7. El cumpleaños de Seokjin
Habían salido temprano de casa, antes de que los demás se levantaran. La nieve había alcanzado también la ciudad, y Yoongi había salido a fumar un cigarrillo antes de que les sirvieran en café. Tenía las manos frías y temblorosas, de modo que Seokjin le acercó el encendedor a los labios.
Era muy pronto y el aire estaba helado, pero aún así gozaban de cierta tranquilidad. Seokjin recordó que, al despertarse, sus dedos seguían entrelazados con los de Yoongi. El chico de cabello blanco se había disculpado, aunque sin necesidad, y le había explicado que se trataba de un hábito inconsciente que tenía. Habían discutido en broma porque Seokjin insistió en que era adorable, y después se habían vestido para buscar el café donde Yoongi recordaba haber ido con Namjoon hacía algunos años.
Era tal y como lo recordaba. Un lugar con una estética muy definida, mesas de madera rústica y estanterías repletas de libros, con olor a café y a bollería artesanal. Evocaba a Namjoon, evocaba a una definición vaga de hogar, no por ello menos satisfactoria. Seokjin había nacido y crecido en Seúl, pero no solía salir mucho, o al menos no con compañía, así que jamás había estado allí antes.
Entraron de nuevo y Yoongi le prestó sus terrones de azúcar, porque prefería el café amargo. Eran aún esas horas de la mañana en las que el silencio es casi natural, porque uno empieza apenas a despertar de veras y prepararse para la miseria de un nuevo día. Yoongi todavía le contagiaba los bostezos de vez en cuando, y los dos reían suavemente.
Había blanco en la repisa de la ventana y estaba nevando levemente. La ciudad se veía tan hermosa que resultaba irreconocible, y Yoongi llegó casi a olvidarse de que se suponía que tenía que regresar a casa.
-La carretera seguirá bloqueada-dijo Seokjin, con un suspiro-. Lamento mucho no tener un helicóptero en mi patio trasero para llevarte...
-Me decepcionas, Kim Seokjin-bromeó Yoongi, negando con la cabeza.
Seokjin se echó a reír, pero Yoongi estuvo dándole vueltas a lo que acababa de decir. Pensó que las palabras elegidas podían haber sido desafortunadas, malinterpretadas. Seokjin decepcionaba constantemente a su padre, casi cada vez que respiraba, y Yoongi no quería parecérsele ni en broma. Quería ser la mejor versión de sí mismo y no meter la pata con Seokjin. Sabía que su nuevo amigo no era muy dado a hablar de lo que sentía, que era reservado porque no quería preocupar a las pocas personas que lo hubieran escuchado y ayudado. Y siempre es más difícil ayudar a una persona que insiste en que está bien y no necesita ayuda, pero Yoongi, como ya le había dicho, estaría a su lado, y no lo heriría jamás de manera deliberada.
Después del café, una conversación sobre música en la que se intercambiaron varias recomendaciones terminó con Seokjin prestándole a su amigo uno de sus AirPods e intercalando playlists mientras paseaban por el parque, casi completamente blanco por la densidad de la nieve. Yoongi no tenía certezas de cuando podría regresar a casa, y seguramente no sería aquella noche, pero pasear a pocos metros de Seokjin en silencio, conectados por una canción, era algo tan simple como perfecto.
Los niños que solían jugar en el parque estaban construyendo figuras y jugando a golpearse con bolas de nieve, y habían dejado los columpios desatendidos. Yoongi limpió los asientos y empezó a balancearse en uno de ellos, y Seokjin lo imitó. Movió ligeramente la cabeza con el ritmo de la canción que estaba sonando en aquel momento, procedente de la playlist del mayor. Era una canción pop de un grupo de chicas, con una melodía pegadiza. La clase de canción que puedes escuchar y disfrutar sin que te haga pensar demasiado.
Seokjin cambió de canción y se dio cuenta, observando la pantalla de su telefono, de que era cuatro de Diciembre, y se cumplían veintisiete años desde su nacimiento. Era normal que lo olvidara, porque casi nadie solía felicitarle. Cuando su madre aún vivía con ellos, le regalaba muchas cosas en su cumpleaños, pero después del divorcio, el señor Kim había dejado de recordarlo o mencionarlo. Después de todo, el chico ya tenía la cuenta bancaria lo suficientemente llena como para comprarse lo que quisiera, y a él no se le pasaba por la cabeza la idea de gastar tiempo o dinero en alguien que, después de todo, veía más como un útil o una inversión que como su hijo.
Los primeros años después del divorcio, su madre solía llamarle o incluso hacía un esfuerzo por ir a visitarle, pero Seokjin apenas recordaba la última vez que se habían puesto en contacto. No podía culparla, a pesar de que a veces se sentía impotente por su abandono. La actitud de la señora Jeon dejaba ver a la perfección la clase de esposo que era su padre. No se trataba de amor. El amor debía iluminar a las personas, y no apagarlas progresivamente, como había sucedido en el caso de sus dos matrimonios.
Podía saberse que era la madre de Jungkook porque ambos tenían los ojos negros y grandes y la voz suave. Sin embargo, al contrario que su hijo, que cada vez era más hablador desde que había empezado a relacionarse con Taehyung, ella rara vez alzaba la voz y agachaba siempre la mirada. Por lo que Seokjin sabía, su padre nunca le había puesto la mano encima, porque consideraba que jamás debía golpearse a una mujer. Era un maltrato de otra clase, basado en actos y palabras cotidianas y despectivas. Quienes lo rodeaban se sentían pequeños, tontos y mudos, y acababan por limitarse a obedecer. Seokjin llevaba gran parte de su vida luchando contra esa sensación, porque sabía que era como hundirse sin darse cuenta, y él no quería ahogarse en aquel mar de inferioridad.
-¿En qué piensas?-preguntó Yoongi, retirándose el auricular del oído.
-¿Eh...? Acabo de recordar que hoy es mi cumpleaños.
-¿Lo acabas de recordar...?-pareció sorprendido, pero su tono cambió drásticamente en cuestión de segundos-Oh...lo siento. Supongo que no es un día tan especial para ti...En realidad...tampoco lo es para mí...El mío, quiero decir...Pero...felicidades por haber nacido, supongo. Me alegro de que nacieras.
-Gracias-rio Seokjin.
-Te hubiera comprado algo, pero no lo sabía. Ni siquiera me dejaste pagarte el café. Y no llevo mucho en la cartera, pero...
-No tienes por qué darme nada. Quédate también esta noche. Cuando era niño nunca me dejaban invitar a amigos a quedarse a dormir, así que no tenía fiestas de cumpleaños. Y después de que mi mamá se fuera, el mejor cumpleaños que tuve fue el año pasado, con Jungkook y algunos de sus amigos de la universidad, antes de que conociera a Taehyung y se fuera de casa. Ojalá pudiera venir, pero la carretera está bloqueada y mi padre está en casa, así que es imposible. Me llamará más tarde, supongo. Debe de estar dormido.
-Me quedaré contigo-dijo Yoongi, poniendo su mano en uno de los anchos hombros de su amigo, como en una promesa solemne a la par que cariñosa.
-Tampoco es como si tuvieras otra opción-bromeó el chico de cabello morado.
-Pero quiero quedarme. Solo tengo un par de condiciones. Comemos fuera en algún sitio de comida rápida y cenamos en tu habitación, y yo pago la comida. Una pizza a domicilio o algo así, porque no soy millonario, pero quiero invitarte.
-Está bien. No quería cenar en el comedor con mi padre de todos modos.
Pasaron el resto del día juntos, aunque Yoongi estaba buscando quedarse a solas aunque fuera unos minutos, para llamar a Namjoon y pedirle que bajara al portal de Jungkook y Taehyung, porque quería organizar una videollamada para felicitar a Seokjin cuando estuvieran en su cuarto por la noche.
Después de comer fuera, regresar a la casa de Seokjin y perder contra él en varias partidas de LOL (no tenía demasiada experiencia), Yoongi terminó por ganarle al Just Dance en su tercer intento y después, satisfecho consigo mismo, llamó para pedir la pizza y sugirió que hicieran algo más tranquilo, como ver un drama en el portátil.
Mientras esperaban, se apoyaron en el cabecero de la cama, cubiertos por una manta, y encendieron el ordenador. Yoongi estaba algo nervioso porque la videollamada sorpresa estaba programada en menos de una hora. El nombre de Jungkook apareció insistentemente en la pantalla, y Seokjin quiso ignorarlo porque el capítulo estaba en plena escena romántica, pero acabó por aceptar la llamada.
Jungkook tenía el rostro pegado a la pantalla. Se alejó despacio, dejando ver al resto de invitados a la fiesta sorpresa a distancia de su hermano. Taehyung, por supuesto, Namjoon y también Hoseok, acompañados de tres personas más a las que Jin no había visto nunca y que se presentaron como Jackson y Hyejin, amigos de Namjoon y...
La tercera persona era una joven de cabello largo y rojo, muy sonriente. Llevaba un collar de abalorios multicolor que contrastaba con su ropa de cuero cubierta de cadenas. Se levantó ligeramente, y también llevaba un arnés en la cintura. Estaba pegada a Hoseok, así que Yoongi no se sorprendió demasiado cuando este la presentó como Haeri, su novia, de quién ya le había hablado antes de que la relación fuese oficial.
Parecía haber nacido para estar con él. Su dualidad, su sonrisa, su simpatía natural...Yoongi no habría podido odiarla ni aunque hubiese querido. Sonrió débilmente todo el tiempo y se centró en Seokjin, que parecía genuinamente feliz de estar recibiendo tanta atención.
Jungkook estuvo gritando durante varios minutos al ver a su hermano, que ni siquiera recordaba que se había teñido el cabello. Le dijo que se veía increíble, a lo que Seokjin respondió únicamente sonrojándose hasta las orejas. Después, ya algo más calmado, sugirió que, tal vez, debería probar también él con un nuevo color de pelo, y su novio se lo prohibió terminantemente porque, si un día llegaba rubio a casa, su corazón no lo aguantaría. Era una broma, pero Kook pareció bastante disuadido después de eso.
Las siete personas del otro lado de la pantalla se mostraban entusiastas y efusivas, en especial Tae, Hobi, Jackson y Haeri. Jungkook empezó a leer una carta que le había escrito a Seokjin y se echó a llorar antes de terminarla, y le pidió que se tomase un día cuando llevase a Yoongi a casa, porque quería abrazarle y darle algunas cosas que había comprado para él con sus ahorros. Seokjin le respondió que por supuesto que lo haría y, después de despedirse y terminar la llamada, también se le escapó alguna lágrima. Le emocionaba que su hermano se hubiese preocupado de comprarle algo, pese a que sabía que estaba ahorrando y trabajando horas extra para poder llevar a Taehyung a Roma o a Paris y casarse con él. Hizo una nota mental de llevarle algo de dinero cuando acompañase a casa a Yoongi.
Después reparó en la expresión de este último y su sonrisa se borró de golpe. Yoongi estaba tranquilo, y sus ojos estaban secos, pero tenía la mirada perdida. Había estado a punto de olvidarlo...Se acercó a él, sentado sobre el borde de la cama.
-Yoongi...-murmuró.
El chico de cabello platino intuyó sus intenciones y lo abrazó con fuerza.
-Estaré bien-dijo, todavía apoyado sobre su hombro, rodeándolo con los brazos-. Sabía que esto iba a pasar, y tal vez sea lo mejor. Se ven bien juntos, ella me cae bien...Quizá así logre finalmente superarlo...espero que...
-Tómate tu tiempo...
Yoongi se apartó de él con delicadeza y tomó otro trozo de pizza de la caja, instando a su amigo a retomar el drama que estaban viendo, o a que siguiese hablándole de sus sueños frustrados de estudiar interpretación. Hacia el final, tomó su telefono de la mesilla y se encontró con los mensajes preocupados de sus amigos.
Namjoon 🤓:
-Hyung
-¿Estás bien?
-Lamento no haberte avisado :(
-Hobi visitó por sorpresa, quería presentarme a su chica. No podía simplemente decirle que se fuera. Siento que te hayas enterado así :(
Jimin 🌸🐥:
-Yoongi hyung 🥺
-Ya me enteré
-Lo siento 😔
-¿Estás bien?
-Cuando vengas a casa te voy a dar muchos abrazos💖💖
-Y si quieres podemos 😏💦
-Solo si tú quieres 👉👈
-¿Estás bien?
-Friendly reminder de que te quiero. 💜💖💖💖
-Te quiero
-Estoy aquí para lo que necesites
-Hyung
-Yoongi
-Necesito saber que estás bien
-Por favor responde 😿
Yoongi sonrió y respondió a ambos mensajes con un escueto "Estoy bien", acompañado de un corazón de color negro y un "no te preocupes por mí". Sabía que sus amigos eran muy exagerados, en especial Jimin, pero no iba a hundirse por algo que, de todos modos, habría terminado por suceder tarde o temprano y que, con algo de suerte, incluso podría ayudarle a pasar página.
Seokjin aún parecía apenado cuando lo miraba, y Yoongi odiaba pensar que esa preocupación inútil por él podía estar arruinando su día. Su amigo alargó la mano en silencio para tomar la suya mientras los créditos aparecían en la pantalla. Esperaba que a Yoongi no le importaba que lo hiciera, y supo que el contacto era bien recibido porque sus dedos se aferraron a los suyos firme y delicadamente al mismo tiempo.
Las manos de Yoongi, pálidas, huesudas, grandes... Cada uno de sus rasgos le resultaba fascinadora mente especial, por mucho que él mismo se creyera común, pero...sus manos. Acariciando las teclas del piano, rodeando las suyas para enseñarle a pescar la primera vez, escribiendo una partitura, apoyadas en sus hombros cuando quería consolarlo con torpeza...Yoongi llevaba el corazón en las manos y en la punta de los dedos.
Quizá se le había ocurrido por alguno de los empalagosos discursos del drama que había estado viendo, pero estaba seguro de eso, por la manera en que sentía cuando Yoongi lo tocaba ligeramente. Se sentía diferente, un poco más vivo, y eso era algo que no le había sucedido nunca antes, y que seguramente sería una sensación apropiada si se diese con una chica, como Iseul. Pero Seokjin no quería pensar en ella, ni darle vueltas a las cosas, ni dejar ir todavía la mano de su amigo.
Allí estaba de nuevo, esa conexión, esa sensación que los unía tristemente, porque, de un modo u otro, ambos se consideraban perdedores, ambos vagaban todavía perdidos en una niebla más melancólica que aterradora. Seokjin había renunciado a sus sueños hacía tanto que ya no los recordaba; Yoongi estaba intentando recuperarlos. Seokjin tenía ganas y miedo de enamorarse, y era un deseo y un temor inútil, pues no tenía sentido que sucediera y, de hacerlo, quizá solo le aportaría más problemas. Se sentía mal por envidiar el hecho de que Yoongi si supiera qué era el amor, aunque Yoongi no sabía si podía llamar así a un sentimiento que estaba a medio construir, porque no podía entregarse del todo hasta que tuviera la certeza de que no iba a caer al vacío, de que iba a ser correspondido, incluso si era en menor medida.
No importaba. Incluso si Seokjin no hubiese logrado convencerle para tocar de nuevo, no habría importado. Porque lo sentía a su lado, y era el primer amigo de verdad que tenía, a sus veintisiete años. Le inundaba ese sentimiento de poder confiar en él. No podían resolverse los problemas, curarse mutuamente el alma, pero estaban un poco menos solos. Por lo menos, así era para él. Estar sentado un 4 de Diciembre en la cama, casi de madrugada, descalzo, con alguien a su lado que podía comprenderle sin necesidad de palabras. Le daba cierto sentido a la vida, pensó, a pesar de todo lo demás...
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