Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

9. Wedding dress


Yoongi de veras había tratado de vestirse de la forma más anodina posible, pero conservar su esencia, aunque solo fuera por su llamativo color de cabello o por sus pendientes, le había costado desentonar con el resto de invitados, a excepción de la chica que estaba sentada a su lado en la mesa.

Se había presentado como Youna, una de las hermanas de la novia. Se parecía a ella en los rasgos, aunque tenía poco más de veinte años y era más alta, vestida con un traje de chaqueta y unos shorts amarillos, que la mayoría de invitados debían considerar demasiado cortos para resultar decentes. Su cabello era negro, con el flequillo de un rosa chicle y, con lo poco que había hablado con él desde el comienzo de la ceremonia, Yoongi ya sabía que se trataba de la oveja negra de la familia Park.

Llevaba coqueteando con él prácticamente desde que Seokjin los había presentado, y era muy bonita, así que él le había estado siguiendo el juego, aunque sin esforzarse demasiado.

Su amigo ya estaba casado, aunque nada parecía haber cambiado en aquel montaje de sedas blancas, regalos caros y pretensiones. Llevaba un anillo en su dedo y estaba sentado en la cabecera de la mesa, en silencio, mientras Iseul hablaba con la señora Jeon. Yoongi lo miraba de lejos, pues había tantos metros entre ellos que intentar hablarle habría sido del todo inútil.

Se veía apagado, y su sonrisa podía engañar al resto de los presentes, pero no a él. Apenas había tocado su comida, a pesar de que casi siempre tenía hambre. Yoongi intentaría acercarse a él más tarde, cuando el banquete hubiera terminado y los familiares y conocidos dejasen de asediarlo.

Por ahora, se distraía hablando con Youna, que parecía la promesa perfecta de una noche sin compromiso, fácil y agradable para ambos. Se entendían, y probablemente no volverían a verse, porque sus ambientes no podían ser más distintos, y Yoongi jamás se había planteado la posibilidad de mantener una relación seria, no desde su ruptura con Jimin. Era demasiado complicado, y solo lo habría considerado si Hoseok hubiera podido corresponderle.

Seokjin no sabía por qué, si estaba llevando la velada de la mejor manera posible, dada la situación, se había sentido tan mal viendo a Yoongi responder a los flirteos de la hermana de su esposa. Ni siquiera podía oír lo que decían, pero le molestaba. Le hacía sentir más solo aún, a pesar de que le había rogado que viniera precisamente para no sentirse así. Sus miradas se encontraron durante un breve instante, y Yoongi le sonrió, causándole más confusión que nunca antes. Seguramente no tenía sentido, no valía la pena pensar en el por qué de aquellas súbitas ganas de levantarse e irse sin dar explicaciones y quizá llorar, pero sin dejar que nadie lo viera. Llevaba tanto tiempo sin llorar, pero de repente, en menos de veinticuatro horas, sentía que ya no podía reprimir más las ganas que había acumulado durante todos aquellos meses.

Pensó en la Luna de Miel que le esperaba, en que tendría que despertarse junto a ella a la mañana siguiente para llegar al vuelo de las ocho y media de la madrugada. Tanto Iseul como él habían insistido en que no era un trámite necesario, pero el padre de la chica quería que su pequeña tuviera una boda de ensueño. Seokjin pensó, sin poder evitarlo, en Jungkook y en Taehyung, y en lo mucho que ellos hubieran disfrutado de aquel viaje, quizá no tanto por las luces de Paris, o el puente de Londres, o la decadencia majestuosa de Atenas y Roma, sino por la compañía en que se hubieran hallado, que lo volvía todo nuevo y maravilloso, incluso si se trataba del aburrido pueblo pesquero donde vivían.

Aburrido, pero Seokjin había sido feliz las pocas veces que había estado allí. Algo parecido a feliz, en cualquier caso. Hay quién dice que uno no debe volver a los lugares que lo han hecho feliz, y quizá aquello fuera cierto, Seokjin no lo sabía. No podía evitar sentirse como si estuviera cruzando una línea de algún tipo, pasando a la siguiente fase de su vida. Incluso a pesar de que todo iba a seguir como siempre, aunque contando con la distante compañía de su esposa. No sabía porque lo embargaba tal amargura, incluso si ya se había resignado a la que sería su vida, y a la idea de que no encontraría aquel amor del que hablaban los dramas que solía ver y comentar ocasionalmente con Yoongi.

Cuando se repartió la enorme y empalagosa tarta de nata, la mesa quedó algo desordenada, y los invitados, con una copa en la mano (porque el champagne era perfecto para acompañar el postre), empezaron a levantarse de sus asientos y a dispersarse. Fue Yoongi quién se acercó a él, después de despedirse momentáneamente de Youna con un toque suave en la cintura y algunas palabras susurradas en su oído. Iseul también fue a hablar con su hermana, seguramente para reprenderla por el comportamiento tan descarado del que estaba haciendo gala, y además con un chico de clase baja como aquel.

Seokjin ya había discutido un poco con ella durante la comida porque la joven había comparado "el comportamiento desvergonzado" de su hermana menor con la deshonra que Jungkook había traído a su familia. Seokjin, en lugar de asentir y callar, le había respondido que, lejos de avergonzarse, él estaba orgulloso de Kook, e Iseul le había devuelto una mirada de incredulidad y se había hecho el silencio de nuevo.

Quizá era aún muy pronto para saberlo, pero ya casi había descartado la posibilidad de que ella cambiara, o de poder aprender a amarla de la manera en que se supone que un hombre debe amar a su esposa, a la persona con la que va a pasar el resto de su vida. Sin embargo, debía serle fiel, y aquella noche llevarla en brazos bajo el marco de la puerta de su habitación, desabrocharle el vestido de seda blanca y hacerle el amor (lo cual no dejaba de ser irónico, porque, ¿cómo le haces el amor a alguien que no amas?)

Yoongi saludó a Seokjin y le colocó la mano en la espalda, instándole a volver a entrar en el edificio. No había probado la tarta porque era demasiado dulce para su gusto, así que volvieron a la sala de buffet del hotel donde se estaba celebrando la ceremonia, y Yoongi tomó un par de mandarinas del frutero, y se sirvió una copa de whisky, que era más fuerte que el champagne. Seokjin se cruzó de brazos mientras su amigo comía.

-Ella me ha dicho que sería mejor que tú y yo no nos viéramos de ahora en adelante. Piensa que debería relacionarme con gente de mi clase.

-¿En serio? Todo el mundo parece muy aburrido-dijo Yoongi, masticando un gajo de mandarina y ofreciéndole otro a su amigo.

-Lo sé.

-¿No vas a hacerlo, verdad...?-preguntó el de cabello platino, menos tranquilo de lo que aparentaba estar-Alejarte, quiero decir...

-No. Ella no tiene por qué decirme qué hacer.

-Siento lo que voy a decir, hyung, pero tu mujer es una zorra.

Seokjin rio y se encogió de hombros.

-Eso es lo que ella parece pensar de su hermanita. Pero evidentemente sigue siendo demasiado buena para alguien como tú, o eso dice.

Yoongi miró de frente a Seokjin, sin saber muy bien qué decir. Se daba perfecta cuenta de que su amigo trataba de bromear y hablar como siempre, pero lo delataban sus ojos y su lenguaje corporal, o quizá simplemente estaban así de conectados, o a nadie más le importaba como se sintiera el protagonista del día. Le abrazó ligeramente sin decir nada, apoyando la cabeza contra su pecho. Jin le sonrió con tristeza y, sin poder reprimir el impulso, apretó sus labios contra la frente despejada de Yoongi. Yoongi, que olía a mandarinas. Yoongi, que estaba ahí con él para que no se sintiera del todo perdido en el que se suponía que debía ser su ambiente.

Había algo tan íntimo en el momento que Yoongi, incluso sin necesidad de recordar lo que había sentido la noche anterior, se sintió incómodo. Se separó de los brazos de su amigo y sus ojos fueron a parar al viejo piano de cola que servía de decoración a la lujosa estancia.

No fue tan buena idea separar la banqueta para sentarse a tocar. Las teclas estaban cubiertas de una fina capa de polvo, y seguramente hacía décadas que nadie tocaba el instrumento. Seokjin le miró y escuchó a unos metros, de nuevo con los brazos cruzados y la mente en otra parte.

Terminó por tomar asiento a su lado, y tocar teclas al azar sin tener idea de cómo hacerlo. Yoongi le tomó la mano, como en la tarde de pesca en que se habían conocido, y le guió. Seokjin reconoció la melodía como la banda sonora de un drama que habían visto juntos por videollamada hacía semanas. Se preguntó cuanto tiempo había tardado su amigo en memorizarla, y si lo habría hecho deliberadamente porque él había dicho que le gustaba. Era una música evocadora y melancólica, de esas que te hacen añorar sensaciones que no has conocido.

-Eres increíble, Min Yoongi.

-No lo soy-negó Yoongi, sonrojándose ligeramente y perdiendo la concentración.

Seokjin casi había olvidado que estaba en su propia boda, y no tenía noción del tiempo. Tal vez no le hubiera importado quedarse en una sala vacía con Yoongi, un buffet libre y un piano polvoriento que renacía bajo los dedos ágiles y delicados de su amigo. Por supuesto, hizo falta que llegara Iseul a bajarlo de su nube.

La joven estaba en el umbral de la puerta, con el cabello rubio recogido en un moño y la cola del vestido rozando el suelo. Preciosa, con su corpiño de encaje, y lo hubiera sido mucho más si no lo estuviera mirando como lo hacía.

Le instó a volver a salir y proponer un brindis o algo así, y le reprochó su "falta de educación". Él la siguió y Yoongi le acompañó, ganándose una mirada despreciativa de la joven. Seokjin apenas había escuchado sus palabras, quizá porque estaba tratando de descifrar por qué se sentía como si lo hubieran pillado, cuando realmente Yoongi y él no estaban haciendo nada malo. Tocar el piano y mirarse a los ojos y sonreírse con complicidad no era ningún crimen, que él supiera, pero parecía algo prohibido en aquel instante. 

Yoongi miró la pantalla de su telefono y se adelantó para susurrar algo a su oído. Iseul estaba demasiado ocupada guiando a su marido de nuevo hasta el comedor del jardín como para darse cuenta.

-Cuando sean cerca de en punto, di que vas al baño y sal a la puerta de atrás, donde el garaje del hotel. Hay alguien que quiere verte.

Seokjin le dio vueltas a la cuestión mientras brindaba por su "feliz" matrimonio y mantenía tediosas charlas sobre inversiones en bolsa con señores trajeados. Tal y como le había indicado Yoongi, se excusó cuando faltaban cinco minutos para las seis, diciendo que necesitaba ir al servicio. Tardó en encontrar la puerta, porque el hotel estaba lleno de pasillos y habitaciones.

Un coche que reconoció como el de Jimin estaba aparcado en el garaje. El joven estaba dentro, y le saludó desde el asiento del conductor. Seokjin miró a su alrededor hasta que Taehyung le hizo una seña.

-¿Sucede algo...?

-No...Yo solo...Pensé que debería...No lo sé...Estar aquí, supongo. Saludarte, desearte suerte y todo eso-dijo Taehyung.

-Tae...Te lo agradezco, pero es peligroso que estés aquí.

-Nadie sabrá quién soy, y solo iba a estar un segundo. No sé si te sientes dolido por lo de Kook. Él no está realmente enfadado contigo, es solo que...le cuesta entender...y que te quiere mucho, y desea que seas feliz.

-Lo sé, Tae-respondió Jin, tratando de mantenerse sereno.

-Es en serio. Yo...quiero darte las gracias por ser el mejor hermano que Kook podría tener, por todo lo que has hecho por nosotros...

-Ojalá pudiera hacer más-suspiró el mayor.

-Siempre que dices que crees que Koo es fuerte y valiente por lo que hizo, pero yo sé que tú le diste parte de esa fuerza. Y sea lo que sea lo que decidas hacer con tu vida, o lo que decidan por ti, no quiero que te resignes a ser infeliz...Y ven a vernos alguna vez, hyung.

-Iré. Me costará más encontrar tiempo, pero iré. Y...Taehyung...Prefiero pasar por esto a que Jungkook hubiera tenido que hacerlo. En serio. Yo puedo sobrevivir. Pero vosotros, en serio...me hace muy feliz que os tengáis el uno al otro, que, de todas las personas del mundo, fueses tú. Así es como tenían que salir las cosas, y no cambiaría...Cuídalo mucho, por si no os vuelvo a ver en un tiempo.

-Siempre-Taehyung sonrió-. Él se cree que está cuidando de mí, pero es mutuo, como todo...

-Debería irme antes de que sospechen. A mi...a mi mujer no le haría ninguna gracia saber que estás aquí. Ella sí quería casarse con Jungkook-dijo Seokjin, con una sonrisa triste-. Os quiero...Échale un ojo a Yoongi también de vez en cuando...detrás de esa fachada de chico duro, necesita que lo quieran mucho.

Taehyung asintió y le miró de una manera que Jin no supo descifrar del todo, como si supiera algo que él ignoraba. Lo abrazó torpemente y regresó al comedor por segunda vez. Iseul frunció el ceño de nuevo cuando lo vio entrar, sin percatarse siquiera de que tenía los ojos cargados, como si estuviese tratando todavía de contener las lágrimas. No sabía si era porque estaba triste y atrapado o porque sentía que, al fin y al cabo, no estaba tan solo.

Contó en su mente las horas restantes para entrar en su nueva casa, la que compartiría con Iseul. Ser rico tenía varias ventajas, una de ellas era comprar muchas cosas cuando te sentías desgraciado, otra eran las habitaciones y chalets espaciosos, que le permitirían guardar las distancias con su nueva esposa, y, de ser posible, hacer vidas separadas, aunque seguramente los padres de ambos cónyuges esperaban que les hicieran abuelos. Todo se vería, aunque aquel día en concreto, le habían entrado un poco las ganas de dormir y no despertar, porque el cambio podía no ser tan condenatorio y definitivo, pero así se sentía.

Él, Kim Seokjin, era un hombre casado. Un hombre correcto, que estudiaba y trabajaba en asuntos serios, aburridos, y tenía una esposa y una casa grande, y mucho dinero, y una empresa. Un hombre que llevaba el cabello de color negro, y tenía el armario lleno de trajes grises, y mantenía conversaciones sobre las inversiones en bolsa, y cuya existencia era gris, vacía y rutinaria.

Cada vez más escondido quedaría Seokjinie, que soñaba con estudiar interpretación y con vivir un amor digno de un drama. Un joven divertido, al que le gustaba llevar el cabello teñido de morado y cuyo color favorito era el rosa. Un chico que quería a su hermano y sus pocos amigos, y al que le gustaba ver series, escuchar música y jugar a videojuegos, y hablar de cualquier cosa menos de inversiones en bolsa.

Tal vez era mejor que lo perdiera, se dijo. Tal vez así le dolería menos volverse azul y gris, y perder esa esencia que lo convertía en quién era y que, al parecer, su padre despreciaba. 

Mientras la decadente merienda continuaba, con algunos invitados ya ebrios y la mayoría deseosos de regresar a casa, Seokjin, que siempre había apuntado maneras de actor, besó a su esposa un par de veces. Fue un alivio que el fotógrafo que les había inmortalizado en la sesión de la mañana regresase justo entonces con las instantáneas reveladas. Si algo sabía hacer Seokjin, ello era posar. No cabía duda alguna de su prestancia al admirar las fotografías, en las que ambos se veían como una pareja perfectamente enamorada, atractiva y feliz.

Antes, se había tomado una foto con Yoongi. Yoongi no estaba tan acostumbrado como él a posar, y su sonrisa se notaba tímida y poco natural, pero no se veía mal en la imagen, a pesar de ello. Con la diferencia de altura, resultaba adorable. Yoongi podía, en efecto, ser adorable, a pesar de su atractivo duro y masculino, que otras veces él se encontraba observando cautivado (lo cual probablemente no era bueno).

-Deberías tirar eso-dijo Yoongi, con una mueca-Me veo como una mierda, y no ayuda demasiado tener a Mister Universo a mi lado. Deja de ser tan guapo, hyung. No es broma. Me bajas la autoestima y ni siquiera tengo.

-Voy a guardar esa foto para siempre-respondió Seokjin, riendo-. Soy muy guapo, lo sé. Pero nos vemos bien juntos.

-Tírala-insistió Yoongi.

-Vaya, yo que te había guardado una copia.

-Entonces dámela-el menor de los dos extendió la mano, y Seokjin le obedeció, con una sonrisa-. Pero no me creo que vayas a querer recordar este día.

-Quiero recordarlo casi todo. Y no tengo ninguna foto contigo. Pero todavía guardo el cebo de pesca del fin de semana que nos conocimos. ¿Cómo voy a recordarte si no...?

-Hyung, estoy vivo. No necesitas recordarme, estoy aquí. Yo...metí ese cebo en tu equipaje. No sé por qué lo hice-admitió Yoongi-Supongo que entonces...no tenía tan claro que fuéramos a volver a vernos...pero sí quería que me recordaras. 

-Iba a hacerlo de todas formas-respondió Jin, con sinceridad-. Ese fin de semana...en serio cambió cosas dentro de mí. Me dio fuerzas. No lo diría si no fuera así. Yo tampoco soy bueno expresando estas cosas, y no tengo otras maneras de hacerlo...no puedo escribir música como tú. Y no recuerdo si te lo dije el otro día, pero...fue bueno que entraras a mi vida. Fue como respirar un aire nuevo, como una brisa fresca en medio del ambiente cargado y contaminado en el que me sentía...en el que estoy atrapado.

-Oh, cállate. No deberías...Sabes como te ves, sabes como eres, sabes lo que acabas de decir. Hazte cargo si después me enamoro de ti-bromeó Yoongi.

-Lo digo en serio. Claro que iba a recordarte. No solo eso, te quería en mi vida.

-Yo también lo digo en serio. Eso ha sonado...asquerosamente cursi...Deberíamos dejar de ver tantos dramas y ver películas de acción y hacer cosas de hombres, como beber cerveza y pegarle puñetazos a la pared. No digas esas cosas de nuevo. Que tienes suerte de haberme conocido y todo eso. No...no siento que sea así...Yo no he podido hacer nada por ti, no merezco que...

-Yoongi...Estás aquí. Eso es más que suficiente. 

 -Seokjin-dijo Iseul, a unos metros de ellos-. Ven, tenemos que elegir una foto para enmarcarla y ponerla en la repisa de la chimenea.

Era más una orden que una sugerencia, de modo que Jin se encogió de hombros y siguió una vez más a su esposa, dejando a Yoongi solo. Fue la última vez que hablaron aquel día, si bien se despidieron horas más tarde con un gesto de la mano en la distancia y con un escueto mensaje de texto. Yoongi fue más tarde a buscar a Youna para despedirse y darle su número, porque la idea de pasar aquella noche con ella ya no le hacía especial ilusión. Su humor había decaído de repente y solo le apetecía irse a dormir.

Casi ninguno de los invitados se había retirado aún cuando él bajó al garaje a esperar que Jimin viniese a recogerle con el coche. Inesperadamente, no fue el coche de Jimin el que llegó, sino el de Hoseok, chapado con pintura verde brillante y con un llavero con forma de flor multicolor colgando junto al espejo retrovisor. Hobi le explicó que Jimin se había quedado en casa de Tae después de llevarle de regreso, y que se habían entretenido. Yoongi se sentó a su lado, algo cohibido, a pesar de que lo conocía desde hacía ya años. Hay personas que siguen sintiéndose como algo fuera de lo común por mucho tiempo que lleven en tu vida. Y cada vez que Hoseok sonreía, todavía era como la primera vez.

-¿Estás bien, hyung...?¿Cómo estuvo la boda?-preguntó, mientras encendía la radio del coche.

-Normal, supongo-Yoongi sacó del bolsillo la fotografía que se había tomado con Seokjin horas antes y se la mostró a su amigo.

-Oh...te ves...Seokjin de verdad es muy apuesto...El día que lo conocimos...¿te acuerdas...? Puede que suene tonto, pero pensé que...que era tu novio o algo así. O que lo iba a ser.

-Sí que suena tonto, Hobi. Ese día literalmente estaba en la cama con Jimin cuando llegaste.

-Es verdad-Hoseok sonrió-pero no lo sé, me dio esa sensación.

-Solo somos amigos. Literalmente acaba de casarse, y además...ni siquiera creo que le gusten los hombres.

-Está fuera de la cuestión. Supongo que también lo estaba con Jungkook, antes de que conociera a Tae-dijo Hoseok-. La forma en que los educan, aún con todo ese dinero...es así...Se supone que deben crecer, trabajar, formar una familia, todo eso...Uno ni siquiera se plantea la posibilidad de no ser heterosexual.

-Exactamente. Por eso no tiene ningún sentido pensar que...que la historia vaya a repetirse. Y Seokjin...tengo que admitir que alguna vez si pensé...pero lo respeto demasiado como para eso...Y hace tiempo que me gustaba alguien más, así que, incluso si los dos fuéramos libres, no podría simplemente, antes de haber superado a esa otra persona... No...no sería una situación sana...

-Ohh...¿Min Yoongi está enamorado?-preguntó Hoseok, con una sonrisa entre burlona y cariñosa-¿Y de quién...?

-No voy a decir nada más. Solo quería que te dieras cuenta de que...Seokjin y yo...no tiene sentido, no tendría futuro...Lo otro no importa, de verdad. Puede que te lo cuente, algún día, cuando ya se haya pasado todo...

-Como quieras-respondió Hoseok, encogiéndose de hombros y subiendo el volumen mientras movía despreocupadamente la cabeza al son de la música.

El resto del viaje transcurrió de forma silenciosa, y Yoongi terminó por quedarse dormido, con la cabeza apoyada en el hombro de su amigo. Solo cuando bajaron, Hoseok se atrevió a hablarle de nuevo.

-Solo...si te sientes triste por lo de Seokjin o lo que sea...cualquier otra cosa, a mí puedes decírmelo, Yoonyoon. Puedes desahogarte conmigo cuando quieras.

-Hobi—replicó Yoongi, cansado-, por última vez, no me gusta Seokjin.

-Como sea. Me doy cuenta de que estás triste. Y no me gusta que estés triste, así que, si puedo hacer algo...Lo digo en serio-dijo, besando la mejilla de Yoongi inocentemente.

Yoongi se sonrojó por la sorpresa, aunque estaba acostumbrado a lo cariñoso que era Hoseok, pero no se sintió temblar como otras veces que había sucedido algo similar.

-Lo sé-murmuró, asintiendo, poco antes de despedirse de su amigo en el portal. 

Quería meterse en la cama y volver a dormirse tan pronto como le resultase posible, porque estaba confundido y las palabras de Hoseok no habían hecho más que recordarle a sus impulsos de besar a Seokjin la noche anterior. No quería pensar en ello, solo quería dormir y olvidarlo, aunque sabía que no sería posible hacerlo. Quizá con el tiempo las aguas volverían a encauzarse, quizá se distanciarían por lo diferente e incompatible de sus vidas. Quizá se tomarían tanta confianza que la atracción física (y mental) que sentía por Seokjin terminara por difuminarse. En cualquier caso, tenía que desaparecer antes de comenzar a resultar peligrosa...

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro