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22. Rebellion


Seokjin estaba esperando en la puerta de la academia, aunque ya era casi la hora del cierre. Sin embargo, ahora no tenía que rendirle cuentas a nadie, y podía volver a casa a la hora que quisiera, de modo que los viernes solía salir a tomar algo con In Yeop y Heejin, dos de sus compañeros.

Había sido una semana tranquila, tanto en el trabajo como en las clases, pues habían representado la obra el fin de semana anterior, y había resultado un éxito. Choi Heejin, que había interpretado a su interés romántico apenas siete días antes, se le acercó corriendo, mientras guardaba el nuevo guión en su bolso. La chica era muy expresiva y agradable, y no habían tardado en hacer buenas migas.

-Seokjin-se detuvo para recuperar el aliento-...el director preguntó dónde estabas...Creo que quiere hablarte sobre algo...un casting, eso he oído...In Yeop también está dentro...¡Ve!

Él, confuso, quiso preguntar algo más, pero su amiga lo apremió para que volviera a entrar en el edificio. In Yeop, más serio y centrado que Heejin, estaba sentado en una de las sillas frente a la mesa del estudio del director, y le saludó con una leve inclinación de cabeza. Seokjin tomó asiento a su lado, con una sonrisa, anticipando buenas noticias.

Por una vez, su intuición no lo traicionó. Al parecer, un agente de publicidad que trabajaba para una agencia de actores había estado en la presentación de la semana anterior, y se había interesado en In Yeop y en Seokjin, ya que ambos encajaban en uno de los perfiles que buscaban para un nuevo drama en pre producción. Era un papel importante, pero no principal. El segundo interés romántico, seguramente. Seokjin sonrió para sí, con nostalgia, rememorando sin poder evitarlo sus antiguas conversaciones con Yoongi. A lo mejor, después de todo, Yoongi sí que lo vería en televisión.

Era bastante tarde cuando ambos acompañaron a Heejin a un bar del centro, y Seokjin se quedó en la puerta por un momento para poder llamar a Jungkook, que seguramente todavía estaría despierto. Sus amigos le pidieron copas en la barra, porque tenían mucho que celebrar, dada la oportunidad que se les había presentado de la noche a la mañana.

Jungkook estaba entusiasmado, aunque trató de contenerse y bajar la voz, porque Taehyung estaba dormido en el sofá, después de un maratón de películas. Estaba abrazado a Yoongi, que solía pasar algunos viernes con ellos, y, al igual que su amigo, rara vez aguantaba más de cuatro horas despierto delante de una pantalla. Jungkook no lo mencionó, porque sabía que, pasadas las doce, las verdades (incluso aquellas que uno mismo creía desconocer o haber olvidado), salían con demasiada facilidad.

El resto de la noche, Seokjin se dejó arrastrar por la energía arrolladora de Heejin, y tanto ellos como In Yeop acabaron bebiendo de más y terminando la fiesta en casa de la chica. A medida que habían transcurrido las horas, la realidad se hacía menos nítida en los recuerdos de Seokjin, que despertó a la mañana siguiente con un fuerte dolor de cabeza. Estaba bien celebrar de vez en cuando, pero el dolor le hacía consciente de que ya no era tan joven, y toda acción tenía sus consecuencias.

De camino a la cocina, donde Heejin ya estaba levantada preparando un bol de cereales, trató de hacer memoria. Se habían reído, habían hablado sobre sus compañeros de la academia, brindado por el futuro...La charla se había puesto más personal y emotiva a mitad de la noche. Había salido entonces el tema de los sueños, las ambiciones...In Yeop se había emocionado bastante, casi hasta las lágrimas, por la oportunidad que se les había brindado a ambos, y Seokjin recordaba, ya más vagamente, que se habían abrazado y deseado suerte mutuamente, pues solo uno de ellos podría hacerse con el papel en cuestión.

Aquello derivó en un abrazo grupal, en que los tres se confesaban que se alegraban de haberse conocido hacía ya casi tres años para establecer una amistad tan significativa. Era uno de esos momentos en que se deja atrás la vergüenza y la discreción, y uno no se siente rídiculo por llorar o hablar del pasado. En todos aquellos años, Seokjin había hablado de sus amigos de Seúl, de Jungkook, de su complicada relación con su padre...pero jamás había mencionado el nombre de Yoongi, o contado aquella historia, la de su primer amor.

Seokjin pensó en Yoongi de nuevo por la mañana. No estaba seguro de sentir lo mismo por él, a causa del tiempo transcurrido. Pero tampoco estaba seguro de que le fuera indiferente, o de que se tratara tan solo de nostalgia. El recuerdo era bonito y, sin embargo, quizá, muy en el fondo, el recuerdo no le bastaba. La única manera de saber si aún lo amaba era verlo de nuevo, pero no tenía ningún sentido. La vida seguía, y seguramente Yoongi sí le había olvidado, sí había encontrado a alguien más a quién amar.

Se frotó los ojos y suspiró. Estaba más sensible que otros días, y no sabía por qué. No sabía si estaba triste o feliz, tal vez ambas cosas...Mientras desayunaba en silencio, con la conversación de sus amigos sirviendo de música de fondo a sus pensamientos, trató de recordar una vez más. Había algo que se le escapaba...Había hecho algo más la noche anterior, y le pesaba en el pecho, pero, por más que buscaba en su memoria, solo encontraba realidades diluidas en sueños, que empeoraban sin piedad su migraña.

Más tarde, nada más traspasar el umbral de su casa, recordó. Y recordó porque las consecuencias de esa acción estaban detrás de su puerta, en el ceño fruncido y el temblor airado de su padre. Seokjin recordó entonces lo que había hecho, alentado por sus amigos. Le había escrito de madrugada al señor Kim para decirle que dejaba el trabajo, que quería dedicarse a la interpretación.

Ahora tenía miedo, se sentía pequeño e indefenso una vez más, porque no sabía qué era lo que le esperaba, pero estaba seguro de que no era bueno. Tragó saliva y cerró la puerta tras de sí, con un suspiro. Ya no podía salir corriendo. Lo hecho, hecho estaba, y ahora tenía que enfrentarlo.

El señor Kim lo agarró por el cuello de la camisa, y Seokjin le aguantó la mirada, aunque en otras ocasiones se había limitado a apartar el rostro, dándole involuntaria facilidad para golpearle la mejilla.

-¿Qué es eso de dejar el trabajo y trabajar de actor? Te crees muy gracioso, ¿no? Tendrías que ser payaso, en lugar de actor. Ya no eres un niño, no deberías salir con estas tonterías. Madura de una vez-escupió a sus pies.

-Ya no soy un niño, es verdad-dijo Seokjin, la voz temblándole-. Tengo más de treinta y, sin embargo, alguien más decide mi vida por mí.

-¿Y todavía me contestas así? ¿No tienes respeto acaso? Si te dejara tomar tus propias decisiones, estarías muerto o serías un enfermo como el marica de Jungkook.

-A lo mejor me gustaría eso-respondió Seokjin, con una sonrisa, sin pensarlo demasiado.

Nada más soltar la última palabra, vio venir el golpe en su mandíbula, pero siguió sonriendo en medio del dolor de su cabeza y de su rostro. Seguramente parecía un loco. Tal vez estaba loco, pero tenía que aprovechar esa locura para plantarle cara a quién, durante tanto tiempo, le había oprimido y doblegado. Y si lo mataba (algo que, al ver los ojos de su padre en aquel momento, Seokjin no descartaba del todo), al menos no moriría siendo un cobarde, como había vivido toda su vida.

Seokjin quería gritarle que era una mierda de persona, quería echarle en cara todas las inseguridades que le había provocado desde que era un niño, haciéndole sentir que no era nadie, que no era nada sino un pedazo de basura. Quería maldecirle por haberle deseado la muerte a Taehyung, que tantas veces había estado al borde de esta, por haber anulado y reducido a la nada a su madre y, más tarde, a la madre de Jungkook, y haberles privado a ambos de algo tan esencial como debía de ser la calidez y el amor de una familia.

Quería decirle que había encontrado a su verdadera familia, en Jungkook, en sus amigos de la academia de teatro...en Yoongi...Que Yoongi le había hecho sentirse digno de ser amado, que le había hecho sentirse hermoso, brillante, valioso...y que también a eso había tenido que renunciar por su culpa, porque ya había una vida planeada para él. Una vida que nunca se había sentido como tal, que no había servido más que para plagar su alma de insatisfacción e infelicidad.

Y que ya no le importaba nada si estaba o no orgulloso de él, porque quería ser todo lo contrario a él, quería encarnar todo lo que su padre odiaba.

-Soy un adulto. Si quiero dejar el jodido trabajo y dedicarme a lo que de verdad me gusta, es cosa mía. No creo que me arrepienta y, aunque lo haga, no voy a volver arrodillado. Pégame, insúltame, dime que te avergüenzas de mí. Puedo darte más razones para eso. Me gustaría dártelas, ¿sabes? Si me dijeras que estás orgulloso de mí, me lo tomaría como una ofensa. Porque la verdad es que me das asco-dijo, con simpleza.

Por unos instantes, no hubo respuesta. Podía escuchar la respiración agitada de su padre, su aliento a odio, insoportablemente cerca de él. Seokjin cerró los ojos y se preparó para recibir un golpe, pero el señor Kim seguía sin moverse. Entonces, se sacó de la boca el cigarro que estaba fumando, y, sin medir una palabra, lo apretó contra la mejilla de su hijo, que no tuvo tiempo de apartarse.

Era como si se hubiese detenido el tiempo y todo sucediese a cámara lenta, porque apenas podía creérselo. Que su padre le estuviese marcando el rostro con cenizas ardientes. Y no hubiera debido sorprenderle tanto. Se llevó la mano a la zona herida. Quemaba, dolía como el infierno. Y sin embargo, Seokjin se sentía ajeno a su propio cuerpo, y se evadía de ese dolor porque había sentido cosas peores y, durante mucho tiempo, no había sentido absolutamente nada.

El señor Kim estaba gritándole, muy seguro de que, al arruinar el rostro de su hijo, había arruinado también su sueño de convertirse en actor. La cicatriz permanecería, y lo anclaría a su gris trabajo de oficina. Pero a Seokjin ya le daba igual. Incluso si hubiera tenido medio rostro desfigurado, eso no habría acabado con su determinación. Las palabras que Yoongi le había dicho hacía años resonaban en su cabeza. Él había nacido para brillar, y aquel hombre al que había llamado "padre" podía tratar de apagarle, quemarle o reducirle a cenizas, pero no iba impedir que brillara, ya lejos de su sombra.

Le dolían la cabeza, el golpe y la quemadura, y sentía que le hervía la sangre, pero sacó fuerzas de flaqueza, y de toda la frustración y rencor que había guardado desde que no era más que un niño, y empujó al hombre. Este cayó al suelo, sorprendido por lo inesperado que resultaba que Seokjin se defendiera y le devolviera los golpes.

-No quiero caer tan bajo como tú-dijo Jin-. Pero si la violencia es el único lenguaje que entiendes, puedo decirte a golpes que no quiero volver a verte en mi vida. Que no te acerques a mí, ni a Jungkook, ni a ninguna de las personas que quiero, nunca más.

El hombre trató de incorporarse, y Seokjin lo miró desde arriba. Todavía temblaba, pero lo invadía una euforia que casi borraba todo lo demás. Reconocía el miedo en los ojos de su padre, por primera vez en su vida, y le gustaba la sensación.

-Nunca quisiste un hijo como yo. Deberías alegrarte, entonces, porque ya no tienes hijos. Cuando sea famoso y me entrevisten, voy a decir que nunca conocí a mi padre-Seokjin sonrió levemente y se rozó la mejilla herida-Ahora vete de aquí y no vuelvas nunca.

No supo mucho de él después, excepto lo que le contó Jungkook. La señora Jeon le pidió el divorcio semanas después del incidente, y se mudó al pueblo pesquero, para asistir a su hijo o hacer compañía a Taehyung, a quién tenía un inmenso cariño, cuando este hacía horas extra en el trabajo. De algún modo, Seokjin no se había limitado a vencer su propio miedo, sino que también le había demostrado a otros que no había razón para temer.

Esa fue, afortunadamente, la última vez que Seokjin vio a su padre. Renunció a su puesto de trabajo sin seguridad de poder ganarse la vida con la actuación y, al sacar a aquel hombre de su vida, renunció también a gran parte de su fortuna familiar, al menos hasta que el señor Kim muriera. Sin embargo, se sentía más libre y seguro que nunca...


...

Estamos ya en el tramo final así que quería daros las gracias a las personas que estáis siguiendo esta historia por motivarme para continuarla, sobre todo quienes votáis y comentáis. 🥰

No estoy muy satisfecha con ella en general, pero es una idea que tenía en la cabeza desde hace tiempo, y quería que fuese una historia sobre dos personas que se ayudan a luchar contra sus demonios, que se dan fuerza mutuamente, pero siguen teniendo sus fallos, obstáculos e inseguridades. Sobre todo, necesitaba que se sintiera muy humana, como el abrazo de alguien a quien has echado de menos por mucho tiempo. Y no creo haberlo conseguido del todo, pero me alegra que estéis leyéndola, y espero que os haga sentir, aunque sea solo un poco 💜💜

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