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19. I will always stay




Yoongi no tenía que estudiar en Verano, y tampoco tenía demasiados compromisos sociales, así que empezó a pasar horas y horas en el hospital, llevándole comida y ropa a Jungkook y prestándole consuelo y compañía, ausentándose tan solo cuando Seokjin o la señora Jeon conseguían escaparse un rato para estar a su lado.

    Hoseok, Jimin o Namjoon también se pasaban por allí de vez en cuando, pero Yoongi y Jungkook eran quienes, prácticamente, se habían mudado al gran edificio blanco. Pasaban las noches en vela, se turnaban para descansar, y tocaban y cantaban con ayuda del teclado, en voz baja, con la esperanza de que Taehyung tuviese una mínima reacción. Que, aunque fuera, curvase mínimamente sus labios en una sonrisa, en sueños.

    Había pasado ya cerca de una semana, y Yoongi, aunque otorgaba fuerzas a su joven amigo, también se contagiaba de su angustia. Tanto era así que apenas había pensado en Seokjin, excepto las pocas veces que adivinaba su silueta en el umbral de la puerta, esperando a que se marchara para poder pasar. Los dos se estaban evitando; los dos lo sabían; los dos tenían demasiadas cosas en qué pensar, aunque pensar no fuese a solucionar nada.

    Jungkook, que tenía las piernas doloridas porque solo abandonaba su lugar junto a la cama de Tae cuando era estrictamente necesario, se había dado cuenta de los juegos de miradas que se daban aún entre ellos, las pocas veces que compartían la estancia. No sabía si se trataba tan solo de discreción por el lugar donde se hallaban, o porque la señora Jeon solía estar en la habitación al mismo tiempo que Seokjin, o si de veras estaban tan empeñados en mantener la distancia.

    Tal vez realmente la belleza del amor se hallaba en el viaje, y no en el destino. Tal vez Jungkook estaba destinado a perder a Taehyung, tal vez Seokjin y Yoongi estaban destinados a separarse después de tan poco tiempo, y a recordarlo y resignarse con lo hermoso que había sido mientras duró. Jungkook no quería resignarse, pero tampoco quería tener esperanzas y engañarse a sí mismo. Ambas posibilidades tenían formas distintas de ser crueles con su corazón.

    -Bajaré a por un café y a fumar un poco-dijo Yoongi, revolviéndole el cabello a su amigo-. Enseguida vuelvo...

    Jungkook asintió, sin mirarle, y Yoongi se dirigió a la máquina expendedora de la primera planta del hospital. Estaba todavía medio adormilado, así que no se dio cuenta de que le faltaban un par de monedas para llegar a la cantidad adecuada, y presionó los botones varias veces, contrariado. No había respuesta, así que Yoongi golpeó la maquina, pidiéndole que funcionara y le diera su café de una buena vez.

    Seokjin se acercó por detrás e introdujo dos monedas en la ranura, con lo que el café se derramó finalmente en el vaso.

    -De nada-dijo, con una sonrisa.

    -Mierda...-a Yoongi se le subieron los colores; había quedado como un tonto-...Gracias, Jinie...Seokjin, quiero decir...Gracias.

    -Gracias...a ti, por todo lo que estás haciendo por Kook...-respondió Seokjin, bajando los ojos.

    -No es...Yo solo...solo estoy a su lado. Pero no tienes por qué darme las gracias por eso. Daría mi vida por esos chicos. Yo...de verdad daría mi vida si con ello pudiera...-respondió Yoongi, también evitando mirarle.

    Seokjin sabía que, aunque pudiese sonar exagerado, Yoongi estaba diciendo la verdad. Yoongi era esa clase de persona, y esa era una de las muchas razones por las que lo amaba.

    -Yo...Me gustaría poder estar aquí más a menudo. Nunca sé qué decir cuando estoy con él...No creo que nada pueda consolarle ahora mismo.

    Yoongi negó con la cabeza.

    -Él lo sabe, sabe que estás ahí para él. Es mejor no decir nada...Y entiendo que...no puedes quedarte siempre. Tienes a tu mujer, y ella no sabe nada de todo esto. Solo haría las cosas más difíciles...¿Estás...estás bien con ella?

    Seokjin se encogió de hombros y murmuró un "supongo que sí". Los dos se sentían pequeños, vulnerables y, más que cualquier otra cosa, impotentes ante la situación. Era algo que les superaba, que de ninguna manera estaba en sus manos solucionar. Algo que no tenía que ver con ellos, y quizá por eso cedieron al impulso de encontrar un consuelo momentáneo en los brazos del otro.

    Yoongi rodeó la ancha espalda de Seokjin con los brazos, y este dejó escapar un sollozo porque se sentía libre, se sentía en casa, y Yoongi todavía olía a café, y todavía era suave y bonito, como siempre había sido. Cuando se separó de él, su colgante se había enganchado en el enorme jersey de angora que llevaba puesto. Rio, ligeramente incomodo, y sus manos se rozaron cuando los dos se dispusieron a desengancharlo al mismo tiempo.

    Seokjin no sabía lo que estaba haciendo, así que estar en medio de un pasillo de hospital, a plena luz del día, no le impidió tomar las manos de Yoongi en las suyas y llevarlas a sus labios para besarlas con algo semejante a la desesperación.

    -No...-murmuró Yoongi, suavemente.

    Se apartó de Seokjin, sin despedirse, turbado, y subió las escaleras a toda prisa. Se le había olvidado por completo que iba a tomarse una pausa para fumar, y el corazón le latía con rapidez. Una parte de él le resentía por no haberse dejado llevar al mismo tiempo que Jin, otra le decía que había hecho lo correcto. Cuando antes perdiera esos sentimientos, antes podría recuperarle como amigo, sin sufrir por ello. Pero las cosas nunca eran tan fáciles.

    La única persona a la que Yoongi le confió lo sucedido fue Hoseok, que se pasaba por allí algunas tardes para acompañarle durante la pausa para fumar, o cuando Jungkook les decía que quería quedarse a solas con Taehyung, para hablarle de un millón de cosas, recuerdos y sentimientos que se quedarían atrapados entre aquellas cuatro paredes blancas. Hoseok se quedó callado, pensando. Sabía que Yoongi merecía a alguien que fuese libre para amarle, que fuese capaz de entregar además de tomar. Sabía que Yoongi no quería en aquel momento a nadie que no fuese Seokjin. Y podía imaginar que Seokjin lo hubiera dado todo por Yoongi, pero que no era libre de hacerlo, porque estaba atrapado en una cárcel de oro.

Jin visitó a Jungkook por la mañana, pues tenía que volver a casa a mediodía para comer algo y luego regresar inmediatamente al trabajo. Su padre llamaba algunas veces para asegurarse de que estaba allí, más desconfiado que nunca desde que había descubierto el viaje a Paris.

    Yoongi acababa de salir del cuarto, y apenas cruzaron una mirada. Seokjin temía haberse equivocado al abrazarle durante la pausa del café. Después de todo, abrazar a Yoongi o tomar su mano era más que suficiente antes de que se convirtieran en amantes, pero ahora, después de haberlo sido, era algo que sabía a poco, porque ya no podía tener todo lo demás que una vez había estado dispuesto a ofrecerle. Y era él mismo quién había renunciado a ello...

    Jungkook se levantó momentáneamente para cerrar la puerta de la habitación.

    -Estás siendo muy valiente...

    -No tengo la opción de ser o no ser valiente-replicó Jungkook, con un hondo suspiro-. Estoy haciendo lo más que puedo, y no...no puedo hacer nada. Solo esperar...y eso me está matando...Pero tú sí puedes elegir, puedes tener algo de valor. Para estar con Yoongi o para estar sin él.

    -Yoongi y yo lo dejamos, pensé que lo sabías...

    -Lo sé. Taehyung fue a consolarle a la mañana siguiente...Lo vuestro me pareció un error desde el principio, y sabía que terminaría, y que os dolería a los dos. Eso es lo peor de todo, que tú le quieres y él te quiere a ti. Pero tú no tienes el valor de arriesgarte por tu propia felicidad, y él nunca va a reprochártelo, nunca va a culparte, aunque no sea capaz de comprender del todo tus motivos. Tae me pidió que os dejara ser felices por un tiempo, vivir el presente...Él siempre...siempre me decía que no me preocupara. Siempre tenía una sonrisa para mí, para calmarme cuando me preocupaba por el trabajo, o por él, o cuando echaba de menos a mamá...Incluso cuando era él quién se sentía mal, o tenía dolores, o complejos por su cicatriz, o porque las pastillas le provocaban hinchazón...Incluso entonces me decía que no me preocupara. Me sonreía, me abrazaba...Pero...al final, sí que tenía razones para preocuparme...

    Era evidente que Jungkook estaba enfadado, que sus lágrimas eran más de ira y de impotencia que de resignación. Estaba enfadado con la vida, con los doctores, con Seokjin, consigo mismo...

Y Seokjin no podía contradecirle o culparle por ello.

-Es que no quiero que...No quiero que te comportes como un tonto, Seokjin...Yo no lo he hecho. Creo que últimamente he tomado las mejores decisiones que podía tomar...Yo...incluso si esto se acaba aquí, si de verdad Taehyung...No puedo decirlo en voz alta-dijo Jungkook, con la voz ahogada-Incluso a pesar de todo lo que estoy sintiendo ahora, volvería a hacerlo mil veces. Me despertaría en mil vidas diferentes y lo amaría en todas ellas, incluso sabiendo que iba a terminar así. Espero que él lo sepa...Dios mío, no sé si eso es muy egoísta, pero de verdad espero que lo sepa...

-Lo sabe...-Seokjin sintió un nudo en la garganta.

Había algo de terrible en permanecer de brazos cruzados junto a una persona tan rota y acongojada como lo estaba Jungkook en aquel momento. Jungkook era una de las personas que Seokjin más quería en el mundo, y le dolía no poder hacer nada para cambiar la situación. Había rezado por dentro, a la desesperada, sabiendo que seguramente no solucionaría nada. Su hermano había jurado permanecer al lado de Taehyung en la riqueza y en la pobreza, en la salud y en la enfermedad. Había cumplido su promesa, y no podría haber sido de otra forma, incluso si ahora se sentía más como una condena.

-Siempre me quedaré contigo...-sollozó Jungkook, acariciando las mejillas frías de Taehyung. Parecía casi consolarse a sí mismo, más que a su inerte esposo. 

Terminó por dormirse, agotado de tanto llorar, de tanto sentir, de tanto enfadarse...Todavía estaba abrazado a Taehyung, y Seokjin lo arropó con una manta que Yoongi había traído horas antes para que Kook no se resfriara si dormía en la silla por las noches.

Jin se sentó al borde de la cama, pensando...hasta que irremediablemente llegó la hora de regresar al trabajo...

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