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8. Invierno


Había pasado ya la Navidad y, aunque el tiempo parecía ser lento, de repente Febrero estaba a la vuelta de la esquina. Seokjin había visto a Yoongi por última vez cuando lo llevó a casa una vez las carreteras quedaron despejadas. No habían tenido mucho tiempo, apenas una salida de pesca infructuosa, y después uno había estado ocupado con el conservatorio y el otro con los preparativos de su boda con Park Iseul, que su padre había decidido adelantar al primero de Febrero, para prevenir que las acciones de Seokjin disuadiesen a la joven y resultasen en la ruptura del compromiso. Sin embargo, habían mantenido el contacto, hablando casi todas las noches por mensaje, y con alguna que otra llamada. Seokjin se dormía con la voz suave y ronca de Yoongi resonando en sus oídos, y contagiaba a este su risa y algunos de sus gustos musicales.

Taehyung se había hecho bastante cercano a Yoongi, y solía subir a su piso cuando Jungkook estaba en el trabajo, para recibir de él lecciones de piano, pues quería sorprender a su novio tocando para él. Había insistido en pagar, pero su vecino se había negado en rotundo, porque sabía que la condición económica de los dos jóvenes era más precaria que la suya, y aquello le daba además una motivación y una excusa para seguir ensayando y tocando, pese a las ocasionales crisis existenciales que le hacían plantearse si de verdad era la música el camino que debía seguir.

Taehyung aprendía rápido. Se había hecho promesa de no desvelar su sorpresa hasta el día en que formulasen los votos matrimoniales, pero no pudo resistir y tocó para Jungkook el mismo día de su cumpleaños, porque Jungkook le cantó una canción que ambos habían escuchado juntos en la habitación de hospital por primera vez, cuando Taehyung tenía una ínfima esperanza de vida y los sentimientos empezaban a florecer entre los dos a toda prisa. Tae le agarró de las manos antes de que terminaran y lo llevó al piso de Yoongi para tocarle la canción en el teclado, mientras este y Namjoon los miraban, entre incómodos y profundamente conmovidos.

A pesar del trabajo y del estado crónicamente frágil de Taehyung, eran todo lo felices que podían ser, y lo único que de veras enfadaba a Kook era el matrimonio inminente de Seokjin, y la nula resistencia que este había ofrecido. Aceptó a regañadientes celebrar con él una improvisada "despedida de soltero" en Hongdae, quizá dejándose caer también por la zona de Itaewon. Yoongi, Jimin, Hoseok, Namjoon y Haeri irían también con ellos, así que podía resultar una noche interesante. Era una última oportunidad de convencer a su hermano para que dejase de conformarse con todo, aunque seguramente haría oídos sordos. Y, aunque hubiera podido, Jungkook no habría acudido a la ceremonia.

Se incorporó en la cama, pensando en lo cotidiano y sin embargo triste de la situación. ¿Para qué la fiesta si, al fin y al cabo, no había nada que celebrar? Tae se movió cerca de él y lo agarró por la cintura, obligándolo a volver a tumbarse, mirándolo de frente.

-Escucha, Koo...No te atormentes más. Es decisión suya.

-Tú sabes que no lo es. Yo debía casarme con ella, y tampoco fue mi decisión.

-No te arrepientes... ¿verdad...?

-No, porque sé que no es culpa mía. Aunque yo no me hubiera ido contigo, todo sería parecido para él. Y tomé la decisión correcta. Nunca me arrepentiré de esto, solo de no haber caído más rápido, de haberme resistido tanto-murmuró Jungkook, acariciando el rostro de su novio- Te amo, y por eso desaprendí todo lo que me dijeron que estaba mal. No entiendo por qué tú y yo no podemos casarnos, si nos hacemos felices, y Seokjin tiene que casarse, si eso va a hacerle todavía más infeliz. No es justo, Taehyungie.

-Amor, no podemos hacer nada...

-Lo sé. Es solo que...¿Qué pasa si un día él siente algo parecido a lo que estoy sintiendo yo por ti, y no es libre para seguir ese amor...? Yo sé que él no planea...pero tú tampoco estabas en mis planes...Si te hubiera conocido tarde, habría tenido que dejarte ir y me habrías dolido aunque no me hubieras tocado nunca antes...

-Eres demasiado bueno...-murmuró Taehyung, haciendo círculos con su pulgar en el dorso de la mano de Jungkook, y mirándole a los ojos con arrobamiento-. Tú...solo...Se supone que vamos a una fiesta...así que los dos vamos a hacer un esfuerzo y vamos a pasárnoslo bien, y vamos a procurar que él se lo pase bien, aunque sea solo por esta noche...¿Me lo prometes, Koo?

Jungkook asintió y besó los dedos de Tae, que tomó su mano y la apretó contra el latir de su corazón, atrayéndole hacia sí para besarle por primera vez en la mañana, algo que se les había olvidado entre tanta preocupación. Estaban asquerosamente enamorados, o así lo había expresado Yoongi durante la anterior lección de piano.

Se vistieron en casa para la fiesta, y después Jimin llevó en su coche a Namjoon, Jungkook y Taehyung. Haeri, que había estado indecisa entre varios atuendos, tardó un poco más, y ejerció de chofer de Hoseok y de Yoongi, que se recostó en el asiento trasero.

La verdad era que, en aquellos meses, había hecho buenas migas con la novia de su amigo. Todavía sentía un nudo en la garganta cuando los veía besarse, y sabía que estaba muy lejos de superarlo, pero cuando se quedaba a solas con la joven, nunca les faltaba tema de conversación (generalmente hablaban de música y de Hobi, porque eran las pasiones que compartían). A Hoseok, por supuesto, le hacía muy feliz que su mejor amigo y su chica se llevaran tan bien.

En el asiento trasero, Yoongi no dejaba de hacer temblar su pierna, abrumado y nervioso por las sensaciones contradictorias que lo embargaban. Hoseok y Haeri siendo una pareja empalagosa al volante, las ganas que tenía de ver a Seokjin, lo agridulce de la situación que les había juntado de nuevo...

Ya estaba anocheciendo cuando se encontraron con Seokjin en el restaurante donde iban a cenar. El mismo sitio donde había tenido su primera cita con Iseul, aunque no lo había elegido a propósito. Su primera opción estaba llena aquel día, y no podía accederse sin reserva y, de todos modos, a Jungkook le gustaba mucho cómo servían la carne en aquel local.

Hoseok presentó a su novia y Seokjin abrazó con fuerza a su hermano pequeño y a Taehyung. Por último, saludó a Yoongi y, aunque era el que más espacio había ocupado en su mente durante aquel par de meses, solo se atrevió a estrecharle la mano. Yoongi sonrió de lado y se sentó junto a él en la mesa.

Hablaron de lo mal que iba el negocio en el que trabajaba Jungkook, de las clases de piano de Taehyung, y Hoseok y Haeri contaron por enésima vez la historia de cómo se habían conocido, a pesar de que Seokjin ya la conocía desde la videollamada de su cumpleaños. Él, el supuesto protagonista del día, respondió con monosílabos y frases cortas que no invitaban a continuarlas, cada vez que le preguntaban sobre su prometida o sobre lo que iba a ponerse al día siguiente.

Bebieron las primeras copas en el restaurante, y después salieron a Hongdae y, al encontrar casi todos los antros llenos, decidieron probar suerte en Itaewon. Yoongi caminaba junto a Seokjin y Namjoon, y se mantenía en silencio mientras los otros dos hablaban. No podía reiterar lo que ya le había dicho una vez, no podía pedirle que fuera valiente y se alejara de todo cuanto conocía, sin algo a lo que aferrarse, como Tae lo había sido para Jungkook.

Y aunque quizá era más comprensivo con él en ese aspecto, compartía plenamente el punto de vista de Jungkook, ese deseo de rescatar a Seokjin de algo que él se negaba a reconocer que lo estaba hundiendo. La costumbre convierte lo injusto en tolerable, y su amigo había tenido veintisiete años para acostumbrarse. Después de todo, pensó Yoongi, quizá estaría mejor con ella que con su padre, aunque la chica le hubiese parecido insípida e infantil.

Encontraron por fin una discoteca espaciosa, y Jimin, Jungkook y Namjoon, además de Hoseok y Haeri, salieron a bailar antes siquiera de haber pedido una copa. Yoongi, que odiaba bailar y no estaba jamás en el centro de atención si podía evitarlo, se sentó junto a Seokjin en uno de los sofás. Tae también estaba con ellos, aunque sus ojos estaban fijos en los movimientos de su novio en la pista.

-¿Sigue en pie...lo de tocar el piano en mi boda...?-preguntó Jin, repentinamente sin mirarle a los ojos.

-¿Eh?-Yoongi se volvió hacia él-. Pensé que no querías y no...no he preparado nada...Además, no creo que a tus padres les haga mucha gracia verme por allí. No les di una buena impresión.

-No quiero...No quiero estar solo mañana. Y sé que Kookie no vendría aunque pudiera hacerlo. Y entiendo por qué le enfada esto, pero yo...simplemente no quiero estar solo...

-Estaré ahí-asintió Yoongi, con voz queda-Solo...debería comprarme un traje mejor...El otro ya está viejo.

Seokjin hizo ademán de sonreír, pero sus ojos se humedecieron y parecieron hacerse de cristal. Yoongi intuyó que sus sentimientos estaban a punto de estallar y lo tomó de la mano para llevarlo fuera, llevando consigo las botellas de soju que habían comprado.

Se subieron al coche de Hoseok, a quién Yoon solía guardarle las llaves porque era distraído y perdía las cosas con facilidad. Y claramente algo andaba mal dentro de su mente, porque mientras Jin sollozaba y admitía que no se sentía suficiente, mientras se preguntaba con la voz desgarrada qué era lo que estaba tan mal en él, su amigo solo podía pensar en como se sentiría besar sus labios.

-No hay nada de malo en ti-le consoló, mientras intentaba controlar sus pensamientos, porque Seokjin era demasiado hermoso, incluso en la semi oscuridad del interior del vehículo, con los párpados hinchados y el corazón abierto.

-Entonces...¿Por qué...? No debería importarme, porque ella ni siquiera me gusta, pero...todo el mundo prefiere a Jungkook, y yo lo entiendo...pero no...

-¿Quieres que lo llame...? Te va a decir lo mismo que yo...

-Me siento mal por envidiarle...Ha tenido que trabajar y esforzarse mucho para llegar a donde está ahora, y su madre no lo ha contactado durante más de medio año, a pesar de que se suponía que eran cercanos. Pero yo entiendo que es fuerte y que es amado, y me gustaría ser como él...

-Solo dices eso porque es lo que te han metido en la cabeza. Y ni siquiera quieren que seas como de verdad es él. Tu hermano es un buen chico, y tú también lo eres. Eres alguien bueno, y comprensivo, y también eres inteligente y precioso. No quería decir todo esto porque sabes que es difícil para mí...-Yoongi enmarcó con sus manos el rostro de su amigo-Y aunque nunca vas a verte a ti mismo como te veo yo, si puedo decirte que...soy un poco mejor desde que te conozco. Estoy muy, muy lejos de ser perfecto, pero eso es verdad. Si creyera en los ángeles y en todas esas cosas tan bonitas, estaría seguro de que eres uno de ellos. De no ser por ti, ni siquiera habría retomado los estudios. Ahora me siento mejor, porque al menos estoy haciendo algo con mi vida. Eres importante para mí.

-Tengo suerte de no saber pescar y de que te acercaras a mí ese día-Seokjin sonrió, y Yoongi le limpió las lágrimas con los dedos.

-Me hubiera acercado a ti aunque fueras el mejor pescador del mundo-admitió él, algo avergonzado.

Se apartó de Jin durante un segundo para mandarle un mensaje a Jungkook, que le respondió que estaría allí en cuanto solucionara un asunto, porque se había puesto a bailar con una chica de forma completamente inocente, y el novio de esta había amenazado con partirle la cara.

A pesar de lo que se habían dicho, y de la confirmación de que era tan importante para Seokjin como Seokjin había llegado a serlo para él, Yoongi solo podía pensar en que eso convertía sus instintos en algo aún más despreciable. Se imaginó tomándolo en sus brazos, besándolo, y se sintió todavía peor. Era su amigo, su amigo que se casaba al día siguiente, y que estaba triste, y no podía ni debía verlo como un objeto de deseo en aquel momento que se suponía tan vulnerable, tan sincero entre los dos.

-Voy a irme, ¿de acuerdo? Tengo que hablar con...con Namjoon de algo... Te dejaré con Jungkook. ¿Estarás...estarás bien...?

-Sí-asintió Seokjin, ya algo más calmado-Es solo que a veces...sí, gracias, Yoongi. Estaré bien.

Una vez hubo dejado a Seokjin a solas con su hermano, Yoongi salió de la estancia odiándose a sí mismo por lo que acababa de pasársele por la cabeza. Podía excusarse porque estaba algo bebido, pero...de todos modos...¿Cómo podía siquiera haberse planteado besar a su amigo? Sabiendo que se iba a casar al día siguiente, y que probablemente lo hubiera confundido o incluso alejado para siempre...y teniendo en cuenta que...sí, se había sentido atraído por él desde el minuto uno, pero Seokjin era su lugar seguro, no era...no...no podía anteponer esa atracción a su amistad...No podía...solo había sido un momento de debilidad y, afortunadamente, lo había controlado a tiempo...

Lo peor de todo era que no se le habían ido las ganas, que los labios brillantes y gruesos de Seokjin seguían ahí, clavados en su retina, haciendo que se estremeciera...Yoongi sacudió la cabeza, pero la necesidad seguía en su cuerpo. Qué vergüenza, aunque nadie pudiese leer su mente...En un momento como aquel, además, con Seokjin mirándole con chispas de tristeza en los ojos y él había querido consolarle, pero su cuerpo le pedía que lo hiciera de cierta manera...Yoongi se sentía asqueado. Buscó con la mirada en medio de la inmensa sala de fiestas y decidió entrar al baño para lavarse la cara y volver un poco en sí, y quizá, con algo de suerte, olvidar siquiera que había albergado aquellos pensamientos.

Jimin estaba apoyado en el lavabo con un vaso de plástico en la mano. Al ver a Yoongi, enseguida supo que le pasaba algo. Le preguntó, delicadamente, pero no recibió respuesta alguna. Su ex novio le empujó contra una de las desvencijadas puertas y le besó sin previo aviso. Jimin se dejó hacer, aunque su cabeza no dejaba de dar vueltas, porque aquello era lo contrario a lo habitual desde su ruptura...Yoongi rara vez tomaba la iniciativa, y nunca se le había tirado encima de una forma tan brusca y necesitada.

-¿Estás bien?

Yoongi murmuró algo ininteligible que sonó más bien como un gruñido, y volvió a besar a Jimin agresivamente. Era parecido a las primeras veces que habían salido juntos, o a cuando se habían acostado por primera vez y se habían besado durante casi media hora sin descanso. Los besos eran muy similares, y Yoongi olía a colonia y a soju barato. Pero ellos dos ya no estaban enamorados, y Yoongi estaba triste. Jimin podía sentirlo. No quería besarle, se trataba de algo más que no quería o podía comunicar.

-Yoon...-consiguió articular, cuando recuperó el aliento-¿Qué te pasa...?

-Yo no...

-Está bien...está bien...¿Tiene algo que ver con Hobi...? No, no me lo digas. No quieres hablar de ello, ¿verdad...? Si quieres...si de verdad tienes ganas...No podemos volver sin los chicos, pero tengo el coche fuera, y le cambié las cortinas. Ya sabes que odio hacerlo en los baños públicos...Son lo más antihigiénico que existe...

-¿Por qué seguimos haciendo esto, Jimin...?-interrumpió Yoongi, con una voz carente de emoción-¿Por qué...? Tú sabes lo patético que puedo llegar a ser...Tú me has visto cuando yo...Tú sabes que soy lo peor...

-Yoongi, tú no eres patético. Estabas enfermo, eso no te hace menos que nadie. Y lo nuestro terminó porque...bueno, supongo que tenía que terminar. Pero sigo aquí... Y creo que deberíamos volver a la sala hasta que te tranquilices. Cualquier otro día, si estás sobrio y yo estoy disponible, llámame. Pero ahora necesitas descansar un rato, ¿de acuerdo...?

Jimin tomó la mano de Yoongi y lo llevó de vuelta a la sala de fiestas. Taehyung estaba sentado en un sofá, en una zona donde la música no era tan alta y las luces parpadeantes quedaban lejos. Lo dejó a su lado y regresó al cabo de un rato con un vaso de café para ayudarle a pasar el efecto del alcohol. Los tres estuvieron viendo a Hoseok y su novia dándolo todo en la pista, sin decir mucho, porque mantener una conversación con la música tan alta requería esfuerzo, y ya estaban cansados.

Jungkook llegó poco después seguido por Seokjin, que parecía más calmado, aunque todavía triste. Se sentó junto a Yoongi y le empezó a hablar de algo, aunque él no lo escuchó. Le dolía la cabeza y todavía se sentía mal por haber deseado besarle hacía un rato, y por haber tratado luego de desfogarse con Jimin, que siempre era tan atento y bueno con él. Más de lo que merecía, aunque su ex novio no quisiese reconocerlo.

Las canciones empezaban a ser más lentas, aunque igualmente bailables, y era increíble la manera sugerente en que se movían Hoseok y Haeri. A nadie le hubiera tomado por sorpresa escuchar que, efectivamente, se habían conocido en unos cursos de baile. Jungkook le tendió la mano a su novio con una sonrisa, y este se levantó y se pegó a él. Era uno de esos bailes lentos en que las luces del exterior parecían esfumarse, y la música sonar como un eco. Como si estuvieran los dos solos, con estrellas danzando en sus ojos que no procedían de ninguna galaxia conocida. Esa clase de sensación que Seokjin estaba seguro al cien por cien de que no experimentaría nunca, y que trataba de convencerse de que no le importaba.

Seokjin miró a Yoongi y echó un trago de la copa de cocktail con aspecto exótico que había dejado su hermano sobre la mesita de madera. El sabor era nefasto, así que lo dejó con una mueca de desagrado y siguió mirando hacia la pista de baile, y volviendo los ojos ocasionalmente hacia Yoongi. Este no le devolvía la mirada, y parecía como ausente desde que él se había echado a llorar en sus brazos.

Seokjin de repente tenía miedo de derrumbarse porque todo lo cercano lo sentía lejos, incluso a él. Y por fin iba a empezar a vivir la vida que habían ideado para él desde antes siquiera de su nacimiento. Y no tenía razones para sentirse infeliz, porque le sobraba el dinero, y gozaba de buena salud. ¿Qué más daba que al día siguiente fuese a vestirse de gala para casarse con una chica a la que nada le unía, más que la ambición de sus padres?

 Miró su reloj de pulsera. Eran ya más de las tres de la madrugada, y el tiempo se había pasado en un suspiro. No sabía cuanto tiempo más estarían allí, pero sí que tendría que intentar conciliar el sueño, dormir aunque fuera unas horas cuando llegase a casa. No podía aparecer en su boda con ojeras tan moradas como su cabello a finales de noviembre, que ya había vuelto a teñir de negro para parecer un novio serio y respetable. Aunque había odiado el tinte al aplicárselo por primera vez, le había embargado una extraña melancolía al tener que cubrir su tono púrpura.

Seokjin quería que esa noche durase para siempre. No porque se lo estuviera pasando especialmente bien, si no porque no deseaba la llegada del día siguiente, de su sometimiento pleno a los deseos de un padre que siempre le había visto como una inversión, despreciándolo como hijo.

Le reconfortaba saber que Yoongi estaba de su lado, sin juzgarle por su decisión con la misma rabia con que Jungkook lo hacía, pero ya no era suficiente con eso. Así que, como siempre, se convenció de que podía pasar el mal trago y acostumbrarse a la vida matrimonial con Iseul y que, si esta se volvía tediosa o problemática, se encerraría en su despacho y haría papeleo y gestiones de la inmobiliaria durante horas. Sí, no podía ser tan difícil o tan terrible, después de todo. 

Seokjin podría con ello antes de que ello pudiera con él...

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