Abuelos
Narrador omnisciente:
Minho e Irene se habían quedado abrazado por un par de minutos hasta que la chica lo empujó como si fuese una especie de veneno para ella, el castaño jadeó sorprendido dando un paso hacía atrás ante la conmoción que invadió su sistema por su repentino gesto. El japonés tragó saliva observando la forma en que las manos de su ex novia habían comenzado a temblar a la vez que agitaba su cabeza en negación, indicadores de que estaba por sufrir una de sus tantas crisis. Minho intentó acercarse manteniendo sus manos a cada lado de su torso; él sabía que no podía tocarla, no podía alzar la voz, ni mucho menos acercarse demasiado porque terminaría por desequilibrar su poca cordura.
—T~Tu no deberías estar aquí—habló ella con rapidez, armándose de valor para alzar su mentón topándose con aquellas orbes oscuras que solían arrebatarle hasta los sueños más puro que en algún momento había tenido la posibilidad de lograr—tienes que irte.
Minho frunció su ceño, en silencio se mantuvo quieto dándole la oportunidad de que se desahogara.
—N~No me mires de esa forma—suplicó avergonzada por la manera en que el muchacho se le había quedado viendo; tan dulce, tan amable, que no podía evitar el imaginar que él jamás se había ido de su lado, y que ella jamás había sufrido por su ausencia—t~tu... tu y yo no podemos estar cerca, es peligroso—susurró dando un paso hacía atrás sintiendo como su piel se erizaba alrededor de los suaves dedos que envolvían su muñeca—p~por favor.
—¿Es peligroso por qué Kai lo dice?—cuestionó con fuerza, sin rodeos ni tapujos, lo soltó sin más, esperando ver una reacción positiva. Su sonrisa se ensanchó al notar aquella icónica expresión de confusión por su parte. Adorable, pensó deseando cortar la distancia con aquel hambriento beso que tanto le atormentaba por cumplir—¿Crees que no sé que, por su culpa terminamos?—preguntó con suavidad tirando de ella para sentir su cuerpo emanando aquel agradable calor, tomándose el atrevimiento de enredar con uno de sus dedos un mechón de su cabello logrando colocarlo detrás de su oreja—soy consciente que él fue el culpable.
—P~Pero tenía razón—murmuró atontada por el delicioso aroma que las prendas del japonés emanaban, ingresando sin ningún tipo de problema en sus fosas nasales—mis problemas te iban a lastimar... tu lo sabes, recibías palizas por mi culpa.
—Prefiero recibir todos los días un golpe y una humillación, que no volverte a ver—admitió el muchacho sintiendo como ella lentamente cedía ante sus encantos envolviendo sus palmas alrededor de sus hombros, esperanzada de que él terminara por corromper sus labios como tantas veces lo había hecho en el pasado—...—se quedó en silencio deslizando su dedo índice sobre el pómulo de la muchacha observándola con ternura, sintiendo como su corazón bombeaba con fuerza animado por su mera presencia—creo que deberíamos hablar esto con más calma—soltó.
La burbuja de felicidad que había rodeado el par rapidamente se reventó ante las palabras del japonés. Irene mordió el interior de su mejilla avergonzada ante sus pensamientos, sin pronunciar palabra ella dio un paso hacía atrás alejando sus palmas de los hombros del más alto. Minho se sintió estúpido al perder aquel agradable calor que penetraba la tela de su camiseta, y por más que su mente le recriminaban que había perdido la oportunidad de volver a sentir sus labios, realmente no pudo evitar el pensar que aquello era lo correcto; si la besaba la iba ilusionar, y no podía hacerle eso cuando en muy poco tiempo debía estar en el interior de un avión rumbo a corea.
El castaño rascó la piel de su quijada de forma ansiosa escuchando el suave murmullo de la pelimorada en señal de que aceptaba sus palabras.
—Mañana si quieres podemos conversar—respondió de forma torpe, intentando que su lengua no se trabara con sus palabras. Sintió como su cuerpo se relajaba al observar como ella asentía con su cabeza manteniendo sus ojos posados en la punta de sus zapatos. EL castaño mordió su lengua deslizando sus orbes por la bonita figura ajena, centrándose por un par de segundos en la bolsa que estaba a uno de los costados de su cuerpo—¿Lo vas a tirar?—cuestionó de la nada observando como ella fruncía el ceño siguiendo lo que él estaba apuntando, rapidamente asintió con su cabeza avergonzada por su despiste—déjame que te ayudo.
Minho se había vuelto muy impulsivo los últimos meses, ni siquiera esperó una respuesta por parte de la muchacha, él simplemente se inclinó tomando la bolsa entre sus dedos para girar sobre sus talones dejando aquel material en el interior de uno de los contenedores. Rápidamente el castaño golpeó sus palmas entre sí queriendo limpiar el pequeño polvo casi inexistente que había quedado adherido a su piel, se sintió agobiado por un par de segundos, así que no tardó nada realmente en pasar sus palmas por sus pantalones caminando de forma torpe en dirección de Irene que le esperaba sin saber muy bien por qué lo estaba haciendo. Minho alzó su mentón al quedar frente a ella, por un segundo observó la forma en ella se había abrazado a sí misma, sin pensarlo dos veces se quitó su chaqueta envolviéndola sobre los hombros de una sorprendida pelimorada.
—N~No es necesario—susurró la chica avergonzada observando como su ex novio le veía por un par de segundos para luego sonreír sin decir nada al respecto.
El castaño sacudió su cabeza en negación divertido por el suave rechazo que ella le brindó por su gesto, a pesar de que él sabía a la perfección que ella estaba muriendo de frío. Minho se mantuvo quieto sintiendo su pecho inflarse por la forma en su chaqueta prácticamente le quedaba volando a la más baja, y no pudo evitar que los recuerdos lo azotaran provocando que tragase saliva sintiendo como el tono carmesí pincelaba sus mejillas; ¿Así se veía él en un principio? se cuestionó al recordar como era antes de su transición.
—¿Te molesta que te acompañe hasta tu hogar?—cuestionó con suavidad observando como ella negaba con su cabeza girando sobre sus talones para comenzar a caminar.
Rápidamente el japonés le siguió el paso, en un completo silencio se dirigieron hacía el hogar de la muchacha sintiendo como sus manos a cada tantos segundos se rozaban por la poca distancia que ambos cuerpos estaban compartiendo. Minho mordisqueó su labio inferior manteniendo sus ojos fijos en las lineas del suelo pensando que tan malo y contraproducente sería el hecho de juntar sus dedos con los ajenos, mientras que Irene en más de una ocasión no podía evitar el observar el atractivo perfil del alto extranjero sintiendo aun estar viviendo en un sueño por tenerlo ahí, presente, a su lado, con su característica actitud relajada y sonrisa brillante. La chica había añorado tantos meses el poder verlo, el tener la oportunidad de tenerlo a su lado, quería escuchar su voz, y ahora que recién lo había logrado no sabía como reaccionar.
—Llegamos—murmuró el castaño introduciendo sus manos en el interior de sus bolsillos, balanceando sus pies como un niño pequeño ansioso por lo desconocido.
La chica parpadeó girando sobre sus talones para quedar frente a él. Minho hizo una suave reverencia de despedida mientras que ella había estirado su mano causando que la incomodidad entre ambos aumentara lo suficiente para hacerlos reír.
—Esto es incómodo—admitió el japonés observando como ella asentía con su cabeza dándole la razón. Se sonrieron un par de segundos manteniendo sus ojos fijos en la forma en que sus mejillas nuevamente habían adoptado aquel rubor que tanto conocían—me tengo que ir...—murmuró dando un paso en dirección de la chica siendo valiente al querer cortar la distancia, sintiendo como su corazón latía de emoción al notar como ella también se acercaba dispuesta a juntar sus labios.
Minho se inclinó siendo valiente al juntar sus cerezos con los ajenos, se quedaron así, quietos, permitiendo que la unión que estaban compartiendo aceleraran nuevamente sus corazón como dos tontos enamorados. El castaño deslizó su palma sobre la quijada de la pelimorada sintiendo como ella no tardaba en empuñar su camiseta queriendo que no se alejase. El japonés se arriesgó abriendo sus labios acariciando los ajenos, logrando escuchar el suave suspiro desprendiendo de lo más interno de la garganta de Irene.
—¡ALEJA TUS MANOS DE ELLA!—gritó una voz completamente conocida para los oídos del japonés. el muchacho se asustó alejándose de golpe de su ex pareja observando con pavor como Joy se acercaba con un bate alzado dispuesta en golpearlo—¡Maldito pervertido como te atrev... hombre Minho!—y la ira que en algún momento había adoptado se desvaneció bajando su arma para terminar por cortar la distancia abrazándolo permitiendo que el aturdido mencionado se quedase estático—Jihyo no nos comentó que vendrías.
—H~Hola—respondió el castaño sintiendo como ella le daba palmadas a su mejilla, sonriendo con ternura al notar como él seguía aun asustado por su repentina aparición.
—Para la otra no le comas la boca a mi hermana frente a nuestro hogar, ¿Entendiste?—cuestionó agitando su bate observando como el muchacho asentía con su cabeza. Rápidamente Irene la empujó avergonzada por estar amenazando a su ex novio—¿Qué? trato de protegerte.
—Déjalo en paz—susurró volviendo empujar a su hermana menor observando como esta bufaba, comenzando a retroceder manteniendo sus ojos fijos en el castaño, mientras que movía su bate en señal que lo golpearía si volvía a tocarla—¡Joy!—se quejó escuchando como esta volvía a bufar adentrándose en su hogar. Rápidamente la muchacha volvió a posar sus ojos en el castaño quien sonreía divertido por sus interacciones—e~ella... ella solo bromeaba.
Minho se acercó en silencio, juntando sus dedos con los ajenos a la vez que terminaba por cortar la distancia presionando sus labios sobre la frente de la silenciosa pelimorada.
—Lo sé—admitió el japonés siendo inconsciente de la forma en que había aturdido a la pelimorada por su repentino acercamiento—de todas formas me debo ir—aclaró dando un paso hacía atrás, soltando a regañadientes la unión que estaban compartiendo—descansa Irene—murmuró comenzando a caminar hacía el hogar de los Kang manteniendo sus ojos fijos en la forma en que su ex novia se había quedado quieta posando sus orbes en su figura.
El castaño alzó su palma al cruzar la calle notando como ella le respondía girando sobre sus talones para ingresar a su hogar. El japonés mordisqueó su labio inferior, rapidamente se giró dando un pequeño brinco del susto al ver a su tío Daniel apoyado en el marco de la puerta.
—¿Te perdiste?—cuestionó el hombre divertido haciendo un esfuerzo sobrehumano para no reír al ver las mejillas enrojecidas del muchacho—vamos, hombre, entra antes de que te congeles—comentó acercándose al castaño para rodear su brazo por el cuerpo del menor hasta tocar con su mano el hombro derecho del contrario—por cierto, es la primera vez que veo que alguien pierde una prenda por tirar la basura—comenzó a reír observando como Minho llevaba sus palmas hacía sus mejillas avergonzado al recordar que le había prestado su chaqueta a su ex novia—antes que se me olvide... he dejado tu tarea en tu habitación.
—Oh Dios, basta—suplicó Minho muriendo de la vergüenza al escuchar como el mayor simplemente se reía de él —te acusaré con mamá—y había salido de la nada el apodo hacía Jihyo, de la misma forma en que había sucedido meses atrás. Daniel guardó silencio sorprendido ante la forma en que se expreso olvidando por completo lo mucho que había extrañado escucharlo—d~digo... quise decir Jihyo—murmuró sintiendo como el hombre deslizaba su palma hacia su corto cabello castaño.
—Tu madre me matará si se entera que me he burlado de su bebé—respondió Daniel sonriendo con suavidad para comenzar a caminar hacía su hogar manteniendo aun al castaño entre sus brazos.
Ambos ingresaron en el hogar de los Kang, Daniel fue muy amable al desearle buenas noches caminando hacía las escaleras mientras que el castaño se dirigía por el corto pasillo en dirección de uno de los tantos baños que componía la casa.
Minho despertó escuchando la voz agitada de su tío, el castaño estiró sus brazos para luego simplemente rascar con sus cortas uñas la piel desnuda de sus pectorales sintiéndose aturdido por todo el bullicio que estaba sucediendo fuera de su habitación. Rápidamente el japonés se puso de pie tomando una camiseta estilo musculosa para salir observando con sorpresa como el alto hombre corría desde el primer piso con bolso en mano.
—¡Daniel con cuidado!—se quejó Jihyo mientras que caminaba hacía la salida observando como su marido no tardaba en chocar con la puerta de su vehículo—no es el primer bebé que tenemos—le recordó despidiéndose del castaño quien simplemente agitó su mano sorprendido de que hubiese notado su presencia.
Una somnolienta Wonyoung apareció por el pasillo empuñando el pantalón del japonés, rapidamente este agachó su mirada observando como la pequeña estiraba sus manos para que la cargara aferrando uno de sus brazos el inmenso peluche de conejo de colores pasteles. Minho la elevó con bastante facilidad sintiendo como ella se acurrucaba en su pecho llevando su conejo a su estómago para abrazarlo. El chico volvió a despedirse con su mano al ver que Jihyo aparecía nuevamente en su campo de visión, Minho mordió su labio inferior observando como ella llevaba sus manos a sus labios intentando no llorar ante la adorable imagen del castaño manteniendo acurrucada a su segundo bebé.
Los señores Kang abandonaran su hogar dejando al japonés solo con los pequeños hermanos, el castaño suspiró caminando nuevamente hacía la habitación de Wonyoung para dejar a la pequeña allá, pero esta se aferró a su cuello presionando con fuerza sus diminutos talones contra las costillas del mayor, indicándole que no quería alejarse de él.
—Bien—susurró el castaño alejándose de la habitación con la pequeña en sus brazos.
Wonyoung no lo soltó durante el transcurso de la mañana, el japonés debió desayunar con la pequeña sobre su cuerpo siendo acompañado con el "Señor bigotes". Minho no comprendía muy bien que había sucedido con ella para estar tan apegada a él, pero no podía quejarse; era demasiado adorable.
Sehun bajó horas después riendo entre dientes al ver como el japonés estaba sentado con la pequeña en su abdomen ambos observando la televisión, demasiado concentrados como para prestarle atención a su presencia.
—Papá ha dicho que los abuelos vendrán en menos de media hora—comentó el muchacho causando que Minho se levantara con rapidez corriendo en dirección de la escalera con Wonyoung en sus brazos, provocando que Sehun simplemente soltase una fuerte carcajada divertido por crear el pánico en el mayor.
Media hora después, el mayor de los Kang abrió la puerta justo a tiempo en que Minho bajaba con Wonyoung vestida y peinada. Dos adultos ya de edad ingresaron en el hogar de Jihyo saludando a Sehun de una forma muy adorable; al parecer le habían extrañado demasiado. La pequeña se soltó de la mano del castaño corriendo en dirección de su abuela, el japonés mientras tanto se quedó de pie sintiéndose incómodo ante la forma en que habían ignorado su presencia.
—Oh... no te había visto—comentó su abuela acercándose al castaño a la vez que este tragaba saliva nervioso. Su ansiedad aumento al percatarse que ella no lo había reconocido, aunque bueno, no la culpaba, desde hace mucho tiempo que no se veían, y cuando lo hicieron él estaba en el cuerpo de una mujer—¿Qué eres tu de mi hija?—cuestionó manteniendo aun a Wonyoung en sus brazos, su pregunta causado la risa traviesa de la pequeña provocando que el japonés mordiera el interior de su mejilla intentando que la castaña no lo contagiara con el adorable sonido de su alegría.
—Es Minho, el hijo de Akira—respondió Sehun sintiendo como su abuelo había dejado de acariciar su cabello para ver al castaño de forma más determinada.
La mujer se quedó quieta manteniendo sus ojos fijos en el rostro sonrojado del japonés, mientras que su esposo entrecerraba los párpados buscando algún parecido entre ese muchacho con su hijo.
—¿Minho? lo ultimo que supe de mi hijo fue que tenía dos hijos, Kai y Mina—aclaró el señor Myoui dando un paso para acercarse al castaño—¿Eres el tercero?—cuestionó confundido observando como el muchacho se armaba de valor para sacudir su cabeza en negación.
—Estaba atrapado en un cuerpo de mujer—habló de repente Wonyoung mientras que apoyaba su mejilla sobre el hombro de su abuela—pero ahora es un niño y es feliz, ¿Verdad Minho?—cuestionó sonriendo al ver como el mencionado le devolvía el gesto asintiendo con su cabeza.
—Eres Mina—afirmó el hombre dando un paso hacía atrás—vamos mujer, se nos hará tarde—habló sin posar nuevamente su mirada en el silencioso castaño—fue un gusto verte... Minho—lo soltó con amargura, y eso el mencionado lo pudo notar; era obvio que no le había agradado su presencia.
Su esposa asintió con su cabeza aun conmocionada por la repentina noticia que había brotado desde los labios de su nieta, rapidamente le siguió el paso al mayor despegando su mirada del cuerpo japonés, sin siquiera tener la decencia de despedirse de él. Minho mordió su lengua para no hablar; era consciente que diría algo de mal gusto, y lo que menos quería era joder las cosas con sus primos, el muchacho simplemente elevó su palma despidiéndose de la animada Wonyoung que no había notado para nada el tenso momento que se había creado entre él y sus abuelos.
Cuando quedó solo, Minho simplemente suspiró mordiendo su labio inferior para no llorar; ingenuamente había creído que la gente lo respetaría ahora que legalmente era un chico, pero se equivocó, como siempre, creyó en vano. El castaño tomó grandes bocanadas de aire sintiendo su pecho oprimirse, aquella característica sensación de que se iba a romper rapidamente invadió sus pensamiento provocando que tuviese que llevar una de sus palmas hacía sus labios temiendo que alguien fuese capaz de escucharlo sollozar, a pesar que nadie lo estaba acompañando en el interior del hogar de los Kang. Sus hombros se encorvaron a la vez que las lágrimas descendencia por su piel, intentó ser fuerte, pero el repentino rechazo de sus abuelos fue algo que no esperaba, así que nunca tuvo tiempo de poder asimilar la posibilidad de ese catastrófico momento.
El timbre sonó, pero Minho no fue capaz de atender, el chico se mantuvo de pie frente a la puerta apretando sus puños lo suficiente fuerte para lastimar su piel, a la vez que tomaba grandes bocanadas de aire. El timbre nuevamente sonó siendo acompañado por los golpes de unos nudillos sobre la madera, el japonés elevó una de sus manos pasando su antebrazo por sus ojos queriendo limpiar el evidente llanto que había comenzado a consumirlo.
Cansado Minho abrió la puerta sintiéndose pequeño al ver la mirada de preocupación por parte de su ex novia, la chica no dijo nada al respecto, simplemente se acercó elevando una de sus manos para limpiar el húmedo rastro que se deslizaba por los pómulos del contrario mientras que el japonés tragaba saliva avergonzado, el japonés se dejó querer dando un paso hacia atrás en demostración que estaba permitiendo quedar a su completa disposición; le dió la posibilidad de que lo cuidase.
—Ven, entremos—susurró la pelimorada adentrándose en el lugar mientras que, una de sus manos estaba aferrada a la palma del menor. Ella lo obligó a sentarse sobre el sofá apoyando sus dos palmas contra la quijada del muchacho obligando que la aguada mirada del japonés estuviese fija en la suya—no llores, no se que ha pasado, pero no merecen tus lágrimas—ella era tan dulce con él, y él le había lastimado tanto que no pudo evitar volver a romperse sobre el hombro de su ex novia, sintiendo como ella acariciaba su nuca.
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