar el aliento, por instinto soltó la prenda de Nayeon apoyando sus palmas alrededor del borde del colchón, manteniendo en todo momento su cabeza agachada.

Minho sollozó en alto reviviendo por completo la sensación de tener la cabeza en el interior del inodoro. El muchacho cerró sus párpados sintiendo como las calidad lágrimas se deslizaba por la piel de sus mejillas.

—B~Basta—susurró angustiado mientras que la sensación de ahogo no le permitía el poder tranquilizarse—p~por favor, no lo soporto—admitió llorando como un pequeño bebé a la vez que llevaba sus palmas hacia sus brazos desnudos encajando sus cortas uñas en su piel deseando que todo terminase de una vez por todas.

Luego de un rato Minho logró relajarse, su cabeza dolía mientras que, cada vez que respiraba podía sentir su pecho arder. El muchacho suspiró observando las marcas que él mismo había causado a su piel, por instinto llevo su dedo índice en dirección de su nueva herida presionando la yema sobre las finas líneas rojizas que cubrían la zona lastimada, el muchacho sintió terror camuflado en curiosidad al ver que, el lastimarse lo había tranquilizado.

Se mantuvo sumergido en sus pensamientos hasta que alguien tocó la puerta causando que el muchacho diese un pequeño brinco del susto. Rápidamente alzó su mentón sintiendo sus músculos contraerse ante la idea de que del otro lado estuviese su madre esperando el tener la oportunidad de poder herirlo.

—¿Minho?—preguntó Kai con suavidad—oye... Lo siento.

El mencionado tragó saliva sintiendo sus ojos arder, por instinto se levantó del colchón arrastrando sus pies hasta llegar a la puerta. Su corazón latía como desgraciado a la vez que, la sensación de querer ser protegido en los brazos de su hermano le obligaban el apoyar su torso contra la madera buscando el mínimo contacto con él más alto. Minho guardó silencio queriendo oír la voz de Kai; necesitaba asegurarse que el chico realmente estaba ahí.

—Discutí con Sana... S~Solo llegaste en un mal momento—intentó excusar su comportamiento sintiéndose avergonzado ante el recuerdo de aquellos ojos tristes viéndolo con dolor—jamás quise tratarte de esa forma.

—Te necesitaba—confesó Minho deslizándose por la puerta hasta caer contra el suelo. Por instinto el muchacho llevo sus rodillas contra su pecho apegando su mejilla sobre la fría madera escuchando de manera atenta como Kai hacia lo mismo del otro lado—m~me lastimaron.

El pelinegro sintió su pulso dispararse ante su confesión, con la preocupación a flor de piel el muchacho se puso de pie llevando por instinto su palma contra el picaporte. Kai estaba aterrado, sus dedos apretaron con fuerza el metal girando su muñeca de manera instintiva; el mayor quería ver al castaño, él realmente necesitaba observar que su hermano estaba bien.

—¿Qué sucedió? ¿Minho?—cuestionó el muchacho a la vez que volvía a girar la manilla con fuerza, escuchando de manera atenta como su hermano simplemente sollozaba por lo bajo.

—No quiero... N~No puedo, duele—confesó deslizando sus palmas por la cuenca de sus ojos hasta acabar en su mentón sintiendo su piel caliente ante la humedad que envolvía gran parte de sus mejillas.

—Minho...—susurró Kai sintiendo su corazón estrujarse ante el tono de voz del menor; él jamás lo había oído tan roto, ni siquiera cuando su madre solía ofenderlo.

El japonés se levantó del suelo. Con miedo liberó el seguro de la puerta abriendo con sutileza aquel objeto para ver con temor el rostro preocupado de su hermano mayor.

—¿M~Me puedes abrazar? Prometo no volver a molestarte—suplicó observando cómo el muchacho apoyaba sus palmas alrededor de sus hombros tirando con brusquedad de su cuerpo hasta que su mejilla estuviese tocando los pectorales ajenos.

Kai cerró sus párpados deslizando su palma por la nuca del menor sintiendo como el castaño sollozaba sobre su hombro empuñando con todas sus fuerzas su camiseta, queriendo con toda su alma el jamás perderlo. El pelinegro caminó hacia adelante permitiendo el poder cerrar la puerta; Kai no quería darle una oportunidad a su madre de herir más al muchacho. Minho mientras tanto sollozó como jamás en su vida se lo había permitido, se quebró por completo, permitiendo a sus piernas que flaqueran en el instante que hicieron colisión contra el colchón.

El mayor se sentó observando como Minho se recostaba en su cama utilizando su muslo como almohada. El pelinegro con delicadeza estiró una de sus manos hundiendo sus dedos en el interior de la corta cabellera ajena, se quedó en silencio por un par de segundos manteniendo sus ojos fijos en la manera en que las lágrimas se deslizaba por el perfil de la nariz de su hermano. Minho al percatarse de que estaba siendo observado por el mayor no tardó en limpiar con rapidez sus mejillas queriendo no evidenciar lo obvio.

El pelinegro mordió su labio inferior armándose de valor para hablar.

—¿Quieres hablarlo?—cuestionó Kai ansioso a la vez que veía como el castaño simplemente negaba con su cabeza manteniéndose en un completo silencio, siendo consciente que su llanto no se detendría si tomaba la decisión de pronunciar palabra—esta bien... Siempre estaré a tu lado, te lo prometo—susurró inclinándose para besar la cabeza del más bajo.

Minho cerró sus párpados intentando calmar su alocada respiración; luego de un par de minutos el muchacho terminó por quedarse dormido en el muslos del mayor, con sus mejillas aún húmedas y enrojecidas producto del llanto. Kai suspiró, en silencio el pelinegro deslizó el rostro del japonés contra la almohada logrando el poder levantarse del colchón. Cuando lo consiguió inclinó su torso tomando el borde de las sábanas para cubrir el cuerpo del castaño.

Kai se cruzó de brazos tomando asiento en el borde del colchón, se quedó en el interior de la habitación ajena velando el sueño de su hermano menor. Sus ojos en todo momento se mantuvieron fijos en el rostro sereno del castaño, sin siquiera ser consciente las lágrimas se deslizaron por sus mejillas mientras que la culpa y la angustia por no saber que había causado el doloroso llanto del menor comenzaba a abrumarlo.

El pelinegro tragó saliva deslizando sus palmas por sus mejillas mientras que sus ojos seguían estando posados en el perfil ajeno. Rápidamente se percató que Minho estaba completamente calmado y no pudo evitar que la pena lo consumiera al darse cuenta que el único momento del día donde el muchacho estaba en paz, era cuando estaba durmiendo.

—Estarás a salvo—le prometió inclinándose nuevamente para besar la mejilla del contrario teniendo la necesidad de deslizar su palma por el corto cabello de Minho brindándole el cariño que no pudo ofrecerle cuando más lo necesitó. 

Se levantó del colchón caminando hacía la salida, con cuidado abrió la puerta sintiendo su sangre congelarse al ver a su madre de pie frente a él.

—Tengo que hablar con Mina—le aclaró la mujer dando un paso en dirección de la habitación del castaño. Rápidamente Kai se interpuso cerrando la puerta detrás de él aferrando su palma a la manilla de esta solo para que su madre no lograse ingresar—Kai... muévete—le ordenó dejando en exhibición lo molesta que estaba.

—Le harás daño, y él no esta en condiciones para seguir sufriendo—le aclaró el muchacho sintiendo su pulso dispararse ante la fuerza que impacto contra su mejilla; su madre había perdido la razón abofeteando su rostro con tal de conseguir intimidarlo—me da igual lo que hagas conmigo, pero a mi hermano déjalo en paz.

Sachiko respiraba de manera agitada observando con su cabello revuelto como el mayor de sus hijos se mantenía recto y completamente firme a su decisión.

—¿Seguir sufriendo?—cuestionó su madre con un deje de burla en el tono de su voz—Hyunjin solo la castigó, ella merecía eso por humillarlo y a nuestra familia—le aclaró causando que Kai frunciera el ceño mientras que su cuerpo se tambaleaba ante la falta de presión que estaba ejerciendo su espalda contra la madera.

Minho había abierto la puerta observando con sus orbes completamente dilatadas por la furia el rostro inexpresivo de su madre. 

—¿Merecía eso?—cuestionó el muchacho mientras que las lágrimas se deslizaban por sus mejillas—¿Merecía ser humillado de esa forma? ¡Me lastimó de una manera que jamás podré olvidar!—alzó la voz mientras que se acercaba demostrándose valiente ante la sorpresa en el rostro de su madre —¡No puedo entrar al baño sin tener el recuerdo de mi cabeza dentro del inodoro!—sollozó sin importarle romperse frente a los ojos de su progenitora—... ¿E~Están difícil que solo me quieras?—cuestionó aferrándose a la última oportunidad de ver piedad en la contraria.

Kai tragó saliva parpadeando con rapidez para no demostrar que estaba apunto de llorar ante la forma desesperada en que su hermano estaba buscando cariño por parte de su madre. El pelinegro era consciente que realmente no importaba cuanto amor le diese al castaño o el cariño que Nayeon fuese capaz de brindarle al corazón lastimado de Minho; si su madre volvía a rechazarlo lo dejaría a la deriva, y ahí, realmente nadie podría ayudarlo, y eso lo aterraba.

Sachiko se quedó en silencio comenzando a negar con su cabeza, la mujer sentía un colapso en esos instante; ver a su hija llorar, observar como Kai estaba defendiendo con tanta vehemencia "las estupideces" de la menor de sus hijos le comenzaba abrumar lo suficiente para cometer errores que más tarde se iba arrepentir. 

—Te quería... cuando eras normal—le aclaró la mujer observando como el castaño mordía su labio inferior intentando silenciar el llanto que se avecinaba—pero ahora estas en esa faceta rebelde que solo me causas vergüenza—confesó girando su rostro mientras que posaba sus palmas sobre sus caderas—¿Quieres que te quiera? vuelve a ser tu, y deja toda la estupidez de vestirte como Kai—le pidió—deja de avergonzar a tu familia. 

Y sin más se fue, dejando un tenso pelinegro con los puños apretados, y el corazón destrozado de un silencioso japonés. Kai giró su torso en el instante que escuchó la puerta cerrarse, el muchacho asustado estiró su brazo golpeando con sus nudillos la madera a la vez que el nombre del menor se deslizaba entre sus labios, desesperado continuó llamándolo siendo consciente que el castaño estaba emocionalmente inestable.

—Kai... solo quiero estar solo—admitió Minho mientras que arrastraba sus pies en dirección de su baño personal, escuchando como los nudillos del mayor habían dejado de golpear su puerta.

Minho se quitó su ropa mientras que se adentraba en la tina/ bañera, el muchacho dejó el agua caliente andando a la vez que observaba como su piel comenzaba a tomar un tono ligeramente rojizo ante el contraste, cerró la llave luego de que el agua llegase un poco más arriba de sus pechos. En silencio el chico comenzó a ver su cuerpo recordando las fuertes palabras de su madre que constantemente estaban golpeando sus pensamientos. No me lo merecía, pensó enojado a la vez que se inclinaba tomando la esponja de cuerpo para limpiar su piel con quizás, más fuerza de la necesaria.

El chico cerró sus ojos sollozando en alto, repitiendo en su cabeza que no era su culpa.

—N~No quería ser así—susurró mientras que su brazo no se detenía deslizándose por sus muslo con tanta fuerza que comenzaba a dejar pequeñas laceraciones en su piel.

El odio por si mismo comenzó a consumirlo lastimando su cuerpo en un vano intento por querer limpiarse todo mal que su madre le había dejado claro que poseía. Lastimó sus pechos pasando la esponja con fuerza por esa zona hasta dejar pequeños puntos rojizos cubriendo aquella sensible piel, porque creía inconscientemente que de esa forma todo se iba a arreglar.

Luego de media hora cuando el agua se había enfriado y su piel no dejaba de punzar ante las laceraciones que él mismo se había causado, el muchacho había tomado la decisión de salir de la bañera caminando completamente desnudo hacía el espejo para verse. Sus oscuros ojos se deslizaron por su húmedo cuerpo, su piel enrojecida resaltaban en diferentes puntos de su anatomía, y no pudo evitar el llorar arrepintiéndose de lastimarse de esa forma, pero era inevitable; su asco era tal que ya no podía evitar el sentir que los demás tenían razón. 

Minho se vistió en un completo silencio mientras que oía como alguien se estaba acercando hacia la puerta de su habitación.

—Arréglate que Hyunjin viene a verte—le aclaró su madre para luego simplemente alejarse dejando a un asustado muchacho en el interior de su habitación.

El castaño comenzó a temblar caminando hacía el baño en un vano intento por resguardarse; él no quería verlo, no lo quería cerca de su cuerpo. Los minutos comenzaron a pasar con lentitud, hasta que su mayor pesadilla se había hecho real. Minho pudo escuchar a la perfección como la puerta de su habitación había sido abierta, ni siquiera se cuestionó como había sido aquello posible, no podía pensar cuando era consciente de los pasos que se aproximaban hacía el lugar donde estaba. 

—Será mejor que salgas por las buenas—la rasposa voz de Hyunjin logró erizar los vellos de la nuca del menor. Minho se mantuvo quieto, con la respiración atrapada en su garganta, intentó aparentar que ahí no había nadie, pero su ex novio era insistente aporreando la puerta con tal de ingresar en ese minúsculo lugar—¡Abre la puerta!—ordenó a la vez que el castaño simplemente lloraba llevando sus palmas hacía su rostro—¡Me perteneces! ¡¿A caso no te das cuentas?!

Sachiko cuando comenzó a oír los gritos prefirió quedarse en la cocina, entre sus manos sostuvo una taza de té a la vez que su mirada se encontraba completamente perdida en las manecillas del reloj, se quedó pensativa siendo consciente que su hijo mayor no se encontraba en su hogar como tampoco su esposo, así que realmente no tenía de que preocuparse, pero no podía negar el hecho de que, el oír a su hijo menor llorar le erizaba por completo la piel. La mujer hundió sus dedos alrededor de la taza hasta que los gritos habían cesado por completo, Sachiko terminó de ingerir su bebida al escuchar los pasos de alguien aproximándose hacía donde ella estaba descansando. La adulta giró sobre sus talones observando al pelinegro ingresar con calma y una evidente felicidad desbordándose por todo sus poros. 

—Mina ha captado el mensaje, señora Myoui—comentó Hyunjin mientras que arreglaba su ropa—no volverá a desobedecerla.

—¿Así que supondré volvieron?—cuestionó la mujer ignorando como el muchacho había caminado hacía el lavamanos limpiando la sangre que cubría parte de sus nudillos. Hyunjin asintió con su cabeza a la vez que cerraba la manilla deslizando sus húmedas palmas por la parte trasera de sus pantalones—eso es bueno, me alegro—comentó intentando demostrar felicidad, pero no podía evitar estar nerviosa.

—Bueno... me tengo que ir, quizás mas tarde vuelva—avisó acercándose a la mujer para apretar su mano. Rápidamente Sachiko observó las marcas en el brazo del joven y supo que su hija se había defendido.

Hyunjin se fue del hogar de los Myoui causando que, el lugar nuevamente estuviese en un completo silencio. Sachiko volvió a servirse té a la vez que, en la habitación de la segunda planta se encontraba un muchacho nuevamente duchándose mientras que observaba con su cabeza agachada como la sangre se deslizaba por el mármol de la bañera.

(Lo del baño fue error mío-obviamente, ni modo que tuviese alguien más a quien culpar-, olvide donde había dejado la posición del baño en un capitulo pasado porque me dio paja de ver sklsdlksjd lo siento, pero para aclarar en grandes rasgos, el baño personal de Minho esta dentro de su habitación-o sea no literal- pero hay una puerta que separa el baño de su habitación- el baño que nombré en los capítulos pasados era un de invitados, tenía algunas características del baño personal de Minho pero ya saben porque fue, espero que no sea algo muy enredado para ustedes, ni que le cause conflictos, y si suceden, pues no sé, me da igual, usen su imaginación, eso besos) 

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