Cap. 3
El aroma a canela volvía a entrar por mi nariz al mismo tiempo que hacía el intento de abrir mis ojos. Juraba que había sido toda una pesadilla pero no fue así, cuando mis ojos estuvieron abiertos enfocaron el mismo cuarto que antes; seguía sin comprender que era lo que pasaba, dónde estaba, si estaba vivo o muerto.
Me senté en la cama, sentía la garganta seca como si no hubiera tomado agua en días.
Empecé a sentirme asustado otra vez y con deseos de intentar pararme y huir pero una voz me detuvo, tu voz.
Miré hacía un costado y estabas ahí agachado a mi lado, me mirabas atento y tenías una taza en la mano.
—Chocolate, ¿Quieres? —levantaste la taza hacia mi rostro—. Lo preparé para ti mientras dormías.
Estaba confundido, actuabas como si me conocieras de toda la vida y vaya que si lo hacías, si me conocías de toda la vida.
—No... gracias. No tengo sed —te dije serio. Aunque en realidad si tenía sed pero no pensaba en aceptar la bebida que ofrecías.
—Vamos, tienes que beber algo caliente, aquí hace frío —te levantaste y dejaste la taza en un mueble que estaba al lado de la cama.
—¿Dónde estoy?
Hiciste una pausa antes de contestar.
—En casa —respondiste y te sentaste en la cama.
—Esta no es mi casa.
—Ahora lo es —alzaste tu mano para tocar mi rostro pero yo te detuve.
—No me toques... No quiero que me toques. Quiero que me digas dónde diablos estoy.
—Ya te lo dije —bajaste tu mano—. Estás en casa, Dipper. Al fin estás en casa, conmigo —sonreíste.
No entendía nada, estabas sorprendentemente tranquilo, y seguías respondiendo que estaba en casa, no entendía al principio pero creo que ahora tal vez tenías razón.
No sabía que más decir,había llegado a la conclusión de que no servía de nada actuar con miedo. Necesitaba pensar, necesitaba ocupar mi mente lógica para salir de ahí. Pero me conocías tan bien que ya sabías que pensaría de esa manera.
—Te ves más tranquilo —dijiste—. Lamento que hayas tenido que salir así al frío, la próxima vez que quieras salir solo dilo, te abrigaré bien y saldremos juntos.
Miré hacía mis manos, seguían rojas y entumidas por el frío, mis pies dolían y mi cuerpo lo sentía pesado y cansado.
—Por un momento creí que querías escapar—reíste y te miré—. Pero tranquilo, no puedes huir de aquí —me miraste a los ojos—. Estaremos juntos eternamente.
Te levantaste de la cama y fuiste a la puerta para salir de la habitación, antes de que abrieras la puerta te pregunté algo que siempre te repetí a lo largo de toda mi aventura.
—¿Esto es real?
Giraste la manija y abriste solo un poco la puerta y te quedaste parado por unos segundos.
—Estás aquí ahora —dijiste—. Estás seguro.
* * *
No sé por cuánto tiempo más dormí, es confuso y actualmente aunque intente recordarlo no puedo.
Sé que entraste varias veces a la habitación y tocabas mi frente, podía sentir tu cálida mano en mi cara que en ese punto no sabía si era algo bueno o algo malo que fueras tan cálido.
Entrabas con comida y bebida y la dejabas en el mueble de al lado pero nunca la toqué a pesar de que tenía hambre. Me seguía sintiendo pesado y nunca entendí por qué hasta que supe que es porque me mantendrías así hasta que tú lo quisieras, me sentía asustado y lo sabías y supongo que te aprovechaste de eso.
Lo que me habías dicho seguía repitiéndose en mi cabeza: Estaremos juntos eternamente.
No entendía nada en ese momento y aún no sé si realmente entienda lo importante que era yo para ti. Miré a mi lado y había como siempre un plato de comida nuevo y caliente y jamás logré comprender como siempre se mantenía a una temperatura agradable, para mí desgracia olía demasiado bien y mi estómago rugía pero me obligaba a mi mismo a no comer absolutamente nada.
—Si quisiera matarte, ya lo habría hecho. –dijiste de pronto. Me asusté en ese momento pues oía tu voz pero no te veía a ti, te busqué con la mirada por toda la habitación y no había nada, hasta que miré al frente y ahí estabas frente a la cama.
Tal vez si, tal vez si hubieras querido matarme me habrías dejado ahí en la nieve o dejar que muera de hambre y sed, hubieras sido mucho más cruel pero jamás fue así, al menos nunca fuiste cruel con mi cuerpo.
—Puede ser veneno. —me atreví a decir—. No pienso comer nada de esto, hasta que tú lo pruebes primero, aquí, frente a mi.
Me miraste y sonreíste de una forma tan inocente, y solo dijiste "Está bien" mientras te acercabas al plato de una pasta que se veía apetitosa. Tomaste el tenedor y enrrollaste el spaghetti en el y lo llevaste a tu boca para masticar y tragar sin ningún problema.
—¿Ves? No hay nada, puedes comerlo. —te miraba atentamente, sabías que no confiaba en ti—. Escucha Dipper, sé que debido a las circunstancias no creerás en nada de lo que te diga pero quiero que sepas que jamás te haría daño.
Me miraste a los ojos y por alguna razón se veían sinceros, tus palabras eran sinceras pero me costaba mucho trabajo aceptarlo pero si, si él no me mataba el hambre y la sed lo harían y si moría sería un mejor destino que estar atado a ti toda la vida, o al menos eso creía. Tomé el plato y el tenedor y repetí tus movimientos pero justo cuando quería llevarme el pedazo a la boca mi mano tembló sin parar y el tenedor cayó en el plato. Parpadeé incrédulo y te miré, tú me sonreíste fingiendo que no entendías.
—¿Pasa algo, Dipsy?—preguntaste divertido.
—Mis manos... están débiles. No puedo sostener bien el maldito tenedor.
—Oh, lamento que aún tengas ese efecto, mañana estarás mucho mejor, lo juro. —te acercaste a mi despacio y tomaste el tenedor entre tus manos—. Si no te molesta puedo darte de comer.
No me molestaba, pero me hacía sentir nervioso y alerta que la persona que me tiene cautivo me alimente pero que podía perder, pensaba que morir sería la única salida. Asentí con algo de vergüenza y comenzaste a alimentarme. Me dió miedo tragar pero al final lo hice como un acto suicida y nada pasó.
—¿Ves? Te dije que no tenía nada. No vas a huir de aquí, Dipper. La muerte no va a ser una opción para ti.
—¿Por qué me quieres con vida? ¿Que puedo ofrecerte yo? ¡Soy solo un chico ordinario de Piedmont, jamás lastimé a nadie!
—Tranquilo, bonito. Sé que jamás heriste a nadie, pero estás equivocado, no eres ordinario Dipper Pines. Eres alguien muy importante, solo que ya lo olvidaste. Pero estar aquí te ayudará a recordar.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro