¿Curiosidad?
Narrador omnisciente;
Nayeon fue realmente amable en tomar la decisión de cuidar de Minho, el muchacho se mantuvo en todo momento en un completo silencio absorto en sus propios pensamientos mientras que sentía como la coreana deslizaba un húmedo algodón por sus mejillas y pestañas intentando limpiar el evidente rastro de maquillaje corrido. El joven suspiró volviendo a parpadear, se quedó inmóvil observando la manera en que aquellas orbes oscuras le estaban analizando, la chica se veía preocupada, y Minho sabía el por qué, pero no quería hablarlo, no quería aclarar la duda que estaba alojada en la mente ajena, porque le aterraba que ella se entrometiese más de la cuenta. Nayeon mordisqueó su labio inferior levantándose del pequeño sofá que componía su humilde hogar, ninguno de los dos fue capaz de ingresar a las aulas luego de lo sucedido en aquel minúsculo baño, la coreana mantenía buenas calificaciones así que podía tomarse el lujo de perder un día de estudio, mientras que Minho, él estaba lo suficientemente preocupado por si mismo como para prestar atención a su futuro incierto.
El castaño volvió a suspirar recostando su espalda contra el respaldo del sofá, se sentía inquieto en aquel desconocido lugar, temía que alguien más llegase y comenzase hacer preguntas que él, sinceramente no era capaz de responder, le asqueaba el tener que presentarse como Mina, el tener que sonreír para demostrar amabilidad. La coreana tomó los objetos que había utilizado anteriormente para liberar el rostro femenino del muchacho de aquella pintura que lo hacía sentirse humillado, en silencio se alejó de la habitación principal causando que los músculos del castaño se contrajeran de la sola idea de estar a solas en un lugar que no era su zona confort.
De repente, para la desgracia de Minho, la puerta principal se abrió, causando que las voces ajenas no tardaran en llenar el silencioso lugar. El japonés tragó saliva levantándose por instinto del sofá para luego prácticamente correr en dirección de la cocina, intentando esconderse como si de un ladrón se tratase. El muchacho se mantuvo completamente tenso viendo por el borde de la entrada de la cocina como un chico de cabello rubio de gran estatura invadía la habitación principal siendo acompañado por un gran números de muchachos vestidos casi de forma idéntica. Minho sintió su cuerpo relajarse al ver un rostro conocido; ahí estaba Kai, con su típico rostro embarrado por el sudor y la tierra, con su cabello revuelto y la ropa completamente ensuciada. El japonés al reconocerle no dudo en salir de su escondite adentrándose de forma valiente hacia la habitación principal, el bullicio que anteriormente había estado presente rápidamente se detuvo quedando el lugar en un completo silencio.
Minho apretó sus labios manteniendo su cabeza agachada, con cierto temor alzó su mentón sintiéndose intimidado por todas las miradas fijas en su cuerpo. Le veían como si fuese parte de un ganado; él se sentía como el cordero atrapado en una manada de lobos hambrientos. Para su suerte Kai empujó a un par de sus amigos logrando que estos parpadearan completamente conmocionado por su cuerpo. EL alto pelinegro se acercó hacia el menor envolviendo de forma protectora su brazo sobre sus hombros teniendo el instinto de presionarlo contra su pecho. Minho suspiró, a pesar que anteriormente alguien más le había agarrado de esa forma, esta era la primera vez en el día que se sentía verdaderamente seguro y cómodo bajo los brazos de un cuerpo ajeno. El chico por instinto presionó su mejilla contra el hombro del mayor sintiendo su palma adherirse contra sus omóplatos.
—Wow... oye Kai, nunca nos comentaste que tu hermana estuviese tan buena—exclamó uno de los muchachos causando que el mencionado apretara su mandíbula mientras que veía como Jackson no tardaba en golpear con su palma abierta la nuca del osado burlón.
—Las hermanas son sagradas, y completamente fuera de sus alcances—comentó el chico de cabello rubio, causando que los demás integrantes del grupo simplemente refunfuñaran como si de niños pequeños siendo castigados se tratase.
Kai rió girando rapidamente su rostro al oír pasos provenientes de las escaleras, el chico intento mostrarse sereno, pero aquel trabajo era completamente difícil de lograr cuando era consciente que, entre sus brazos se hallaba su pequeño hermano actuando de una manera que él personalmente sabía que no se sentía para nada a gusto. Se cuestionó en silencio que había sucedido luego de que lamentablemente tuviera que dejarlo solo a cuidado de sus progenitores, y realmente fue inevitable que la culpa no lo invadiera, quizás mamá lo obligó... quizás papá lo amenazó, pensó mordisqueando su labio inferior sintiéndose repentinamente furioso por entender que Minho, por cuenta propia, jamás se hubiese disfrazado de esa manera.
El japonés se removió incómodo en el instante que se percató de la presencia de Nayeon; la chica traía consigo un pantalón corto masculino acompañado de una camiseta blanca y una chaqueta. Las miradas curiosas no tardaron en hacerse presente, escuchando más de un comentario burlón sobre las preferencias de Nayeon. El muchacho de cabello rubio enfureció, golpeando con fuerza los brazos de los osados bromistas logrando que estos no tardaran en guardar silencio, sin antes disculparse por sus inapropiados comentarios, sintiéndose ligeramente apenados al ser humillado frente a la hermana de Kai. La coreana intentó no prestar atención a la forma en que le estaban observando, con confianza se acercó a Minho tomando con suavidad de su palma para alejarlo del cuerpo protector del mayor.
Avergonzado el castaño siguió los pasos de Nayeon siendo más que consciente que los sucios pensamientos de los amigos de su hermano no tardarían en formular alguna teoría completamente descabellada. El japonés subió las escaleras sintiendo aun la cálida mano ajena presionando su palma, negándose rotundamente a soltarle. Minho sintió los colores subiendo a su rostro en el instante que alzó su mentón topándose con las orbes castañas de la contraria viéndole por sobre su hombro.
—¿Estás bien?—cuestionó Nayeon con verdadera curiosidad viendo como el castaño simplemente asentía con su cabeza esquivando rapidamente su mirada—Bien...—murmuró para si misma tomando la osadía de entrelazar sus dedos con los ajenos sintiendo como su calor no tardaba en envolverla por completo.
Minho se percató que las manos de Nayeon eran más suaves y delgadas que las de Hyunjin, la chica le estaba sosteniendo como si tuviese temor de que se rompiera. El japonés ingresó nervioso en la habitación de la coreana observando todo con cierta curiosidad, era una habitación normal y corriente; ni muy femenina, ni muy masculina. El muchacho tomó asiento en el lugar que la pelinegra le indicó, el chico se mantuvo inquieto sintiéndose completamente incomodo por la ropa que traía encima.
—¿Quieres cambiarte?— cuestionó la mayor en el instante que se percató como el castaño comenzaba a tirar de su falda.
El chico infló sus mejillas avergonzado para luego simplemente asentir con su cabeza indicando que realmente quería hacerlo. La coreana le sonrió dejando las prendas de su hermano sobre el colchón, para luego tener la amabilidad de salir de la habitación cerrando la puerta tras de si. Minho giró su rostro observando la ropa ajena, en silencio tomó la decisión de desnudarse reemplazando la falda por los pantalones corto y la corta camiseta por la playera blanca. Minho se sentía cómodo, debía admitirlo, se sentía bien utilizando eso. Luego de un par de minutos más, alguien tocó con suavidad la puerta causando que el castaño soltase un pequeño "Adelante" observando como el rostro de Nayeon se iluminaba de una gratificante sonrisa.
—¿Quieres que te quite ese cabello sobrante?—preguntó la coreana con cierta timidez observando la forma en que el chico simplemente asentía con su cabeza acomodándose en el colchón.
Nayeon sorprendió al japonés en el momento que se colocó entre las piernas del menor viendo como el pobre estaba lo suficientemente avergonzado como para poder verle a la cara. En silencio la chica comenzó a sacar cada una de las extensiones falsas observando como el rostro del muchacho comenzaba a tomar aquel conocido brillo de paz que solo había logrado notar cuando le cortó su cabello. Minho sonrió en el instante que se percató de la falta de peso en su cabeza, el muchacho tomó el valor para alzar su mentón topándose con aquellas orbes castañas que tanta curiosidad le estaba logrando causar.
—¿Por qué lo haces?—indagó el japonés logrando ver la sorpresa reflejada en el rostro de la mayor, la chica conmocionada por su pregunta soltó un suave "¿Qué?" desprendiendo de sus labios. El castaño apretó sus labios llevando una de sus manos hacia su corto cabello intentando relajarse—digo... ni siquiera me conoces, ¿Por qué continuas ayudándome?
Nayeon apretó sus labios para luego simplemente encogerse de hombros como si aquello fuese una respuesta valida a la duda del contrario. Rápidamente la chica dio un paso hacía atrás perdiendo la cercanía que había logrado crear con el muchacho.
—Porque quiero conocerte—confesó la joven luego de un par de segundos de silencio sintiéndose intimidada por la mirada del contrario—¿Eso esta mal?—cuestionó sonando ligeramente afligida por la seriedad en el rostro ajeno; el chico le analizaba buscando algún indicio de falsedad para poder entender sus verdaderas intenciones.
Y cuando no fue capaz de ver alguna pizca de maldad en la pelinegra, fue completamente inevitable que lentamente la vergüenza lo invadiera por completo, causando que, solamente fuese capaz de encogerse de hombros, dándole la misma respuesta que ella había hecho con anterioridad. El japonés no era capaz de responder; porque ni él sabía si eso estaba bien o mal. Minho apoyó sus palmas contra el borde del colchón inclinando su torso hacía atrás manteniendo el peso de su cuerpo con la simple fuerza de sus manos, continuaron en silencio observándose entre sí, como si creyeran que, con el simple color de sus orbes fuesen capaces de tener algún tipo de conversación. Nayeon tragó saliva sintiéndose cohibida ante la respuesta silenciosa que el castaño le brindó, rapidamente la pelinegra se intentó alejar lo más rápido posible caminando en dirección de su pequeño mueble de madera para dejar las falsas extensiones sobre esa zona, pero fue gratamente sorprendida por una suave mano ajena envolviendo su muñeca proporcionándole un agradable calor, confundida y completamente nerviosa la chica se giró topándose nuevamente con aquellas orbes oscuras observándolas como si no hubiese nada más bonito en la habitación.
—Eres la primera persona a parte de Kai que no me ha juzgado por lo que soy—admitió Minho siendo más que consciente que aun no era capaz de sincerarse con el exterior. Nayeon apretó sus labios recordando la manera en que sus padres le habían aceptado, y realmente no pudo imaginarse lo desgarrador que tenía que ser vivir bajo el odio de tu propia familia—eres la segunda persona que abrazo con una completa sinceridad a pesar que, ni siquiera tu edad sé.
La pelinegra sonrió girando por completo para estirar su mano deslizando con la yema de sus dedos por la quijada ajena, con confianza atrapó uno de los cortos mechones de cabellos del menor limpiando el evidente rastro que lograba impedir que viese con una completa claridad sus facciones.
—Tengo 19 años—admitió observando como Minho simplemente asentía con su cabeza permitiendo que el contacto de sus dedos con su mejilla aun se mantuviese completamente firmes. Nayeon entrecerró sus párpados teniendo un pequeño debate en su cabeza, mientras tanto el castaño no pudo evitar el ponerse de los nervios, sintiéndose intimidado por la duda que se alojaba lentamente en los pensamientos ajenos—¿Estás enamorado de Hyunjin?
Minho amplió sus párpados completamente sorprendido, teniendo el impulso de inclinar su espalda hacia atrás para perder con totalidad el cálido contacto que había aceptado de la contraria.
— ¿Por qué quieres saber eso?— cuestionó a la defensiva queriendo cambiar rapidamente el tema, porque no se sentía cómodo hablando del alto muchacho con la coreana.
—Porque quiero conocerte, ya te lo dije— replicó Nayeon tomándose la molestia de cruzarse de brazos manteniendo sus ojos fijos en el rostro inexpresivo del contrario.
Minho apretó sus labios girando rapidamente su rostro al oír pasos aproximándose hacia la dirección de la habitación, nervioso vio como Kai y el desconocido rubio ingresaban en el lugar deteniendo todo movimiento y palabra al toparse con la extraña imagen de Nayeon peligrosamente cerca del sonrojado castaño.
—¿Qué están tramando ustedes dos?— indagó el rubio con cierta curiosidad, mientras que Kai simplemente se había quedado en silencio llevando uno de sus dedos hacia su labio inferior en un vano intento por ocultar aquella bonita sonrisa de niño travieso que solía ejercer cuando estaba planeando algo.
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