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chico perdido

Si se dan cuenta esto es algo completamente nuevo para mi, pero he tomado la decisión de comenzar a escribirlo porque considero necesario que la gente sea capaz de comprender el daño que las personas como los transgeneros/ transexuales/ travestis, y todos sus derivados, sufren a diario. Necesito aclarar que intentaré hacerlo lo más parecido a la realidad (como yo me la imagino, lo que he visto y leído) Así que queda a SU CRITERIO Y RESPONSABILIDAD el querer seguir con la lectura. [Ah sí, también quiero aclarar que en la narración Mina será relatada con la terminación "él" y su nombre correspondiente "Minho" para que no se confundan]

Narrador omnisciente;

Era la cuarta vez desde que Minho despertó que se cambiaba de camiseta intentando encontrar una lo suficientemente grande para que sus pequeños y bonitos pechos no se hiciesen notar, pero a pesar de sus grandes esfuerzos por ocultar aquel evidente par estos seguían estando ahí firmemente puestos en su lugar correspondiente. El japonés apretó sus puños sobre el borde de su falda odiando el hecho de que su madre siguiese comprando aquellas prendas que no le ayudaban realmente en disimular sus atributos femeninos, y realmente fue un pequeño desliz el desear de forma genuina el poder utilizar ropa de su hermano mayor; ser aunque sea un poco como él. El joven bufó sintiendo su mentón temblar, estaba agotado, completamente derrotado en seguir fingiendo, con la mirada completamente apagada se observó en el espejo deseando tener un par de tijeras para cortar su precioso cabello castaño, en silencio deslizó su mirada hacia su rostro detallando cada facción de su cara, femenino, pensó irritado deseando ver una quijada marcada y unas cejas prominentes, mujer, continuó siendo más que consciente que el pensarlo se estaba lastimando. El castaño elevó su delicada mano derecha hacia sus mejillas deslizando su dedo índice por la húmeda piel, a la vez que soltaba un suave jadeo al sentir como sus uñas lograban lastimarlo; Minho detestaba tener las uñas largas, odiaba el tener que pintarlas, se sentía incómodo al hacer algún quehacer, pero no podía simplemente negarse, no cuando su madre le veía con tanta admiración.

El japonés tragó saliva volviendo a colocarse la última camiseta que encontró satisfactoria, por un par de segundos sonrió sintiéndose ligeramente satisfecho por no ver aquellos bultos que se creaban donde deberían existir pectorales, pero como era de esperarse aquel lindo sentimiento se vio cruelmente pisoteado al escuchar los suaves toques provenientes de la puerta, él no tenía que preguntar, no debía siquiera el cuestionar quién había sido el responsable de aquel sonido, porque sabía a la perfección que solo Kai solía despertarlo.

-¡Mina llegaremos tarde!-la voz rasposa de su hermano mayor resonó desde el pasillo. El mencionado suspiró girando sobre sus talones para tomar su bolso, me llamo Minho, pensó involuntariamente el muchacho deseando con toda su alma que el mayor fuese capaz de llamarlo por lo que era; un chico.

Minho se dirigió hacia la salida sintiendo como la brisa que se colocaba por su ventana lograba acariciar sus piernas desnuda, su incomodidad fue tal que el pobre tuvo que apretar sus labios para no sollozar, porque se sentía asqueado, un fenómeno de la naturaleza. El japonés tragó aquel inexistente nudo que se había alojado en su tráquea impidiendo que tuviese siquiera la facilidad de poder respirar, el muchacho se quedó un par de segundos de pie frente a su puerta intentando mentalizarse para actuar nuevamente en aquella falsa vida perfecta que se había montado para satisfacer la felicidad de los demás, para no sentir el rechazo de quienes amaba. El castaño salió de su zona confort topándose de frente con el largo pasillo que daba hacia el descenso de las escaleras, en esta parte era la más complicada para él, el tener que ver como los cuadros se veía un precioso bebé femenino posando con tanta felicidad lo hacían sentirse enfermo. Luego de un par de segundos el muchacho logró encontrar un poco de valentía emprendiendo camino hacia el final de su cruel recorrido sintiendo su corazón galopando con verdadera rapidez, la sudoración no se hizo tardar deslizándose por su espalda mientras que el nerviosismo lograba causar el tener que apretar sus puños. Minho bajó los escalones sintiendo sus piernas temblar, mientras que el sentimiento de estar fatigado le causaba el jadear; el muchacho se ahogaba en su propia mentira, suplicando con un grito de silencio que alguien fuese por su rescate.

El muchacho ingresó en el comedor observando como su padre se mantenía sentado bebiendo de forma despreocupado su café mientras que observaba el diario que se hallaba recargado en una de los bordes de la mesa, el castaño dio un par de pasos hacia el interior de la habitación observando como su hermano mayor devoraba la comida con rapidez estando completamente ajeno a su presencia. El sonido de la suela de sus zapatos colisionando contra el suelo de madera causó que su progenitor alzara su mirada sonriendo con cariño a "la muchacha".

-¿Se te han pegado las sábanas, cariño?-cuestionó el hombre con suavidad indicándole que tomara asiento al lado suyo, Minho tragó saliva caminando hacia su dirección dejando torpemente su mochila sobre una de las patas de la mesa-¿Qué te toca hoy?-indagó retomando su lectura mientras que escuchaba como el mayor de sus hijos sorbeteaba el té-Kai, bebe eso como la gente normal, por favor-pidió causando que el muchacho detuviese sus acciones para sonrojarse a mas no poder.

-Nada importante-murmuró Minho completamente distraído observando como el hombre simplemente asentía con su cabeza demostrándose satisfecho por sus palabras. El joven apretó sus dientes tomando la taza que se hallaba frente a él mientras que divaga en sus pensamientos siendo más que consciente del daño que se estaba causando-me gustaría tener el cabello mas corto...-admitió de repente a la vez que, por puro temor agachaba su mirada observando el contenido de su taza a la vez que era capaz de sentir la mirada de su padre, de Kai, y hasta el de su madre que había salido recién de la cocina.

-¿Para qué?-cuestionó su madre sonando completamente confundida, rapidamente la mujer se limpió sus manos sobre su delantal acercándose al menor de sus hijos para posar con cariño su palma sobre su cabeza-Minari... tu cabello es precioso, ¿Para qué lo quieres echar a perder?-preguntó a la vez que negaba con su cabeza-no lo harás, ¿Qué pasa si te queda muy corto? no quiero que parezcas un chico.

Minho, repitió el muchacho en su cabeza, me llamo Minho, pensó teniendo el impulso de soltar la taza para colocar sus dos manos debajo de la mesa deseando que nadie fuese capaz de ver como empuñaba el borde de su falda, "No quiero que parezcas un chico" sus palabra dolían porque tenían razón: él no era un chico. El japonés tragó saliva sintiéndose avergonzado por hablar en voz alta sobre lo que le gustaría hacer con su aspecto; por demostrar su deseo en cambiar, ¿Para qué echarlo a perder? se cuestionó aceptando el hecho de que su madre tenía por completo la razón, su cabello era bonito, ella era una chica y debía dejarlo de esa forma, porque eso era lo que correspondía.

-Pues... si se lo quiere cortar, que lo haga-comentó Kai mientras que se llevaba una pedazo de pan hacia la boca demostrando lo confundido que estaba por ver los rostros serios de sus padres-es su cabello, si desea raparse es su problema, no él nuestro-admitió encogiéndose de hombros causando que su madre jadeara de la sorpresa.

-Mi hija no se cortará el cabello como un hombre-aclaró su madre observando con molestia al pelinegro que simplemente volvió a encogerse de hombros logrando que el corazón del joven Minho se estrujara por completo. Estaba claro el desagrado que sintió la mujer ante la insinuación del mayor de la familia, así que no fue para nada sorprendente para el japonés sentir como su progenitora acariciaba nuevamente su cabello logrando mantenerlo en silencio, un tanto asustado por ver una nueva reacción de su parte-cariño... si quieres hoy puedo llevarte a la peluquería a que te corten las puntas, ¿Qué te parece?

Minho no quería eso, realmente el muchacho no quería simplemente "cortarse las puntas" él quería tener su cabello corto, no había día en que no fantaseara por pasar las yemas por detrás de su cabeza sintiendo como el largo de su sedoso cabello castaño no lograba sobrepasar el grosor de sus dedos. Acostumbrado por su propio rechazo el japonés asintió con su cabeza aceptando lo poco que su madre estaba dispuesta en darle para su propia felicidad, siendo más que consciente que eso provocaría la felicidad en la mujer. El joven alzó su mentón al oír los pasos alejándose de su cuerpo, ligeramente más calmado el castaño estiró sus enrojecidas palmas hacia la taza sosteniendo entre sus dedos aquel objeto para luego simplemente llevarlo hacia sus labios bebiendo de un solo trago su contenido, mientras que era capaz de oír los fuertes latidos de su corazón rebotando contra sus tímpanos.

-Estaba bueno, gracias mamá-habló el muchacho soltando la taza mientras que se colocaba de pie teniendo el impulso de hacer una reverencia en forma de agradecimiento.

Minho quería huir de aquella incómoda habitación, así que realmente no dudó en caminar hacia el baño del primer piso trotando con las mejillas sonrojadas hacia aquella pequeña habitación. Cuando llegó el muchacho cerró la puerta apoyando su espalda contra la puerta, con la respiración agitada y un evidente nerviosismo por la mirada que su padre le brindó antes de marcharse, el joven Minho tomó grandes bocanadas de aire dando un par de pasos hacia el lavamanos para apoyar sus palmas sobre el mármol de esta observando de forma cabizbaja como su camiseta dejaba nuevamente al descubierto la formación de sus pequeños pechos. Eres una chica, pensó sintiendo repulsión por sus propias palabras, Myoui Mina, no Myoui Minho, comenzaba a aclarar sus erróneas ideas teniendo el impulso de estirar una de sus manos para presionar su dedo índice sobre sus pecho mientras que se veía en el espejo.

-Das asco... eres una chica, no lo olvides-se ordenó en un suave susurró sintiendo como su mirada se nublaba y las evidentes lágrimas se deslizaban por sus mejillas-Myoui Mina-susurró haciendo un esfuerzo para no sollozar y llamar la atención de sus padres o peor aun, de Kai.

El joven a pesar de estar hablando de si mismo en femenino, dentro de él aun se sentía un chico; un pequeño niño asustado por la prisión de carne y hueso que había sido cruelmente sometido. Minho estiró una de sus temblorosas manos hacia la llave girando aquella pieza para permitir que el agua rebotara contra el mármol del lavamanos, el japonés se inclinó sumergiendo sus palmas en aquella zona sintiendo como estas rapidamente se humedecían, para luego simplemente llevarlas hacia su rostro intentando refrescar su piel. El cuerpo del castaño se estremeció por completo en el instante que escuchó un par de toques provenientes de la puerta.

-Hey Mina, te espero en el auto-Kai sonaba completamente amable, siendo tan ajeno a su mundo de dolor que lograba lastimarlo aún más emocionalmente.

¿Qué se sentirá? pensó Minho dejando por completo de lado el hecho que su corazón se estrujó ante el nombre que brotaron de los labios de su hermano mayor, ¿Cómo se sentirá el ser un chico de verdad? siempre se lo cuestionaba, luego de tener que sermonearse que era una chica y no un chico, terminaba teniendo como conclusión aquella duda, y cada día que pasaba, cada lágrima que se deslizaba por su piel, el cuestionarlo cada vez se volvía más doloroso, menos soportable. Luego de un par de minutos el japonés tomó la decisión de huir del baño para enfrentar su triste realidad. Con el corazón galopando como desgraciado el castaño se dirigió hacia la zona donde dejó su bolso sorprendiéndose de ver que ya no se encontraba nadie en el comedor a excepción de su madre que al verlo no dudo mostrarse completamente contenta.

-¡Cariño!-exclamó su madre de forma alegre acercándose hacia el japonés quien no pudo evitar el paralizarse sosteniendo su bolso entre sus dedos mientras que veía con pavor como la mujer sacaba un pequeño labial rosa pastel del bolsillo de su delantal-Hyunjin ha llamado, me pidió que te dijera que te esperará fuera del instituto-ella se escuchaba emocionada, lo más seguro que estuviese pensando en su futuro yerno, en cambio Minho lo único que podía pensar era en aquel calvario que le estaban volviendo a someter.

El muchacho intentó con todas sus fuerzas el no vomitar al sentir como su madre atrapaba su mentón entre sus dedos presionando con un toque de fuerza el labial sobre sus labios, sus ojos se cristalizaron ante el dolor que penetraba su ya lastimado corazón por aquella simple acción, pero a pesar de que su progenitora estaba siendo testigo de esa sincera mirada de dolor, de todas formas no mostró ningún tipo de remordimiento por estar pintando la boca de su hijo. Minho jadeó en el instante que ella lo soltó, teniendo el impulso de querer pasar el dorso de su mano por sus cerezos anhelando poder quitar aquella vergüenza que cubrían sus carnes.

-Vete, vete, no hagas esperar a tu hermano-comentó dándole pequeños empujones al delicado hombro del japonés. El castaño llevó su bolso hacia su hombro empuñando con fuerza aquella tela deseando no tener que salir de su hogar, porque le aterraba el tener que continuar fingiendo con las demás personas que compartía su vida diaria-¡He invita a ese jovencito a comer hoy!

Minho huyó apretando sus labios deteniendo todo impulso por llorar, el joven salió de su hogar encontrándose con el bonito auto de su hermano mayor estacionado sobre la vereda. El castaño se armó de valor tomando una buena bocanada de aire para emprender camino hacia la dirección de su transporte, con el evidente sudor deslizándose por su espalda y el temblor de sus manos y muslos, Minho se adentró en el automóvil tomando asiento sobre la zona del copiloto observando con nervios como Kai simplemente lo analizaba en silencio. El japonés sonrió de forma incómoda girando su torso para tomar el cinturón de seguridad colocando rapidamente sobre su anatomía causando que, al abrocharlo este presionara sus pechos indicándole de esa forma que, a pesar de sus esfuerzos por pensar algo distinto él en realidad no lo era. Minho mordió su lengua ante las claras burlas que sus pensamientos habían comenzado a crear; sigues siendo una niña, fenómeno.

-Ten-habló Kai causando que Minho girara su rostro para ver como su hermano mayor estiraba dos de sus dedos sosteniendo entremedio de ellos un pañuelo-debes dejar de aceptar todo lo que dice nuestra madre-comentó mientras que observaba como su hermana aceptaba su ofrecimiento deslizando aquel pedazo por sus labios logrando limpiar aquel color que quemaba sus cerezos-¡Mucho mejor! ahora pareces tu.

Mientes, pensó Minho soltando un suave suspiro acompañado por una falsa sonrisa, jamás pareceré como lo que soy, y realmente estuvo tan tentado en decirlo a viva voz, pero era cobarde, el japonés le temía tanto al rechazo que ya estaba comenzando a pensar que le daba igual lo que él pensara, lo que quería o deseaba, da igual, pensó queriendo aceptar que esta bien lo que los demás quieran de él.

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