03
Dos años atrás...
De golpe abrió los ojos.
¿Por qué no podía moverse?
Sus ojos miraban atónita su cuerpo desnudo, sin darse cuenta sus mejillas ya se sentían húmedas a causa de las lágrimas involuntarias, comenzó por faltarle el aire. Su respiracion era errática que en cualquier momento podría desmayarse.
Su mente trataba de recordar donde estaba la última vez, de repente una imagen borrosa llegó a su memoria; una habitación, atada a la cama con una intravenosa.
Se aconsejo así misma no mirar a su alrededor y descubrir dónde estaba realmente, una voz hostil que provenía de la puerta le hizo encarar su destino.
—¿Sabes qué le pasan a las niñas que dicen mentiras? —se niego a creer que ese sujeto estuviera delante de ella.
Quiso moverse pero las esposas en manos y pies no la dejaron, además por dónde podría ir, si aquel hombre la había colgado del techo exponiendola.
—¡AUXILIO!, —grito, sabiendo que nadie la escucharía—. ¡AUXILIO! —ella sabía que era un intento estúpido, nadie vendría a ayudarla.
—¡CÁLLATE NIÑA ESTÚPIDA!! Me das las claves o atente a las consecuencias —amenazó sin ninguna expresión de arrepentido, de su chamarra saco una navaja que acerco lentamente al cuerpo desnudo de la jóven.
—Suéltame, te lo suplico. No lo hagas —decía sollozando, se repita que eso no está pasando, deseaba que fuera e una pesadilla.
Sin embargo el miedo se hizo presente al sentir como ese degenerado empezó a mover la navaja por sus pechos, mientras la otra palpaba su zona íntima.
—No dirás nada, ¿Verdad?.
Negó una y otra vez, ella sabía que pasaría después, por más que tratara de moverse tratando de alejarlo, sus esfuerzos eran inútiles, él sin pensarlo presionó aquella navaja sobre el pecho de la chica, la herida fue profunda que de inmediato la sangre broto, pero el hombre no perdió tiempo y se acercó a beber del líquido. La joven solo podía moverse quería gritar pero sabía que si lo hacía esa persona haría más cortes en su piel.
Él hombre le encantaba tenerla a su merced, a pesar de la poca edad que poseía, era una mujer hermosa, con un cuerpo bien proporcionado, se bajó el pantalón y se posición de tras de la chica, la penetró fuerte y sin medirse. La joven lo único que pudo hacer fue gritar y rogar que la dejara, suplicó varias veces que le dolía, pero él no escucho, su sangre salía de su cuerpo sin compasión.
La joven solo deseaba que eso tuviera fin, sus gritos se convirtieron en murmuros. Y le dió paso al llanto, deseo ser libre, solamente era una niña...
Él dejo de moverse, y salió de la joven para después acomodarse el pantalón y pasar de nuevo al frente, él la observó con asco.
—Ni para coger sirves.
Le recriminó con molestia aún sabiendo que la joven no tenía la culpa, no obstante con alguien tenía que descargar todo la furia acumulada. Sus planes no estaban saliendo segun lo planeado.
En un segundo la chica sintió el puño del psicópata estamparse en su rostro, lloró aún más, otro sobre se nariz y el rojo carmesí empezó a sentirse caliente, uno más, fue directo a su labio, un sabor metálico inundó su paladar.
Él se empezaba con rabia la golpiza para solo ir disminuyendo los golpes mientras se divertía, siempre lo hacía. Mientras la chica no creía soportar más, cada golpe es más fuerte que el anterior, pensó que la dejaría de nuevo inconsciente pero de la nada se detuvo.
El frío y el miedo recorren su cuerpo, podía soportar que hiriera su cuerpo, que la violara incluso que la golpeara hasta cansarse, pero de un momento a otro él puso una arma cercas de su muslo y ella dejó de respirar...
—¿Sabes? Hoy se me acabó la paciencia. ¿Me dirás lo que quiero saber? —mintió y volvió a pedir, muy en el fondo deseo que la joven siguiera empeñada en mantener los labios sellados.
Sin embargo por única vez la chica levanto la cabeza para enfrentarlo, le sorprendió que en sus mirada solo podía ver: maldad, su expresión era tan gélida que sintió frío, tanto que sintió la necesidad de poder abrazar su propio cuerpo, pero tenía que acabar de una buena vez con eso.
—No —su respuesta fue clara y firme, sin una gota de miedo ella jamás desvío la mirada de él, quien sonrió. Al menos seguía teniendo el control, le molestó un poco la respuesta, ella estaba concientes que ese “no" era su sentencia de muerte o un descanso.
Él sin pensarlo dos veces presionó el gatillo.
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Actualidad
Como ya era costumbre Melissa ya no pudo conciliar el sueño, después que sus padres le dijeran que tenían una cena especial, las dudas la invaden ellos nunca habían invitado a nadie a su casa.
Salió de su habitación después que todos ya se había marchado, recorrió el ya costumbrado camino hasta la cocina con toda la tranquilidad del mundo, ya nada tenía sentido ni siquiera la nota pegada en la nevera:
“Hermosa, la cena es hoy. No es formal, pero tampoco es para que te presentes como acostumbras, te necesito lo más decente que se pueda. Sam se encargará de ayudarme con los preparativos y tú tendrás que ayudarlo a él...”
Miró por unos minutos más la nota donde claramente se apreciaba el cariño de una madre a su hija, dónde incluso resaltaba la importancia del estilo que Melissa tenía.
“¿Qué tiene de malo mi vestimenta?”. Pensó la jovencita.
Tomo lo primero que sus ojos captaron dentro de la nevera y camino de nuevo por el mismo camino. Al llegar tomo el celular para llamar a Ross e invitarla a cenar. La mujer llegó en menos de quince minutos lista para ayudarla a vestirme "decente".
Su madre era fanática de las compras siempre que iba a las plazas con su hermana, traían algo para ella; sea zapatos, perfumes, bolsos, ropa y hasta joyas, todo esos regalos los dejo un rincón de su armario olvidados. Pero que ahora le serviria de algo cuando por fin encontro algo que no mostrarlas las feas cicatrices de su cuerpo, tomó un baño ya que recordó que tenía que ayudar a su hermano a prepara la mesa.
Melissa, optó por un vestido verde olivo de corte A, de mangas largas, escogió una zapatilla color negras te tacón de aguja. Y su amiga Ross de recomendó que llevará el pelo recogido para que pudiera lucir los aretes y el collar elegantes de una casa de joyería muy famosa.
Si se miraba de cercas a la joven dirían que es feliz y que no tiene un pasados tormentoso.
Sam por su parte decidió poner la mesa el solo, aquella cena la había planeado su padre y cuando quiso saber la razón solo dijo que era lo correcto, incluso le dijo que no tratara de interferir, eso lo dejo muy pensativo. Se apresuró ya que su hermana al parecer se le había olvidado que tenía que ayudar. Cómo deseaba que también olvidar todo para que vuelva a sonreír como antes lo hacía.
Cuando Sam terminó, se retiro a su habitación, mientras las chicas seguían en su plática:
—Melissa, ¿no te has imaginado cómo es? —menciono Ross, con curiosidad.
—Una vez mi padre dijo que era alguien importante, y que yo lo conocía.
—Y es verdad eso. ¿Tú lo conoces? —Ross miraba a su amiga con detalle esperando impaciente una respuesta.
Melissa por su parte trataba de recordarlo, pero ya había pasado mucho tiempo.
—Eso no importa, de todos modos cuando él venga me tengo que ir.
—Y que tal si es alguien, con un carácter fuerte, que te oblige a hacer cosas que no quieres. —cuestionó Ross entrando en pánico.
—Bueno creo que no será tan diferente a lo que estoy viendo aquí. —rebatió. Si algo sabía era que despues que se marchara con aquel joven, seguiría oculta, por unos años más.
—Melissa, ¿y si no es algún agraciado? —volvio a preguntar Ross está vez más angustiada.
Melissa, ya comenzaba a contar y respirar para tranquilizarse.
—Pues ni modos. —contesto indiferente, esas cosas ya no le importaban con tal de salir se esa casa.
—¡MELI, ROSS!.
Melissa agradeció a su madre por aquella llamada, Ross no muy convencida salió de la habitación, Melisa la siguió con la cabeza gacha intentando arreglar su vestido un intento inútil ya que en algún momento imagino que el largo será algo incómodo.
Sintió como algo golpeó su frente y cuando quiso soltar maldiciones, una mano suave y cálida tocó la suya.
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